Capítulo 5- Leah

"Nueva asistente, Ethan."

"No tengo tiempo para jugar Sr. Ronald. Tome asiento". Ordenó Ethan, mi jefe a uno de los principales accionistas de R&Q, una pequeña empresa que ha crecido a pasos agigantados, consolidándose hasta el punto de poder asociarse con el conglomerado Macalister. Ese hombre no parece tener más de 30 años. Sus pupilas irradian un calor abrasador mientras mira fijamente mis piernas. Esto es incómodo.

"Creía que no querías a una mujer como ayudante. Tu nueva secretaria también es bastante guapa, no está mal". Comenta despreocupado, sonriendo como si estuvieran hablando del tiempo.

No me ruborice, me obligue a sonreír suavemente y a fingir que no he oído nada. Tengo en claro que no soy un pedazo de carne que necesita su aprobación.

"Sr. Ronald, mi tiempo vale su peso en oro. He perdido exactamente 2 preciosos minutos escuchando sus tonterías. Srta. Conolly, reprograme la cita del Sr. Ronald para dentro de 6 meses. Debería tener un hueco en mi agenda".

"M*****a sea, Ethan, soy tu mejor amigo..."

"Sr. Ronalds, no mezclo mi vida personal con mi vida laboral. No puedo perder el tiempo". Su voz era alta y áspera. El chasquido de los tacones resonó. "Ana, el Sr. Ronalds se retira. Acompáñale al ascensor".

"¿De verdad...?"

"Por supuesto. Señor, por favor, acompáñeme".

Obviamente tenía mucho que decirle, pero Ethan tenía un nuevo contrato en la mano mientras escaneaba la pantalla del ordenador. La puerta se cerró de golpe. El hombre estaba furioso. Si hubiera abierto la boca, habría escupido fuego. Me quedé allí de pie unos minutos, esperando a que me mirara. Era como si se hubiera olvidado de mí. Todavía me dolían los pies de correr.

La alarma no sonó esta mañana, mis tacones se rompieron por el camino, fue casi imposible encontrar una tienda abierta. Apenas podía recuperar el aliento cuando llegué a la oficina. Lo bueno en medio del desastre fue que Dios no me había abandonado y llegué a tiempo a la reunión, aunque mis pulmones estaban a punto de explotar. Gran primer día.

"Llegaste tarde", la acusación de Ethan fue directa. El tono de fastidio era claro en su voz.

"No era mi intención".

"Crees que puedes borrar todos tus errores con esa palabra, asistente cualificada".

"Lo siento. La conversación de ayer..."

"No es necesario que la continuemos. Fue mi madre que te trasladó a la oficina interna del Ceo. Quería mejorar nuestra relación, cuñada."

"Entonces."

"Empieza a trabajar en los contratos que necesitan aprobación. Desecha los proyectos que se filtraron porque el director financiero basura no puede mantener las manos alejadas de las partes íntimas de las hijas de los nuevos socios". Ignoró el tono jocoso y burlón de sus órdenes. El director financiero basura, es mi marido. "Señorita, ahora trabaja para el director general. Es importante que preste atención a todas las necesidades de su departamento, y debe separar su vida personal de su vida laboral. Espero que las acciones de su marido no le influyan y que sea profesional. Debes estar siempre disponible para mí. No lo olvides".

¿Cree que seguimos en época de esclavitud? Siempre disponible.

Las lágrimas empezaron a acuar mis ojos, no me permiti derramar ninguna, no frente a él, sentía que había perdido mi dignidad con unas pocas palabras. Las acciones de Johan no eran un secreto para alguien como él. Era una regla no escrita no hablar de él, ¿por qué ahora?

Sentí la necesidad de gritarle que ambos hermanos empezaban a parecerse, un par de bastardos.

Sonrío irónicamente. "Entendido, señor Macalister". Me obligó a mantenerme firme. Aguanta, Leah.

Levanto una mano. Me detengo en seco. "¿Cree que he terminado de hablar?"

"No lo sé, señor. Le pido disculpas".

"Si no lo sabes, no actúes. Regla número uno". Quiero darle un puñetazo. Siempre supe que era irritante, pero esto es demasiado. "Ahora, sí, puedes irte". La despreocupación en su tono me hace sentir ridícula. "Señorita Conolly, ¿ha comprobado la agenda?", su cara reflejaba ironía. Fruncí los labios nerviosamente. Había olvidado algo demasiado básico. "Reunión a las 11 de la mañana, inversores estadounidenses. Hotel Herald". Miré mi reloj. 10:55. Imposible ser puntual.

"Pero el Sr. Ronald..."

"Su cita era a las 14:00".

¿Entonces por qué no me lo dijo? "No tenía ni idea". Volvió a mirar su ordenador y volvió a ignorarme por completo, era insoportable. "¿Dónde está la agenda?"

"Srta. Conolly, ¿qué está haciendo aquí?" Ser su asistente, pero desde que llegué sólo le había oído quejarse. No puedo negar que tiene razón en un 70% de sus quejas, pero no puede fingir ser un jefe misericordioso el primer maldito día de adaptación.

Hoy llegué tarde y no me acordé de revisar su horario el primer día, mi error fue de bajo nivel. Sentí que algo se agitaba dentro de mí. En todo este tiempo no había hecho nada bien, yo creí que podría hacerlo de manera excelente, pero la alarma... "Tus palabras fueron que no había nadie más cualificada que tú, pero como se suele decir, las palabras se las lleva el viento. Ahora mismo no pareces tan calificada".

Sé que puedo hacerlo. Siempre pude no importó lo difícil que fuera. "Sr. Macalister, si ha terminado. Me gustaría encargarme de reprogramar su reunión. Procesar los contratos. Sincronizaré su agenda con la mía, y no cometeré más errores menores. Una torpe incompetencia no volverá a molestarte. Si necesitas algo más, no dudes en llamarme".

"Mi agenda no me permite reprogramar una reunión de esta magnitud. Srta. Conolly, trabajaremos horas extras, así que asegúrese de encontrar un restaurante de primera clase y vístase en consecuencia. Si pierde la cara esta noche, no necesito decirle que será despedida. He perdido demasiado tiempo explicándole algo que debería tener claro. Ahora tráigame un café negro y amargo".

"Sí, señor". Me volví hacia la salida. Sólo quería coger mi bolso y salir de este lugar para no volver jamás.

Tenía ganas de correr, aunque mis piernas parecían haber perdido la fuerza. Así que me concentré en salir, aunque fuera a paso lento. Un café, tengo que conseguirle un maldito café.

Necesitaba aire desesperadamente. Contuve la respiración en un vano intento de calmarme. ¿Dónde estaba mi valor en este momento? Había dicho tantas cosas.

Si no conseguimos la ayuda de Macalister. La empresa de mi familia desaparecerá, y no sé si mi abuelo podrá soportarlo.

Me sequé las lágrimas que habían empezado a caer. "Todo estará bien".

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