Luna se cambió de ropa, pero optó por ponerse algo más cómodo. Lo cierto era que no tenía prácticamente nada de ropa, mucho menos ropa linda como tenía Carlota, así que se vistió lo mejor que pudo para bajar a ofrecerle una disculpa a su padrino por la bochornosa escena, pero cuando salió a las escaleras se encontró con Carlota con una bata de baño.
— Espera, mustia — la llamó la mujer, pero Luna la ignoró — ¡Ven aquí, perr4! — la llamó, pero Luna casi que corrió por las escaleras y cuando llegó abajo se encontró con las empleadas limpiando el reguero de sopa que habían hecho.
Luna avergonzada llegó con ellas y tomó y un trapo, luego comenzó a ayudarles a limpiar la sopa del suelo.
— No tienes que hacer esto — le dijo su padrino en cuanto llegaron, la tomó de la mano y se la llevó, pero Luna vio como las demás empleadas la miraron con agradecimiento.
— Padrino, de verdad quería pedirle una disculpa por cómo me porté en el desayuno, no debí hacer eso — el señor Pietro asintió, pero de todas formas la agarró de la mano y la apretó.
— No importa, Carlota se lo ganó, es una grosera y una metiche, y mi hijo también, podrá ser el CEO de nuestro imperio, pero aquí sigo mandando yo. No te disculpes por eso, ya verás que cuando hable con ellos esta noche todo mejorará, ahora, nos vamos de compras.
Ismael los observó desde arriba en las escaleras y vio como su padre y la arrimada salían de la mano y la cara se le puso roja de la rabia.
Fue una tarde muy linda para Luna, comió helado con su padrino y hablaron de su madre, era una mujer hermosa que amaba pintar y dibujar, y Luna pensó, por la forma en la que él hablaba, qué le tuvo mucho cariño a su madre.
— ¿Cómo me perdí? — preguntó ella después de que salieran de una tienda con diez bolsas de ropa, había insistido en que no necesitaba tanto, pero su padrino le dijo que si entraría a la universidad necesitaría ropa.
— Bueno, viajabas con tus padres cuando los arrolló un auto, tu madre murió al instante — se le formó un nudo en la garganta que casi no le deja hablar así que Luna lo invitó a sentarse en un murito — tu padre quedó gravemente herido y por suerte tú solo sufriste rasguños.
»En el hospital, antes de morir, tu padre me pidió que te protegiera, que te cuidara, y aparte yo tenía una deuda con él, así que lo prometí, pero cuando fui a buscarte no te encontré.
»Las cámaras de seguridad grabaron a alguien que te sacó del hospital, pero jamás pudimos encontrarte. Lo intenté mucho, de verdad, pero no pude hacerlo, es como si la tierra te hubiera tragado.
— No te preocupes, ya me encontraste… las monjas dicen que aparecí en la puerta del orfanato con mi nombre, obvio ellas buscaron a mis padres, pero al ver que habían muerto y que no tenía a nadie más se quedaron conmigo en el orfanato.
— Ahora, solo queda esperar a que tengas la edad para que recibas lo que es tuyo — Luna abrió los ojos.
— ¿De qué hablas? — el padrino se rio.
— Toda la fortuna de tu padre es tuya, completamente tuya, cada centavo, incluso más ya que las inversiones que tiene en mi empresa casi la han duplicado — Luna lo miró con los ojos abiertos — eres la mujer más rica de la ciudad, ahijada mía, tal vez de todo el país, pero… bueno, el dinero se te entregará solo cuando tengas veinte, así lo dejó estipulado tu padre.
— O sea que hasta que tenga veinte no tendré ese dinero — a Luna no le importaba mucho el dinero, pero era de su padre, lo que él había trabajado toda su vida y ella quería sentir que él aún la cuidaba, aunque estuviera muerto.
— Faltan como diez meses para eso, pero no te preocupes, no te faltará nada mientras estés conmigo — Luna lo abrazó y él la abrazó de vuelta.
— ¿Cuál es la deuda que tienes con mi padre? — le preguntó ella y don Pietro abrió los ojos.
