Se quita uno de los guantes que trae puesto y es como ambos se estrechan las manos, ver a esa preciosa pelirroja que aún no cree que sea ella, pero que el señor Rolando afirmo respondiendo unas sencillas preguntas que hace un vecino, cuando le extraña ver movimiento en la casa vecina y ahora tenerla de frente, en pijama.
—Me llamo Olivia.
—Alejandro.
—Un gusto, tienes mucho tiempo viviendo en Leima.
—Desde niño y ¿Tú? Olivia.
—Estoy de visita.
Continuaban hablando un poco sobre Leima y sus lugares para conocer.
—Alejandro, ya me voy, regreso al rato.
—Miguel ven a saludar a nuestra vecina Olivia.
Es como ella ve al chico de antejos que vio ayer desde la ventana, sí que estaba alto, de ojos oscuros, cabello marrón rebelde, enseguida saludo a Olivia.
—Hola Olivia soy Miguel.
—Hola Miguel.
Ver a los dos ahí juntos, no evito que ella preguntara:
—Son ¿Hermanos?
—No, somos amigos Olivia, debo irme no quiero llegar tarde a la universidad, es un gusto, nos vemos. —dice Miguel al irse.
—No eres la primera que nos lo dice. —comenta Alejandro.
—Buenos días.
Los dos voltean y ven que es el señor Rolando.
—Buenos días. —saludan al unísono ambos.
—Bueno, debo irme, un gusto conocerte Alejandro. —le dice Olivia.
—Igual para mí, te veré después. —contesta Alejandro.
Ella asiente y la ve irse, él decide entrar a su casa dejando los guantes, Alejandro se encuentra llamando a su madre, está sonando el teléfono, ella no contesta para nada al enviar a buzón de voz que solo cuelga al decidir en hacerlo más tarde, deja su móvil en la cómoda, sube al segundo piso yendo a su habitación, se desnuda, ya hay entra al baño para darse una ducha.
Gusta alejar su celular de él por cualquier distracción, al ser que cuando trabajaba y se convirtió en una persona obsesionada de tener cualquier aparato electrónico como su teléfono, que siempre interrumpía las horas en cualquier momento, y provocaba en él un nerviosismo, estrés y obsesión al obtener algo de fama, se diría la cual no pudo resistir ni equilibrar a su beneficio.
Borra cualquier pensamiento de eso, pensando en Olivia, tanto tiempo sin haberla visto, aún recuerda la promesa que ha sido cumplida por amor, lo que le extraña es que ella no lo reconociera de quien es él, termina de bañarse, sale y se viste deprisa, al ser que debe ir a la tienda de abarrotes, sale de la casa y sube en su automóvil.
Olivia iba en su camioneta manejando, después de hablar con el señor Rolando quien se quedó trabajando en el jardín, ella se dirigía a varias tiendas, papelerías y demás que decidió ir a ver y comprar cosas, sabía que sería rápido, solamente se estaciono y entro a la primera papelería que llamo su atención.
Olivia nota que la señora la mira con mucha confianza, algo que ella ignora, continúa comprando algunas cosas de la tienda de abarrotes, donde hace unos momentos entro y se encuentra hay aún.
—Nunca olvido una cara, aunque la tuya no ha cambiado, aun reconozco a la niña Baquero.
—Lo siento, no la recuerdo.
—No lo sientas, eras muy chica, pero conocí a tus padres, siento mucho lo que les sucedió, mi nombre es Mónica.
Olivia mira a la señora de ojos negros, con esa sonrisa que muestra felicidad y en eso a su memoria viene un recuerdo corto.
—Usted, era quien siempre venía con su carrito de yogur.
La señora Mónica asiente.
—¿Cómo está usted? —pregunta ella.
—Bien hija.
—Me alegra.
—Cuanto te quedaras.
—Por algunos días, bueno debo irme.
—Claro, espero hayas ya visto a tu primo.
—Si ya, adiós señora Mónica.
Solo respondió al irse de esa tienda preguntarse a que primo se refería, al ser que el hijo de tía Carolina trabaja en la ciudad, ella solo subió a su camioneta y se fue a casa, sin tomar mucho interés a ese tema.
