5
“Noche de Luna llena”
Un escalofrío severo recorrió la espina dorsal de Eva, antes de entrar en transe. Sus manos tiraron fuertemente de las hebras oscuras de su cabello, entretanto, el vampiro manejaba a alta velocidad.
—¿Qué eres?
Preguntó, con su voz quebrada.
La chiquilla la observaba por momentos fugaces, sentía que estaba en medio de una pesadilla. Una jodida pesadilla que terminaría con su vida. Emiliano se burló por un instante al sentir la presencia de Sebastián detrás de ellos. El Alfa del clan Drake estaba junto a Orlok, buscando la manera de recuperar a Eva sin revelar mucho sobre su naturaleza.
Odiaba la idea de que el mundo se enterara de la verdad.
De que se enterara de su secreto.
De repente, la luz de la luna empezó a brillar tan fuerte que toda la oscuridad del muelle de Sunny Village se disipó. Orlok miró a Sebastián, y negó. Este era el lugar menos indicado para su transformación, así que ambos corrieron hacia la profundidad del bosque, y cuando todo estuvo en calma, un par de aullidos estallaron todo.
Eva giró su cabeza al escuchar el sonido fuerte, sus manos temblaban con desespero, porque realmente no sabía lo que estaba ocurriendo. Emiliano gritaba como un lunático, mientras que sus dedos llenos de anillos, y esa aura tan oscura que siempre lo envolvían estaban a punto de perder el control.
—¿Qué eres?
Volvió a insistir.
—Un inmortal…
—¿Inmortal?
—Digamos que necesito de algo que solo los humanos tienen…
—¿Deudas?
El vampiro frunció el ceño, para luego desviar el carro.
Muchos de los participantes de la carrera les avisaron que estaban tomando la ruta que no era, sin embargo, Emiliano solo les sacó el dedo del medio.
—¿Cuándo vendrá ese lobo?
—¿Un perro?
—Así que no sabes nada, ¿No?
—¿Qué debería saber? ¿Qué un loco del cual estaba enamorada me raptó? ¡Además es un drogadicto!
—¿De qué hablas?
Ella le señala sus ojos.
—Tus ojos son rojos, ¡Dah! ¡Por Dios, me gustaba un drogo!
Emiliano frenó el coche de golpe, abrió la puerta del lado del copiloto tan rápido, que en un abrir y cerrar de ojos ya tenía a Eva en el suelo.
—Mierda… ¿Me diste algún tipo de drogas? —sus dedos tallaron sus ojos, —joder, joder, joder… ¿Qué fue eso?
Ambos estaban en una colina, alejados a kilómetros de la multitud.
—Eva… —El rubio corrió rápidamente hacia ella, y tomó con fuerza su mentón, —Naciste con la marca de la Luna, ¿No? —los dedos fríos del sujeto tiraron de la polera de la asustadiza mujer, dejando de manera visible el lunar en su barriga. —Eres… La elegida.
La pelinegra ni siquiera podía hablar, miraba aquel lunar en forma de garra que estuvo con ella desde su día de nacimiento. Siempre tuvo curiosidad por la forma, pero sus padres jamás quisieron hablar al respecto sobre eso.
—¿Sabes lo que es?
Indagó con curiosidad.
—Claro que sí… —Emiliano, sacó un pequeño frasco de su cazadora de cuero, —si me das un poco de tu sangre, te contaré todo.
—¿Sangre?
—Soy un vampiro, Eva… Un vampiro que siente atracción por ti… Por la luna del alfa. —De un instante a otro se sintió la brisa recorrer el cuerpo de la humana con fuerza, y un gritó lleno el lugar. Emiliano se distanció saboreando la sangre de la mujer delante de él, mientras que ella temblaba del miedo al ver su cuerpo sangrando. —No te asuste, solo te hice un corte.
