Capítulo 118.
—Las camisas no son prohibidas— le dijo el heredero de Harmonía al motociclista que llegaba a la planta superior, desde la salida del taller que lo llevó a la sala de reuniones.

Asher se detuvo en la entrada, con una sonrisa arrogante curvando sus labios. Sus ojos burlescos encontraron a Vladimir y no pudo evitar un leve arqueo de cejas.

—¿Y quién necesita una camisa teniendo esto?— replicó Asher, con un tono cargado de arrogancia al apuntar su torso.

Dejó pasar a un grupo de mujeres que dejaban algunos papeles en la mesa, notando las miradas furtivas hacia él. Anthony era quién lidiaba con ellas, aunque al verlo de esa manera, los pares de ojos siempre lo buscaban.

El sudor perlaba sus músculos marcados, delineando los tatuajes que habían grabado en su piel. Vladimir negó al presenciar tal cosa. El hijo de Marcelo era capaz de tener encuentros fugaces aún en ese lugar.

Vladimir bufó. El motociclista se pasó una mano por el cabello corto.

—Supongo que algunos preferimos l
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