DonovanLas etiquetas, son una simplicidad solamente. Pero son igual de necesarias que hacerles entender a todos por qué razón darme una no era buena idea. Las jodidas etiquetas son lo que más detesto en el mundo. No soy un peón, y debieron entenderlo desde hacer mucho, pero al parecer a todos les gusta que se los explique a mi manera. Estoy encima de ellos y aún creen que puedo ser nombrado sólo como el descendiente de un régimen, el cuál no necesitaba de una pirámide para controlar un extenso territorio, pero ahora vuelve a quiénes siempre les perteneció. Los Hunt.Siempre dejé claro que la pirámide no es la base de lo que soy, porque lo que tengo lo logré antes de siquiera tocarla. Muy equivocados están si siguen creyendo que soy lo que esperan. No pienso tomar un poder solo para presumirlo. Me gusta idea donde sólo alzarlo sea el problema, por ello cuando abro la estúpida casa donde todo ocurrió, detesto tan solo el olor. —El despacho fue limpiado para usted— dice Gull cuando
Donovan.La tanda de disparos inicia, siendo la perra de Liliam la que se le sale de las manos al cornudo esposo que tiene. Kilian podría tener mejor puntería a su edad, que la idiota que sale llorando y con un arma que ni sabe usae, sin entrenamiento absoluto. —¡Liliam, sal de ahí!— la temblorosa mujer no tiene tiempo de nada cuando es Sofía quien le estampa un culatazo en la cara, mandándola al suelo. —Un gusto verte, suegra. También te extrañé.Me trago el sinsabor de esa palabra. Detesto que sus juegos me afecten como no debería, pero es algo incontrolable que me jode con solo saber que existe. Por ello, no me esmeró en ver cómo del pelo la arrastra hacia adentro, mientras los tiradores son derribados a medida que entramos. Cambio el cartucho, encontrando a Abraham corriendo por un extremo. No vale ni el esfuerzo, mis propiedades son conocidas por mí más que por cualquiera, y el idiota creyó que en una de ellas no podría buscarlo. Acorto el camino, yendo en la misma dirección q
SofíaMi mente tiene una sola cosa remitiéndose una y otra vez. Aunque mostrarme cómo la que sólo le gusta ser el centro de atención, funciona cómo fachada. Así nos manejamos. Camino entre la aglomeración que se forma en el salón. Mi vestido ondeando en cada paso, la tela que se despega de mis piernas a medida que avanzo. Siento algunas miradas y me hago la tonta, tomando una copa de vino que llevo a mis labios, de forma despreocupada. No veo a ninguno, como tampoco hago caso a las esposas que esperan que sea yo quien me disculpe por el morbo con el cual sus maridos me observan. Me preocupa más que mi sutil y paciente esposo decida que nadie debe vivir solo por sus celos enfermizos. Él me está observando y aunque sé que no me quita los ojos de encima, también estoy al tanto de que ya tiene en mente cómo matar a todo el que me mira. Él me enseñó parte de lo que sé, por ello sé que no toma a su aprendíz cómo amenaza, lo toma como el éxito, aunque pudo volverse en su contra.Llamar l
Narrador omniscienteNoches frías, vientos fuertes, un clima que avisa sobre los sucesos que se avecinan, nadie los espera pero los planes siguen y objetivos claros ya hay.Decisiones fueron tomadas, unos las ignoran, otros las presienten, mientras que los objetivos no huelen el peligro. Ronald toma las píldoras que prometieron le quitarían el dolor repulsivo en su cabeza. Sabine trata de calmarlo, mientras la sangre del médico que no le dió la solución esperada corre por la hendidura de la pared. Sacan el cuerpo y su puño se estrella en el escritorio. Nada funciona. La agonía a la que fue sometido lo tiene desesperado.El Dragón comienza a poner blancos, los cuales caen y en toda la ciudad, una noche lluviosa logra que algunos sepan que su fin llegó. Barton Crackstone no espera que los truenos no sean lo único que dejan oír su retumbar. Con su vaso de licor sobre sus labios ignora como el hombre de mirada fría y llena de furia desmedida, arremete contra los vigilantes, que no tiene
