Capítulo 1- Ethan

Sentí un nudo en la garganta, no podía tragar la saliva que se me había acumulado en la boca, ni podía hablar. Esto era lo mejor que podía pasar, mi cabeza gritaba, pero la tensión de mi cuerpo no desaparecía. El sistema de autoprotección de mi cuerpo se había activado sin que yo me diera cuenta.

Era contradictorio hasta el punto que me sentía demencial con todo lo que estaba sucediendo, una guerra de mi mente contra mi corazón. No debería estar haciendo esto, me estaba comportando de forma inapropiada, pero ya era demasiado tarde, había perdido el control de mí mismo.

"Señor, señor Macalister", la voz era lo suficientemente aguda como para perforar mi tímpano, era mi cabeza recordando cosas inútiles de nuevo, "¡Señor!".

"Señorita Brattul, si tiene algo de lo que informar, hágalo ahora, mi tiempo es valioso", advertí mientras abría la carpeta de expedientes que habían sido mal manipulados y necesitaban ser reimpresos. Para recuperar un poco mi cordura.

Ya he tenido bastantes problemas esta mañana. Soy un hombre coherente, pero la incompetencia que me rodeaba había agotado mi cuota de paciencia a media mañana.

Después de revisar los contratos y precontratos filtrados por mi nueva asistente, comprendí de dónde venía mi mal humor. Me moría de ganas de ver qué había detrás de todo aquello. Comprobé su expediente en la base de datos de empleados, como director general tengo acceso a todos los departamentos de M&S, fue relativamente fácil.

Cuando abrí la carpeta, me di cuenta de que su puesto no coincidía con su currículum. El sello del director financiero aparecía debajo de la firma del contrato de adhesión a la empresa, y la dirección que aparecía en la documentación de mi incompetente ayudante era la de uno de los muchos departamentos a nombre de mi incompetente medio hermano. Llevaba más de 3 meses trabajando y lo único que había hecho era aumentar mi carga de trabajo.

La mujer que tenía delante era guapa y eso debe ser todo lo que tiene.

Sus rasgos son finos, labios carnosos; ojos azul claro y demasiado maquillaje. Cualquier cosa artificial en su rostro era demasiado.

Su mirada está cargada de ansiedad. Sabía reconocerla. Era habitual recibirla. Deseo, anhelo y codicia. Estoy cansado. "Sal de mi oficina". No quiero perder más mi tiempo con alguien que ni siquiera puede articular palabra.

"Señor..."

"Señorita compruebe su currículum", la cara de la chica perdió el color. "Ambos sabemos que no tiene ni idea de lo que hay escrito ahí. Estos contratos en tus manos se han convertido en trozos de papel inútiles". Tardará 180 segundos en salir corriendo y llorando de aquí. "Eres la nueva amante de mi hermano y este no es tu lugar. Presenta tu dimisión a Recursos Humanos o tendré que exponer la verdad de tu situación. Este es mi máximo consenso para alguien como usted".

"No, no, por favor, Sr. Macalister, yo puedo..."

"¿Aprender?" Termine su burda frase.

"¿Necesitas que te acompañen fuera?"

"Señor..." Las lágrimas habían empezado a caer. Pulsé el botón amarillo de mi comunicador. No pasaron más de 30 segundos antes de que la seguridad del edificio entrara por la puerta, agitados y más asustados que mi antiguo asistente.

"Escolten a la nueva amante del director de finanzas lejos del edifico. Tiene prohibido volver a poner su pie aquí".

"¡No, por favor, no! No tuve elección. Señor Macalister, yo me he enamorado de usted. No podría soportar a su hermano, realmente me da asco", la mujer dio una patada en el aire al verse reducida, intentó correr hacia mí pero fue detenida a mitad de camino. "No, no sueltenmen, señor en realidad lo amo".

"Sáquenla de aquí", su voz es irritante. Los guardias no perdieron ni un segundo. Desaparecieron del despacho y se la llevaron a rastras. "Tengo contratos que procesar".

Todavía la echas de menos. Apreté tanto la mandíbula que me dolía. Tenía miedo. Sabía que mi cuerpo temblaba, pero me obligué a contener los malditos espasmos. "No pienses cosas inútiles", me ordené. "Ya no importa, lo olvidaste todo hace demasiado tiempo".

Era un capricho preadolescente hasta que te hiciste adulto. ¿Cumpliste tu fantasía? Lograste el ideal de todo adolescente, largamente postergado de tu mente.

Cogí el documento y me levanté. Me masajeé las sienes.

"Procesa los documentos o este día no habrá terminado", me hundí de nuevo en el ordenador y empecé a hacer el trabajo que debía haber hecho.

Cuando salí del trabajo, eran las once de la noche, y mi tolerancia a la incompetencia había alcanzado su punto máximo horas antes. Mi ayudante fue despedida y mi secretaria dimitió después de que le ordenara que contratara a una ayudante lo bastante cualificada y también le ordene que deje de tirarse a mi hermano, y comience a hacer su maldito trabajo. Porque mi secretaria, como tantas otras, era una asidua visitante del departamento de finanzas y no por motivos de trabajo. Emily, como tantos otros, intentó meterse entre mis piernas y, al fracasar, encontró consuelo en mi medio hermano. Lo cual no me molesta mientras ella haga su trabajo antes de tirárselo, lo único que le pedía era un poco de ética laboral. No es que fuera tan difícil. Pero lo fue para ella, y decidió mandarme al infierno después de renunciar.

Cuando volví a mi oficina, tuve que obligarme a terminar de leer un asqueroso informe de 34 páginas del departamento financiero que Emily había editado y aprobado. A la segunda página ya me sangraban los ojos. Cuando termine de reinscribir el balance del último mes. Debi reorganizar la documentación para la reunión con la junta directiva en la sala de conferencia programada a las 8 a.m. del día siguiente.

También había tenido que reeducar a mitad de la tarde a los nuevos becarios del departamento de Marketing, mostrarles sus descuidados informes y, aguantar una sesión de dos horas sobre preguntas básicas que debieron de aprender en su primer año de mercadotecnia.

Si no fuera uno de los principales inversionistas y futuro dueño hubiera renunciado hace mucho tiempo.

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