Capítulo5
La sonrisa de Sofía se congeló.

—¿Por qué?

—El señor llevará a la señora Blanco esta noche, así que señorita Quiroga, no es conveniente que asista.

Sofía sonrió con pesar.

—Ahora va son la señora, eso es genial, de todas forma yo no tenía ganas de ir… dijo apenada al secretario.

Ensimismada sostuvo el teléfono ya desconectado, y se mordió el labio inferior, estaba furiosa.

Sus compañeras la miraron incrédulas.

—Sofía, ¿tu novio te está dando largas?

—Escuché que este evento es internacional, ¿no dijiste que tu novio organizó este evento especialmente para llevarte a conocer a algunos empresarios extranjeros?

Viendo las miradas de sospecha detrás de ella, Sofía forzó otra sencilla sonrisa.

—Él tiene un cliente muy importante que quiere llevar consigo. No quiero en verdad ser un estorbo.

Sofía bajó tímidamente la mirada hacia el vestido que sostenía en sus manos, con una expresión un poco sombría. Sergio nunca había sido aficionado a Marina, ¿cómo pudo...?

Ella apretó el vestido con fuerza. Esa noche era una ocasión especial que Sofía había esperado durante mucho tiempo, y no estaba dispuesta a renunciar tan fácilmente.

El secretario de Sergio entregó a Marina, un elegante vestido largo de corte francés en color negro. Sergio ya estaba abajo esperándola hacía rato. Sergio, al verla bajar por las escaleras, no pudo evitar quedarse deslumbrado esta vez. Ahora notaba lo hermosa que era Marina.

—Estoy lista —le dijo Marina al levantar la delicada mirada.

Sergio apretó ligeramente los labios.

—El secretario está preparando el coche.

Marina no le dio mucha importancia. Al abrir la puerta, se encontró justo con el secretario Martínez esperando afuera. Él también quedó sorprendido al ver a Marina con el vestido.

—La señora se ve realmente hermosa, incluso más que la señorita Quiroga…

Sergio lo fulminó con la mirada. El secretario guardó silencio apenado.

—No importa —dijo Marina sin darle importancia alguna. Luego, subió al coche.

Sergio le dijo al secretario en voz baja.

—¡Este mes no tendrás bono!

El secretario Martínez se sintió agraviado, pero en ese momento no se atrevió a decir nada más. Fue su culpa por hablar de más.

Al llegar a la puerta del club, Sergio ayudó directamente a Marina a bajar del coche. Todos los presentes les dirigieron miradas de gran admiración.

—¿Quién es la acompañante del señor Blanco?

—Parece que es su esposa.

—Nunca había visto al señor y a la señora Blanco asistir a un banquete juntos. ¡Realmente hacen una pareja impresionante!

Sergio aprovechó la ocasión para entrelazar su brazo con el de Marina. Ella intentó retirar rápidamente su mano, pero debido a la cantidad de personas observándolos, no tuvo más remedio que cooperar.

Marina miró a su alrededor y reconoció muchas caras que había visto en su vida pasada. Sergio, sin duda alguna, tenía una cierta reputación en el mundo de los negocios, y asistir a un evento internacional de ese calibre significaba que los presentes eran los empresarios, filántropos o magnates inmobiliarios más importantes de la industria.

En su vida pasada, Marina había aprendido mucho sobre finanzas solo para hacerse notar por Sergio, sin embargo nuca tuvo la oportunidad de mostrarle sus conocimientos.

En ese momento, el sonido de un cristal rompiéndose llamó la atención de todos. Un anciano vestido como jardinero había roto accidentalmente un jarrón de rosas. El gerente del club comenzó a regañar furiosamente al anciano.

—¿De dónde salió este viejo? ¡Sáquenlo de aquí de inmediato! —gritó el gerente con total arrogancia.

—Esperen un momento —dijo Marina, avanzando y recogiendo las rosas del suelo. Notó que las espinas de las rosas habían sido cuidadosamente removidas y que eran de una variedad muy rara.

—Señora Blanco, este anciano ha estropeado las flores que el señor Duarte trajo para todos. Ha molestado a los presentes, así que lo sacaré de inmediato.

—Si ha roto las flores por accidente, sería mejor que este señor prepare otra nueva maceta —le sugirió con amabilidad Marina.

——Estas rosas que el señor Duarte trajo especialmente, no deberían marchitarse en el suelo, sería mejor que todas las damas presentes tomaran una flor en la mano y así apreciar el bello gesto del señor Duarte —sugirió Marina amablemente.

Todos estaban de acuerdo, y el gerente, entendiendo rápidamente la situación, le hizo un suave gesto al jardinero para que se quedara.

Sergio se acercó al instante y le murmuró en voz baja:

—No esperaba que también supieras cómo animar el ambiente.

Marina se encogió de hombros.

—Solo estoy tratando de complacer al señor Duarte.

Afuera del club, Sofía, vestida con un elegante traje negro, bajó de un taxi. Apenas bajó del coche, sintió las miradas curiosas a su alrededor. Sin prestarles mucha atención, se dirigió muy decidida hacia el club.

El guardia de seguridad en la puerta la miró detenidamente de arriba a abajo y luego observó el taxi que se alejaba.

—Señorita, ¿tiene una invitación?

Sofía se detuvo, no sabía de la invitación, ya que siempre iba con Sergio y no tenía problemas.

—Lo siento mucho, señorita, sin una invitación no puede entrar.

—Estoy buscando al señor Blanco. Soy su acompañante —mintió. El guardia de seguridad la examinó detenidamente y le dijo:

—El Señor Blanco ya entró con su mujer. ¿Y usted quién es?

Sintiendo las miradas a su alrededor, Sofía se sonrojó de vergüenza. El secretario Martínez, que había estado afuera del club, la vio y se acercó rápidamente.

—Lo siento mucho, ella es una empleada de nuestra empresa.

El guardia de seguridad lo afirmó y le permitió de inmediato el acceso.

Sofía respiró muy aliviada. El secretario Martínez le dijo:

—Señorita Quiroga, ¿qué está haciendo aquí?

—Yo… yo solo quería conocer más sobre este tipo de eventos. El señor Blanco siempre me dice que soy demasiado tímida. En unos cuantos meses me iré al extranjero, y quería experimentar estos ambientes por mi cuenta. Secretario Martínez, ¿podría llevarme adentro?

El secretario Martínez lo dudó un momento.

—También quiero aprender rápido para poder ayudar al señor Blanco. La última vez, la señora gastó diez mil millones en una parcela de tierra, y seguramente fue una muy mala inversión porque ella no entiende absolutamente nada de finanzas. Esta vez hay muchos expertos financieros aquí, y temo que la señora no pueda manejarse bien —le dijo Sofía con mucha sinceridad.

Finalmente, el secretario Martínez aceptó llevarla adentro, él sabía que Sofía siempre había estado al lado de Sergio y la respetaba por su talento para las finanzas.

Sofía entró al club con alegría y, de inmediato, vio a Sergio conversando con unos extranjeros a lo lejos. Levantó su vestido y corrió directo hacia él, pero accidentalmente chocó con un anciano.

El jardinero dejó caer el jarrón que llevaba, derramando el agua sobre el borde del vestido de Sofía.

Ella le gritó al ver la mancha en su vestido:

—¿Qué te pasa? ¿Acaso no miras por dónde vas?
Capítulos gratis disponibles en la App >

Capítulos relacionados

Último capítulo