— ¡Mira la hora! — la agarró de la mano y la llevó al auto — llegamos tarde a tu entrevista para la universidad.
Luna se sintió muy atemorizada por la entrevista en la universidad, pero había sido tan buena estudiante en el orfanato que el director le dio una agradable bienvenida.
Comenzaría a estudiar la próxima semana negocios internacionales y administración de empresas, era su sueño de toda la vida y llegó con una sonrisa enorme a la casa en la noche, pero se encontraron con la cara de frustración y rabia de Ismael que le arruinó el momento, así que agarró sus bolsas y caminó hacia las escaleras, pero el señor Pietro la detuvo.
— Espera, Luna, que las empleadas lleven eso — las empleadas llevaron sus bolsas a la habitación y ella se quedó muy incómoda con los dos hombres — mi hijo tiene que darte una disculpa por lo que te hizo esta mañana — Ismael levantó el mentón con orgullo.
— No verás salir de mi boca ninguna disculpa hacia esta mujerzuela — su padre caminó hacia él y lo tiró de la corbata.
— No te refieras así a Luna, es una muchacha decente.
— ¿Decente? — bufó Ismael — mamá tiene razón, la trajiste para convertirla en tu amante — don Pietro soltó la corbata de su hijo y caminó por la sala con las manos en la cabeza.
— No puedo creer que te dejes embaucar por los celos de tu madre, ha sido así toda la vida, se deja gobernar por sus celos enfermizos.
— Pues ella tiene motivos para estar celosa, la mamá de esta era tu amante y ahora que se murió quieres convertir a su hija en su nueva amante — Pietro levantó la mano para golpear a su hijo e Ismael cerró los ojos esperando el golpe, pero el señor se apretó el brazo izquierdo.
— Cómo dices algo como eso. Luna es la hija de mis dos grandes amigos, ¿Cómo quieres que la deje desprotegida?
— Dale una mensualidad mientras se libera el dinero que le dejó su padre, pero sacala de esta casa, se nota que es una aprovechada y su presencia le hace daño a mi madre.
— No, a tu madre solo le hace daño su propio veneno, en todo caso, sería ella la que tendría que irse si tiene problema — la cara de Ismael enrojeció de la rabia.
— No puede ser que prefieras a esta put4 que a mamá — Luna reaccionó casi sin pensarlo, estaba preocupada por el dolor en el brazo de don Pietro, podía ser algo parecido a un infarto, así que sacó la mano y le dio una bofetada tan grande al joven Ismael que él dio dos pasos hacia atrás. La mano de Luna se llenó de dolor, pero se quedó muy quieta viéndolo a la cara y él le devolvió la bofetada.
Luna sintió como la sangre le llenó la boca y cayó a piso, estaba claro que el hombre la había golpeado con poca fuerza, pero ella era una flacucha a propósito.
— ¡No la toques! — le gritó don Pietro a su hijo y saltó sobre él para apartarlo, pero el dolor en su brazo se hizo más fuerte y cayó al suelo.
— ¡Una ambulancia¡ — gritó Luna y una de las empleadas corrió hacia el teléfono.
— Mira lo que haces m*****a huérfana — le dijo Ismael, pero Luna no le prestó atención, se quedó mirando el rostro pálido de su padrino hasta que llegó la ambulancia.
Los paramédicos dijeron que tal vez había sido un intento de infarto, pero que todo estaría bien, así que Luna regresó a su habitación ya que Ismael se fue en la ambulancia con su padre.
Comenzó a ordenar la ropa bonita que le había comprado su padrino en el armario para distraer su mente del incidente y del dolor en su mejilla donde Ismael la había golpeado. Todo era muy lindo y mientras ordenaba pensó en que era millonaria.
Bueno, no mientras tuviera diecinueve años, pero después de unos meses lo sería, así que se preguntó qué haría con tanto dinero, nunca había necesitado mucho para sobrevivir. Tal vez ayudara a mejorar las cosas en el orfanato, eso sería lo mejor.
