Ambos se han quedado quietos, nadie dice nada, el silencio se ha vuelto muy abrumador y Sam no la pierde de vista de reojo. No sabe qué decir y es que no entiende si se lo está diciendo de verdad o de broma. Pero no dejará las cosas así.—Johanna —la llama con una voz muy triste.—No digas nada, Sam, ya tomé mi decisión —respondió la mexicana sin voltear a verlo. Escuchar eso hace que Sam se sienta muy mal; el dolor en su pecho ha crecido. El nudo de su garganta no lo deja respirar, no sabe qué hacer. Johanna no le permite hablar o que lo escuche; él no quiere terminar. La ama mucho como para permitirle abandonarlo. —Permíteme hablar —volvió a hablar, pero ahora con una voz extraña, totalmente distinta a la que suele tener.—¡Para qué, ya sé que me intentarás hacer cambiar de opinión, pero no lo haré, tal vez creas que no me duele, sin embargo, mírame! —ella voltea, él mira como las lágrimas bajan por sus mejillas llevándose consigo el maquillaje que traía y verla así se le apachurr
Min ve cómo Johanna se la ha pasado toda la noche encerrada en su habitación llorando, y fue peor cuando vio en la entrevista donde se conforma el rompimiento de su relación. Aunque el señor Kim no fue el que habló, solo se mantuvo atrás con una expresión seria, y se podría decir con cierto dolor en ella…Para la coreana es bastante extraño porque nadie sabía de eso, excepto una luz que ilumina la mente de la nada… Se levanta de la mesa, se oye de su abrigo y voltea a ver a Valeria, que está un poco triste de ya no ver a Hee y de ver a su madre tan apagada. Pero ve cómo la coreana se pone de pie.—Ahorita, vuelvo, Val, cuida a tu mamá —Min se despide de ella. Valeria se queda confundida; la coreana sale del departamento yendo directamente a la casa de sus padres. No toca y se mete directo hacia la sala donde ve a su madre sentada tomando su té como de costumbre. —Hola, hija, creo que ya tu rebeldía ha interferido también en tus modales —habló la mujer tomando un trago a su té. —No
El señor Kim lamenta otro día más sin saber nada de quién pudo haber sacado esa información; para él todo esto se vuelve cada vez más frustrante y el dolor en su alma pesa cada vez más. Agarra la taza de su escritorio y toma el líquido amargo que hay en su interior. —Espero que no estés tomando lo que creo —se escucha una voz femenina de fondo. Él no ocupa voltear la mirada para saber con quién está hablando. —Lo necesito para olvidar un poco los sentimientos que tengo —le contestó con una voz fría y fuerte. —¿Sentimientos? Recuerda que eso no importa, entre menos los muestres todos te respetarán y es que ahora solo pareces un niño pequeño que fue demasiado mimado —lo regañó la señora Seol. Sam escucha los tacones de su madre acercarse a ella y los pasos se detienen a tan solo cinco pasos de su escritorio. —No creo que estés aquí solo para decirme eso —le respondió, intentando ser fuerte para que su madre no le diga que es un hombre débil. —No, claro que no —dijo la mujer—
Johanna sigue acostada en su cama; Min y Valeria entran a la habitación para intentar hacer que ella cambie de actitud. —No quiero hablar con nadie —dijo Johanna con una voz débil.—Johanna, no puedes seguir así —expresó Min.—Si mamá, Min y yo hemos pensado que sería buena idea que vayas a hablar con Sam —dijo Valeria.—Para que solo arruine más su reputación —se niega hacerlo. La coreana y la adolescente se sienten en la cama para hacerle compañía. —En serio, mamá, tienes que ir a hablar con él —volvió a repetir Valeria. —Si Johanna ve. Tú y él no pueden estar así. Él te ama demasiado; no viste en la tele cómo estaba todo serio y con un semblante triste. A él también le duele mucho esto —añadió la coreana.—No lo sé, la noticia que nuestra relación ha terminado es oficial y si regresamos solo lo perjudicaré —protestó Johanna y es que no está segura de lo que le están diciendo.—Puedes ir a hablar con él; regresen y no importa que su relación sea a escondidas mientras arreglan tod
