NO OLVIDES VOTAR Y COMENTAR. Hasta la próxima, queridas. Besos.
─No nos sirves, ni si quiera te has graduado.─No tienes el perfil que buscamos.─Necesitamos gente con experiencia.─Pareces recién salida del instituto.─Ya escogimos a una chica ayer.─Vuelve otro día.Me rindo.Todo un día buscando trabajo y parece que el universo conspira en mi contra, estoy frita. Pensé que podría ser más fácil si decía que estaba apunto de graduarme de la mejor universidad del Estado, pero resulta que necesitan más que una universitaria con información fresca.Solo me acompaña un dólar, una barra de chicle que me robé de un mostrador en la penúltima entrevista, y varias monedas que si bien podría meter en la alcancia, si estuviera ahorrando, claro está.Tengo el estómago pegado y la piel que me arde por tanto caminar a pleno sol. Tengo ampollas en los pies por los tacones de aguja que me prestó Christina para asistir a las entrevistas.El celular empieza a vibrar.Es Sam.─Verónica, ¿te puedo ver?─ ¿Hoy? Es decir, ¿ahora? ─pongo las manos como viseras sobre mis
─Por dios, Verónica, ¿de dónde sacas que tengo tus notas? ─agarra la mano con que aprieto su mandíbula.─Bárbara, son las... ─alzo su mano para mirar el lujoso reloj de pulso que lleva ─, cuatro de la tarde, casi 5. Si a las en punto no me dices nada olvídate de la cena.Tiro la puerta y la clavo contra ella, no sé de dónde saco tanta fuerza bruta para reducirla, puede que demasiada frustración acumulada ayude, a pesar de tener un día de dicha no consigo controlar mi ira cada vez que recuerdo las putadas que me han hecho padecer los últimos días. Depresión, ira, confusión y remordimiento, ¿hasta dónde van a llegar?«¡Me cansé!»─Habla de una puta vez ─ahora la agarro del cuello, sus rasgados ojos se cierran del pánico y con sus manos intenta alejar las mías ─. ¡dilo ya!Le arranco los lentes y los reviento contra la pared.─Son nuevos. Verónica basta ya, te juro que no tengo idea de dónde tienen tus notas.─Bárbara, no hables de mis notas, hablemos de lo que tenemos en común ─sé lo psi
─Mi mami dice que la palabra de una princesa es para siempre.─Bueno ─entorno los ojos ─, palabra de princesa.No puedo creer que una mocosa me haga sentir infantil y cursi.***Terminan las clases antes de lo permitido, las maestras han acordado una reunión para programar mi presentación ante los padres la semana entrante, así que los niños se han ido uno por uno conforme los vienen a buscar.Me despido de Jesse y de las demás, en la salida veo a Michelle sentada en la banca mesiendo sus piernas en el aire, cruzada de manos esperando que alguien venga por ella. Por dios Elena, debieron avisarte que la mocosa salía temprano ¿qué será más importante que venir por ella?Me le acerco con cautela, antes de hablarle me mira fijamente con tristeza.─Entonces te quedarás a esperar a tu mami ─me siento a su lado asumiendo una actitud madura.─Es lo que ella me dice al traerme, que debo esperarla aunque sea muy tarde. Creo que ambas les tenemos miedo a los extraños ─comenta tan inocente.─Bueno
─Verónica, yo no me doy por vencido. Amor, si de algo me arrepiento es de haberte alejado.─Eres un maldito mentiroso ─quito sus manos de mí, lo empujo y le lanzo una mirada ufana ─, ¿esperar tanto para qué? Si de verdad te importara no me hubieras tumbado de un noveno piso, ese plan de m****a me hizo tanto daño como a ti, pero así mismo me diste fuerzas para salir adelante, para no rendirme porque yo no soy de quedarme estancada, a mí un hombre no es el que me detiene ni me impide ser quien soy.─Vamos. Saca todo lo que llevas dentro. Maldice mi existencia si quieres ─me desafía.A sus espaldas veo que Oliver se aproxima, Elena y Michelle igual. De inmediato me limpio las mejillas y les doy la espalda.─Nos vamos, Elena tiene que descansar y yo también ─lo escucho ─. Verónica.─Dime ─sonrío al voltearme.─Qué pases buena noche.─Igual, Oliver.Elena también se despide, luego se marchan en un taxi que llega en el momento.Miro a Ricardo y lo encuentro con la vista perdida en un horizon
