Él se quedó muy quieto. Esperaba que ella reaccionara. Al verla con el rostro impactado y la mirada fija en el collar de cadena con dije de estrella, comprendió que no se había equivocado en su sospecha. Aquel objeto le pertenecía.—¿Cómo puedes…?Isabel había quedado petrificada. Miraba con terror el collar guardado en la caja.—Isabel…—¡¿De dónde lo sacaste?! ¡¿Cómo sabías que tenía uno así?!Ella estaba alterada. Javier sabía que aquello podía suceder, por eso se había llenado de paciencia.—Yo también tuve un sueño. —Isabel retrocedió con la mirada clavada en él—. Era yo quien estaba encerrado en la casa, a quien liberaste. Al abrir la puerta caíste en mis brazos —expuso, narrándole de manera resumida los hechos de su propio sueño—. Al despertar tenía el collar enredado entre los dedos. No sabía de dónde provenía, ni cómo lo obtuve.—Eso es imposible —masculló Isabel con la voz entrecortada. Temblaba y paseaba su mirada entre él y la caja de terciopelo.Javier la cerró y la volvi
Javier, al verla divagar, se atrevió a tomar sus manos. No podía perderla ahora. Necesitaba toda la información que podía darle.—Vamos, preciosa. Dime lo que sepas, por más absurdo que te parezca.Los ojos húmedos y enrojecidos de Isabel se clavaron en los oscuros de él. Ella permitió que la arrullara con sus manos porque le urgía su contacto. La cercanía de Javier le trasmitía emociones agradables y consoladoras. Era una especie de sedante.—Comencé a soñar con la mirada enfurecida de la bestia después de la muerte de mis padres —expuso con inseguridad—. Mi psiquiatra decía que era un efecto causado por el estrés, pero para mí era una manera de presagiar catástrofes. Dicen que algunos sueños pueden ser proféticos.Javier la escuchaba con atención. Ansioso por hallar alguna pista.—Hay un hombre que apareció en mi vida después de esa tragedia. Me acosa y molesta a mi hermano para impedir que continuemos con un reclamo por la herencia que nos dejó mi padre. Yo he asociado a la bestia
La mañana del sábado llegó sin contratiempos. Javier se acercó a ella mientras Isabel se ajustaba la cola en la que había atado sus cabellos frente al espejo de la cómoda. La abrazó por la cintura y hundió el rostro en su cuello para aspirar su aroma.—Me gusta más cuando lo llevas suelto.—Pero hoy no estarás conmigo —expuso ella con cierto tono de reproche. Él apretó el abrazo.—Será por pocas horas.—Así dijiste hace unos días.La giró entre sus brazos para mirarla a los ojos. Isabel se notaba relajada, pero él podía captar su decepción.—Si pudiera te llevaría conmigo, pero no quiero exponerte.—No te preocupes. Déjame aquí con… el fantasma y ve a La Costa —expresó e intentó apartarse de él. Javier le impidió que se alejara. El corazón lo tenía hecho un nudo en el pecho.—Isabel…—Estoy siendo sarcástica —confesó. Aunque ni ella misma se creía sus palabras—. Si no tomo esta situación a la ligera no la podré enfrentar.La empujó hacia él y la apresó de nuevo en un abrazo.—Esta mis
Alrededor de la mesa del comedor de la casa de Javier, se hallaban cinco de los guerreros con el ánimo mezclado entre la ira y la frustración.—Hablaré con mi padre para que le pida al comisario que nos apoye con información sobre ese hombre —expresó Albert desde su posición, sentado con rigidez en el cabecero de la mesa.Javier y Deibi les habían narrado lo ocurrido en Maracay, el enfrentamiento con el espíritu, el encuentro que Isabel tuvo con él un día antes y la posibilidad de que Jairo Contreras estuviera poseído por aquella fuerza para acercarse a ellos.Pablo, el líder de mayor jerarquía en la sociedad y padre de Albert, contaba con algunos contactos en la policía que pudieran facilitarle información más exacta que la dada por el abogado de los Fernández.Debían ubicar cuanto antes al sujeto, para averiguar si estaba relacionado con alguien de La Costa que quisiera dañarlos y detenerlo.—Hay otra situación. —Todos voltearon para fulminar a Gregory con la mirada, pero él no se i
—¡Esto es increíble! —expresó Jesenia con emoción, después de haber escuchado la narración de Isabel sobre sus pesadillas, la pérdida y recuperación de su cadena y la misteriosa similitud del hijo del antiguo socio traidor de su padre con la bestia de su sueño.—¿Increíble? Me parece terrorífico —rebatió ella mientras hurgaba en su clóset en busca de ropa para cambiarse.Se encontraban en su casa. Javier le había informado por teléfono minutos antes que tardaría algunas horas más en La Costa.Aunque él no estaba muy de acuerdo con dejarla ir a su casa, por temor al acecho de Jairo, no podía prohibírselo. Jesenia y ella necesitaban darse un baño y en el apartamento de él no tenía lo necesario.—Isa, es imposible que se traspasen objetos por medio de los sueños. Si Javier obtuvo el colgante no creo que sea porque una fuerza mágica lo absorbió y lo dejó en su mano. Quizás, tú estuviste realmente en esa selva.Isabel dejó por un momento su tarea para observar con desaprobación a su amiga.
