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El vínculo
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Por: Claudia Garcia
01.- La casa Baquero.

—Es lo que te digo Susana, viví parte de mi infancia en esa casa y, ahora con la muerte de mis padres, eso es parte de lo que me han dejado.

—Si lo sé Olivia y, ¿Qué es lo que harás? —pregunta Susana.

Olivia es una joven de ojos verdes olivo y posee una gran facilidad de expresión, vive en la ciudad Mélica, sentada frente a su laptop hablando con su mejor amiga a través de un vídeo chat. Hace algunos días en el hospital Dolores, la llamaron por teléfono informando que sus padres tuvieron un accidente viajando por autobús.

Se presentó en la sala de emergencias, acompañada de su mejor amiga Susana, una joven castaña, alta, simpática, al ver a las dos cualquier persona creería que ambas son hermanas, Olivia es hija única.

—Su padre a muerto y su madre esta grave.

Aún recuerda las palabras del doctor Pedro Guzmán.

Después de escuchar esas palabras, no tardo mucho al anunciar que su madre había fallecido, también que causo en Olivia un golpe, al sentir por primera vez la dura realidad, pero la vida continua.

Después de la ceremonia en la iglesia, al ser que como estaba escrito en el testamento de sus padres, Leonor y Emmanuel Baquero, fueron cremados y depositados en sus urnas, al igual lo que anunciaban a Olivia sobre propiedades, dinero y demás cosas que sus padres le habían dejado a ella.

Y es como en esta agradable platica de amigas, comentado sobre la casa, que ahora es de ella, que se encuentra en un pequeño pueblo llamado Leima, que Olivia solo recuerda que hay vivió parte de su infancia, al recordarla rustica y muy hogareña.

—No lo sé aun, es por eso que decidí en que visitare Leima y me quedare en la casa algunos días.

—No te quedaras mucho tiempo, ¿Cierto?

Olivia mueve los hombros, al no saber y responde:

—No sé ¿Quieres venir? Susana, así conocemos las dos el pueblo.

Susana sonríe y dice:                 

—Te diría que sí, pero con el trabajo no podre ahora.

—Está bien, no te preocupes.

—Piensas irte en autobús.

—No Susi, me iré en el jeep.

—Tienes todo listo.

—Sí, todo, nada más estoy checando detalles.

—Y que tal el trabajo.

—Bien, hable con mi jefe.

—¿No trabajaras?

—Sí, lo hare normal.

—Chica eres multitareas.

—Lo se Susi, pero es lo que ahora me mantiene, aún lamento la perdida de mis padres, pero ellos no están más aquí y debo salir adelante como siempre.

—Qué bueno, eso te fortalece cada día, ¿Cómo están? Guillermo y tú.

Olivia rueda los ojos cuando escucha ese nombre.

—Bien, él se encuentra de viaje.

—¿Cómo tomo el rompimiento? —pregunto su amiga.

—Bien. —responde, sin importancia.

—Dices ¿Bien? —Susana vuelve a preguntar, al mirar a su amiga indecisa.

—Ok no lo tomo como yo esperaba, y como ya sabes cómo es él, que era mejor que nos diéramos tiempo, conociendo a otras personas.

—El muy imbécil eso te dijo.

—Para hacer corta la historia, le dije que no era eso y solamente termine con él.

Su amiga solo mueve la cabeza, a lo que cambian de tema al hablar de otras cosas.

—Te ha vuelto a llamar Guillermo Suarez, tu ex.

Guillermo Suarez, a quien conoció en una pequeña fiesta celebrando el día del trabajo de la compañía, en el que ella forma parte, trabajando de forma remoto, primero ambos tuvieron algunas citas, hasta llegar al noviazgo que solo duro exactamente dos años y medio, que su amiga siempre lo llama así.

—De vez en cuando.

Ambos se amaron, disfrutaron y se conocieron parte de sus gustos, tristezas, virtudes, fortalezas y debilidades, entre otras cosas, que a veces se notan en un noviazgo sano de confianza y amor, agradece con todo corazón su amistad, su amor y estar a su lado en los momentos difíciles.

Olivia tenía ya pensado terminar con él, al ser que ambos ya no se encontraban en la misma sintonía, se podría decir que caerían o estaban por causar que su relación llegara a una rutina, la cual, de alguna forma, ambos se dieron cuenta y sin decir él nada, lo hizo ella.

—Bueno te dejo, debo checar otras cosas que me llevare a Leima.

—Claro Olivia, cuídate y si te encuentras con un nuevo chico, pídele su teléfono.

Olivia negó al mover la cabeza, y pensar en el simpático comentario de Susana.

—Tu eres quien siempre obtienes sus teléfonos. —responde al reír.

Las dos ríen un poco, al recordar un poco sobre algunas anécdotas hasta cortar la llamada.

Se encuentra arreglando, checando los últimos detalles de que esté listo su maleta con las cosas que eligió llevar, ya se encontraba guardado en la cajuela del auto, al igual otras cosas que faltaba en guardar, ella siempre prefería anotar todo en su libreta de multiusos.

Quizás una semana se quedará, pensando qué haría con la casa, al ser que ha tenido contacto con el señor Rolando Sánchez, quien ha trabajado para la familia Baquero, al cuidar y mantener la casa Baquero con todos los cuidados, al ser mantenimiento, vigilancia y limpieza, realizando otros trabajos no especializados.

Olivia no sabía que aun sus padres conservaban la casa de Leima, algo que le extraño que ninguno de sus padres le comentaran sobre eso, y que ahora, eso es parte de lo que ellos le dejaron, y hace unos días hablo con Rolando por teléfono, fue una conversación larga, pero entendible, quedando de acuerdo de que se verían en la casa Baquero.

