Así pasaron varias horas hasta que se escuchó el sonido de los atalayas que vigilaban en la fortaleza “¡Ya vienen los recolectores!” y la mayoría de aldeanos esperaban con ansias su regreso, pues eran pocas las municiones que tenían para la comunidad.
Takashiro se asomó sobre los muros y observó el regresar de sus compañeros, sin embargo, algo extraño ocurría; su caminar era demasiado lento y parecían no traer nada consigo “¡Prepárense para atacar!” gritó con fuerza Takashiro y todos los guerreros, muy atónitos tomaron sus arcos y sus espadas y se prepararon para la batalla.
La mirada de los aldeanos estaba sobre Takashiro, quien pedía al resto de recolectores, que dispusieran sus cinturones porque tendrían que pelear, cuando vio a Varfiria junto a él, le dijo “Quédate atrás con el resto de aldeanos” pero ella lo ignoró por completo y siguió atenta a lo que se avecinaba.
Takashiro molesto le pidió de nuevo que se retirara pero Varfiria, en esta ocasión decidi
Takashiro estaba decidido a terminar aquella pelea de una vez por todas y siguió a Fuego hasta llegar a un pequeño pantano en el bosque, entonces el devorador saltó hacia atrás con mucha presteza y se detuvo a unos metros de él diciendo “Será mejor que te detengas o de lo contrario morirás”. Aquellas palabras no parecían importarle a Takashiro quien continuó acercándose hasta que vio que a su alrededor aparecieron casi veinte devoradores; entonces comprendió que era una emboscada y manteniendo la guardia miró hacia todos lados esperando el momento para defenderse de cualquier ataque. Fuego lo miró sonriendo y le dijo “No debes preocuparte que nadie te atacará; hacía tanto que no peleaba de esta manera que estoy dispuesto a dejarte con vida, tal vez en otra ocasión volvamos a pelear”. El gran héroe lo miró con mucho mayor odio y le dijo “No habrá otro día, vengaré a mi novia y llevaré tu cabeza a la aldea como trofeo; si crees que puedes matarme con esas besti
Su corazón estaba emocionado y era como si volvía a la vida poco a poco; tomó el cristal negro y levantó lo más que pudo sus manos, esperando que los relámpagos lo alcanzaran para ser llevado al pasado si su teoría era cierta, aunque cabía la posibilidad que fuera un error y su muerte quedara como resultado de su tan alocada idea. No obstante, la muerte no era más que un camino que debía recorrer Takashiro, pues sin su amada, su vida no tenía sentido y esta era la única probabilidad para ser rescatada su alma del abismo donde se encontraba. La noche estaba a punto de finalizar y con ella la tormenta también decía adiós, la esperanza de Takashiro era muy ferviente, que aquel mal momento no detendría su objetivo; volvió una y otra vez constantemente, siempre que la tormenta se ponía, Takashiro estaba presente y luego de varios días, su fe comenzó a sucumbir, pues no resultaba como lo había planeado. Una tarde muy oscura, cuando su corazón estaba a punto de desf
En medio del ocaso, la respiración de los devoradores se escuchaba cada vez más fuerte, por lo que el gran héroe dio la señal para tocar el shofar y se pusieron en guardia para atacar a los devoradores, Furman salió al ataque por su propia cuenta y con mucha rapidez, fue consumido por Diel, quien lo tomó del cuello y le golpeó del estómago con mucha fuerza que casi lo dejó inconsciente; al instante, se acercó a sus costillas y en cuestión de segundos, lo convirtió en un devorador como él. Takashiro observó el suceso y mirando a Furman con ellos, dispuesto a atacar a sus antiguos compañeros dijo “Ahora lo entiendo”; entonces el gran héroe comenzó a pelear contra Furman, acabando con sus manos y pies en un instante más no lo asesinó; los devoradores comenzaron sus ataques y los recolectores se defendían con mucho ímpetu mientras miraban cómo el líder de los devoradores sonreía. El gran héroe se presentó ante su rival y comenzaron la batalla que definiría el destino de