Ronald.Verme en el espejo es la razón por la cual, no se me olvida el maldit0 que me convirtió en alguien con marcas en la mitad del cuerpo. No se borran, llenándome de odio hacia el hijo de puta que me hace maquinar la forma en que voy a matarlo. Porque voy a hacerlo y pienso comer frente a la fosa donde exhibiré su cuerpo.La mitad del rostro lo tengo quemado, aún puedo sentir la llamarada que me dió directo en la piel y me degradó a lo que en este momento repudio ver. Un dolor que no creí sentir, pero voy a cobrarlo, tanto como se pueda. El perro infeliz me hizo pensar por meses que Kilian, mi diamante gris, el tesoro más preciado de mi liderazgo estaba muerto, pero me negué a creerlo del todo, por ello busqué hasta que di con un latido que el artefacto instalado en su interior lanzó. Pude ver la luz. Mi niño está con vida y voy a traerlo a donde pertenece. Que lleve sus genes no quiere decir que sea suyo. Él no lo quiso nunca y ahora es mío.Lo conocí primero, creció conmigo, s
Ronald.Me encamino al despacho, en donde dejo los frascos de pastillas en un cajón, intento leer que pasó con los nuevos embarques. Alessio Black ya debería haber muerto, me está hundiendo cada envío que cruza por sus canales, la puta heredera de los Springsteen repelió a mi gente, deshaciéndose de ellos. El Espectro no aparece y algo me dice que no es porque se haya retirado o esté muerto. Es escurridizo, pero no para mí.En cuanto les coloque las manos encima me tendrán con sus vísceras como comida para los callejeros. Los tres son unos malnacidos que solo son fuertes al estar juntos, pero acorralarlos es el plan del kaiser. Y me va a dar gusto como una familia con poder, sangre de la realeza, una pirámide entera y una familia de "monstruos" caigan.—¿Estás bien?— cuestiona Sabine con una taza, seguramente es lo que pienso con esa pregunta que ha sido mi acompañante de muchas semanas. La odio ya. —Solo el dolor que no se va— comunico. Recibo la taza que pongo en mis labios para
SofíaLa prisa por llegar acelera mis pasos. Donovan tuerce la mirada al verme urgida por llegar antes a la casa de la que abren la puerta, pero él no comprende que Kilian es mi vida. Dependo de mi hijo, más que del mismo aire.Lo veo aparecer a un lado de Grace, viéndose como un auténtico soberano que sabe su lugar en el mundo, aunque pierde la postura en cuánto me ve.—¡Sí llegaste! —grita Kilian corriendo a mis brazos, a la vez que suelto la maleta que cargo. Me pongo de cuclillas para recibirlo en la puerta de la casa, seguido de eso lo siento estrellarse contra mi pecho con una fuerza, que pareciera desea incrustarse en ese lugar. Huele a su shampoo de baño, su camisa a la medida tiene un ligero aroma a la fragancia de su padre y el corte de cabello requiere un corte. Donovan mandó a hacer trajes a la medida para él, y aunque los hijos sean unas bellezas para sus madres, siento que tengo al más guapo. Sus ojos brillan en ese tono de gris tan oscuro, pero su rostro me hace desear
Sofía. Me gustan los momentos cotidianos, algo simple que no tenga que ver con cargar un arma o recordar que me persiguen. Cosas básicas como limpiar la mesa, mientras una pequeña voz me habla en el idioma que está aprendiendo. Donovan vuelve y le indica que lo siga, por lo que sólo le pido un beso a mi hijo para dejarlo marchar. Me dedico a mí, a tener un día de masajes cuándo Elisa vuelve con Grace. Me pongo al corriente con ellas, logrando que Elisa se queje de todos los políticos por ser unos corruptos. —Tengo mis dudas con Gil— le hago saber. —Tambien me cae bien, si tuviera que darle el bitoa alguno sería a él. El hombre se ve sincero— Elisa hace mala cara. —Están ciegas. A ese tipo lo vi una vez por lo que me dijiste que le llevara y que tipo más insoportable— Grace me da una mirada fugaz. —Revisó las cosas dos veces porque, según él, nadie es de fiar. Menos alguien con mi pelo. Arrugo la cara. —Si llegué tarde, porque me quedé dormida y solo me cepillé los d