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El desgastado muelle-Capitulo 2

El muelle donde vivimos

nuestra infancia el tiempo

lo desgastó. Ahí solíamos

jugar todo el tiempo los dos

pero tal parece que el mar

lo reclamó.

Espero todavía te acuerdes

donde quiera que estés.

Cuando eran niños el muelle era una lugar perfecto para pasar ahí las tardes de verano en ese entonces el muelle soportaba el peso de cuatro niños jugando sobre él. Alex nació una noche del mes de Junio en primavera cuando el invierno todavía no estaba por venir el día seis para ser más exactos su madre lo expulsó de su útero en una noche tranquila en un muy cálido hospital de Islandia. Dulce nació seis años después cuando Alex tenía seis años, ella llegó a este mundo el mes de Julio el día veintiuno para ser exactos, fue parto natural y de igual manera en el mismo hospital que su hermano mayor. Por lo contrario ella nació comenzando otoño donde los días se acortan siendo totalmente diferente a la primavera. 

Alex y Dulce tuvieron otros dos hermanos Yair que fue el último en nacer en el mes de Febrero naciendo seis años después que su hermana. El hermano más grande llamado Damián que tuvo la madre de estos hermanos nació tres años antes que Alex el dieciséis de Diciembre cuando el invierno azota aquel hermoso hogar donde ellos nacieron. Sus padres construyeron una casa en el acantilado pues querían darle a sus hijos un lugar pacífico para crecer siendo este el lugar perfecto para ello. Cuando Dulce llego a casa después del parto Damián y Alex siendo pequeños tenían la incertidumbre de que era aquello que cargaba su madre envuelto en un cálido cobertor de color rosa. Entusiasmados salieron para recibir al nuevo integrante de la familia que no tenía mucho tiempo de conocer el mundo que habitaba. Cuando la madre destapó el rostro de la bella criatura estos quedaron conmovidos.

Uno de los pocos meses de Febrero que la familia pasó unida fue cuando Yair el hijo menor nació. Para ese entonces el matrimonio de los padres de Alex pasaba por muchas dificultades lo que hacía creer a los hijos que estos se separarían.

—¿Cuánto tiempo crees que nuestros padres duren?—preguntó Damián a Alex.

—No lo sé ¿por qué crees tú que se van a separar?—contestó Alex a Damián.

—Nada olvida lo que te dije—dijo Damián.

Para ese entonces Alex apenas tenía quince años de edad por lo cual los problemas del matrimonio de sus padres no eran parte de su comprensión. Toda la vida de estos cuatro hermanos era tranquila por temporadas se podría decir que su vida se asemejaba al clima del lugar donde vivían. Alex siempre se decía así mismo que los problemas de sus padres eran los crudos inviernos que azotaban su hogar, las primaveras eran las reconciliaciones que sus padres tenían y los otoños eran cuando otra vez comenzaban sus diferencias excluyendo totalmente el verano, siendo esto un ciclo sin fin

Los padres de él no eran originarios de Islandia pues estos eran de un país del continente Americano, de México exactamente pues muchas de las conductas de sus padres provenían de aquel lugar tan lejano a aquella isla muy cercana al continente Europeo. Se mudaron debido a que sus padres tuvieron oportunidades de empleo para poder formar una familia. Su padre trabajaba como pescador en una industria y su madre trabajaba como gerente en una fábrica de pescadería. Tan entregados a su trabajo muchas veces no estaban al tanto de sus cuatro hijos. Los dos hijos mayores tuvieron una infancia turbia pues sus padres se lastimaban física y mentalmente muchas veces ellos mismos pasaban esos crueles abusos.

Una tarde mientras jugaban en la arena con una pelota de color amarilla los cuatro hermanos se divertían con sus juegos inocentes. Todo parecía ser una simple tarde de juegos entre hermanos pero no fue así pues Damián se alejó de sus hermanos para ir a nadar donde las olas golpeaban más fuerte. Intentó subir un acantilado más pequeño que estaba a un lado del muelle. Las piedras mojadas no le permitieron escalar resbalándose de aquella gran piedra al caer su cabeza se impactó contra una roca que estaba ligeramente cubierta de agua. La sangre comenzaba a teñir el agua del mar, salía como cascada de su tejido epitelial. Los hermanos en la costa no se dieron cuenta momento después mamá llegó del trabajo en el auto estacionándolo afuera de casa. Ya era hora de volver pero y ¿Damián donde estará? se preguntaron los hermanos.

