Se encontraban dentro de la casa, ya se había presentado, estaban en la sala de estar, la joven ve aquel interior de la casa, todos los muebles están cubiertos de tela blanca, algo que le extraña ver y que el señor alto, algo gordo, moreno y de cabello negro ve la expresión de la chica y dice:
—Su madre fue quien ordeno cubrir los muebles.
Ella continúa mirando y asiente solamente, sin decir nada, comprendía y no le sorprendía para nada.
—Gracias señor Rolando, mis padres lo estimaban mucho.
—Y nosotros a ellos señorita, se parece usted a ellos.
—Gracias, como veo todo se encuentra bien.
—Claro que si señorita.
—Solo dime Olivia.
—Señorita Olivia, desde que ustedes dejaron la casa y su padre me ordeno cuidarla, desde su ausencia la casa se ha mantenido en perfectas condiciones, y lo mucho que le tengo estima a su padre, estoy a sus órdenes.
—Muchas gracias Rolando, seré franca con usted, no tengo decidido aún que quiero hacer con la casa, pero me quedare solo por esta semana.
Continuaron hablando sobre la casa, informándole sobre que tiene todos los servicios, mientras continúan recorriendo mostrando el señor Rolando parte de ella y del jardín muy bien cuidado que se da cuenta Olivia.
En eso se encuentran ellos en la cocina, ella por un instante abre la puerta del refrigerador, el señor Rolando intento evitar que abriera, pero ella ya lo había hecho, que no tenía nada, ni estaba encendido, algo que hizo reír al sonreír y decir:
—Bueno, debo a comprar comida, me ayudaría.
—Si.
—Vámonos.
Los dos salieron de la casa platicando, es como ella se da cuenta que se encuentran ya las personas, niños, abuelos, abuelas y mascota caminando por la calle, en eso suben al jeep, pero ven llegar a un chico adolecente.
—Papá.
—Ramiro, es mi hijo señorita.
Él chico se acerca a ellos, al ver que su padre esta con una joven pelirroja muy linda que sonríe.
—Hijo, ella es Olivia Baquero.
Ambos se estrechan las manos.
—Hola solo dime Olivia, gusto en conocerte Ramiro.
—Igual.
Su padre lo mira, esperando que le diga que sucede.
—Mamá dijo que estabas en la casa Baquero.
—Bueno íbamos al súper.
—¿Quieres venir? —pregunta ella.
—Si gracias.
—Subamos al auto.
Todos ya estaban dentro, ella comenzó a manejar, mientras Rolando y ella iban platicando, mientras él le indicaba a donde ir. En eso ve ella que llegan a un pequeño supermercado, estaciona el carro y bajan, en eso entran, solo compra lo indispensable y algunas cosas más.
Volvieron a casa, ambos la ayudaron, mientras Ramiro el chico adolecente de 15 años de ojos cafés se encuentra guardando las cosas en el refrigerador.
Mientras, ella está mirando algunos trastes que también se encuentran envueltos en papel periódico, mientras que el señor Rolando se encuentra en el jardín, es cuando escucha sonar su celular de que alguien está llamando, y que no lo tiene a la mano ya que se encuentra en la mesita central de la sala, corre a contestar.
—Espera no cuelgues. —dice al ir directo a tomar rápido el móvil.
Pero cuando llega encuentra que ha perdido la llamada, mira quien llamo, al leer el nombre Guillermo, piensa que después ella lo llamara.
En eso voltea hacia la ventana que tiene cerca, y que da al jardín, se acerca ella, y ve a Rolando hablando con un muchacho de pelo marrón oscuro, de ojos azules y alto, lo mira ella de tal forma al verlo platicar que es guapo y alto, solo sonríe al mover la cabeza ignorando lo que piensa.
Se dice que quizás es su vecino, y ahora que lo recuerda, en la casa de al lado antes vivían sus tíos, Carolina y Fernando, siendo que el murió hace ya tiempo, al contagiarse de una terrible enfermedad y que ahora su tía, volvió a casarse con alguien más, teniendo tres hijos, siendo ahora cuatro, con el hijo que tuvo con el tío Fernando.
