Claudia, la tía de Deibi, le permitió a Jesenia entrar en la habitación del hombre sin anunciarse. No gastaban tiempo en llamarlo, pues sabían que él no las escucharía.Solía acostarse en la cama con los cascos de su iPod puestos para oír a todo volumen música estridente, desconectándose de la realidad.La chica abrió la puerta y entró en la habitación algo enfadada. Se paró junto a la cama y le golpeó una pierna antes de cruzarse de brazos y dirigirle una mirada iracunda.Deibi se sobresaltó al ser interrumpido. Al darse cuenta que era ella, se quitó los cascos y se sentó en medio de un quejido.—Eres peligrosa.—¿De verdad? Pero tu bestia ni siquiera se inmutó por mi presencia.—Por eso eres peligrosa —se quejó el hombre, y se movió hacia el borde de la cama para sentarse apoyando los brazos en sus rodillas—. ¿Qué quieres? —preguntó fastidiado.Ella suspiró disgustada antes de sentarse a su lado.—¿Cuándo vas a superar la muerte de Albert? —Él la observó con severidad. Jesenia arque
Estacionaron los autos frente a la casa del negro Ismael y los cuatro guerreros bajaron manteniéndose en alerta. El hogar estaba oscuro, lleno de suciedad y abandono, con las puertas y ventanas cerradas, sin posibilidad de echar un vistazo al interior.Gabriel llevaba la gorra en su mano, le había contado a Javier y a Jonathan lo ocurrido en la montaña y ellos le confesaron sobre los hombres con los que se habían topado en la ciudad.Todos llegaron a la conclusión de que Ismael podría ser esa persona que los vigilaba y les pasaba a los delincuentes información de ellos, sirviéndole al demonio.Llamaron a la puerta en varias ocasiones, pero no recibieron respuesta. Jonathan se atrevió a saltar la reja perimetral y revisar el patio trasero, descubriendo que las entradas por allí también estaban selladas.Gregory se acostó boca abajo en el suelo, para dar una mirada a través del resquicio inferior que dejaba la puerta, así pudo percibir un reflejo de luz que salía del pasillo de las habi
—En mi opinión, él ha mejorado —comentó Isabel mientras ayudaba a Rebeca a sacar a Máximo de la bañera donde le estaban dando un baño, enrollándolo en una toalla.El niño reía con ella y masticaba una tortuga de hule. El quebranto le había pasado y aunque conservaba aún algunas marcas en su piel, muchas ya se le habían borrado.—No me siento conforme —reveló Rebeca envolviéndolo en un abrazo protector y besando su húmeda cabecita—. Hablaré con Baudilio. Podría ser una enfermedad que tenga que ver con la bestia.—¿Con la bestia? —consultó Isabel acompañándola a la cama, donde colaboraría para secarlo y vestirlo.—Gabriel me dice que desde la niñez se comienzan a mostrar algunas dotes de fuerza y rapidez, incluso, en la coloración de los ojos cuando está enfadado, que demuestran que él será elegido para poseer al espíritu cuando este deje a su padre. Max no ha presentado nada fuera de lo normal, Gabriel ha estado pendiente. Solo esas extrañas dolencias.—¿Y no será muy pronto para eso?