RicardoVuelvo a la oficina después de clases, me quedo sobre el escritorio mirando la inmensa panorámica mientras pienso en Verónica. Hoy tuve la sensación de odiarla, luego me dije "la amas demasiado para pensar esas cosas" y sí, la verdad es que la amo, puede maldecirme un millón de veces pero ahí estaré dos millones más; estaba tan hermosa como segura, llevaba una camiseta lisa color negro, un pantalón estampado en cuadros grises y negro a juego con unos botines. Ni siquiera me miró, me ignoró lo que restaba de clase, ¿podía ser peor? Viniendo de ella no.─Regresaste ─salgo de mi ensimismamiento, me vuelvo para verla ─, ¿Olvidaste algo?─No, vine porque quería adelantar algunos informes pero ya no tengo ganas ─Renata me da un beso en la mejilla ─, ¿qué haces aún aquí?─Estaba en reunión con mi querido padre, pensaba volver a invertir en la compañía ─trago grueso.─ ¿P-por qué?─Es de muy mal gusto que actúes así. ¿Por qué más va a ser? Porqué a la bolsa le ha ido de lujo ─se sirve
RicardoInhalo hondo mientras mi cuerpo descansa en el espaldar del asiento, quedo en ese profundo trance recordando la escena de ayer, Verónica espantada tanto como preocupada, admito que me pasé de copas, que actué intempestivamente. Es posible que dentro de mis opciones estuviera ahorrame el espectáculo e ir por ella la mañana de hoy, pero mi espíritu controlador y carente de tacto me impulsó, porque fue exactamente eso, un maldito impulso de celos.Basta, Ricardo, Verónica te ha demostrado que puede alejarse aunque te ame; no está para huevonadas, suficiente con joderla haciéndole creer que la quería lejos.Con calma aterrizo el whisky en mi garganta, sonrío ante mi jodido momento de reflexión y luego vuelvo a mirar las carpetas que me entregó Gregory al llegar. De repente recibo un mensaje del mismo número desconocido de ayer, esta vez decido ignorarlo pese a que insiste unas tres veces.─Julia Forbes ─escucho la delicada y segura voz de una castaña con pecas, alta, bastante, de b
De camino a casa el silencio entre nosotros empieza a tomar cuerpo, a distanciarnos y dejar que perdamos comodidad. Con la frente pegada al vidrio de la ventana visualiza todo cuanto a su paso se le atraviesa, la noto cansada y me preocupa, no siento normal que últimamente actúe como si fuera otra, como si hubiera tirado la toalla o como si ya no esperara buenas cosas de la vida, sin esperanza, haciendo todo con espíritu ruin y desvaído.Suelto un suspiro y le doy una mirada rápida antes de tomar otra ruta, acaricio su muslo desnudo haciendo que me mire y caiga la barrera.─Te llevaré a cenar lo que se te apetezca, dime adónde quieres ir ─es predecible lo que va a responder sin embargo espero paciente que articule algo.Me mira con atención, luego se remueve en el asiento y suelta un largo y ahogado suspiro. Sus greñas rojisas cubren parte de su cara, está despeinada y ni siquiera le importa.─No me provoca nada ─la miro el doble de preocupado. Que Verónica no quiera comida es alarman
De camino a casa el silencio entre nosotros empieza a tomar cuerpo, a distanciarnos y dejar que perdamos comodidad. Con la frente pegada al vidrio de la ventana visualiza todo cuanto a su paso se le atraviesa, la noto cansada y me preocupa, no siento normal que últimamente actúe como si fuera otra, como si hubiera tirado la toalla o como si ya no esperara buenas cosas de la vida, sin esperanza, haciendo todo con espíritu ruin y desvaído.Suelto un suspiro y le doy una mirada rápida antes de tomar otra ruta, acaricio su muslo desnudo haciendo que me mire y caiga la barrera.─Te llevaré a cenar lo que se te apetezca, dime adónde quieres ir ─es predecible lo que va a responder sin embargo espero paciente que articule algo.Me mira con atención, luego se remueve en el asiento y suelta un largo y ahogado suspiro. Sus greñas rojisas cubren parte de su cara, está despeinada y ni siquiera le importa.─No me provoca nada ─la miro el doble de preocupado. Que Verónica no quiera comida es alarman