Y ahora que murieron sus padres, ella aviso a la familia, al ser que la mayoría se presentaron a la misa, y que cuando se lo anuncio a tía Carolina, recordó lo que una vez su madre le dijo, no decir nada a su tía, algo que aún no entiende y que ninguno de sus padres le explicaron, pero eso no evito hacerlo, pensando que ella no tiene que ver en eso y las cosas son diferentes, es como tía Carolina y su esposo estuvieron presente y le dieron el pésame.
En eso desvía ese recuerdo, mirando de nuevo al chico marrón, al pensar que no puede pensar en alguien más, al ser que aún se recupera del rompimiento con Guillermo, ella da la vuelta para volver a la cocina riendo, que nada que ver al ser que no le afecto demasiado romper con su ex.
—Termine Olivia.
—Gracias Ramiro. —contesta ella.
Mientras los dos hablan de la escuela, para conocerse un poco más, ven que llega el señor Rolando, que menciona otras cosas de la casa y el jardín, asegurando que el día de mañana llegaría temprano a terminar.
Mientras tanto, debían volver a casa y así fue que Rolando y su hijo Ramiro se despidieron de ella, sin antes decir:
—Tiene mi teléfono para cualquier cosa.
Ella mueve la cabeza al decir:
—Claro, gracias.
Los despidió hasta la puerta, los vio irse desde la ventana, ella decidió subir por las escaleras al dirigirse a su antiguo cuarto, el cual ya había entrado antes, cuando Rolando se lo dijo, al hacer ese pequeño recorrido.
Solo entro, lo vio unos minutos para después salir de la habitación y ahora sola con los brazos cruzados, y mirando toda la pieza que se encuentra cubierto de telas.
No le era extraño que su madre hubiera querido conservar cada mueble, cama y objeto de la casa, y que su padre accediera a eso, al ser que ha visto que algunas cosas pueden donarse o ser vendidas, y estar en su cuarto, que tiene algunos posters pegados a la pared, algo desgastadas, algo viejas y casi las palabras no estaban visibles.
Toca algunos de sus posters de películas, cantantes, dibujos o actrices, mira los muebles al quitarle la tela que los cubría, mira la ventana, ella se acerca y sé queda para mirar parte del jardín, el cual observa de vivos colores.
Visualiza en una pequeña parte de esa vista al vecino de cabello marrón, solo sonríe, pareciera ver que revisa esa parte de su, jardín, aunque de repente desaparece, aunque Olivia quiere ver a donde va, le es imposible, pero es como su mente la reconforta, al solo quizás pensar, que solo vuelve a su casa.
Continúa mirando distraída, al sentarse junto a la ventana con sus piernas dobladas hacia ella, al tener sus brazos alrededor de ellas, recordando parte de su niñez, a los 10 u 11 años, que desde esa parte donde ahora mira a su vecino, aun a quien miraba antes, era a su primo y mejor amigo, de alguna forma a olvidado su nombre, algo que aun la confunde y que insiste que tiene su nombre en la punta de la lengua, pero algo evita recordarlo.
Quizás se queda por algunos momentos más mirando a través de su ventana, se da cuenta que hay otro chico y tiene lentes con similar color de cabello, hablando y riendo, se les queda viendo, ella creyendo que tal vez son hermanos, hasta que es interrumpida por el timbre de su teléfono que vibra y suena en su bolsillo trasero de su pantalón.
En eso revisa enseguida, al descubrir leyendo que quien aparece llamando es su amiga Susana, a quien enseguida le contesta aun sentada.
—Susana.
—Olivia hola, llegaste con bien.
—Si.
—¿Qué tal la casa? —pregunta su amiga.
—Grande y muy bien cuidada por el señor Rolando, y descubrí que mi madre fue quien ordeno cubrir todos los muebles, y cosas de la casa con sabanas.