—Que pedazo de imbécil es este tipo —expresó Jesenia con irritación y caminó con altivez hacia la escalera.Isabel la siguió con el atado de hierbas apretado en un puño. El sujeto lo único que hizo fue ponerla más nerviosa.Descendió las escaleras detrás de su amiga y al llegar a la planta baja no pudo evitar dar una mirada hacia la cocina. En esa oportunidad, la puerta se encontraba más abierta. Las voces que salían de allí se oían con mayor nitidez.—Sus órdenes fueron entrar hoy a La Costa. Si hacemos lo que dice, no sospechará nada.La mención del lugar donde vivía Javier la paralizó. Su amiga, en cambio, continuó su camino sin que nada la afectara. Era evidente que Jesenia estaba molesta por la actitud que había tenido el santero.—El problema no es el jefe, sino el hijo. Ese ataque lo enloquecerá —expresó el mismo hombre que minutos antes había hablado de un peligro. El tal Ismael.—Deja el drama, Ismael. Al hijo y al resto de sus hermanos podemos controlarlos. Sabemos cómo domi
—¿Regresará a La Costa?—Aún no —aseguró Gabriel mientras rebuscaba entre un montón de papeles que tenía su padre sobre el escritorio de su despacho, en la casa que solía utilizar cuando viajaba a Maracay por negocios.—Pero, joven, debe avisar a sus hermanos lo que está por ocurrir y…La mirada mortal que le dedicó Gabriel silenció a Ismael. El negro trataba de persuadirlo de que avisara en La Costa sobre la pronta presencia de un grupo de asesinos que irían comandados por el propio Ildemaro para crear el caos, demostrando así que los guerreros eran incapaces de proteger los cultivos siendo necesaria la intervención del empresario para cuidar de la inversión, pero Gabriel estaba sumergido en sus propios conflictos.—Esos hombres no actuarán durante estos días. Solo se instalarán y esperarán instrucciones. Tenemos tiempo de sobra.Ismael escondió una mueca de impaciencia. No había tiempo para nada. El joven se negaba a comprender la problemática.—¿Y qué hará usted?Una sonrisa perver
—¡Guaooo! ¿Esta es tu casa? —preguntó Jesenia con emoción. Al estacionar el auto a un costado de la vivienda, la chica se bajó para observar con más detalle el lugar.—Recuerdas esta casa, ¿cierto? —le preguntó él a Isabel, quien se mantenía muda, con los ojos fijos en la vivienda.El hogar era más grande de lo que recordaba. Tres escalones daban entrada a un pórtico largo que ocupaba toda la parte delantera, precedidos por un borde de piedras de río que la hacían parecer una fortaleza.Los grandes ventanales de hojas panorámicas estaban cubiertos por cortinas color crema, que resaltaban a través del oscuro y brillante caoba de las maderas que adornaban parte de la estructura.—¿Estás bien? —insistió Javier, inquieto por su silencio. Le tomó con sutileza una mano y le acarició el dorso— Dime algo —le pidió.—¿No piensan salir? —inquirió Jesenia ansiosa desde el exterior, atenta a la puerta de la casa que comenzaba a abrirse con suavidad.—Es la misma… —confesó Isabel casi en susurros.