Capítulo 23

CAPÍTULO XXIII. CALIDEZ

Anissa

El momento en el que desperté, todo era difuso dentro de mi mente. No había recuerdos, no había miedo.

Había paz.

Sin embargo, toda esa calma fue reemplazada por las imágenes que inundaron mi cabeza, como la más cruel de las tormentas, haciéndome caer de regreso en el mundo real y llevándose mi tranquilidad de un tajo.

Me senté en la cama y mi primer instinto fue llevar la mano a mi pecho. Bajé la mirada y, con cuidado, corrí la tela del vestido y las vendas, para ver cómo apenas quedaban unas ligeras marcas en mi piel; nada que ver con los desgarros que tenía la noche anterior.

Pasé mis dedos sobre la piel, queriendo asegurarme de que fuera real. Y, lo era. Las heridas habían sanado casi por completo.

Eso no era lo

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