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Barco milagroso-Capitulo 3

Después de hundirme en

la profunda e intimidante

oscuridad del océano silencioso.

Un barco milagroso me

rescato pues abordo de él

estaba un ángel. Me sumergí

pues mi desgastado muelle se

destruyó aún lado del mar

inmenso.

Apiádate de mí por favor.

—¿Amigo te encuentras bien?—.

Esa pregunta estaba rondando en la mente perdida de Alex. Al abrir los ojos lo único que veía era un hombre joven de unos veintidós años de edad con barba y ojos verdes. Muy confundido no sabía que era lo que estaba pasando ya que en el lugar donde estaba era muy distinto al último en el que había estado.

—¿Dónde estoy?—preguntó Alex muy desorientado con los ojos medianamente abiertos.

—Estas en mi casa mi nombre es Dagur—contestó aquel extraño que lo salvó de haberse ahogado en el mar.

—¿Qué pasó no me acuerdo de nada de lo que ocurrió?—.

—Yo te puedo decir que es lo que paso no te preocupes—.

—Dime por favor te lo agradecería demasiado—.

—Al parecer entraste en un colapso mental o tal vez consumiste droga porque te vi entrar al agua de noche por voluntad propia. No sé qué es lo que has vivido ni las magnitudes de tus infiernos pero te aseguro una cosa terminando así con tu vida no arreglaras nada—.

—¿Pero cómo me salvaste si esa costa por lo regular esta desolada en los meses de febrero?—.

—Supongo que era el destino que ya tenía escrito que yo te salvaría esa noche—.

Dagur tomó de los hombros a Alex para sentarlo en la cama donde este estaba descansando pues le daría unas infusiones calientes que al parecer eran medicinales. Cuando estas pasaban por su garganta el sabor era demasiado amargo.

— ¡Esto sabe a m****a! —dijo Alex haciendo gestos de desagrado al beber aquella bebida que parecía ser un té.

—Son medicinales tienes que tomártelas para no enfermarte—.

—No sé si sería mucha molestia de tu parte pero me gustaría que me explicaras más a detalle que fue lo que pasó—.

—Con gusto te explicare pero solo si te tomas todo lo que hay en esta taza—contestó Dagur sonriendo.

Después de beber toda la infusión que según Alex sabia a autentica m****a, Dagur tomó la taza donde este tomó solo para después llevarla a la cocina.

—El sábado salí a pescar temprano por la mañana pues a eso me dedico a la pesca como te podrás dar cuenta pero ese día no tuve tanta suerte con los peces ya que últimamente pescó más b****a que peces. Regresé en la noche después de una no muy exitosa pesca, tomé el segundo camino al llegar en el muelle donde te encontré pues no podía arriesgarme a volver por el que tomé de venida—.

—Estas dando demasiadas vueltas al asunto solo dime ¿cómo me salvaste?—exclamó Alex pues no escuchaba la respuesta que quería.

—Cuando estaba en mar abierto a lo lejos te vi bajar por la arena entrando lentamente hacia el agua. Me sorprendí cuando te vi pues parecía una escena de suicidio, te grité para que no lo hicieras tal parece que no me escuchaste. Tomé los dos remos de mi bote para acercarme más rápido hacia a ti, te pude encontrar pues todo el aire que tenías en tus pulmones salía a la superficie en forma de burbujas. Cuando estuve justamente a un lado de donde te estabas ahogando salté hacia la profundidad justo al entrar te vi entre toda la oscuridad pues ese vendaje blanco en tu pierna derecha me ayudó a encontrarte. Ya habías perdido la conciencia para cuando te saque, te subí al bote para acercarme a la costa. Al estar más arriba de la orilla te di respiración de boca a boca cuando despertaste estabas totalmente desorientado te subí a mi auto. Parece que moriste por unos minutos no se muy qué es lo que pasó—.

Alex tan solo cayó en llanto al escuchar lo que decía la persona que le salvo la vida en uno de los peores momentos de su vida. Con sus manos cubría su rostro pues no estaba acostumbrado a dejarse ver en lágrimas.

