Capítulo 2- Leah

Hedere el talento de mi madre para actuar como una dama, una mente fría y una gran sonrisa cálida cuando no sientes nada.

"Señora, ha llegado una carta para usted".

"Gracias", dije mientras cogía el sobre sin remitente de manos de ¿Ariana o Luisa? El nuevo juguete que mi marido había traído a casa. "¿Sucede algo?"

La chica que tenía delante se retorció las manos nerviosa. "¿No ha vuelto el señor de su viaje de negocios?".

¿Está preocupado por mi marido? Qué dulce. "¿Te llamas Ariana o Luisa?"

"Soy Ariana, señora", se apresuró a contestar.

"¿Tienes dieciocho años?"

"Sí, empecé a trabajar aquí después de cumplir los dieciocho".

"Sigues siendo una niña. Por eso voy a hacer como si tu pregunta no hubiera existido". Le advierto suavemente.

"¿He... he hecho algo malo?".

"El itinerario de mi marido, ¿por qué iba a compartirlo contigo?". A la nueva criada se le calientan las mejillas y le tiemblan los labios. "No tienes que responder, vuelve a tu trabajo".

"Sí, señora". Se supone que la ropa gris y el porte sin pretensiones lo hacen todo más fácil, pero ellas se esfuerzan por maquillarse y transformar su uniforme de trabajó en un disfraz que no deja nada a la imaginación.

"Ariana, si tu uniforme no vuelve a su estado original por la tarde, puedes entregar tu carta de dimisión al ama de llaves, sé lo que pretendes y es un sueño inútil. Un mes era mi tolerancia máxima para ti". Los sollozos de Ariana desaparecen al cerrarse la puerta.

Estoy de pie junto a la ventana, mirando el extenso jardín, el cielo está despejado, ¿será un día cálido? son las 7:14. A las 8:30, mi madre dijo que me esperaría en la cafetería Honey.

Torcí el sobre en mi mano, lo rasgué descuidadamente y las fotos cayeron al suelo. Mi marido desnudo junto a su nueva secretaria, Janeth, creó que así era su nombre. Me gusta el color de su pelo, obviamente fue una noche divertida.

No necesito remover el asunto, ¿por qué debería hacerlo? Ya sabía que mi marido me era infiel, no me molestaba.

"Nunca elegirá a la amante si su mujer es una dama que lo hace todo bien", fue el consejo de mi madre después de que llorara amargamente y le pidiera ayuda para divorciarme de Johan.

Me dijo que no podía perder la compostura por un hecho tan insignificante. No me había educado para comportarme así.

Anhelo, impotencia, desesperación, codicia, tristeza, miedo, odio, culpa, ira, deseo y locura.  No estaba segura de cómo debía sentirme, ni sabía cómo salir de aquel lugar. Mucho menos entendía cuando empezó todo.

Mi sueño era simple, sencillo, una meta que creía que me traería la felicidad infinita. Nunca deseé otra cosa, jamás se me ocurrió imaginar otro final para mi vida.

Las palabras de mi madre resonaban en mi cabeza, un eco que me recordaba que seguía actuando de forma inmadura. Después de tragarme una botella de licor, conseguí estabilizar mis pensamientos y saludar a mi marido al día siguiente con una sonrisa en la cara. Aunque tenía el corazón helado.

Nunca he discutido con mi marido, él se comporta como un caballero y yo como una dama. Es muy tranquilo y cariñoso cuando no está de viaje, suele hacerme muchas preguntas cuando vuelve y se asegura de que no me pierda nada, desde fuera, nuestra relación es la mejor. Para nuestras familias y los demás, nuestro matrimonio era tan bonito como el que se ve en las películas o se encuentra en un libro "romántico", meloso y soñado. Ellos no saben que deseó que esto se termine. Mi corazón y mi cuerpo cada vez se vuelven más insensibles a él.

El sexo no tiene ningún significado para mí, así que no me importaba, no tenía que disfrutarlo para complacerle. Se convirtió en mi estilo de vida. No olvidar tomar mi anticonceptivo cada vez que recibo su mensaje de que viene a casa, lo que significa que vamos a tener sexo, no estamos listos para un bebé, nunca lo estare si de trata de él, a pesar de los deseos de nuestras madres.

"El coche está fuera para usted, señora."

"Gracias, Nana."

"Señora, sabe que no puede llamarme así."

"Sé que guardarías mi secreto, siempre lo has hecho".

Odette sacude la cabeza divertida. "Será mejor que te des prisa o llegarás tarde".

Odette pronto cumplirá 58 años y, a diferencia de mi madre, ella espera que pueda ser feliz, pero no será así. No mientras continúe casada.

Desde que tengo uso de razón, ha estado conmigo, incluso ahora. Aunque el mundo me odie, estoy segura de que mi nana no me abandonará, a diferencia de mi madre, que sólo sabe complacer a su yerno y desprecia a su única hija biológica. Sé lo mucho que deseaba ser un hombre, un hederedo, pero eso no será posible, nací prematuramente y la salud de mi madre nunca fue la mejor, por lo que era demasiado arriesgado llevar a cabo un segundo embarazo. Los médicos tenían claro que su vida y la del niño no estarían a salvo, mi madre cayó en una profunda depresión, su resentimiento se dirigía hacia mí, cuando era niña mi madre acercarse a mí. No soportaba ni siquiera darme un beso. Mi infancia no fue cálida, mi padre sólo podía verme triste y pedirme que la comprendiera, que sentía no poder compartir tiempo conmigo, pero que tenía que ocuparse de su mujer y de la empresa, no lo comprendía del todo, yo era una niña que sólo sabía que tenía que alejarse de sus padres.

Mi Nana era la que me mimaba, me abrazaba por la noche y secaba mis lágrimas cada cumpleaños cuando mis padres no estaban. Me cogía de la mano cuando creía que me consumiría la oscuridad y la desesperación.

Mi madre consiguió superar su estado cuando llegué a la adolescencia y con la llegada del niño que mi padre decidió adoptar, mi madre fue capaz de sonreír nuevamente, como instruirme en el camino de ser una verdadera dama. Hábitos, gestos como temperamento. Mi nana me ayudo a caminar cuando creí que no podía estar a la altura de las expectativas de mi madre. Vi a ese niño recibir lo que siempre había anhelado. Superé mis obstáculos porque hubo alguien que creyó en mí, y esa fue Odette.

"Lo sé, dejo todo en tus manos."

"Entiendo, mi señora".

Capítulos gratis disponibles en la App >

Capítulos relacionados

Último capítulo