Alejandro aún se encontraba en la tienda atendiendo a las personas, mientras conversaba con uno y otro, en eso la señora Mónica de cabello corto oscuro no muy alta, pero algo gordita le dice a él:
—No sabía que tu prima había venido.
—Mi ¿Prima? —responde enseguida, porque realmente le sorprendió que se lo dijera.
—Si Alejandro, tu prima, no me vengas que por haber cambiado tus apellidos creas que ella ya no lo es, ella seguirá siendo tu prima y hace poco vino.
—No sabía que había venido, sé que es mi prima Mónica, pero ella solo viene de paso.
Iban a continuar hablando, cuando algunos más clientes entraron a la tienda.
Ya en casa, Olivia se encontraba ya en su trabajo hablando con su compañero, el señor Rolando, continuaba en el jardín, ella había ordenado un poco las cosas que compro, al ser que el día había comenzado sin ninguna novedad disfruta, pero Olivia, ya tenía planeado que hacer, después de trabajar bajaría al sótano que tenía la casa, pensando que algo hay debía a ver guardado.
—Señorita Olivia.
—¿Si? Rolando. —le dice ella sin dejar de teclear.
—Ya terminé.
Olivia detiene lo que estaba haciendo, al decidir ir con Rolando hasta el jardín, donde ve que ha compuesto la manguera y algunas otras cosas.
—Gracias señor Rolando.
—Tiene mi teléfono para cualquier cosa.
—Claro gracias.
Ambos se despiden, al volver ella a la casa y quedándose sola, volvió a su laptop, guardando lo que había hecho y la cerró, decidió ir hasta el sótano donde ahora se encontraba, al ser que ya era tarde, encendió la luz al ver cajas empacadas y escritas, algunos muebles cubiertos de tela, comienza a buscar y checar.
Alejandro se encuentra de nuevo en casa, volviendo a llamar a su madre, quien vive en la ciudad, mientras espera a que ella le conteste tiene el altavoz encendido, al hacer otras cosas.
—Bueno.
—Mamá.
—Alejandro ¿Cómo estás? —pregunta su madre.
—Bien mamá, quiero saber algo.
—Si hijo, dime.
No quería decirlo tan directo, solo averiguar la verdad de ello.
—Has visto a mi tía Edith y a mi tío Jorge.
Nota que su madre tarda un poco en contestar, a lo que decide decir:
—Alejandro, hace unos días ellos murieron por un accidente.
—¿Murieron?
—Si hijo, Fernando y yo estuvimos presentes en la misa, no puedo pensar como este tu prima.
—Veras mamá, ella está en Leima.
—Cómo crees.
—Así es mamá.
—Ya la viste.
—Sí, parece que ella no se acuerda de mí.
—Debes entender, ella muy chica dejo Leima.
—Pero ¿Porque no me dijiste? mamá de que ella vendría.
—Hijo como yo lo iba a saber, desde que tus tíos se fueron de Leima perdimos contacto, hasta que hace ya algunos días Olivia me contacto para invitarnos a la ceremonia de sus padres.
Alejandro solo mueve la cabeza.
—Ok mamá.
—Ella ¿Cómo está?
—Bien mamá, no se la verdad, no la he visto mucho y no sé cuánto se quede en Leima.
Aunque su madre no comenta mucho, decide ella preguntar:
—¿Qué tal la tienda?
—Muy bien mamá, mañana temprano llega un pedido.
—Qué bueno hijo, quiero saber la verdad.
—De ¿Qué? mami.
—La otra vez te llamé a casa y Miguel contesto, pero me comento que te han llamado y visitado tu jefe como compañeros de trabajo.
Alejandro mueve la cabeza, era cierto, últimamente ha tenido llamadas de su jefe, amigo y compañeros de trabajo, diciendo que es hora de volver al trabajo, ha recibido visitas de amigos y personas importantes en casa buscándolo, para que él regrese al trabajo, algo que simplemente niega en volver y ellos solo deciden despedirse y volver a la ciudad, sin él.