—No sé si debería de agradecerte pues no estoy conforme en estos momentos por estar con vida para serte totalmente sincero, estoy muy confundido—.

Al terminar de decir eso se paró de la cama donde yacía acostado.

—Ya te debo demasiado por lo que has hecho y por tu tan generosa hospitalidad—.

—No tienes que irte todavía pues no te estoy corriendo mucho menos te estoy reprochando algo, para mi ayudar a las personas es algo que mis padres siempre me han enseñado. No tienes nada que agradecer la vida me lo agradecerá en un futuro pues yo estoy seguro de eso—.

—Oh por favor ya te molesté demasiado no es necesario que digas que no, yo sé que si—.

Comenzó a buscar su ropa pues lo que cubría su cuerpo en esos instantes era una muy linda pijama de color azul de franela que era demasiado cómoda para el clima donde él estaba. Cuando puso la ropa que traía puesta el día del incidente se dirigió hacia la puerta principal de aquella casa de antaño tan acogedora en la que estaba. Justo cuando su mano empuñaba la bonita chapa de la puerta sintió como su cuerpo se desvanecía, como su cuerpo perdía las fuerzas y como parecía que por unos instantes caería desmayado en el piso. Afortunadamente esto no fue de esa manera puesto que pudo estabilizarse en cuestión de segundos pero algo parecía detenerlo pues no salió enseguida de haber tomado la elegante chapa de la casa de aquel hombre.

—Te han de estar esperando en casa—dijo Dagur de pie en el pasillo de la casa.

—Nadie me está esperando en algún lugar, ni mamá, ni papá mucho menos mi único hermano—reafirmó Alex soltando lentamente la perilla de la puerta.

—¿Cuál es la prisa entonces?—.

—No tengo ninguna prisa solamente no quiero causarte ninguna molestia Dagur—.

—No es ninguna molestia—.

Alex tan solo cayó de rodillas enfrente de la puerta, con su mirada centrada en el piso, cubriendo con sus manos sus ojos mojados. Dagur caminó hacia él a tan solo unos pasos se detuvo para tomar su hombro pues de tal manera él parecía interesado e inclusive un tanto intrigado por aquel suicida nocturno que encontró de noche. En culequillas le dijo;

—Puedes desahogarte conmigo, puedes decirme todo lo que te aflige en esta vida tan tormentosa que te ha tocado vivir—.

—No te conozco—contestó Alex con un tono de voz muy bajo.

—Eso tiene solución podemos conocernos—dijo Dagur sentándose de espaldas ante Alex.

—¿Por qué habrías de quererme conocer soy totalmente común y corriente?—.

—Algo que ya conozco de ti en este corto tiempo es que te auto flagelas a ti mismo—.

—Por supuesto que no—.

—Por favor en todo el tiempo desde que despertaste te has calificado como un estorbo yo no estoy mintiendo respecto a nada. En vez de estar aquí sentados en el suelo de la entrada de mi casa podríamos ir a almorzar algo a la cocina para conocernos mejor—.

—Yo no puedo quedarme aquí más tiempo tengo que irme—dijo Alex poniéndose de pie.

—De acuerdo puedes irte en cuanto gustes yo haré de almorzar por si gustas hay asientos en mi mesa. No me molestaría almorzar acompañado de alguien—.

Alex salió de aquella muy cómoda casa pero conforme cada paso que daba de regreso a su hogar la soledad ya lo llamaba. El pánico comenzó a crecer en el pues la soledad quería devorarlo sazonado de sus tristes miserias, mientras tanto Dagur cocinaba un platillo de Reno y el aroma de aquella comida salía por la ventana que justamente estaba a un lado de la puerta principal. Alex lo miró desde el camino de la entrada no lo pensó dos veces para regresar a la dulce compañía de otra persona, así que tan solo camino de vuelta. Mientras Dagur meneaba el almuerzo para ponerlos en el sartén este dijo;

—Ese almuerzo se ve delicioso espero que el haber rechazado tu oferta no haya afectado tu cordial invitación a tu mesa—dijo Alex un tanto nervioso.