La puerta de su habitación se abrió de golpe y ella dio un salto, la esposa de don Pietro, Laura, y su nuera Carlota entraron a la habitación como pedro por su casa.
— ¿Qué pasa? — preguntó Luna asustada y Carlota apuntó con el dedo a un cajón.
— Ahí doña Laura, ahí vi que guardó el anillo de compromiso que me robó — Luna se puso de pie de un solo golpe.
— ¡De qué hablan? — preguntó Luna asustada. La señora Laura caminó hacia el pequeño armario y sacó de ahí el anillo de diamantes.
— Es una ladrona — dijo — mi esposo ha metido a nuestra casa a una ladrona — luego la miró con mucha rabia y habló: — llama a la policía, Carlota, esta mujer pasará el resto de su vida en la cárcel por ladrona.
Luna sintió que el mundo se oscureció de repente.
Luna sintió como un escalofrío le recorrió el cuerpo, Carlota le gritaba ladrona con lágrimas en los ojos mientras la esposa de su padrino llamaba a la policía. Luna tuvo el impulso de salir corriendo, pero ¿Por qué? Ella era inocente, así que se quedó muy quieta y levantó el mentón con orgullo. — Yo no hice nada — les dijo a las mujeres que se abalanzaron sobre ella con insultos. — Claro que sí, lo hiciste, tú te robaste mi anillo mientras me duchaba — le gritó Carlota — yo te vi. — Pues necesitas lentes porque estás bizca, porque yo no fui — la esposa de don Pietro, Laura, se acercó a Luna y cuando llegó con ella levantó la mano y le dio una bofetada fuerte en el rostro. Era el segundo golpe en menos de media hora y Luna sintió como la mejilla comenzó a hincharse. — Si mi nuera dice que te vio, es porque así fue, así que prepárate, porque vas a pasar el resto de tu vida en la cárcel. Vamos, Carlota — la mujer dio la vuelta y salió y cuando Carlota salió tras ella le dedicó una
Las cosas en la mansión comenzaron a hacerse cada vez más y más tensas, Luna notó como en los días que precedieron Ismael y su novia peleaban más constantemente, pero por ella, mejor. De seguro habían visto en las cámaras de seguridad que ella no había robado el anillo.Carlota estaba tan estresada que no había vuelto a prestar atención a Luna, literalmente le volteaba la cara y la ignoraba en los pasillos, únicamente estaba guardando energías para cuando Ismael llegaba en la tarde del trabajo para iniciar una nueva pelea. Por otra parte, doña Laura continuaba igual que siempre, humillaba a Luna cada vez que tenía oportunidad y la trataba como la amante de su esposo. Don Pietro regresó del hospital y eso fue lo único que Luna necesitó para sentirse cómoda en la casa. Su padrino la defendía de las humillaciones de su esposa, de las empleadas y de las feas miradas que le lanzaba Carlota, pero lo que más incomodaba a Luna, más que las humillaciones y las groserías, era la extraña indi
Luna sintió un vacío en el pecho, uno que nada era capaz de llenar. Don Pietro, su padrino, era de las pocas personas que la habían tratado bien en su vida, y ahora ya no estaba, se había ido y ella estaba a Mercer de doña Laura, carlota y las empleadas de la casa, por eso, antes de que terminase el entierro de su padrino, Luna ya había decidido que se iría de regresó al orfanato, ya no tenía nada que hacer en esa casa, solo tenía que esperar hasta que cumpliera los veinte años y así podía costearse ella misma la universidad. Hubo muchas lágrimas en el entierro, doña Laura parecía estar a punto de desmayarse al igual que los dos hijos menores de don Pietro, pero Ismael tenía una fortaleza que le erizó los vellos del cuerpo a Luna. En su rostro se notaba como tenía el alma rota, rota en mil pedazos, pero no lloró, no hizo una mueca durante todo el acontecimiento, ni siquiera cuando el ataúd comenzó a descender y las palas comenzaron a cubrirlo de tierra. Luna lo observó, con los ho