—Si mamá, es cierto, pero no me siento listo para volver.
—Lo respeto hijo, pero lo sabes yo siempre te apoyare.
—Lo sé mamá, y te lo agradezca mami.
Continuaron hablando por algunas horas más, hasta que vio llegar a su amigo Miguel, ambos se saludan al mover los labios diciendo:
—Mi mamá.
Miguel solo asiente, al subir por las escaleras.
—Bueno mami, debo cortar, Miguel ya llego y vamos a comer.
—Claro hijo, salúdame a Miguel y por favor cuídate, y ten cuidado.
Al principio se sacó de onda con lo último que dijo su madre, mas no hizo caso y solo se despidió, colgando el teléfono, de ahí subió las escaleras para ir a la habitación de Miguel, quien se encuentra acostado a la cama.
—Hola.
—Hola Ale.
—¿Tienes hambre? —pregunta él.
—Si.
—Entonces ven a ayudarme.
Miguel arquea la ceja, al asentir, los dos se encuentran bajando las escaleras, yendo a la cocina van hablando de todo.
—Entonces piensas presentar examen.
—No, estoy exento.
—Felicidades Miguel.
—Gracias y que prepararas para comer.
—Prepararemos unas sabrosas albóndigas con espagueti.
—Está bien.
Ambos empiezan a preparar, no era la primera vez que lo hacían, desde que se conocieron hicieron una buena mancuerna, al ser que a él lo conoció cuando comenzó a trabajar de mesero del restaurante en el que Alejandro trabajaba de chef, y repostero.
—Entonces hablaste con tu mamá.
—Si un poco, me dijo sobre lo que le dijiste.
—Es tu mamá, debía saberlo, ya te decidiste.
Niega con la cabeza.
—Debo cuidar el jardín, y desde que murió mi padre y mi mamá volvió a casarse, yo quise encargarme de la tienda.
—Te has quedado en Leima por mucho, dejando de ser el chef y repostero famoso, si hacemos cuentas casi tienes cinco años aquí, ya estas viejo.
Medio sonríe Alejandro, al recordar que sí, su vida fue agobiante en la que debía él mismo salvarse de la mejor forma, volviendo a su hogar donde creció, algo que agradece demasiado a su madre.
—Me dices viejo.
Los dos se molestan por un rato en lo que comen, en eso Miguel dice:
—Y Olivia, es la prima que te gustaba.
Escuchar esas palabras, lo hace sentir tímido al solo pensarlo.
—Aja.
—Piensas irla a ver de nuevo, o ignoraras que ella este aquí.
—Tal vez, no lo sé, estaré ocupado en la tienda.
Miguel conoce bien a su amigo y sabe bien que eso es un pretexto.
—Porque no solo le preparas una deliciosa pasta, tú me contaste que de niños la pasta le encantaba.
—No lo sé.
—Llévale lo que sobra del espagueti.
Alejandro lo mira negando con la cabeza. En eso terminan de comer, levantan la mesa y miran algo de televisión, al ser que el día de mañana que era viernes, muy temprano debían despertar ambos.
—Javier, lleven esto a los estantes de arriba. —ordena Alejandro.
Continúo trabajando en la tienda, esta vez Miguel por la mañana le comento que no llegaría a casa, al ser que sus amigos y él planearon ir al cine, esto lo hizo pensar en preparar aquella pasta de la que hablo su amigo.
Ahora se encuentra Alejandro frente a la puerta, ha tocado el timbre y escucha:
—¡Ya voy! —grita ella.
En eso la ve con un short y su sostén deportivo, ella se sorprende de verlo y que huela el aroma del espagueti con pequeñas albóndigas.