—Para nada puedes pasarte toma asiento—dijo Dagur con toda naturalidad y disposición.

—Gracias—dijo Alex gustoso.

Al tomar asiento sirvió en su plato la salsa de arándanos con puré de patatas. Procediendo naturalmente a comer tan agraciado almuerzo servido por alguien que de lejos parecía ser bueno en la cocina.

—Por cierto me llamo Alex no te lo he dicho porque realmente no sé si quieras saberlo—.

—¿Por qué no querría saberlo?—preguntó Dagur con firmeza.

—Oh pues realmente yo......—.

—Tu nombre no es islandés por lo que escucho—.

—No mis padres no son originarios de aquí pero el clima tan atrayente para ellos y las oportunidades de trabajo los convencieron para venirse a vivir aquí—.

—Hablas muy bien el idioma supongo que vives aquí desde que naciste—.

—Supones bien—dijo Alex sonriendo.

—Me da mucha curiosidad saber qué es lo que te orillo a hacer aquella locura—agregó Dagur mirando fijamente a Alex.

Aquella mirada de esos ojos tan cálidos le hacía sentir una extraña e inhabitual confianza en el que de alguna manera no le hacía sentir incomodidad. Después de terminar de almorzar Dagur le propuso salir a caminar hacia la costa pues este también vivía muy cerca del mar pero no en un acantilado muy alto. Caminando entre el mar y la arena las palabras comenzaron a fluir pues Alex confiaría en él, si lo salvó de la muerte supondría que lo salvaría de la soledad.

—¿Tus padres son religiosos?—preguntó Dagur.

—Si son cristianos fieles—.

—Que irónica respuesta—.

—Ya sé que aquí en Islandia la mayoría de las personas son ateas—.

—¿Qué piensas tú de la religión?—preguntó Dagur siendo totalmente directo.

—Pues para mí la religión es pura m****a, creo que Dios es el espacio donde se expande el universo pero no en el personaje inconsistente de la biblia, ese libro es cagada—.

—Wow pensé que de igual manera serias creyente como tus padres—.

—Mis padres me juzgan por no pensar en la misma b****a que ellos pero siendo sincero no los culpo de creer y odio a la religión más no a ellos. Ellos simplemente vienen de un lugar donde se piensa de esa manera, ellos son el reflejo de una cadena de pensamientos iguales—.

—Concuerdo contigo yo no soy muy creyente de la religión. Me gustaría hacerte otra pregunta pues me encantaría saber qué es lo que piensas respecto a ello—.

—Adelante puedes preguntarme—.

—¿Qué piensas respecto a lo que hay después de la muerte?—.

No resistió aquella pregunta el inexperto Alex al escucharla sus ojos comenzaron a llorar. Por segunda vez cayó de rodillas en la arena negra junto al mar comenzó a gritar por el dolor que sentía en su soledad. Dagur no sabía que es lo que pasaba con él así que lo tomó de los hombros para levantarlo tratando de tranquilizarlo.

Alex a lo lejos miró un velero de color blanco que navegaba lentamente en la costa tan tranquila que era el patio de enfrente de la casa de Dagur.

—Mira aquel velero ahí va mi hermana Dulce—gritó Alex fuertemente.

—Alex ahí no hay nada debes de tranquilizarte vamos adentro de casa para que te tranquilices—dijo Dagur sujetando del torso a Alex.

Este tan desesperado golpeo con su puño fuertemente el abdomen de Dagur cuando recibió el impacto este cayó de rodillas haciendo que su rostro topara contra el piso provocando que se rasgara su piel liberando sangre ligeramente de su frente. Alex comenzó a correr para alcanzar a aquel velero primero corrió sobre la costa esperando que este se detuviera ahí pero al ver que eso no sucedería. Nuevamente se adentró al mar con el agua fría, al reaccionar Dagur fue tras el cuándo lo alcanzo lo sacó del océano. Frustrado por no haberle permitido adentrarse al agua Alex tomó una roca del suelo para comenzarse a golpear con ella en sus piernas. Sorprendido por lo que estaban viendo sus ojos Dagur no tuvo más remedio que cargar a Alex para llevarlo al hospital en LHS Krókur. Lo subió a la camioneta bruscamente en el asiento del copiloto.