—A cenar—gritó mamá desde la puerta principal de la casa.

Dulce, Yair y Alex regresaron a casa tenían hambre después de jugar toda la tarde en el mar tan solo.

—¿Damián dónde esta no había ido con ustedes a jugar?—preguntó la mamá un tanto desconcertada.

—Si mamá pero él se metió a nadar en el agua picada—contestó Dulce pues fue la única en verlo.

—¿Qué?—preguntó furiosa.

—Si mamá yo lo vi—contestó Dulce segura de lo que había visto.

—El agua está a quince grados no puede meterse a nadar esta fría el agua—contestó la madre enojada.

Después de eso salió a buscarlo de noche cuando la marea estaba muy alta tenía el corazón en su boca pues lo peor pasaba por su cabeza. Caminando sobre la orilla que quedaba disponible gritaba el nombre de Damián entonces comenzó a caminar hacia adentro de la turbia agua del mar oscuro como la noche.

Papá detuvo a mamá evitando así que esta se ahogara en el oscuro mar de noche, tomándola por los dos hombros.

—Piensa bien lo que vas a hacer no arriesgues tu vida tú también—dijo el papá tratando de tranquilizarla.

—No puedo mi hijo está en peligro quien sabe si algo malo le paso ahí adentro. Déjame ir a buscarlo suéltame por favor—contestó alterada y un tanto consternada.

—Sube al auto e iremos a pedir ayuda para que lo busquen—.

—Pero no los buscaran hasta dentro de setenta y dos horas—contestó llorando entrando en un tipo de trance.

—Yo sé pero tú y yo no podemos hacer nada por ahora arriesgamos nuestras vidas al entrar ahí a esta hora—.

—Se dónde podría estar nuestro hijo—.

—¿Donde?—dijo el papá un tanto desesperado.

La mamá de Alex solo caminó hacia el auto apresuradamente con su esposo atrás de ella para emprender la búsqueda de su hijo. Por un camino sin pavimento emprendieron un muy corto viaje para ir a buscar al hijo perdido. El camino fue relativamente corto pues no tardaron ni diez minutos para llegar al acantilado que estaba a un lado al de la casa. Mamá caminó hacia la orilla para alumbrar con una linterna siendo que por la oscuridad su búsqueda fue totalmente inútil. Después de buscar toda la noche sobre las costas no lograron encontrar nada el amanecer llegó y los dos se quedaron dormidos en los asientos delanteros del Jeep que tenían para transportarse a sus respectivos trabajos. Pasaron solos la noche en casa los hijos que aún le quedaban pero estos ni siquiera le pasaban por la mente ya que en lo único que pensaba era en encontrar a su hijo desaparecido. Al despertar papá miró el asiento de al lado pero no estaba ahí su esposa.

Ella yacía en el cofre sentada limpiando con sus dedos las lágrimas que salían de sus ojos pues aún estaba traumatizada por lo ocurrido.

—Cariño te prometo que encontraremos a Damián—.

—No me prometas nada se perfectamente que no será así—.

—No descansaré hasta encontrarlo—.

