El secreto de Takashiro
El secreto de Takashiro
Por: Joe R. R. Caniz
Contexto

Con el alma destrozada, susceptible es la herida, se vuelve fracturada, la pasión que da la vida.

Si el presente se difuminara delante de tus ojos, ¿Aceptarías tu nueva realidad aunque esto signifique no ser feliz con la persona que amas?

Muchos años han pasado desde que gran parte de los humanos se convirtieron en bestias caníbales, que sentían la necesidad de devorar a los humanos comunes; sus cuerpos eran como bestias temibles con grandes garras y un rostro que desfiguraba lo que alguna vez fue un humano; parecía increíble cómo un acto de supervivencia que llevó a los humanos a practicar el canibalismo para sobrevivir, los convirtió en seres insaciables, ansiosos por devorar carne humana, convirtiéndose finalmente en devoradores.

Siglos más tarde, se formaron cuatro razas de devoradores que tenían diferentes formas de accionar y habitaron en distintos lugares donde crearon granjas de humanos, cultivando así lo que ahora solo se consideraba como una raza destinada para ser alimentos, de quienes formaban la cúspide de la cadena alimenticia.

Los humanos que lograron escapar huyeron hacia las montañas del continente Gubunyi, escondiéndose por las constantes persecuciones, hasta que un guerrero entre los humanos destacó por su habilidad y fuerza entre los demás, su nombre: Reno Tais.

Con la fuerza y habilidad de Reno, vencieron múltiples batallas contra los devoradores insipientes que solo buscaban saciar su sed de sangre y fue así como la comunidad de los humanos alcanzó cierta libertad.

Los devoradores desistieron de las persecuciones constantes contra los humanos, al punto que luego de la muerte de Reno Tais, los humanos migraron al este del continente y vivieron alejados del peligro por muchos años; al cabo de casi dos siglos de paz, la expansión de la comunidad humana llegó hasta la zona habitada por los devoradores y la persecución comenzó de nuevo, con una masacre que arrasó con una comunidad completa y continuó por muchos años sobre el resto de aldeas.

¿Fortalezas para defenderse? Sí, los humanos tenían fortalezas pero tan inútiles como utilizar una gota de agua para apagar una fogata; cada cierto tiempo los devoradores visitaban diferentes comunidades y tomaban para sí, un número específico de humanos que aparentemente eran los necesarios para complementar su dieta.

Los humanos aprendieron a vivir en la zozobra y pese a que cada año se añadían nuevos guerreros a sus filas, la gente esperaba simplemente a que los devoradores completaran su número de humanos para salir campantes por los próximos días. La profecía del renacimiento del gran héroe fue la esperanza que embargaba la plebe, mientras miraban cómo poco a poco, comunidad tras comunidad eran destrozadas por completo.

Morir era cuestión de suerte y otros muchos desaparecieron del mapa sin poder siquiera dejar rastro de su paradero; entre tanto que Bilmor, un científico eminente que había ganado renombre entre la comunidad por sus descubrimientos, logró utilizar unos cristales negros, los cuales fueron obtenidos por el gran héroe Reno Tais gracias a sus muchas expediciones en tierras desconocidas, consiguiendo finalmente lo que necesitaba la humanidad: Armas para defenderse.

Bilmor inventó unos cubos receptores de energía con un cristal negro en el centro, y con ello los humanos más valientes los utilizaron para defenderse de sus cazadores; la alegría llegó pronto, y la humanidad comenzó a formar entre sus filas guerreros que se esforzaban por protegerlos, incluso si esto significaba su muerte durante el combate; dagas, espadas y estos cubos de energía eran las herramientas de defensa que mantenían a raya a los devoradores para evitar la muerte de muchos más humanos.

Así pues, cada soldado aspiraba ser el nuevo Reno Tais que alcanzara para la humanidad su bien más preciado: La libertad.

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