Capítulo 118.

Sofía

Mi mente tiene una sola cosa remitiéndose una y otra vez. Aunque mostrarme cómo la que sólo le gusta ser el centro de atención, funciona cómo fachada. Así nos manejamos.

Camino entre la aglomeración que se forma en el salón. Mi vestido ondeando en cada paso, la tela que se despega de mis piernas a medida que avanzo. Siento algunas miradas y me hago la tonta, tomando una copa de vino que llevo a mis labios, de forma despreocupada.

No veo a ninguno, como tampoco hago caso a las esposas que esperan que sea yo quien me disculpe por el morbo con el cual sus maridos me observan. Me preocupa más que mi sutil y paciente esposo decida que nadie debe vivir solo por sus celos enfermizos. Él me está observando y aunque sé que no me quita los ojos de encima, también estoy al tanto de que ya tiene en mente cómo matar a todo el que me mira.

Él me enseñó parte de lo que sé, por ello sé que no toma a su aprendíz cómo amenaza, lo toma como el éxito, aunque pudo volverse en su contra.

Llamar l
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