Ella no contestó nada tan solo bajo del cofre del vehículo para sentarse en el asiento del copiloto sin decir ni una sola palabra. Tiempo después subió él para regresar a casa en todo el camino no se dijo ni una sola palabra. Los demás hijos esperaban por la llegada de sus padres al cabo de unos días se encontró el cuerpo de Damián sin vida en buenas condiciones pues en su apariencia todavía la putrefacción no lo consumía. El velorio se llevó a cabo en una funeraria y el acta de defunción se tramitó pues uno de los pobladores dejo de existir. Un acontecimiento desgarrador ocurrió en aquella casa en el acantilado y en la familia que había vivido ahí por mucho tiempo. Después de aquella muerte los hermanos ya no bajaban tanto al muelle donde iban a pasar las tardes. Un espacio quedaba vacío en el comedor de la casa, un plato ya no se ensuciaba a la hora de comer, almorzar o cenar. Todo ocurrió en tan poco tiempo, todo cambio en cuestión de momentos. Después de aquel accidente los sueños y aspiraciones de cada uno de los hermanos cambiaron abruptamente. Hay acciones en la vida que te cambian por completo, hay momentos en el día a día que te hacen pensar de forma distinta a como piensas. En una tarde en el mar la vida de aquellos hermanos cambió sin igual todo tan repentino que nunca lo pudieron esperar.

El matrimonio de los padres de Alex poco a poco se derrumbaba todo se estaba yendo lentamente a la m****a pues pequeñas costumbres se estaban dejando en el olvido. La familia dejó de comer juntos en el almuerzo, mamá y papá ya no se despedían al irse a trabajar. Cuando mamá llevaba a sus hijos a la escuela esta ya no decía nada en todo el camino. Dejó de preguntar en como estuvo su día cuando estos llegaban a casa después de estar en jornadas de estudio. Dulce y Alex notaban estos cambios tan duros en sus vidas pues aunque fueran pequeños cambios se notaban a lo lejos. Después de aquel accidente en dónde falleció uno de los cuatro hermanos hubo muchos cambios muy significativos en el núcleo familiar en el que se encontraban. Así transcurrieron varios meses hasta que aquello que sostenía lo poco que quedaba de su familia por fin se derrumbó sin dejar muestra alguna de que alguna vez ahí hubo un matrimonio. Mamá y papá se divorciaron después de cinco meses en unas vacaciones de verano, se decidieron marchar de la casa. Yair se fue con mamá pues este era muy unido a ella obviamente ella no pensaba dejarlo solo. Papá después de ver como se fue su pareja se quedó tan solo otras tres semanas solo para después irse de casa sin decir ninguna palabra. Alex ya había cumplido diecinueve años de edad por lo cual Dulce decidió quedarse con él pues ella no quería tener una vida en los suburbios tan atareada, tan aburrida, tan cero atrayente para ella. Los padres de ellos dos se fueron a vivir en el lugar donde nunca quisieron que sus hijos formaran parte.

Alex terminó la preparatoria para iniciar sus estudios como enfermero en la universidad de Reykjavik ese mismo año en que sus padres se divorciaron. Él y Dulce seguirían con su vida normal después de todo con lo que había pasado no sabrían sí podrían hacer esto otra vez. Cuando terminó el último día de clases en la preparatoria al llegar a su casa los dos después de una larga jornada de estudios. Entró para sentarse en la mesa descongelando unos dedos de pescado que había en el refrigerador para comer. Al servirse en un plato de vidrio escuchó a Dulce llorar en su cuarto, él subió para ver sí algo malo había pasado con ella. La puerta estaba cerrada pero este tocó con firmeza.

—Dulce sé que estás ahí háblame—.

Dulce tan solo abrió la puerta de su habitación dejándolo entrar, tomó paso hacia adentro para sentarse en la cama.

—¿Qué pasa?—.

—Nada todo está bien—.

—Supongo que ya tomaste los dedos de pescado del congelador—.

—No tengo hambre realmente—.

—Tienes que comer—.

—Lo sé pero no me gusta la comida procesada—.

—Tengo una idea vente vamos, sígueme—.

Después de eso Alex la tomó de la mano para levantarla de la cama, bajaron corriendo hacia el muelle que se encontraba entre dos acantilados. El pasto entre sus pies se sentía tan bien, se reconfortaban al correr tan salvaje pues su ritmo cardiaco se elevaba rápidamente con su esfuerzo físico haciéndoles sentir adrenalina pura en sus jóvenes cuerpos. Cuando llegaron los dos se sentaron en la orilla del muelle platicando de como estuvo su día.

—¿Qué tal la escuela el día de hoy?—.

