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“Secretos”
La piel de Sebastián se sentía demasiado caliente.
Más caliente que cualquier persona normal, y Eva lo había notado.
Sus pies se sacudían con tanta rapidez, que un par de veces casi le pega en el rostro de su vecino. Sus manos trataban de alejarlo de ella, pero la fuerza descomunal de aquel hombre no le permitía ni siquiera dar un movimiento.
—¡Mira lo que has hecho, idiota!
Ella gritó, cuando por fin sus pies sintieron el suelo del baño, por otro lado, los ojos oscuros del señor Drake ahora se hallaban más oscurecidos que el día en que se conocieron. Su piel brillante, se encontraba envuelta en una capa ligera de sudor. Su corazón latía con fuerza, como si miles de caballos galoparan a gran velocidad por algo que deseaba. Algo que ella tenía.
—¿Te gusta ese tipejo?
Eva, abrió los ojos, lo último que esperaba era que un vil extraño le preguntara sobre sus sentimientos, sentimientos que solo le pertenecían a ella. —Eso no es de su incumbencia, señor…
—¿Señor? ¿Por qué me estás hablando tan formal?
Un quejido se escapó de los carnosos y rosados labios de la chiquilla, una vez las manos varoniles del misterioso hombre estaban sobre ella; Sebastián con algo de cuidado tomó un pedazo de toalla, y la mojó con agua por algunos segundos, para enseguida pasarla por la minifalda de la mujer delante de él.
Sus miradas se conectaron por un microsegundo, ella volvió a sentir esa aura espesa que lo envolvía. Era como si algo dentro de él le imposibilitara moverse, y pensar por voluntad propia.
Sebastián sonrió como si su cometido hubiese resultado tan bien como para hacerlo sentir orgulloso de sí mismo.
—Ya no estás tan altanera como antes…
La pelinegra trató de decir algo, sin embargo, aquel olor fuerte a flores, mezclado con masculinidad la asfixiaba tanto que sentía que podía desmayarse en cualquier momento.
—¿Sientes ese olor?
Drake bajó su falda.
—¿Cuál?
Ella se acercó.
—Ese… —Giró su cara buscando de nuevo el aroma—, m****a, creo que ya no está. De todos modos, ¿Por qué me cargaste?
—¿A caso querías que tu príncipe azul te viera vuelta m****a?
Eva se enojó tanto, que su cara estaba demasiado roja como para hablar; sus dientes apretaron su labio inferior, quizás pensando la manera de salir de aquí, sin que Emiliano piense cosas malas sobre ella.
—Bien, él me gusta.
—¿De verdad?
Lo dijo en un tono burlón.
—Que te den, Sebastián Drake…
—Espera…
Su enorme mano la agarró rápidamente de su antebrazo para impedirle que se vaya.
—¿Él lo sabe?
—¿Qué cosa?
—Olvídalo, que te lo digan tus papás…
—¡Mierda, Sebastián!
—Espera…
—¡¿Ahora qué?!
Su mano se deslizó por los labios carnosos de la chiquilla.
—Que deliciosos se escucha mi nombre en tus labios.
De repente, la puerta del baño de empleados fue abierto bruscamente.
—¡Carajo!
Nena, gritó al ver las manos de Sebastián encima de su mejor amiga, la morena cerró casi aterrada la puerta de hierro, porque era la primera vez que veía a Eva involucrada en algo como eso.
La pelinegra, empujó a su vecino, el cual lo único que hizo fue reírse por lo que había provocado.
—Amiga, espera…
Dijo, tomando el hombro de la chica.
—¿Qué fue eso? ¿Te acostaste con él? ¿Ya no eres virgen?
—No, no, claro que no.
—Emilio no deja de mírate…
—¿Qué?
—No voltees… M****a.
Nena, agarró a su mejor amiga de los hombros para obligarla a mirarla.
—¿Estás segura que el nuevo vecino y tú no están liados?
—¡Por Dios, es un anciano!
—¡Carajo!
—Por Dios, nena, ¿Qué…? —las palabras se cortaron de su boca al ver como Sebastián se sentaba en la mesa con Emilio. Los ojos filosos del nuevo vecino, miraron con arrogancia a Eva, mientras que el chico rubio le sonreía. —¿Qué m****a cree que hace?
Ella, trató de dar un paso, pero su mejor amiga la detuvo.
—¿Qué vas a hacer?
—¿Detenerlo?
—¿De qué, Eva? ¿Te recuerdo que Emilio y tú no son nada?
Aquellas palabras sonaron como un taladro dentro de su cabeza.
—Creo que deberías irte a casa.
Sin dudarlo, tomó sus cosas, y pasó por encima de ambos chicos sin ni siquiera detenerse.
—¿Ya te vas?
Musita, Sebastián, con una pequeña sonrisa en su boca.
—¿Se conocen?
La voz de Emilio la hizo temblar.
—Somos vecinos.
—¡¿Enserio?!
Eva se giró sobre sus pies.
