—No puedo creer que hayas hecho esto —le recriminó Isabel a Jesenia mientras se sentaban en las banquetas de un bar.—Vamos, Isa. La cena no fue tan mala —expuso la chica al tiempo que le hacía señas al barman para pedir dos bebidas para ellas.Rodrigo había tenido la brillante idea de llevarlas a un restaurante de comida árabe al norte de la ciudad. La velada había sido agradable, pero quien terminó pagando la mayor parte del servicio había sido Tyler.—Me da vergüenza con Tyler.—¿Por qué?Isabel observó a su amiga con asombro mientras ella revisaba su teléfono móvil.—¿Cómo que «por qué»? ¡Gastó mucho dinero!—Él se ofreció.—No debemos abusar.Jesenia emitió un bufido de hastío y se giró hacia su amiga.—Deja de preocuparte por los demás. Tyler está coladito por ti y quiere llamar tu atención.—Creerá que eso le dará algún derecho y ya no quiero involucrarme con nadie.—Dale una oportunidad al pobre hombre.Isabel amplió las órbitas de sus ojos. Jesenia se ocupaba en agradecer al
Con recelo se detuvo junto a él. El hombre la tomó por la cintura y la acercó más, así podía presentarles a las chicas con las que hablaba.—Estas son Margaret y Jazmín, primas de Rodrigo.Isabel obligó a sus labios a curvarse en una sonrisa y estrechó las manos de las mujeres en un saludo. Echó una mirada precavida al establecimiento.No esperaba encontrar a Javier, su mente le insistía que era imposible que estuviera allí, aunque su corazón desbocado le asegurara lo contrario. Jesenia se acercó a ella aun bailando.—¿Dónde te habías metido? —le preguntó al llegar a su lado y con soberbia se inclinó en la barra para tomar la cerveza que había dejado, sin importarle si tropezaba a las primas de Rodrigo.—En el baño.—Tardaste mucho —dijo Tyler mientras Jesenia se bebía todo el contenido del vaso como si no hubiera tomado líquidos en semanas.—Yo… —No pudo exponer ninguna excusa. La piel se le erizó y de forma automática giró el rostro hacia la entrada del bar.Ahí estaba él, parado fi
Al llegar al establecimiento notó la ausencia de su aroma. Sabía que adentro aún estaba Tyler, quizás con las rubias, pero ni Isabel ni su amiga se encontraban.—Maldita sea —masculló mientras llegaba a su camioneta y la ponía en marcha.—¿Cuál es tu plan? —preguntó Deibi al ocupar el asiento del copiloto.—Tomaré un atajo para tratar de llegar antes a su casa. Te llevas a Jesenia y yo me quedo con Isabel.Deibi observó a su amigo con los ojos muy abiertos. Acompañó a Javier a Maracay para investigar sobre una supuesta visita del pescador fallecido a unos brujos de esa ciudad mientras su hermano se encargaba de reunirse con Isabel.Entre sus planes no estaba hacerse cargo de la amiga de la chica, una joven atractiva, carismática y que en ese momento, estaba pasada de tragos.—¿Y qué se supone voy a hacer con ella?Javier alzó los hombros con desinterés sin apartar su atención de la vía. Aceleraba el vehículo para llegar cuanto antes a la casa de Isabel.—Llévala a mi apartamento y la
Él se quedó muy quieto. Esperaba que ella reaccionara. Al verla con el rostro impactado y la mirada fija en el collar de cadena con dije de estrella, comprendió que no se había equivocado en su sospecha. Aquel objeto le pertenecía.—¿Cómo puedes…?Isabel había quedado petrificada. Miraba con terror el collar guardado en la caja.—Isabel…—¡¿De dónde lo sacaste?! ¡¿Cómo sabías que tenía uno así?!Ella estaba alterada. Javier sabía que aquello podía suceder, por eso se había llenado de paciencia.—Yo también tuve un sueño. —Isabel retrocedió con la mirada clavada en él—. Era yo quien estaba encerrado en la casa, a quien liberaste. Al abrir la puerta caíste en mis brazos —expuso, narrándole de manera resumida los hechos de su propio sueño—. Al despertar tenía el collar enredado entre los dedos. No sabía de dónde provenía, ni cómo lo obtuve.—Eso es imposible —masculló Isabel con la voz entrecortada. Temblaba y paseaba su mirada entre él y la caja de terciopelo.Javier la cerró y la volvi