Deibi entró sin ser invitado a una habitación solo para enfermeras, donde las mujeres que trabajaban en los diversos consultorios del centro de salud guardaban sus pertenencias y descansaban en medio de la jornada.En esa ocasión, el cuarto estaba casi desolado, solo una chica se encontraba dentro. Una rubia de ojos verdes e hipnóticos que tenía los nervios del guerrero atados en un cordón fuerte en su pecho.Al sentir la invasión, la mujer dejó de revisar su teléfono móvil y se giró con rostro irritado, pero al ver que se trabaja de Deibi, se impactó, quedando sin palabras.—Hola —dijo él con una sonrisa traviesa y entró cerrando la puerta tras de sí—. No sabía que trabajabas en La Costa. Por lo visto, no estás de paso.Ella apretó la mandíbula con enfado y se irguió. Así escondió su preocupación. No había sentido su presencia, por lo visto, sus dotes comenzaban a fallar.—¿Qué haces aquí? ¿No sabes que está prohibido entrar?—¿Quién va sacarme?Mary se mostró desconcertada por su a
Los guerreros habían revisado toda la casa de Gabriel, incluso, los alrededores. No había rastros del demonio.Rebeca se encontraba en la cocina, hamacando a su hijo mientras Isabel le calentaba un poco de leche con chocolate, así lo compensarían por su valeroso comportamiento.Luego del ataque del demonio, el niño lloró un poco aunque sin muchos aspavientos. Mantuvo la calma, permitiendo que su padre se centrara en tranquilizar el llanto aterrado de Rebeca, quien había caído en shock.El animal no logró lastimarlos, se desvaneció a centímetros de distancia de ellos, en el preciso instante en que las bestias entraban en la habitación.Las mujeres igual se quedaron ovilladas en el suelo, abrazando al niño, que miraba absorto a las bestias mientras estas buscaban nerviosas al invasor, destruyendo algunos muebles. Al no encontrar nada, se sosegaron dejándole el control a sus portadores.Ahora todos estaban enfurecidos. Deibi había llegado, conociendo la historia de lo que había ocurrido
La buscó en el centro de salud y en el pueblo sin éxito, así que decidió indagar en la montaña, donde sabía que se reunían los revoltosos que invadían La Costa para practicar deportes extremos de forma ilegal.La halló reunida con un grupo de sujetos que se disponían a atravesar una zona rocosa de la selva, rasgada por profundas depresiones y peligrosos parajes. Se habían asentado cerca del río, para preparar las motos e iniciar la aventura.Él la vigiló escondido en la vegetación, observándola con atención mientras ella se despedía de los chicos que comenzaban el viaje, justificando que prefería hacerlo rezagada para evaluar el rendimiento de su moto que estaba presentando fallas.Deibi la notó melancólica y preocupada. Pudo percatarse que las excusas de los problemas en su moto eran falsas, sin embargo, con eso Mary logró quedarse sola. Una oportunidad que él no desaprovecharía.—Eres mentirosa —dijo agachado sobre un árbol caído ubicado tras ella, en una pequeña colina. La chica tu
Se debatieron por unos minutos, rodando en el suelo, golpeándose entre sí y mordiéndose con rudeza. Sin embargo, más que ira, aquello lo que despertó fue un deseo desgarrador. En ambos.Mary utilizó sus garras para romperle la camisa y arañar su pecho. Lo mordió cerca del ombligo, produciéndole a Deibi un delicioso placer. La lucha pasó de hacer daño a querer tener el dominio sobre el cuerpo del otro.Los dos querían besar y lamer cada pedazo de piel que tocaban, rasgando la tela que se interponía.Al estar ambos desnudos, Deibi logró inmovilizarla contra el suelo apresándole las piernas con una de las de él. La sostuvo con firmeza de los brazos mientras chupaba y lamía sus senos expuestos.Ella rugía colérica, a punto de estallar por el goce, pero ansiosa por probar ella también su piel.Liberó una de sus manos y le dio un fuerte golpe en el costado, haciéndolo retorcerse por el dolor, así obtuvo algo de ventaja para cambiar de posición, y al quedar arriba, se lo engulló enseguida gr
Luego de que Baudilio y sus hermanos se marcharan a Yaracuy, Deibi se dirigió con Jesenia al centro de salud.La chica le había mentido a Isabel de que visitarían a Daniela, la prima del guerrero con quien había hecho buenas migas. Nadie en la sociedad sabía lo que hacían.—Bien, vamos a establecer límites —decidió Deibi cuando estuvieron lejos de la casa de los Aldama.—¿De qué hablas? —consultó la chica mosqueada, observándolo con el ceño fruncido.—Te he ayudado hasta ahora por dos cosas: una, porque es una buena excusa para alejarme de las obligaciones que me imponen mis hermanos —reveló sin apartar su atención de la vía—, y segundo, porque creo que eres muy buena detective y has llegado más lejos que todos nosotros.Jesenia sonrió con superioridad, pero al ver que Deibi le dirigía una mirada severa y llena de advertencias, recobró la seriedad.—Sin embargo, no voy a permitir que te excedas.—¿Qué me exceda? ¿A qué te refieres?—A que eres una mujer coqueta y seductora y eso te ha