—Hey, ella podría venir también, ¿No?
—¿A dónde?
Preguntó curiosa.
—A una carrera… De coches en el muelle de Sunny Village.
Sus ojos se abrieron porque jamás se imaginó que Emilio fuera esa clase de hombres; sabía que la mayoría de chicos del pueblo iban a esa clase de eventos para consumir sustancias, tener sexo, y beber demasiado alcohol.
—Jamás he ido a una…
—Te prometo que te vas a divertir.
Sebastián, carraspeó la garganta al escuchar al chico al lado de él.
—Bien, ya te puedes ir… Estorbas.
Eva, apretó la mandíbula.
—Espera, creo que les daré algo de beber, gratis… La casa invita.
Sus pasos se volvieron apurados; en un abrir y cerrar de ojos entro a la barra, sacó dos vasos de cristales cerveceros, agregó cerveza bien fría al vaso que le daría a Emiliano, pero, al que le correspondía a su vecino, lo mezcló con polvo de ajo, y pimienta.
—Espero que les guste… —Dejando las cervezas en la mesa salió como alma que lleva el diablo, y al escuchar el grito de Sebastián supo que su venganza se había cumplido.
(***)
Eva se ajustó un poco el short de mezclilla que se había puesto, dispuesta a ir a esa cita no cita que tenía esta noche con Emiliano. Se retocó por un momento el ligero maquillaje que se había hecho porque lo último que quería era parecerse un payaso delante del chico que le gustaba.
Agarró un par de billetes de su nochero, y los metió en su cazadora antes de cerrar la puerta de su casa con llaves. Ninguno de sus padres estaba esta noche, así que podría salir sin tener que pedirle permiso a nadie.
—Hasta que por fin saliste.
—Mierda…
Soltó, apenas vio la silueta enorme de Sebastián.
—Creo que acabo de descubrir que es tu palabra favorita.
Él la rodeó, para detallar cada parte de su cuerpo.
—¿Qué haces aquí?
—Te voy a llevar al muelle.
—No quiero.
—No es pregunta… Ese sitio no es lugar para una señorita como tú… Hay cosas que jamás vas a querer haber visto.
Sus pies se detuvieron.
—Por Dios, Sebastián, no soy una niña, el sexo no me da miedo.
—No hablo de sexo.
—¿Entonces?
—Hay hombres peligrosos…
—¿Más que tú?
—Qué mal chiste, anda, súbete.
La chiquilla giró su cabeza cuando aquel olor a flores volvió a invadirla.
—Bien, pero, no quiero que nos vean llegar juntos.
Luego de casi veinte minutos, ambos llegaron al muelle de Sunny Village.
Eran casi la medianoche, y la luz de la luna llena brillaba más de que costumbre. —Viniste… —La voz de Emiliano la hizo sentir mariposas en el estómago. —Te ves tan linda.
Un beso en su mejilla la hizo temblar.
—¿Con quién viniste?
Preguntó.
—Conmigo…
Sebastián atacó rápidamente.
—Veo… ¿No la puedes dejar sola?
—¿Con ustedes?
Drake observó a seis hombres detrás de Emiliano.
—Es luna llena, hermano.
—Puedes usar a todas las humanas que quieras, menos a Eva.
Murmuró, el pelinegro, acercándose al pálido hombre.
—Es una pena, quería probar su sangre.
Emiliano es un jodido vampiro.
4“Noche de sangre”Unas horas antes:El sonido de una rama partiéndose a la mitad colocó a Sebastián en alerta. Desde hace más de medio kilómetro había sentido la presencia de un inmortal, pero, jamás se imaginó que pudiera cruzar los límites de Sunny Village.—Vaya, vaya…Su cuerpo retrocedió al escuchar la voz de alguien que no reconocía.—¿Qué hace aquí un Drake?El ceño del pelinegro se frunció al darse cuenta de lo que estaba sucediendo, un par de hombres, vestidos de traje tipo inglés en color negro. Uno de ellos tenía el cabello lacio hasta la cintura. Las hebras se sacudían hermosamente por el movimiento del aire en aquel misterioso bosque, mientras que él otro con un cabello corto rubio y labios tan rojos como la sangre, lo miraban como una jodida presa más.—Creí que no podían pisar estas tierras…—Eso era antes.Atacó uno, Sebastián se mantenía en alerta.—Yo quiero saber algo… —Draco, se movió tan rápido, que una de sus uñas hizo un ligero corte en uno de sus brazos. La s
5“Noche de Luna llena”Un escalofrío severo recorrió la espina dorsal de Eva, antes de entrar en transe. Sus manos tiraron fuertemente de las hebras oscuras de su cabello, entretanto, el vampiro manejaba a alta velocidad.—¿Qué eres?Preguntó, con su voz quebrada.La chiquilla la observaba por momentos fugaces, sentía que estaba en medio de una pesadilla. Una jodida pesadilla que terminaría con su vida. Emiliano se burló por un instante al sentir la presencia de Sebastián detrás de ellos. El Alfa del clan Drake estaba junto a Orlok, buscando la manera de recuperar a Eva sin revelar mucho sobre su naturaleza.Odiaba la idea de que el mundo se enterara de la verdad.De que se enterara de su secreto.De repente, la luz de la luna empezó a brillar tan fuerte que toda la oscuridad del muelle de Sunny Village se disipó. Orlok miró a Sebastián, y negó. Este era el lugar menos indicado para su transformación, así que ambos corrieron hacia la profundidad del bosque, y cuando todo estuvo en ca