—Te lo creo y te lo dije amiga, tu madre era de esas que no desechan nada, ya tienes pensado que hacer.
—Sí, algo.
Siguen hablando mientras ella se levanta alejándose de su ventana, saliendo de la habitación y bajando las escaleras, mientras escucha lo que dice Susi sobre su trabajo.
—Tal vez puedas venir. —dice Olivia, insistiendo a que venga.
—Me encantaría, lo sabes.
—Si.
—Pero miraras televisión.
—No puedo ver televisión, Susi.
—La casa no tiene luz.
—Claro, la casa tiene luz, lo que no es televisión por cable, solo contrate el internet mientras me quedo esta semana, así veo si vender o rentar la casa, así podría ganar algo de la casa, porque veo que mantener la casa no es tan fácil como la mantenían mis padres.
—No piensas irte a vivir haya.
—No, para nada, tal vez sea mi casa de campo, pero causa que debería darle el mantenimiento que ha tenido siempre, no sé si tendré el tiempo y el dinero, he notado que es más común en vender que en rentar, lo pensare.
—Ya sabes que tienes mi apoyo.
—Si amiga, lo sé y gracias.
Olivia estaba en la cocina abriendo su mochila, sacando el topper con algunos sándwiches que aún le quedaban, y tomando de la hielera una lata de soda.
En eso que continuaba hablando con su amiga, para luego despedirse ambas, ella colgó, guardo el teléfono de nuevo y tomo, todo volviendo a subir por las escaleras, pero hacia la habitación que era antes de sus padres, en el cual ella se quedaría a dormir y todo eso.
Se acomodó a la cama a mirar una serie a través de su laptop, mientras comía, en eso que termina el capítulo de la serie y de haber comido, deja las cosas sobre la cama, se levanta y va hacia el armario, el cual abre y claro, no hay nada dentro, solo algo de polvo que ha adquirido, solo vuelve acerrarlo y va a la cama, toma el traste y la lata vacía, sale del cuarto y baja.
Al estar en la cocina prefiere recorrer de nuevo la casa y mirar cada armario de las cuatro habitaciones que se encuentran en el segundo piso, se lleva tiempo haciéndolo sin encontrar solo el vacío, polvo, telarañas de polvo, nada, sigue viendo y revisando, creyó que quizás encontraría ropa, fotografías, algo de ella o sus padres, llega la noche y solo va a dormir.
A la mañana siguiente, temprano, se levantó en pijama, antes de tomar un baño o hacer cualquier cosa, Olivia se pone los tenis que tiene a la mano y sale de la habitación, baja las escaleras para salir y mirar el jardín, el cual ve al recibir y oler aquellos olores de tierra mojada, viene a su mente la silueta de su madre.
—Hola, buenos días vecina.
Una voz masculina la distrae y voltea a ver al hombre, que está al otro lado de la reja, mira sus ojos azules y su sonrisa con aquel cabello marrón.
—Hola, buenos días. —saluda y se acerca a la reja.