—Estuvo excelente sabes, el día de hoy conocí a una doctora muy amigable—.

—¿Mamá si te llevó al hospital el día de hoy?—.

—Si, me estuvo esperando a la hora de la salida—.

—¿Te dieron tus pastillas?—.

—Sí y ya tengo una respuesta para la pregunta que me hiciste esta mañana—.

—¿Enserio y cuál es tu respuesta?—.

—Quiero estudiar medicina en la misma universidad que tú quieres estudiar—.

—Ha ha ha Dulce eres demasiado joven apenas vas a terminar la escuela para el entonces que tu termines ya querrás estudiar otra carrera—.

—Quizás tienes razón—.

—Yo siempre tengo la razón—.

—¿Sabes qué es lo que más me encanta de venirme a sentar en este muelle?—.

—Probablemente su hermosa vista—.

—Eso solo es uno de los motivos—.

—Entonces dime ¿por qué te gusta sentarte aquí?—.

—Cuando me siento aquí siempre veo mi vida pasar antes mis ojos, este muelle es muy hermoso espero que cuando crezca y tenga hijos estos vengan aquí para admirar la bella vista que el mar nos entrega precisamente en este lugar—dijo Dulce mirando el agua.

—¿Cuántos hijos te gustaría tener?—.

—No lo sé creo que con dos sería más que suficiente—.

—Apuesto que serás una terrible madre—.

—No me confundas contigo Don gruñón—.

Después de eso Alex y Dulce soltaron una carcajada, él la abrazo con su mano derecha.

—Aquí siempre estaré para ti, siempre seremos tú y yo. Conmigo sabes que puedes contar para todo lo que necesites—.

—Hermano te puedo hacer una pregunta—.

—Adelante puedes hacerme la pregunta que quieras—.

—¿Extrañas a Damián y a Yair?—.

—Claro que si—.

—¿Extrañas a nuestra familia?—.

—Si hermana la extraño demasiado pero te tengo a ti, eso me ayuda a salir adelante de este infierno tan solitario en el que vivo—.

—Vivimos querrás decir—.

Al caer el sol esa tarde los dos hermanos siguieron con su plática pues hace mucho tiempo que no tenían una así. Las horas en ese momento no parecían pasar en aquel lugar que parecía místico para los dos olvidando todos sus tormentos.

Terminaron las vacaciones de verano y las clases ya habían comenzado en la universidad pero en aquella tarde donde los dos platicaron prometieron que los dos irían al pueblo de Akureyri para ver las auroras boreales para revivir aquella emoción que de niños solían vivir cuando sus padres los llevaban. Un fin de semana en el mes de septiembre Dulce había convencido a mamá de que le prestara el Jeep para poder ir hasta el pueblo. En la noche cuando estaban listos para partir, al subir los dos a la camioneta;

—Listo vámonos ¿no olvidamos nada cierto?—.

—Creo que no, oye creo que no podré ir ve tu solo a Akureyri—.

—¿Por qué?. ¿Qué tienes?—.

—Me siento muy mareada desde temprano pensé que se iría el malestar con el paso del tiempo pero no, ahorita ciento más fuerte el mareo y la presión en el pecho—.

Dulce tenía los síntomas de hipertensión pulmonar primaria ocasionada por anomalías congénitas que guardaba en su corazón. Después de esa noche su presión arterial pulmonar se elevó lo que provocó que la hospitalizaran dejando de lado aquel viaje que tenía planeado con ella.

Al recordar eso Alex solo vio oscuridad en su visión, nada había en su vista no escuchaba nada más que el sonido del agua haciendo presión pues estaba sumergido en el agua. Cada ola despiadada lo golpeaba bruscamente, trago mucha agua salada todo apuntaba que estaba a punto de ahogarse en el mar. Hasta que un pescador a lo lejos lo observó caminar hacia el mar picado con la mirada de un desquiciado. Aquel pescador se arrimó en un pequeño bote solo para después sacarlo del agua oscura y aterradora. Alex había recordado todos los momentos que vivió en el desgastado muelle que se destruyó.

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