Su corazón quería salirse de su pecho, sus piernas se sentían tan débiles que terminó cayendo de cara en el suelo cuando intentó alejarse de aquel ser misterioso. No podía creer que este fuera el chico que le gustaba desde hace seis meses. No podía creer que fuera tan tonta para no haber visto las señales; aunque la lógica le nublaba el juicio, “¿Vampiros” “¿inmortales?” tendría que estar completamente trastornada para pensar que algo así podría suceder en un mundo lleno de vanos humanos.
—Es deliciosa…
—Maldito hijo de puta…
Eva se arrastró como pudo, pero, los pies de Emiliano le aplastaron los suyos. —Amo ver como imploran para que no los mate.
—¿Por qué yo?
La chica abrió exageradamente los ojos al ver a Alec llegar de la nada; el ser inmortal estaba lleno de sangre, puesto que un autobús lleno de universitarios se le había atravesado por el camino antes de llegar a la colina.
—Mira a quien tenemos aquí… Eva Smith.
—¿Qué quieren de mí?
—¿De ti? ¡Nada! —se rio tan fuerte que a la humana le provocaron arcadas, —Queremos a tu alfa.
—No sé de qué hablas… —Y de verdad que no lo sabía.
—Pronto llegará… Sabe que si te matamos jamás podrá imprimirse de nuevo.
—¿Alguien me contará la verdad?
Eva, empezó a buscar dentro de su cazadora ese anillo con un crucifijo que se había quitado porque le molestaba demasiado. Sí estas personas eran vampiros reales algo como eso debía ayudarle.
—Naciste con la marca de la luna… Ese sello que está en tu barriga es la señal que eres la elegida. Serás la esposa del Alfa.
—¿Alfa?
—Lobos.
La pelinegra arrugó el entrecejo.
—Los lobos y los humanos no pueden ser pareja.
—Estos licántropos sí… Por siglos los humanos han estado rodeados de seres mitológicos, aunque siempre hemos tratado de vivir sin que nos noten… Los lobos ser rigen por una jerarquía: Los alfas son el lider supremo de la manda, y tú serás la mujer que traiga al mundo a sus hijos.
Sus ojos se abrieron cuando por fin encontró la pequeña pieza, la cual sacó de su cazadora tan rápido, y colocó contra el rostro de Emiliano. Su ceño se frunció aterrada, su pecho subía y bajaba con demasiada fuerza, aunque los segundos pasaron y no pasó nada.
—¿De verdad crees todas las estupideces que ves en las películas?
Emiliano agarró el anillo, y lo tiró.
—Ya me cansé de esto.
Alec tomó del cuello a la humana, arrastró sus piernas débiles por toda la colina, y colocó su cuerpo en el acantilado. —Sí no hay luna, no hay manada… —abrió su mano para dejarla caer, sin embargo, un perro negro enorme se tiró encima de ella para salvarla.
Los gritos de la mujer salían desde lo más profundo de su garganta, sus manos la ayudaban a arrastrarse dolorosamente por el suelo, mientras veía como dos lobos blancos y uno negro, trataban de alcanzar a los vampiros.
Alec maldijo por lo bajo, tratando de escapar.
Sus piernas se movieron rápidamente, quizás comprendiendo que jamás fue buena idea meterse con la futura esposa del Alfa de la manada, sus ojos rojos miraron por última vez a Eva, mientras que unos feroces colmillos partían su cuerpo a la mitad.
—No le hicimos nada…
Masculló, temblado Emiliano.
El enorme perro negro vio la sangre que corría del brazo de Eva, el ruñido que brotó de su garganta atemorizó al ser inmortal, tanto, que el par de lobos blancos lo tenían listo para el ataque.
—“¿Te atreviste a tocarla?”
Sebastián expresó en medio de aullidos.
—Quería verte sufrir.
—“Si antes no pudiste con mi manada, ¿Qué te hizo creer que ahora sí?”
Eva no dejaba de verlos.
—¡Eres un hijo de perra!
—“Mátenlos a todos, y quemen sus cuerpos con la luz del sol para que no regresen… Quiero que esto le sirva de advertencia a los Strigoi: Nadie toca a la mujer del Alfa”
Lo siguiente que se escuchó fueron un par de gritos que se ahogaron por los aullidos de los lobos. El cuerpo de Eva estaba tirado en la mitad de la colina. Se hallaba inconsciente, y muy malherida.