Javier, al verla divagar, se atrevió a tomar sus manos. No podía perderla ahora. Necesitaba toda la información que podía darle.—Vamos, preciosa. Dime lo que sepas, por más absurdo que te parezca.Los ojos húmedos y enrojecidos de Isabel se clavaron en los oscuros de él. Ella permitió que la arrullara con sus manos porque le urgía su contacto. La cercanía de Javier le trasmitía emociones agradables y consoladoras. Era una especie de sedante.—Comencé a soñar con la mirada enfurecida de la bestia después de la muerte de mis padres —expuso con inseguridad—. Mi psiquiatra decía que era un efecto causado por el estrés, pero para mí era una manera de presagiar catástrofes. Dicen que algunos sueños pueden ser proféticos.Javier la escuchaba con atención. Ansioso por hallar alguna pista.—Hay un hombre que apareció en mi vida después de esa tragedia. Me acosa y molesta a mi hermano para impedir que continuemos con un reclamo por la herencia que nos dejó mi padre. Yo he asociado a la bestia
La mañana del sábado llegó sin contratiempos. Javier se acercó a ella mientras Isabel se ajustaba la cola en la que había atado sus cabellos frente al espejo de la cómoda. La abrazó por la cintura y hundió el rostro en su cuello para aspirar su aroma.—Me gusta más cuando lo llevas suelto.—Pero hoy no estarás conmigo —expuso ella con cierto tono de reproche. Él apretó el abrazo.—Será por pocas horas.—Así dijiste hace unos días.La giró entre sus brazos para mirarla a los ojos. Isabel se notaba relajada, pero él podía captar su decepción.—Si pudiera te llevaría conmigo, pero no quiero exponerte.—No te preocupes. Déjame aquí con… el fantasma y ve a La Costa —expresó e intentó apartarse de él. Javier le impidió que se alejara. El corazón lo tenía hecho un nudo en el pecho.—Isabel…—Estoy siendo sarcástica —confesó. Aunque ni ella misma se creía sus palabras—. Si no tomo esta situación a la ligera no la podré enfrentar.La empujó hacia él y la apresó de nuevo en un abrazo.—Esta mis
Alrededor de la mesa del comedor de la casa de Javier, se hallaban cinco de los guerreros con el ánimo mezclado entre la ira y la frustración.—Hablaré con mi padre para que le pida al comisario que nos apoye con información sobre ese hombre —expresó Albert desde su posición, sentado con rigidez en el cabecero de la mesa.Javier y Deibi les habían narrado lo ocurrido en Maracay, el enfrentamiento con el espíritu, el encuentro que Isabel tuvo con él un día antes y la posibilidad de que Jairo Contreras estuviera poseído por aquella fuerza para acercarse a ellos.Pablo, el líder de mayor jerarquía en la sociedad y padre de Albert, contaba con algunos contactos en la policía que pudieran facilitarle información más exacta que la dada por el abogado de los Fernández.Debían ubicar cuanto antes al sujeto, para averiguar si estaba relacionado con alguien de La Costa que quisiera dañarlos y detenerlo.—Hay otra situación. —Todos voltearon para fulminar a Gregory con la mirada, pero él no se i
—¡Esto es increíble! —expresó Jesenia con emoción, después de haber escuchado la narración de Isabel sobre sus pesadillas, la pérdida y recuperación de su cadena y la misteriosa similitud del hijo del antiguo socio traidor de su padre con la bestia de su sueño.—¿Increíble? Me parece terrorífico —rebatió ella mientras hurgaba en su clóset en busca de ropa para cambiarse.Se encontraban en su casa. Javier le había informado por teléfono minutos antes que tardaría algunas horas más en La Costa.Aunque él no estaba muy de acuerdo con dejarla ir a su casa, por temor al acecho de Jairo, no podía prohibírselo. Jesenia y ella necesitaban darse un baño y en el apartamento de él no tenía lo necesario.—Isa, es imposible que se traspasen objetos por medio de los sueños. Si Javier obtuvo el colgante no creo que sea porque una fuerza mágica lo absorbió y lo dejó en su mano. Quizás, tú estuviste realmente en esa selva.Isabel dejó por un momento su tarea para observar con desaprobación a su amiga.