Con el aroma que su nariz percibía su boca se hacía agua sin saberlo él esa era su comida favorita.—Hola Alejandro tenía tiempo tocando a la puerta.—No.Ella solo mueve la cabeza.—Pero anda te lo decía porque he estado en el sótano veo que traes algo.—Si es espagueti con albóndigas espero te gusta.—Gracias siento que me encuentres en mi ropa deportiva es que en la mañana salí a correr volví y solo he estado en el sótano es bueno que hayas venido puedes ayudarme en algo en especial.—Si.—Gracias bueno deja aquí el espagueti y sigue me ignora ver las sabanas que cubren todo fue mi madre era la que acostumbraba cubrir todo para mantenerlo porque es lo mismo en el sótano.—Que quiere que haga.—Ayer halle varias cajas cerradas y como vez esta es de fotografías que he intentado subir arriba, pero esta algo pesada puedes subirla.—Claro.Alejandro cargo la caja que ella había dicho decido ella que la dejara en la sala cerca del sofá.—Gracias vamos a comer deja y traigo platos.—No de
Se encontraban alistándose los muchachos al ser que hace algunas horas llego Olivia y que ambos la hayan recibido en puerta viéndola con un vestido sencillo, casual con medias y botines.—Sé que dijiste que no trajera nada, pero les prepare un flan.—Olivia anda dámelo lo llevare a la cocina. —dijo Alejandro una vez que ella entro.Se encontraban platicando Miguel.—Entonces eres de Monterrey debo decir que no he tenido la oportunidad de ir haya.—Es una bonita ciudad a veces me acompaña Alejandro.—En serio que bien.Estaba sentados a la mesa mientras los dos servían y ella veía la suculenta y deliciosa cena.—Ustedes hicieron esto se ve delicioso.—Debes saber Olivia que Alejandro lo hizo y es un famoso y extraordinario chef.—¿Cómo? Alejandro eres dueño de la tienda y no solo eso un chef.—Y repostero. —agrega Miguel.—También.Miguel comenzó a contar parte de historia de su amigo entre que dejo a un lado un poco su trabajo como un famoso chef y repostero en un restaurante muy famo
Los dos iban caminando platicando, porque al comenzar a recordar esa parte de su niñez que curso en la primaria, venía con algo de abundancia, aquellas anécdotas divertidas con Chava.—Cierto, recuerdo eso.—Pero aun lo juegas.—No.Haberse encontrado con Chava fue algo muy bueno para ella, al hablar un poco del pasado al ser que él fue un gran amigo, aunque no hablo mucho, pero si mencionaba en ocasiones a su primo, quiso preguntar por él que algo venía a la mente de ella, al hacer una pregunta diferente.—¿Cuánto más te quedaras? —pregunta Chava.Ella realmente aun no lo decidía, porque no sabe qué decidir con la casa y aún le falta buscar más en el sótano.—La otra semana. —responde simplemente.—Debe ser difícil decidir qué hacer con esa casa, es tan grande y tiene historia, no.Olivia sonríe.—Si viví gran parte de mi infancia con mis padres en esa casa. —dijo Olivia haciendo pensar que tiene bonitos recuerdos de esa casa, que en realidad no es así, porque no lo recuerda como ell
Olivia se encuentra trabajando, tomando el chocolate que aún le quedaba, al ser que Alejandro la había visitado con algo de chocolate de agua, y los dos habían hablado un poco de todo.—Y has abierto la caja de fotografías.—Sí, no imaginas cuantos recuerdos vienen a mi espera. —dice ella al levantarse, siendo que se encuentran sentados cerca de la barra de la cocina.Olivia solo toma el primer bonche de fotografías que tiene cerca, y las lleva hasta la cocina y es como ambos comienzan a verlas, se da cuenta él que son pocas en las que sale él de niño, y que ella no ha comentado nada sobre eso.—Y esos son mis papás. —le dice Olivia, al señalarlos en la foto que mira Alejandro.Él asiente viendo en la foto que es en el cumpleaños de ella con el pastel con velitas, y sus padres a los lados de ella.—Sí, veo que de ambos tienes algo, pero tus ojos son como los de tu padre.—Si eso creo, como es tu papá Alejandro.—No lo sé Olivia, el murió y no pude conocerlo, aunque me dicen que me par