6“La habitación de Sebastián Drake”Las pestañas de Eva se sacudieron suavemente cuando el sonido de una licuadora llenó sorpresivamente sus oídos. Su dedo índice frotó suavemente su parpado derecho, mientras que su cabeza seguía arrecostada contra una almohada que olía a masculinidad. Su frágil cadera se movió hacia un costado, quizás sin ni siquiera percatarse del lugar en donde se encontraba.Su cabello alborotado, se hallaba pegado a su cara, entretanto unos raspones en las palmas de sus manos la hicieron entrar en la realidad. De un solo golpe se sentó en el borde de la enorme cama en donde había paso plácidamente el resto de la noche. Lo siguiente que se escuchó fue un grito que provino de lo más profundo de su garganta.—¡Mierda!Entonó Sebastián al posicionarse en la entrada de la recámara, sin antes golpearse con cada cosa que se le atravesaba en su camino.—¡Ahhhhh! ¡Ah! —La chiquilla continuó gritando, ahora señalando el pecho desnudo de su vecino, —¡Pervertido! ¡Promiscuo
PrólogoLos hombros temerosos de Eva se sacuden sin cesar una vez la puerta de cedro de la casa de su vecino rechistó tanto que ni siquiera los relámpagos de aquella noche lluviosa pudieron ocultar.Sus manos temblaron por un instante, sus rodillas se sentían tan débiles que podía notar que en cualquier momento se podía desmayar. Su panza rugió por un instante quizás intentando ignorar el hecho que estaba irrumpiendo la morada de un hombre: Que no conocía, y que le había caído mal desde el primer momento que conoció.—¿Hola? —Eva se maldijo así misma al escuchar su voz quebrarse, odiaba el hecho de sentir miedo por una tontería, y menos por un tipejo que la mojó con su manguera de jardinería el día anterior cuando apenas iba a salir a trabajar. —¿Hola? Mierda.Gimió, al ver como un plato con pizza se hallaba delante de ella totalmente roto. Sus pies dieron un paso hacia atrás, mientras que rápidamente buscó su móvil en el bolsillo trasero de sus pantalones, buscando la forma de llamar
1“Ojos noche”—¡Ya voy, Ed!Eva gritó, al escuchar al regordete de su jefe pedirle que lleve más cervezas a la mesa número cinco. Sus pies se detuvieron delante de dos hombres latinoamericanos que le observaban las piernas con tanto deseo que le provocaron casi de inmediato arcadas.—¿Cuánto por la mamada?Entonó uno, mientras que el otro se reía.—¿Cuánto cobra la puta de tu madre?Encaró, mirando la pequeña libreta en donde anotaba los pedidos en donde anotaba los pedidos de los clientes del bar de mala muerte en donde trabajaba desde que cumplió la mayoría de edad.—Eres una zorra…Uno de ellos se levantó, para pegarle.—Sabes que en este lugar hay cámaras, ¿Verdad, Thomas?—¿Qué?Ella estaba mintiendo.—Le diré a tu esposa en que te gastas el dinero.—No serías capaz…Eva sonrió convencida.—¿Quieres probar que tan loca me vuelvo con los viejos verdes como tú?El mexicano negó, para que se fueran, lo último que quería era tener una pelea en un lugar en donde estaban ilegales. —No
2“La chica ruidosa”—¿Eva?La voz su madre la hizo separarse un poco del nuevo vecino, Sebastián se giró sobre sus pies al reconocer aquella cara familiar.—¿Señora Smith?—¡Oh, por Dios, Sebastián!La mandíbula de la chiquilla casi se cae al darse cuenta que ambos se conocían, la mujer que la trajo a la vida corrió hacia el robusto hombre, para luego fundirlo en un abrazo un poco incómodo. El pelinegro encorvó los hombros, para acto seguido dar un paso hacia atrás.—Tu abuelo me preguntó si ya habías llegado, y temía que te hubieses perdido… —De repente ambos quedaron viendo a la pequeña silueta delante de ellos. —Al parecer ya conociste a mi hija Evie…—Mamá… —Su voz sonaba de reprimenda, odiaba que su madre la llamara así delante de extraños. —¿De dónde se conocen? —Indagó con curiosidad —, jamás me hablaste de este anciano…—¡Eva! Trátalo con respeto… Este hombre que ves aquí es el heredero del clan Drake… —Becca tapó su boca rápidamente con sus manos. —Entra a la casa.—Pero, ma