Ahora ella se encuentra mirando una película por televisión, comiendo uno de sus sándwiches preparados y bebido con un jugo, sentada al sofá y descalza.

En eso que termina la película decide tomar el control remoto y cambiar de canal, en el departamento en el que ella vive lo ha tenido desde que decidió irse de casa, de la casa de sus padres, para independizarse de ellos, algo que ella deseaba y que hoy en día está más que acostumbrada.

En eso deja a un lado el control, al dejar el canal en una película de comedia, en que disfruta riendo al ver las escenas, para después levantarse y apagar la tele para tomar un baño, ya que mañana temprano se iría directo a Leima, y no quería estarse bañándose tan temprano.

Está metida desnuda en la tina recostada al sumergirse dentro del agua por algunos minutos, para después salir y recargar su cabeza para solo terminarse de bañar, y después solo sale con la toalla puesta, al ponerse crema y su pijama para enseguida, cepillar su cabello. Se quedó por un rato más despierta para después ir a dormir.

Muy temprano, ella ya vestida con jeans, una blusa cualquiera, botas y una coleta alta en su cabello, de ahí tomo su mochila, donde tiene guardado el topper con los sándwiches preparados, con la botella de agua, ya solo bajo por el elevador, llegando hasta el estacionamiento, al ir hacia su carro y subir a su jeep, al encenderlo e irse directo a Leima, dejando la ciudad.

Aunque compro algunas golosinas para el camino, al ser que ir al pueblo Leima no era tan lejos de Mélica, ir a lugares de distancia que se encuentran cerca de donde vive, prefiere ir y viajar en su jeep.

Desde más chica cuando aprendió a manejar y obtener su licencia de manejo, viajaba a menudo con sus padres, Susana, Guillermo su exnovio, el único hombre que ha sido su novio, al ser ella una chica no tan noviera, pero con muchos amigos.

—Bueno. —dice Olivia al haber escuchado su teléfono y contestar.

—Olivia.

—Si Mónica.

—Qué bueno que te encuentro ¿Cómo estás?

—Bien, bien ¿Qué paso? —pregunta ella.

—Te hablaba para confirmarte de la reunión, que estos últimos días no se han podido hacer.

Mientras Olivia la escucha, al ser que algunos de ellos se encuentran casados, en alguna relación, trabajando en lo que querían profesionalmente, sin perder contacto con los demás, al ser que ahora se divierten de vez en cuando, haciendo una reunión cada fin de semana, quedando de acuerdo de turnar casas para cenar en la que todos juegan, platican y cenan.

—Entonces seria en tu casa Moni.

—Claro.

—Qué día seria Moni.

—No sería este sábado, sería el próximo, porque Agustín saldrá de viaje por su trabajo, igual Inés.

—Cierto, ok, está bien. —responde Olivia al recordar que en la última reunión lo hablaron todos.

—Muy bien, estas ocupada.

—Un poco Moni, es que salgo de la ciudad, voy para Leima.

—Ok cuídate, cualquier cosa llámame.

—Claro adiós.

Las dos se despiden, aquellos amigos con los que se reúne cada fin de semana los conoce desde la escuela, con los cuales ha convivido desde hace mucho, en cambio a Susana la conoció cuando en un tiempo que eran vecinas, y de ahí se convirtieron en mejores amigas.

En una de las reuniones la presento, algo que causo en los amigos la idea tomándolo como costumbre, en invitar a algún otro amigo a la reunión y hacer crecer al grupo, algo que continúa sucediendo.

El viaje no era gran novedad, fue tranquilo, en ocasiones ponía la radio, cuando se podría escuchar al ser que la señal a veces fallaba, y solo ponía música que tenía su USB, mantenía las ventanillas del auto cerradas, pasaba las curvas, al ser que de chica le ocasionaba vomito.

Faltaba poco para llegar, la vista no era tan diferente con aquellos campos enormes y mayormente grandes, al ser tan viva la vida, mostrando colores verdes, cafés o tierra roja, al ser varios sembradíos.

Mientras recorría esa gran parte por carretera, estaba llegado a aquel pueblo que vio chivos, toros, perros callejeros y las personas que se encontraban caminando.

Mira la hora, parece que ha llegado, mira hacia todas partes. En eso se escucha su móvil al vibrar, y solo contesta sin ver quién es.

—Bueno.

—Buenos días señorita Olivia, soy Rolando.

—Buenos días señor Rolando, ya estoy en Leima, llego en unos minutos.

—Muy bien señorita.

Se despiden colgando, va manejando aun entre las calles, guiada por la dirección que había anotado en un papel, hasta llegar hasta la casa que ve por la ventana, que es de dos pisos en color azul, con tres ventanas grandes, fue un golpe de recuerdos ver de nuevo la casa Baquero, baja enseguida.

—Señor Rolado.

—Señorita Baquero.

—Solo dígame Olivia, no pensé que aún se mantenía de esta manera la casa, pareciera que los años no han pasado sobre ella.

—La cuidamos mucho, señorita, sus padres amaban esta casa y cómo ve, las ordenes de su padre han sido cumplidas y lamento su muerte.

—Lo sé, gracias, mi padre amo esta casa, pues él creció en ella.

Olivia lo sabía, aunque no le hablan de Leima mucho, sus papás sabia la difícil decisión de vender o rentar la propiedad, al ser que su padre la conservaba.

—¿Quiere entrar?

—Claro, quiero verla.

Esperaba con ansias entrar.

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