—¿Qué hacemos con ella?
Preguntó Orlok al volver a su forma humana.
El sol ya había salido, así que el trabajo estaba hecho.
—Los Strigoi nos buscarán por matar al hijo de mayor de la familia.
Escupió, cargando a Eva con sus enormes brazos.
—¿La dejarás en casa de sus padres?
—Ellos no están.
—¿Entonces?
—La llevaré a la mía.
Los guardias de la manada metieron a Eva dentro del coche del alfa, el cual manejó rápidamente para no asustarla si despertaba a mitad del camino. El lobo observaba a la mujer por medio del retrovisor hasta que por fin llegaron a casa.
Algunos vecinos se asomaron por las ventanas al ver al lujoso coche llegar, pero una vez observaban el aura imponente y oscura de Sebastián corrieron dentro de sus casas despavoridos.
Sus pies caminaron hasta la segunda planta de la casa, mientras llevaba el diminuto cuerpo de su vecina en sus brazos. La dejó caer con suavidad sobre la cama, entretanto sus dedos peinaron un poco su cabello alborotado.
Sus ojos se clavaron en el lunar en forma de garra en su estómago, y luego vio su antebrazo en donde tenía el suyo igual.
—Estamos conectados, Eva Smith… Eres mía.
6“La habitación de Sebastián Drake”Las pestañas de Eva se sacudieron suavemente cuando el sonido de una licuadora llenó sorpresivamente sus oídos. Su dedo índice frotó suavemente su parpado derecho, mientras que su cabeza seguía arrecostada contra una almohada que olía a masculinidad. Su frágil cadera se movió hacia un costado, quizás sin ni siquiera percatarse del lugar en donde se encontraba.Su cabello alborotado, se hallaba pegado a su cara, entretanto unos raspones en las palmas de sus manos la hicieron entrar en la realidad. De un solo golpe se sentó en el borde de la enorme cama en donde había paso plácidamente el resto de la noche. Lo siguiente que se escuchó fue un grito que provino de lo más profundo de su garganta.—¡Mierda!Entonó Sebastián al posicionarse en la entrada de la recámara, sin antes golpearse con cada cosa que se le atravesaba en su camino.—¡Ahhhhh! ¡Ah! —La chiquilla continuó gritando, ahora señalando el pecho desnudo de su vecino, —¡Pervertido! ¡Promiscuo
PrólogoLos hombros temerosos de Eva se sacuden sin cesar una vez la puerta de cedro de la casa de su vecino rechistó tanto que ni siquiera los relámpagos de aquella noche lluviosa pudieron ocultar.Sus manos temblaron por un instante, sus rodillas se sentían tan débiles que podía notar que en cualquier momento se podía desmayar. Su panza rugió por un instante quizás intentando ignorar el hecho que estaba irrumpiendo la morada de un hombre: Que no conocía, y que le había caído mal desde el primer momento que conoció.—¿Hola? —Eva se maldijo así misma al escuchar su voz quebrarse, odiaba el hecho de sentir miedo por una tontería, y menos por un tipejo que la mojó con su manguera de jardinería el día anterior cuando apenas iba a salir a trabajar. —¿Hola? Mierda.Gimió, al ver como un plato con pizza se hallaba delante de ella totalmente roto. Sus pies dieron un paso hacia atrás, mientras que rápidamente buscó su móvil en el bolsillo trasero de sus pantalones, buscando la forma de llamar
