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Mar abierto-Capitulo 6

Obtuve la oportunidad

de salir a mar abierto.

Estando en altamar

no sé si te encuentro.

Te fuiste hace meses

ya casi un año.

En mi mente tú nunca

desapareces.

Quiero saber si te voy encontrar.

Aún con una fuerte lluvia por enfrente empujó aquel bote pues se adentraría a mar abierto, cuando por fin estuvo completamente en el agua se embarcó en el viaje para ir a buscar a su hermana. Con el agua muy agitada se alejaba lentamente del muelle que estaba recién reparado, aquel barco se perdía conforme se alejaba. Mientras tanto el despistado de Dagur estaba totalmente desconocido e ignorante ante la decisión que tomó Alex adentrarse a una exploración marítima. Transcurrían los minutos adentro de la casa y al parecer este no entraría por aquella puerta de entrada. Preocupado mientras oscurecía en aquella tormentosa noche Dagur observaba la ventana hacia al acantilado para mirar si este vendría en camino. Se asomó desde la ventana de la sala, del cuarto de Dulce sin ver nada se decidió a bajar para ver que estaba ocurriendo en esos momentos. Grandes truenos se escuchaban en aquel lugar alumbraban todo por doquier. Salió de casa para bajar corriendo una angosta colina hacia el muelle que había arreglado. Sorprendido observó que el bote que traía en el remolque de su camioneta no estaba sintió demasiado miedo al recordar que aquel pensamiento de riesgo en el que se involucraba una persona que estimaba era altamente probable. Asustado se adentró al agua oscura hasta que sus rodillas estuvieran totalmente cubiertas de agua. Su boca gritaba fuertemente el nombre de Alex pero el ruido de la lluvia no dejaba escuchar su voz. Las luces de los truenos le permitieron ver su bote a lo lejos de él, mirándolo se dio cuenta que los gritos que este emitía no eran escuchados por los golpes de las olas.

Alex miraba hacia atrás para mirar si Dagur ya se había dado cuenta de la ausencia de este al voltear miró las luces de la camioneta encendidas pues sabía que desde la costa este tomó la camioneta para ir a buscarlo. Tenía otro bote para usar en la cochera de su casa que Dagur haya ido por el, para ir detrás suyo le hacía sentir especial pues sabía perfectamente que este le preocupaba. La primera ola fuerte que impacto contra el bote casi lo volteó en el mar abierto, fueron varias olas que casi lo hacen hundirse entre el agua. Para que este bote no se hundiera por el agua de la lluvia lo cubrió con una lona blanca impermeable que le ayudaría a no llenarse de agua en las partes profundas del océano. Llegó la mañana en aquella parte del mar al levantarse a bordo de un viejo bote observó que estaba muy nublado con un clima frio. Tomó los remos con ambas manos para seguir viajando en una trayectoria recta toda la noche el agua lo llevo a sin ningún lado, sin dirección no sabía en donde estaba, pudiera estar en cualquier parte del mar pues toda la noche viajo. Al pasar gran parte del día en un bote en altamar le dio sed ya con esta pensó en tomar el agua del océano pues la deshidratación le hacía pensar de forma anormal. Se acercaba el atardecer y el aún estaba en el océano perdido con preocupación, sabía que lo hecho no fue la mejor decisión. Sentado desorientado en un bote desgastado ya no podía arrepentirse la única salvación que tendría para salvarse era quien ya lo había salvado incontables veces. Pensando se acostó sobre el bote para quedarse dormido, otra vez el agua se convertía en un movimiento desquiciante que no dejaba dormir.

Dormido en el bote una ligera brisa de gotas de agua fría despertó a Alex quien dormía tranquilamente en la parte honda de aquel pequeño barco. Una luz verde alumbraba su rostro totalmente cuando este abrió los ojos se llevó una muy hermosa sorpresa ya hace mucho tiempo no se encontraba con una de estas. Se levantó del bote muy atónito por lo que estaba mirando pues no era creíble que esto estuviera ocurriendo en verdad. De pie en la madera flotante observaba nada más al cielo sin darse cuenta que una ballena estaba a su lado expulsando agua por su espiráculo. Aquella agua se veía de un tono verde muy fuerte pues las auroras boreales que estaban en el cielo hacían que estas reflejaran ese color tan vivo. Sorprendido por las luces tan hermosas que estaban en el cielo alguien llamaba por su nombre detrás de él un tanto asustado volteó hacia atrás para ver quién era el que llamaba por su nombre.

—Estas muy lejos de casa deberías de volver si no quieres morir—.

No podía creer que era lo que estaba pasando era imposible pensar que un elefante de piedra sumergido en el agua le hablará. Se talló los ojos fuertemente para cerciorarse de que no estaba quedándose loco de remate.

—Sé que estoy lejos de casa pero estoy buscando a alguien—contestó Alex asombrado por lo que estaba viendo.

—Ese alguien ni siquiera sabe que lo estás buscando así que pierdes tu tiempo amigo—.

—Yo sé que no es así porque encontraré a esa persona—.