—Y Miguel. —dice David.Un amigo que llego hace algunas horas a casa de él.—Salió con amigos de la universidad, me parece que van a hacer una especie de pijamada. —contesta Alejandro.Los dos se encuentran mirando televisión en el sillón.—Entonces, que fuiste al bautizo del hijo de Javier.—Sí y no te vi. —dice Alejandro.Había sido el día anterior el bautizo donde el asistió, después de a ver mirado a Olivia por la ventana, y estar bien arreglado que fue uno de los motivos, por lo que no fue a la reunión de amigos de su vecina.—Oye, que tu prima Olivia volvió.Alejandro no hace mucho caso, y solo decide responder un:—Si.—La otra vez la vi, esta guapa.—A sí, no la he visto. —contesta mintiendo.—Qué mala suerte, y eso que son vecinos.—No he estado en casa mucho, y ahora que recuerdo debo ir a la tienda.—A esta hora.—Sí, debo checar algunas cosas, nos vamos. —dijo Alejandro al tener a la mano las llaves, y ya a ver apagado él la tv.David un hombre alto, fornido, de vaqueros y
Olivia niega después de oler un frasco que Alejandro le enseño, ambos se encuentran en la cocina de él, desde ayer él se quedó en casa de ella muy tarde, algo que para él era como en los viejos tiempos, y para ella algo agradable.Alejandro le había propuesto en no solo comer en su casa, sino también cenar, a lo que ella pensó antes de responderle y solo le dijo:—Bueno, comeríamos juntos después de que trabaje ¿Si?—Claro mi am… — en ese mismo instante cambia su dialogo. —Te parece que cenemos también.Ella solo asiente.—Si claro.Alejandro no dejaría pasar la oportunidad, y ahora se encuentran aún en la cocina, mientras Alejandro cocina lo último, para ya de ahí comer, al ser que la mesa esta lista.—Donde está tu baño. —dice Olivia.—Sube por las escaleras a la segunda puerta.—Ok ya vuelvo.Olivia subió las escaleras yendo al baño, donde no estuvo mucho tiempo, encontrándose lavando las manos y abrir el interior del espejo que tenía algunos medicamentos, pomadas, entre otras cosa
Están cenando, se disfrutaba estando solos y juntos, tenía Alejandro tantos recuerdos que contarle a ella que debían esperar, y fue preciso decir sobre aquella invitación que tenía planeado decir a Olivia.—Olivia, te gustaría ir conmigo a ver Leima.—¿Cuándo? —pregunta ella.—Bueno, como en unos días te vas, mañana salgamos eso de las siete a recorrer Leima.—Mañana bien, sí.—No te preocupes, yo me encargo sobre la comida y las cosas.—Ok.Terminaron de cenar, Olivia se quedó un rato más mientras miraban los dos una película, que estaban trasmitiendo en una de los canales.—Debo irme, ya es tarde. —le dice Olivia, después de ver su reloj.Alejandro se da cuenta que ya pasan de las 11 de la noche, a lo que va a dejarla a su casa.—Nos vemos mañana, y parece que todavía hará frio.—Si, por las mañanas hace frio y como saldremos temprano.—Estaré abrigada.Ambos se despiden, ella sí que tenía mucho sueño y llego a dormir hasta la cama de la habitación que era de sus padres, pero antes
De una forma extraña, la mujer de la fotografía le recuerda a una de sus tías, lo piensa con insistencia aferrándose a recordarlo de alguna forma, inusualmente pareciera que le es difícil, a lo que solo sonrió antes que hiciera preguntas Alejandro.Olivia se encontraba trabajando mientras comía un emparedado, no sabe cómo ese recuerdo viene a ella constantemente, más aún ahora que Alejandro y ella han estado muy cerca, aparte de esos besos apasionados, caricias estando juntos en la cama.Ellos no se han visto estas últimas veces, aunque Miguel ya regreso y en ocasiones come con ellos, y solo faltan algunos días para volver a casa, y no ha pensado en como quedara su relación con él.—Amor hola.—Hola Alejandro. —dice saludándolo al contestar al teléfono.—Estás ocupada.—No, acabo de salir de trabajar.—También yo, amor te parece bien comer juntos.—Sí, porque creo que llego Miguel.—No amor, solo tú y yo.—Ok.—Entonces llegó en quince minutos.—A mi casa. —dice algo sorprendida.Pero