Fue una semana complicada para Luna, cuando sus padres murieron ella estaba muy pequeña, y en el orfanato nunca había tenido un ser querido y mucho menos uno que se hubiese muerto, por eso no sabía como sobrellevar la partida de su padrino. En la noche la acometían las pesadillas del atentado y despertaba gritando. Doña Laura la reñía cada mañana porque no dejaba dormir a nadie con sus gritos e Ismael solo se limitaba a mirarla de vez en cuando. La universidad se había convertido en un tema complicado, después de la visita a la estación de policía a dar su declaración, el oficial le pidió que tratara de recordar todos lo detalles posibles y a veces a Luna se le iba el tiempo metida en su cabeza y en el recuerdo, y aunque no era capaz de recordar nada más era incapaz de concentrarse nuevamente en sus estudios, así que todo lo estaba haciendo a medias. Carlota se había ido de la casa el mismo día de la discusión con Ismael, y aunque Luna no lo mencionara abiertamente se sentía mucho
Luna contuvo el aliento antes de entrar por las puertas de la empresa, casi vio borroso cuando ya estaba dentro y caminó hacia la recepcionista con los pies trémulos. — Hola, soy Luna Leroy — le dijo a la mujer — el señor Ismael Beureth me está esperando — la mujer la dio una superficial mirada de los pies a la cabeza. — ¿Tiene cita? — le preguntó la mujer y Luna negó. — No, él me está esperando, vengo a trabajar….— Si no tiene una cita previa el señor no la podrá atender — le dijo la recepcionista con superioridad y Luna apretó los puños.— Le dije que él me está esperando, no tengo una cita, pero él me está esperando. Por favor, llámelo y lo comprobará — la mujer chasqueó la lengua. — El señor está muy ocupado, si quiere deme su nombre y le agendaré una cita — Luna blanqueó los ojos, lo último que quería era entrar en una tonta discusión, así que agarró su maleta y se agarró el cabello en una cola. — Lo buscaré yo misma — dijo y caminó hacia el elevador, pero la recepcionista
Era un día lluvioso y oscuro de enero, la llovizna constante mojaba la calle y el cielo amenazaba con derramar el agua de un año en ese día opaco. Toda la calle estaba muy mojada y Luna salió cerrando la puerta de la tienda. Cargaba con bolsas llenas, de comida y provisiones para sobrevivir la semana, pero a pesar de esto logró ver al niño gordito que se atravesó la calle corriendo tras su pelota y ella dejó caer las bolsas al suelo. El autobús se dirigía el niño con rapidez y Luna no lo pensó dos veces, corrió por el húmedo asfalto y sintió terror en las venas cuando agarró al niño y lo abrazó. El autobús frenó, pero derrapó por el suelo mojado así que Luna saltó de lado y se raspó los codos y las rodillas, pero el bus pasó por su lado y frenó estruendosamente unos metros más allá. Luna miró al niño, tenía la cara muy pálida y los ojos abiertos. — ¿Estás bien? — le preguntó ella y el niño asintió — Luna lo abrazó con fuerza, parecía tan frágil y el niño la abrazó de vuelta. — ¡L
Luna subió las escaleras siguiendo a la empleada de servicio, su padrino le había dicho que mejor comiera en su habitación mientras él hablaba con la familia, imaginó que los regañaría. — Es aquí — le dijo la empleada y le abrió la puerta de la habitación, estaba junto a una con la puerta abierta y dentro estaba el hombre, él, Ismael. Sus habitaciones estaban lado a lado. Cuando el CEO volvió la mirada hacia ella Luna dio un salto, pero él caminó hacia la puerta y ella pensó que la cerraría, pero en vez de eso se recostó en el marco. — Gracias Patricia, retírate — la empleada miró mal a Luna y se fue — ¿Quién eres? — le preguntó él y Luna se aclaró la voz. — Mi padrino ya se lo dijo, soy Luna Leroy — el hombre abrió los ojos. — Conozco ese apellido… era el apellido de una amante de mi papá — la miró con rabia y luego la tomó de la mano — ¿Acaso eres la hija de esa infidelidad? — Luna trató de soltarse, pero era muy fuerte. — No, claro que no — le dijo ella, pero Luna no sabía si