Se quita uno de los guantes que trae puesto y es como ambos se estrechan las manos, ver a esa preciosa pelirroja que aún no cree que sea ella, pero que el señor Rolando afirmo respondiendo unas sencillas preguntas que hace un vecino, cuando le extraña ver movimiento en la casa vecina y ahora tenerla de frente, en pijama.—Me llamo Olivia.—Alejandro.—Un gusto, tienes mucho tiempo viviendo en Leima.—Desde niño y ¿Tú? Olivia.—Estoy de visita.Continuaban hablando un poco sobre Leima y sus lugares para conocer.—Alejandro, ya me voy, regreso al rato.—Miguel ven a saludar a nuestra vecina Olivia.Es como ella ve al chico de antejos que vio ayer desde la ventana, sí que estaba alto, de ojos oscuros, cabello marrón rebelde, enseguida saludo a Olivia.—Hola Olivia soy Miguel.—Hola Miguel.Ver a los dos ahí juntos, no evito que ella preguntara:—Son ¿Hermanos?—No, somos amigos Olivia, debo irme no quiero llegar tarde a la universidad, es un gusto, nos vemos. —dice Miguel al irse.—No er
Con el aroma que su nariz percibía su boca se hacía agua sin saberlo él esa era su comida favorita.—Hola Alejandro tenía tiempo tocando a la puerta.—No.Ella solo mueve la cabeza.—Pero anda te lo decía porque he estado en el sótano veo que traes algo.—Si es espagueti con albóndigas espero te gusta.—Gracias siento que me encuentres en mi ropa deportiva es que en la mañana salí a correr volví y solo he estado en el sótano es bueno que hayas venido puedes ayudarme en algo en especial.—Si.—Gracias bueno deja aquí el espagueti y sigue me ignora ver las sabanas que cubren todo fue mi madre era la que acostumbraba cubrir todo para mantenerlo porque es lo mismo en el sótano.—Que quiere que haga.—Ayer halle varias cajas cerradas y como vez esta es de fotografías que he intentado subir arriba, pero esta algo pesada puedes subirla.—Claro.Alejandro cargo la caja que ella había dicho decido ella que la dejara en la sala cerca del sofá.—Gracias vamos a comer deja y traigo platos.—No de
Se encontraban alistándose los muchachos al ser que hace algunas horas llego Olivia y que ambos la hayan recibido en puerta viéndola con un vestido sencillo, casual con medias y botines.—Sé que dijiste que no trajera nada, pero les prepare un flan.—Olivia anda dámelo lo llevare a la cocina. —dijo Alejandro una vez que ella entro.Se encontraban platicando Miguel.—Entonces eres de Monterrey debo decir que no he tenido la oportunidad de ir haya.—Es una bonita ciudad a veces me acompaña Alejandro.—En serio que bien.Estaba sentados a la mesa mientras los dos servían y ella veía la suculenta y deliciosa cena.—Ustedes hicieron esto se ve delicioso.—Debes saber Olivia que Alejandro lo hizo y es un famoso y extraordinario chef.—¿Cómo? Alejandro eres dueño de la tienda y no solo eso un chef.—Y repostero. —agrega Miguel.—También.Miguel comenzó a contar parte de historia de su amigo entre que dejo a un lado un poco su trabajo como un famoso chef y repostero en un restaurante muy famo
Los dos iban caminando platicando, porque al comenzar a recordar esa parte de su niñez que curso en la primaria, venía con algo de abundancia, aquellas anécdotas divertidas con Chava.—Cierto, recuerdo eso.—Pero aun lo juegas.—No.Haberse encontrado con Chava fue algo muy bueno para ella, al hablar un poco del pasado al ser que él fue un gran amigo, aunque no hablo mucho, pero si mencionaba en ocasiones a su primo, quiso preguntar por él que algo venía a la mente de ella, al hacer una pregunta diferente.—¿Cuánto más te quedaras? —pregunta Chava.Ella realmente aun no lo decidía, porque no sabe qué decidir con la casa y aún le falta buscar más en el sótano.—La otra semana. —responde simplemente.—Debe ser difícil decidir qué hacer con esa casa, es tan grande y tiene historia, no.Olivia sonríe.—Si viví gran parte de mi infancia con mis padres en esa casa. —dijo Olivia haciendo pensar que tiene bonitos recuerdos de esa casa, que en realidad no es así, porque no lo recuerda como ell
