¿Cómo vieron a Ricardo? ¿Quieren saber por qué actúa así? ¿Qué tal les pareció el Cap?
RicardoInhalo hondo mientras mi cuerpo descansa en el espaldar del asiento, quedo en ese profundo trance recordando la escena de ayer, Verónica espantada tanto como preocupada, admito que me pasé de copas, que actué intempestivamente. Es posible que dentro de mis opciones estuviera ahorrame el espectáculo e ir por ella la mañana de hoy, pero mi espíritu controlador y carente de tacto me impulsó, porque fue exactamente eso, un maldito impulso de celos.Basta, Ricardo, Verónica te ha demostrado que puede alejarse aunque te ame; no está para huevonadas, suficiente con joderla haciéndole creer que la quería lejos.Con calma aterrizo el whisky en mi garganta, sonrío ante mi jodido momento de reflexión y luego vuelvo a mirar las carpetas que me entregó Gregory al llegar. De repente recibo un mensaje del mismo número desconocido de ayer, esta vez decido ignorarlo pese a que insiste unas tres veces.─Julia Forbes ─escucho la delicada y segura voz de una castaña con pecas, alta, bastante, de b
De camino a casa el silencio entre nosotros empieza a tomar cuerpo, a distanciarnos y dejar que perdamos comodidad. Con la frente pegada al vidrio de la ventana visualiza todo cuanto a su paso se le atraviesa, la noto cansada y me preocupa, no siento normal que últimamente actúe como si fuera otra, como si hubiera tirado la toalla o como si ya no esperara buenas cosas de la vida, sin esperanza, haciendo todo con espíritu ruin y desvaído.Suelto un suspiro y le doy una mirada rápida antes de tomar otra ruta, acaricio su muslo desnudo haciendo que me mire y caiga la barrera.─Te llevaré a cenar lo que se te apetezca, dime adónde quieres ir ─es predecible lo que va a responder sin embargo espero paciente que articule algo.Me mira con atención, luego se remueve en el asiento y suelta un largo y ahogado suspiro. Sus greñas rojisas cubren parte de su cara, está despeinada y ni siquiera le importa.─No me provoca nada ─la miro el doble de preocupado. Que Verónica no quiera comida es alarman
De camino a casa el silencio entre nosotros empieza a tomar cuerpo, a distanciarnos y dejar que perdamos comodidad. Con la frente pegada al vidrio de la ventana visualiza todo cuanto a su paso se le atraviesa, la noto cansada y me preocupa, no siento normal que últimamente actúe como si fuera otra, como si hubiera tirado la toalla o como si ya no esperara buenas cosas de la vida, sin esperanza, haciendo todo con espíritu ruin y desvaído.Suelto un suspiro y le doy una mirada rápida antes de tomar otra ruta, acaricio su muslo desnudo haciendo que me mire y caiga la barrera.─Te llevaré a cenar lo que se te apetezca, dime adónde quieres ir ─es predecible lo que va a responder sin embargo espero paciente que articule algo.Me mira con atención, luego se remueve en el asiento y suelta un largo y ahogado suspiro. Sus greñas rojisas cubren parte de su cara, está despeinada y ni siquiera le importa.─No me provoca nada ─la miro el doble de preocupado. Que Verónica no quiera comida es alarman
Llegamos a la oficina de William, el decano y desafortunadamente mi tío.Entrelazo mis dedos a los de Ricardo bastante segura de querer hacer público lo nuestro. Lo sé, por la mañana no tenía idea de lo que éramos pero, ahora creo saberlo.Tomamos asiento mientras el sujeto de saco y corbata procesa nuestra gran entrada triunfal. ¿Cómo te quedó el ojo?─ ¿Nos querías ver, cierto? ─mi profesor lo saca de su ensueño.─Ehm, sí, justo los tenía en el pensamiento. Esperemos que llegue la señorita Walker.Trazo dos líneas finas y marcadas en mi frente. ¿Para qué Walker? ¿será sobre mis notas?Entra la chica soplándose los mocos, sus ojos están cuajados y rojos. Lloró.Ricardo no esconde su preocupación y eso me cabrea.─Estando todos presentes quiero proceder ─avisa el decano. Se inclina un poco sobre su pedestal y nos extiende su móvil ─, quiero que escuchen ese audio.Audio.¿Qué audio? Ah, el audio del que me hablaba Sam.¡Barbaridad!Ricardo abre y cierra su mano, su mandíbula se tensa
En la mesa de noche hay un teléfono, como todos los que hay en este apartamento está vinculado a una sola línea. No te voy a dejar dormir.─Tardaste en descubrirlo ─susurra.─No sabes lo caro que te saldrá esto.─Sin amenazas señorita Engel, recuerde que está en mis manos y puedo dejarla sin comida.─No te atrevas ─ríe ─, Ricardo, procura sacarme de aquí o te juro que parto todo lo que encuentre.─No lo harás, lo sé, y si lo intentas gastarás energía en vano para los siguientes días que no tendrás comida.─Venga, no creo que me dejes tanto tiempo aquí encerrada, ¿acaso olvidas que soy más útil en tu cama que en estas cuatro paredes?─Nada de eso señorita Engel, para eso tengo mis manos.─Nunca te lo harán mejor que yo ─digo traviesa.─En eso tiene usted razón ─su voz pierde el tono habitual y de torna ronco. Excitado ─, pero soy muy fuerte y puedo aguantar.─Dudo. ─suelto risitas ─profesor, su alumna está muy muy sexy, ni la ropa lleva puesta.─ ¿Ah, sí? ─es tan sensual cuando habla.