El rayo lo alcanzó a mitad del camino y la luz que cubría su ser volvió a oscurecer su mirada; entonces sintió el beso apasionado de una mujer y al abrir sus ojos, estaba con Varfiria en aquel atardecer, mientras las caricias de la mujer guerrera envolvían su alma. Ella se retiró lentamente de él al ver que su beso no fue correspondido y anonadada le dijo “Creo que no debí hacerlo, disculpe señor Hi…” y antes de terminar su frase, Takashiro la abrazó con tanta fuerza que luego de ello, la besó con más pasión que nunca. Ella se perdió en sus besos y el amor floreció como nunca lo imaginó en su vida. Takashiro estaba llorando de felicidad y el salado de sus lágrimas llegó a los labios de su amada; “¿Por qué lloras?” le dijo ella mientras tocaba su quijada, a lo que Takashiro solo la miraba con alegría y no dejaba de besarla. Al instante recordó el tiempo en el que estaba y supo que pronto vendrían los devoradores a atacarlos, de inmediato se puso de pie y cortando aque
Con el alma destrozada, susceptible es la herida, se vuelve fracturada, la pasión que da la vida. Si el presente se difuminara delante de tus ojos, ¿Aceptarías tu nueva realidad aunque esto signifique no ser feliz con la persona que amas? Muchos años han pasado desde que gran parte de los humanos se convirtieron en bestias caníbales, que sentían la necesidad de devorar a los humanos comunes; sus cuerpos eran como bestias temibles con grandes garras y un rostro que desfiguraba lo que alguna vez fue un humano; parecía increíble cómo un acto de supervivencia que llevó a los humanos a practicar el canibalismo para sobrevivir, los convirtió en seres insaciables, ansiosos por devorar carne humana, convirtiéndose finalmente en devoradores. Siglos más tarde, se formaron cuatro razas de devoradores que tenían diferentes formas de accionar y habitaron en distintos lugares donde crearon granjas de humanos, cultivando así lo que ahora solo se considerab
26 años atrás… El panorama está envuelto de mucha tensión, los pasos se escuchan por todos lados y las personas que se esconden solo esperan lo peor con la única esperanza que sus guardianes, a quienes les llaman “recolectores” los protejan de la inminente batalla que está por desatarse. Mientras las mujeres escapan por sus vidas con los niños que se han transformado en la esperanza de esta comunidad humana (Una de las dos comunidades sobrevivientes), cinco recolectores esperan en la entrada de la fortaleza al grupo de invasores que se aproximan poco a poco por la llanura de aquel bosque tenebroso, donde la soledad es testigo del temor que habita en cada hombre que dispone su vida para defender la paz. La oscuridad del bosque revela con la suave luz de luna, que inocente desconoce lo que sucede en el mundo natural, una horda de devoradores que se acercan caminando hacia los humanos, respirando excitados por el banquete que se encuentra frente a ellos. <
Los últimos sobrevivientes se han acomodado entre las montañas de Gubunyi, por los senderos de Romarob, donde descansan desde hace veintiséis años de las persecuciones de los devoradores; la aldea de los humanos es habitada por ciento ochenta y cinco personas que se esconden favorablemente por la naturaleza, entre la densa neblina que rodea aquel lugar, viven con mucha tranquilidad sin perder de vista sus alrededores, pues conocen que crueles son sus devoradores quienes al encontrarlos, no perdonarán sus vidas aun cuando los humanos les imploren. Descienden a las faldas de la montaña cada cierto tiempo hombres fuertes y una mujer valiente, los cuales son llamados “Los recolectores negros”; con el objetivo de conseguir alimentos para los habitantes de la montaña, tienen una oración que recita un poema de sacrificio: “Sobrevivir es nuestra fe, proteger es nuestro credo; para cumplir nuestro deber lucharemos sin miedo” Takashiro, un jov
Cerrando sus ojos esperaba su muerte como premio de su ignorancia, más el sonido de una espada regresó el alma a su cuerpo; aquella espada de filo intenso partió a la mitad a un devorador e hizo que los otros tres tuvieran un poco de cautela por causa de su arma; Takashiro se sentía desdeñado delante de su salvadora, la cual era Varfiria quien había llegado a protegerlo y tomándolo de la mano corrieron hacia arriba nuevamente. “Gracias por salvarme” le dijo con su voz cansada mientras corría al mismo paso que Varfiria, pero ella solo siguió adelante y cuando estaban cerca de la zona de combate, lo lanzó al pantano y le dijo “Sube al árbol y NO TE MUEVAS”. El rostro de aquella hermosa mujer respiraba ira y en seguida corrió hacia la zona de batalla, donde yacían los otros devoradores que atacaban sin piedad a sus amigos; el joven Takashiro subió al árbol como pudo y miraba hacia todos lados esperando no ser visto por sus depredadores, aunque le parecía extraño que los tres qu