Olivia se encuentra trabajando, tomando el chocolate que aún le quedaba, al ser que Alejandro la había visitado con algo de chocolate de agua, y los dos habían hablado un poco de todo.—Y has abierto la caja de fotografías.—Sí, no imaginas cuantos recuerdos vienen a mi espera. —dice ella al levantarse, siendo que se encuentran sentados cerca de la barra de la cocina.Olivia solo toma el primer bonche de fotografías que tiene cerca, y las lleva hasta la cocina y es como ambos comienzan a verlas, se da cuenta él que son pocas en las que sale él de niño, y que ella no ha comentado nada sobre eso.—Y esos son mis papás. —le dice Olivia, al señalarlos en la foto que mira Alejandro.Él asiente viendo en la foto que es en el cumpleaños de ella con el pastel con velitas, y sus padres a los lados de ella.—Sí, veo que de ambos tienes algo, pero tus ojos son como los de tu padre.—Si eso creo, como es tu papá Alejandro.—No lo sé Olivia, el murió y no pude conocerlo, aunque me dicen que me par
—Y Miguel. —dice David.Un amigo que llego hace algunas horas a casa de él.—Salió con amigos de la universidad, me parece que van a hacer una especie de pijamada. —contesta Alejandro.Los dos se encuentran mirando televisión en el sillón.—Entonces, que fuiste al bautizo del hijo de Javier.—Sí y no te vi. —dice Alejandro.Había sido el día anterior el bautizo donde el asistió, después de a ver mirado a Olivia por la ventana, y estar bien arreglado que fue uno de los motivos, por lo que no fue a la reunión de amigos de su vecina.—Oye, que tu prima Olivia volvió.Alejandro no hace mucho caso, y solo decide responder un:—Si.—La otra vez la vi, esta guapa.—A sí, no la he visto. —contesta mintiendo.—Qué mala suerte, y eso que son vecinos.—No he estado en casa mucho, y ahora que recuerdo debo ir a la tienda.—A esta hora.—Sí, debo checar algunas cosas, nos vamos. —dijo Alejandro al tener a la mano las llaves, y ya a ver apagado él la tv.David un hombre alto, fornido, de vaqueros y
Olivia niega después de oler un frasco que Alejandro le enseño, ambos se encuentran en la cocina de él, desde ayer él se quedó en casa de ella muy tarde, algo que para él era como en los viejos tiempos, y para ella algo agradable.Alejandro le había propuesto en no solo comer en su casa, sino también cenar, a lo que ella pensó antes de responderle y solo le dijo:—Bueno, comeríamos juntos después de que trabaje ¿Si?—Claro mi am… — en ese mismo instante cambia su dialogo. —Te parece que cenemos también.Ella solo asiente.—Si claro.Alejandro no dejaría pasar la oportunidad, y ahora se encuentran aún en la cocina, mientras Alejandro cocina lo último, para ya de ahí comer, al ser que la mesa esta lista.—Donde está tu baño. —dice Olivia.—Sube por las escaleras a la segunda puerta.—Ok ya vuelvo.Olivia subió las escaleras yendo al baño, donde no estuvo mucho tiempo, encontrándose lavando las manos y abrir el interior del espejo que tenía algunos medicamentos, pomadas, entre otras cosa
Están cenando, se disfrutaba estando solos y juntos, tenía Alejandro tantos recuerdos que contarle a ella que debían esperar, y fue preciso decir sobre aquella invitación que tenía planeado decir a Olivia.—Olivia, te gustaría ir conmigo a ver Leima.—¿Cuándo? —pregunta ella.—Bueno, como en unos días te vas, mañana salgamos eso de las siete a recorrer Leima.—Mañana bien, sí.—No te preocupes, yo me encargo sobre la comida y las cosas.—Ok.Terminaron de cenar, Olivia se quedó un rato más mientras miraban los dos una película, que estaban trasmitiendo en una de los canales.—Debo irme, ya es tarde. —le dice Olivia, después de ver su reloj.Alejandro se da cuenta que ya pasan de las 11 de la noche, a lo que va a dejarla a su casa.—Nos vemos mañana, y parece que todavía hará frio.—Si, por las mañanas hace frio y como saldremos temprano.—Estaré abrigada.Ambos se despiden, ella sí que tenía mucho sueño y llego a dormir hasta la cama de la habitación que era de sus padres, pero antes