En cuestión de minutos aquella castaña ojos saltones llamada Jul nos aborda, plancha su inmaculado vestido en lino blanco y, metro y medio antes de acercarse deja ver su espléndida dentadura. Por supuesto, la ortodoncia debió ser su truco.─Sin duda eres Verónica ─comenta sin reparo de mi disgusto ─, mujer joven, alta, hermosa y muy segura. Tengo el don de percibir grandes potenciales en las personas, y tú eres... brillante.─ ¿En serio? ─sonrío y miro a Ricardo, luego a Jul y por último sus zapatos. Mi abuela decía que una mujer segura se media con miradas y buenas preguntas, entre esas estaba mirar su calzado. ¿cuántas han sentido incomodidad cuando les miran sus zapatos? Bueno, era exactamente lo que decía mi abue, que si quería ver el nivel de seguridad que poseía una mujer tenía que mirar abajo y luego arriba para detallar la forma en que sus gestos se marchitaban y perdían confort.─Te puedo llevar a la tienda donde los compré ─comenta. De inmediato la miro y sonrío. 100% segura
Chris me trae de regreso a casa, mi madre se opone, quiere cuidarme, Sam me sugiere que vaya con ella pero no, ahora quiero descansar y en lo posible hablar con Ricardo de lo sucedido.Finalmente, después de una ardua lucha por sacarlos de mi camino, voy sola al apartamento, sé que creen que no estoy en condición de hacerme la fuerte, pero la verdad es que sí estoy.Me pego a la pared del ascensor, cierro los ojos e inspiro hondo. Espero encontrarlo en casa, necesito verlo.El aparato se abre y un horrible presentimiento me aborda al ver la puerta de par en par, mis pasos son ligeros e inseguros. Entro a la casa y encuentro vidrios por todos lados, la mesita que decora los sofás ya no existe, como varios jarrones carísimos del diván, algunos cuadros, las macetas que decoraban el balcón. ¡Por dios, qué hizo!Camino en medio del caos hasta que escucho su voz en la cocina, de inmediato hago presencia y lo encuentro sentado en la isla, con los puños llenos de sangre, su camisa blanca manc
Ricardo.─Aqui le dejo su late, señor ─escucho a mi secretaria. Cuando me permito levantar el mentón recurro a la taza de café y le doy un sorbo.Advierto que mi secretaria sigue de pié esperando que le dé una última orden después de su agitado día, son las cinco y debe irse.─Si terminaste el papeleo que te encargué, vete ─reacomodo mi metro noventa en el infame sillón.─No es eso señor, afuera hay una chica preguntando por usted pero me he negado...─Déjala pasar ─sé quién puede ser.─Como diga.Minutos después tengo delante de mí a Walker, después de los rollos que se ha inventado para sabotear mi relación con Verónica empieza a fatigarme. ─Bárbara, que haya aceptado el sobre con las fotos no implica que tengas algún tipo de relación, amistad, vínculo o contrato conmigo ─puntualizo.─Solo quiero que abras los ojos de una buena vez. Verónica no es...─Verónica es y seguirá siendo mi pareja, que ahora no estemos juntos no determina nada.─ ¿Lo que viste en las fotos no te dolió un p