—Tienes que tranquilizarte, te llevaré al hospital para que te chequen no estás bien mentalmente y yo quiero ayudarte con esto—dijo Dagur mirando desde el espejo retrovisor.

—No me conoces, no me conoces—era lo único que contestaba el maniático de Alex.

Después de unos minutos de camino trataba de saltar del auto en movimiento pero no le permitió pues puso antes de conducir los seguros de las dos puertas de las camioneta.

Después de varios trámites Alex entró en rehabilitación pues su salud mental estaba dañada por la partida de su hermana. Una enfermera se acercó hacia Dagur;

—Usted es quien trajo a Alex aquí—.

—Si yo lo traje—.

—No le tengo muy buenas noticias respecto al diagnóstico de él, pues los pensamientos y conductas suicidas se generaron a partir de la pérdida de un ser amado—.

—Si—.

—Por ahora quedara internado pues parece que haberse sumergido varias veces en el agua fría a provocado que genere hiperreactividad bronquial, él estará bien pero por ahora estará bajo tratamiento y supervisión. Lo daremos de alta en unos cuantos días—.

—¿Puedo verlo ahora doctora?—.

—Si, pase pero recuerde que está descansando—.

Dagur pasó al cuarto donde yacía hospitalizado Alex, al entrar sintió ternura al verlo descansando por fin pues lo habían sedado ya que aquel trastorno de depresión se convino con una muy molesta enfermedad respiratoria.

—No estoy loco sácame de aquí por favor tengo que irme a ver a mi hermana Dulce—dijo Alex tomando la mano de Dagur parecía que se acababa de despertar.

—No estás loco, las personas que reciben ayuda para aliviar sus males mentales no están locas. Yo te ayudaré a salir de este hoyo de m****a en el que estas te lo prometo—respondió Dagur besando la mano de Alex.

Toda la noche paso haciéndole compañía pues aunque este no se diera cuenta no estaría solo en una habitación de un melancólico hospital. Las horas pasaban lentamente en un reloj de pared en un pasillo. Aquel sonido que de cierta manera se sentía tan artificial arrullaba el sueño de Dagur sentado en el incómodo asiento a un lado de Alex. La preocupación lo había cansado dejándole su cuerpo totalmente exhausto.

Un barco milagroso salvó a Alex en una noche tormentosa donde todo apuntaba a que él terminaría siendo un cuerpo sin pulso en las profundidades de la marea alta. No tenía planeado ser salvado en aquella noche tan desesperante pero la salvación llega cuando menos la esperas. Transcurrieron varios días después de aquellos incidentes tan traumáticos que vivió en tan corto tiempo. Día tras día que transcurría Alex asistía al psiquiatra para hablar de su infancia y todos los problemas que vivió en su vida pues no merecía ser atormentado de esa manera por los demonios de su soledad. Un lunes del mes de Junio cuando la primavera estaba en su máximo esplendor en una pradera Alex y Dagur estaban dando un paseo en un emblemático paisaje.

—¿Cómo te has sentido?—le preguntó Dagur a Alex.

—Me he sentido mucho mejor desde que llegaste a ayudarme en verdad que has sido un ángel. No creo en las cosas divinas ni en la religión pero tú me haces tragarme mis palabras pues esa es la única palabra que tengo para describirte—.

—No tienes que agradecerme—.

—Si tengo que hacerlo, sabes nunca te platiqué esto porque realmente no tenía claro mis pensamientos pero ahora que ya pude aclarar mis aguas turbias que tengo por mente te puedo decir que hace unos meses cuando trate de suicidarme vi mi vida pasar. Acontecimientos que me marcaron de por vida como la muerte de mi hermano cuando tenía quince años de edad, el divorcio de mis padres meses después de ello, el alejamiento de mis padres con nosotros sus hijos y el abandono de mi hermana. Vi momentos que no me gusta recordar más sin embargo tuve que hacerlo para poder sanar pues tienes que explorar las heridas para poderlas sanar—.

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