—¿Y si no lo encuentras que vas a hacer? ¿Perderás esa seguridad que tienes?—.

—No voy a perder nada porque sé que si la encontraré—.

—Sabes si esa persona quiere que tú la busques—.

—Sé perfectamente que este es un sueño y despertaré cuando yo quiera—.

—Entonces si sabes que esto es un sueño porque no despiertas en este momento—.

—Lo haré no es necesario que me digas lo que evidentemente quiero hacer en estos momento —.

Alex cerró los ojos para tratar de despertar pero al forzarse a sí mismo a hacerlo no le funcionaba pues no despertaba.

—Bien estoy esperando a que despiertes—.

—No puedo te pido perdón por comportarme tan altanero de hecho los animales para mí son lo máximo. Lo que pasa es que mi hermana se fue hace algunas semanas de casa, me dejó totalmente solo el último recuerdo que tengo de ella es que tomó un velero blanco que estaba en un muelle cerca de nuestra casa—.

—Escucha si tu hermana se fue en aquel velero deberías de detenerte a pensar en que ella quizás no quiere ser buscada si lo hizo fue por algo. No puedes cambiar las acciones de las personas que te rodean ya que al hacerlo les niegas su experiencia. Recuerda que el aprendizaje de las personas no tiene que estar en tus manos así que tan solo debes dejar que las cosas fluyan—.

—Se perfectamente lo que me dices pero las acciones de las personas duelen—dijo Alex llorando encima del bote.

—No llores ni pierdas las esperanzas de encontrar a tu hermana quizás ella vuelva a casa pronto—.

—¿Y si no regresa que voy a hacer? Ya se va cumplir un año desde que se fue—.

—No puedo decirte si ella va a volver o no ya que tú eres el único que sabe esa respuesta, si fuiste bueno y cálido con ella estoy seguro de que pensará en volver—.

—Envidio a los animales—.

—¿Por qué los envidias?—preguntó el elefante.

—Envidio el hecho de que los animales no tienen un cerebro que les prohíbe ser felices así que realmente quisiera haber nacido en un animal—.

—¿De qué te sirve envidiar si eso no te quita lo triste del alma? Debes dejar de pensar dices que nos envidias porque no pensamos tu tienes la capacidad para hacerlo o no, puedes dejar de hacerlo cuando quieras—.

Alex no decía nada tan solo miraba hacia el piso de aquel pedazo de madera que tenía por bote que simplemente le permitía estar a flote para poder platicar con aquel animal enorme que estaba entablando una conversación con él. Volvió a subir la mirada poniéndola sobre él rostro de aquel imponente animal mirándolo a los ojos solo dijo:

—Ya es hora de despertar me gusto hablar contigo—.

Sin tener un motivo solo saltó del barco para hundirse entre las profundidades de aquellas aguas tranquilas ya que la tormenta que había pasado se desvaneció gradualmente conforme transcurrió el día y la noche en que se atrevió a salir a naufragar. En el agua no hizo ningún movimiento pues solo dejó de moverse para tocar el fondo del océano. Sin saber si era bueno o malo el hecho de que cerca de aquel el elefante estuviera una de las costas de su hogar Islandia, tocó la arena prontamente. En aquella costa se encontraban bastantes almejas y algunas estrellas de mar adornando la arena que tenía un tono de color verde. Al caer sobre esta se recostó sin hacer ningún movimiento. Desde las profundidades observaba la silueta de su bote desde la parte de abajo, pero del otro lado otra silueta de un velero se dirigía hacia las patas del elefante cruzando su trayectoria.

Recostado desde la costa sumergido en el agua observó la silueta de aquel velero, un grito salió de su boca provocando que saliera aire de sus pulmones en forma de burbujas hacia la superficie. Enseguida nadó hasta la superficie de forma apresurada pues además de acercarse aquel velero necesitaba tomar aire para sus pulmones. Estando en la superficie lo miró desde el agua, era el mismo que tomó dulce aquel día en que se fue de casa. Aquel velero navegaba a gran velocidad justo cuando parecía que ya no lo alcanzaría este se estrelló en una de las piernas del gigantesco elefante provocando que se hundiera. Alex nadó rápidamente hacia aquel velero que se hundió en las aguas del océano, nadó hacia la profundidad cuando vio un vestido blanco a lo lejos se detuvo asombrado pues lo único que esperaba sucedió. Dulce estaba hasta al fondo con su vestido blanco que traía puesto desde entonces, su cabello se ondulaba por las corrientes oceánicas y su vestido largo igual jugando con el agua de las profundidades. Él tomó de sus hombros para sacarla a la superficie pero al tomar su cuerpo esta se convirtió en huesos desprendiéndose de todo el cuerpo. Cuando acordó este ya no tenía forma, aquel vestido solo flotaba hacia la superficie y los huesos de su cuerpo se hundía en la profunda oscuridad del mar. Dio un grito desgarrador desde el agua cuando el cuerpo de su hermana ya no tenía carne y piel, nadó hacia la superficie de vuelta solo para tomar el vestido que traía puesto su hermana. Ya con él en su mano se subió hacia al bote para acurrucarse con él.