1“Ojos noche”—¡Ya voy, Ed!Eva gritó, al escuchar al regordete de su jefe pedirle que lleve más cervezas a la mesa número cinco. Sus pies se detuvieron delante de dos hombres latinoamericanos que le observaban las piernas con tanto deseo que le provocaron casi de inmediato arcadas.—¿Cuánto por la mamada?Entonó uno, mientras que el otro se reía.—¿Cuánto cobra la puta de tu madre?Encaró, mirando la pequeña libreta en donde anotaba los pedidos en donde anotaba los pedidos de los clientes del bar de mala muerte en donde trabajaba desde que cumplió la mayoría de edad.—Eres una zorra…Uno de ellos se levantó, para pegarle.—Sabes que en este lugar hay cámaras, ¿Verdad, Thomas?—¿Qué?Ella estaba mintiendo.—Le diré a tu esposa en que te gastas el dinero.—No serías capaz…Eva sonrió convencida.—¿Quieres probar que tan loca me vuelvo con los viejos verdes como tú?El mexicano negó, para que se fueran, lo último que quería era tener una pelea en un lugar en donde estaban ilegales. —No
2“La chica ruidosa”—¿Eva?La voz su madre la hizo separarse un poco del nuevo vecino, Sebastián se giró sobre sus pies al reconocer aquella cara familiar.—¿Señora Smith?—¡Oh, por Dios, Sebastián!La mandíbula de la chiquilla casi se cae al darse cuenta que ambos se conocían, la mujer que la trajo a la vida corrió hacia el robusto hombre, para luego fundirlo en un abrazo un poco incómodo. El pelinegro encorvó los hombros, para acto seguido dar un paso hacia atrás.—Tu abuelo me preguntó si ya habías llegado, y temía que te hubieses perdido… —De repente ambos quedaron viendo a la pequeña silueta delante de ellos. —Al parecer ya conociste a mi hija Evie…—Mamá… —Su voz sonaba de reprimenda, odiaba que su madre la llamara así delante de extraños. —¿De dónde se conocen? —Indagó con curiosidad —, jamás me hablaste de este anciano…—¡Eva! Trátalo con respeto… Este hombre que ves aquí es el heredero del clan Drake… —Becca tapó su boca rápidamente con sus manos. —Entra a la casa.—Pero, ma
3“Secretos” La piel de Sebastián se sentía demasiado caliente.Más caliente que cualquier persona normal, y Eva lo había notado.Sus pies se sacudían con tanta rapidez, que un par de veces casi le pega en el rostro de su vecino. Sus manos trataban de alejarlo de ella, pero la fuerza descomunal de aquel hombre no le permitía ni siquiera dar un movimiento.—¡Mira lo que has hecho, idiota!Ella gritó, cuando por fin sus pies sintieron el suelo del baño, por otro lado, los ojos oscuros del señor Drake ahora se hallaban más oscurecidos que el día en que se conocieron. Su piel brillante, se encontraba envuelta en una capa ligera de sudor. Su corazón latía con fuerza, como si miles de caballos galoparan a gran velocidad por algo que deseaba. Algo que ella tenía.—¿Te gusta ese tipejo?Eva, abrió los ojos, lo último que esperaba era que un vil extraño le preguntara sobre sus sentimientos, sentimientos que solo le pertenecían a ella. —Eso no es de su incumbencia, señor…—¿Señor? ¿Por qué me
4“Noche de sangre”Unas horas antes:El sonido de una rama partiéndose a la mitad colocó a Sebastián en alerta. Desde hace más de medio kilómetro había sentido la presencia de un inmortal, pero, jamás se imaginó que pudiera cruzar los límites de Sunny Village.—Vaya, vaya…Su cuerpo retrocedió al escuchar la voz de alguien que no reconocía.—¿Qué hace aquí un Drake?El ceño del pelinegro se frunció al darse cuenta de lo que estaba sucediendo, un par de hombres, vestidos de traje tipo inglés en color negro. Uno de ellos tenía el cabello lacio hasta la cintura. Las hebras se sacudían hermosamente por el movimiento del aire en aquel misterioso bosque, mientras que él otro con un cabello corto rubio y labios tan rojos como la sangre, lo miraban como una jodida presa más.—Creí que no podían pisar estas tierras…—Eso era antes.Atacó uno, Sebastián se mantenía en alerta.—Yo quiero saber algo… —Draco, se movió tan rápido, que una de sus uñas hizo un ligero corte en uno de sus brazos. La s