Johanna cerró la puerta dando un fuerte golpe; al estar en el pasillo, no pudo contener las lágrimas que salieron a mares por sus ojos. Siguió sin detenerse hasta bajar por el elevador y encontrarse con el guardaespaldas que hace un momento la recibió. Se acercó a él furiosa, buscando con él desquitar su odio y frustración.—¿Por qué no me dijiste que el señor Kim estaba ocupado? —exigió molesta.—No era el indicado para hablar de asuntos de mi jefe —dijo el hombre defendiéndose.—Por lo menos me hubieras dado una pista —dijo Johanna calmando su dolor.—Lo recordaré para la siguiente —fue lo último que le dijo y Johanna solo se alejó de él. Mientras que el guardaespaldas la ve alejarse con un poco de tristeza de verla en ese estado, y es que no le pudo decir que le pegaron para que no dijera nada. En fin; nunca nadie sabrá de eso. La mexicana sale del edificio, entrando de nuevo al auto que la lleva directo al departamento. Donde entra sorprendido a la adolescente y a la coreana de
Mientras van en el vehículo, el señor Kim mira de reojo a su acompañante y es que no cree ni media palabra de lo que ella le ha contado. No dijo nada, no porque no quisiera, pero todo es parte de su plan para verse como un hombre tonto, pero de eso no tiene ni un pelo y ahora empieza a sospechar que a la mejor la persona que está detrás de las publicaciones de Johanna tiene que ver con la hija del señor Lee. Pero ahora que lo piensa, no es una idea tan descabellada, porque estuvo muy raro que ella se le acercara, cuando en otros eventos nunca lo hace y que después de que tomara la bebida que ella le dio empezó a sentirse algo extraño… Ahora que ya está más despierto, recuerda que empezó a sentir la mirada nublada y la mente mareada. No está de extrañarse que algo tuviera la bebida para hacer que pasara la noche con ella y con el objetivo que Johanna los encontrara. O que su propósito sea algo más. Ve hacia su vientre y un mar de dudas crece en su mente. No dudará en investigar más a
Johanna, después de salir de la regadera, estuvo sentada en la silla frente a la ventana por horas pensando en lo que haría y al final decidió que lo mejor sería regresar a México y dejar al señor Kim solo para que siga con su vida. Es mejor irse, sanar de nuevo y empezar de nuevo desde las cenizas. Cree que ya no hay nada aquí para seguir luchando. Así que sacó su maleta, empezando a meter todas sus pertenencias, cuando oye cómo su teléfono timbra y se acerca hasta la mesa, tomándolo en su mano, viendo en la pantalla el nombre del señor Kim. Solo niega con la cabeza, mandando la llamada al buzón y bloqueando su número. Porque no quiero hablar más con él. Y continúa en lo que está. Mientras tanto, el señor Kim ha terminado sus reuniones. Le pidió a su madre que le cuidara a su hija, según con la tonta razón de que salió con la señorita Lee. No es del todo mentira porque sí irá con ella, pero primero tiene que ir a otro lugar y averiguar por le mintió su guardaespaldas. Antes de
La coreana ante esa pregunta se ha quedado muda, y es que ella sabe la respuesta, pero no sabe si sea correcto decirle. Ya le ha dicho mucho. —¡Joon! —el señor Kim la llama por su nombre con un tono firme y fuerte. La joven coreana se asusta al escuchar su voz. Ella solo pone las manos en su regazo bajando más la vista, sintiéndose muy intranquila. Sam la mira y piensa en otra manera de sacarle la verdad—. ¿Quién es el padre? —cambia de tema, ella levanta la vista, uniéndosela sus miradas por un par de segundos y al final baja la vista nuevamente. Pero sigue sin responderle—. ¿Es alguien que no aceptará el señor Lee? —Sí, él nunca será aceptado por mi abuelo —declaró sin poder ver al coreano a la cara, y en eso el señor Kim piensa en algo que lo puede ayudar mucho. —Quizá yo pueda ayudarte a que tu abuelo lo acepte —dijo Sam y la joven coreana levantó la vista sintiendo un poco de esperanza. Sabe que si el señor Kim lo respalda, hay una oportunidad de que su abuelo lo acepte. —¿Ha