Todo había sido un sueño aquel elefante, aquella ballena y aquellas luces en el cielo solo habían sido un sueño una representación del subconsciente. Despertó con su rostro en la arena negra, aquel bote estaba a su lado volteado pues parecía que las olas lo escupieron. Hambriento miró para todos lados esperando ver algo que lo alentara para saber dónde estaba. Se dio cuenta de que la piedra en forma de elefante estaba atrás suyo en el agua, él de forma inútil esperaba que esta se levantara para caminar pero recordaba que ya no estaba soñando si no que era la realidad, aquella hermosa piedra nunca se puso de pie frente a él. Comenzó a caminar hacia el pueblo más cercano para pedir prestado un teléfono pues debía de hacer una llamada al entrar a un bar llamó a Dagur pues era el único que podría ir por él.

—¿Quién habla?—.

—Soy yo podrías venir por mí, por favor digo si es que puedes—.

—¿Dónde estás? Estoy muy preocupado por ti te busqué aquella noche en el otro bote que tenía en la cochera pero fue inútil—.

—Al parecer estoy en la isla Heimaey—.

—Voy por ti no te muevas de lugar llegaré en la tarde busca la manera de alimentarte ve a un lugar a comer yo pagaré en cuanto llegue—.

—Si gracias Dagur—.

Al pasar horas mirando la ventana en un bar desde adentro sentado en una mesa observaba a las personas ir y venir, tenían cosas que hacer en algún lado de Islandia. Alex encontró una necesidad de tener todo lo que los demás tenían en aquella calle llena de gente robusta y de nieve cubierta. Dagur llegó en su camioneta estacionándose enfrente de aquel restaurante.

Al estacionarse desde el asiento del copiloto Dagur miró a Alex con una sonrisa de felicidad en su rostro. Este bajó del auto para abrazarlo fuertemente en aquella calle con hielo en el piso, se abrazaron cálidamente.

—¿Estas bien no te pasó nada?—.

—Si estoy bien creo que solo me enfermare por el agua tan fria quiero que me lleves al hospital y después nos vayamos a casa—.

—De acuerdo pero deberíamos de ir por el bote ya que sentiría horrible dejarlo en esa playa pues fue una herencia de mi padre—.

—Vamos entonces—.

Cuando llegaron a aquella costa donde yacía el elefante acostado en el agua del mar los dos subieron el bote al remolque de la camioneta al subirlo pudieron irse a casa. Antes de llegar hicieron una parada al hospital después de que Alex recibiera medicación para una neumonía por el agua tan fría con la que hizo contacto. Ya con medicación recetada de camino a casa de Dagur en el auto no se dijo ninguna palabra, silencio total a parte de la fuerte lluvia.

—¿Qué es lo que tienes? te noto muy serio—.

—Estaré bien, escuchaste a la doctora solo necesitaré tomar mucho reposo y medicamento para poder recuperarme bien—.

—Si escuche pero a mí no me engañas tu silencio es por algo—.

—Estoy bien y para serte sincero necesito quedarme contigo para aliviarme totalmente saldré de esto en unas tres semanas si tú estás conmigo—.

Al llegar a casa cuando bajaron ambos Alex entró primero por la puerta se dirigió hacia la habitación de Dagur para recostarse unos momentos. Este iba detrás suyo pues acomodaría las maletas para descansar junto a él.

Pasaron los días y la enfermedad por fin sanó la pulmonía se desvaneció de su cuerpo. El invierno por fin había llegado por segunda vez desde la partida de Dulce para ese entonces Alex y Dagur salieron a caminar por la playa desde casa. Fueron a sentarse en las orillas del muelle que reconstruyeron, caminando juntos entre un frio tremendo se acercaban sus manos sutilmente. Los días duraban relativamente poco, salieron aprovechando la luz del sol cuando se sentaron hasta al final del muelle comenzaron a platicar;

—Hay algo que te he ocultado desde que enferme y fui a tu casa a vivir—.

—¿Qué es lo que me has ocultado?—.

—Cuando salí a mar abierto recordé muchas cosas que mi mente bloqueo por completo, pensaba que tú eras una persona aleatoria que me salvó aquella noche pero no es así. Tu y yo nos conocimos desde antes de mi intento de suicidio, nos conocimos en este mismo muelle un año atrás en ese entonces yo no aceptaba mi sexualidad. Tú me hiciste pensar de maneras muy distintas a las que yo pensaba no fue casualidad que me hayas salvado tú estuviste para mí en los momentos más tomentosos. Me ayudaste a superar mis traumas y mis malos hábitos porque yo sé que tú no eres mi psicólogo eres mi pareja quien me ayudó a superarme. Me salvaste en mi tormenta eso hace que te amé más y que recuerde mis verdaderos sentimientos—.

—Nunca pensé en volver a escuchar esas palabras me alegro tanto por ti de que hayas recordado que fue lo que pasó—dijo Dagur sosteniendo la mano de Alex.

—La cuestión es que no todo lo que recordé fue grato—.

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