Dolor eterno

—Era mi primera vez—la joven se balanceaba, hacia adelante y atrás, estaba en shock por lo vívido, abrazaba fuertemente sus piernas adoloridas por la agresión sufrida—. Yo no quería que fuera así—las lágrimas corrieron por sus mejillas pálidas.—No tenía que ser así—soltó dolida.—Quería que fuera especial—con la mirada pérdida observó a su agresor. Era un hombre apuesto, aun así la había tratado como un objeto sin valor, en quien desahogó sus bajos instintos sin piedad alguna.

—Siempre serás mía==susurró su agresor  al notar que la joven lo observaba y le sujetó el rostro bruscamente, obligándola a mirar esos feroces ojos color ambar. La joven se estremeció ante su toque—, solo mía—añadió con una sonrisa torcida—. Desde ahora seré tu único dueño—gruñó mientras se comenzaba a vestir, para dejarla allí, dolida y ultrajada. Iker se sentía poderoso al verla tan frágil; la imponente Sahira, lucía como una pequeña temerosa.==De ahora en adelante nadie te respetará e incluso podría decir a todos en la mana que tu te me ofreciste, como premio de pa—se burló Iker con un ensañamiento exagerado.==Nunca serás de mi hermano, mi pequeña Sahira.

—Yo no soy Sahira—susurró débilmente.—Mi nombre es Samantha, yo  Samantha Roberts— su voz era frágil y rasgada, por el dolor. Iker no la escuchó, o no entendió lo que ella trataba de decirle, el licor aún lo dominaba por completo. 

—Eres mía cachorra—Iker le plantó un beso en los labios.

—Detente, por favor—le suplicó víctima de miedo.

—¿Qué pasa si te digo que quiero repetirlo?—empezó a desabrocharse el pantalón para asustarla.

—No, por favor==rogó entre lágrimas—, me duele aún.

—Tu negativa me excita—la besó nuevamente.

Sin darse cuenta Samantha perdió el conocimiento, víctima del dolor sufrido en su débil cuerpo, al alfa no le importó dejarla allí inconsciente, ese sería su castigo.

Samantha despertó un par de horas después, completamente sola a orillas del lago en el que fue ultrajada, no entendía lo que había pasado; ese hombre fuerte y apuesto la trató como si fuese un simple objeto, la usó hasta saciarse por completo para luego dejarla allí, desnuda y maltrecha, su alma dolía, su cuerpo aun sentía la fuerza y ferocidad con que fue ultrajada

—¿Qué haré ahora?—suspiró Samantha, abrazándose a sus rodillas temblorosas.—Si alguien se entera de lo sucedido seré despreciada en la aldea, nadie respetaría a una mujer que fue abusada por otro==lloró en silencio, bajo la luna roja que fue testigo de su abuso.

—No puedo contárselo a mi padre—suspiró, entrando al agua para limpiar su cuerpo, cubierto de hojas secas, sangre y otro líquido que le recordaba lo sucedido—¿qué haré ahora? ¿Y si todos los hombres sólo me buscan para abusar de mi cuando se enteren? No quiero que nadie me toque nunca, no otra vez—ella limpió su cuerpo entre lágrimas y dudas.

El contacto con el agua fría contra su lastimada piel era doloroso, pero necesario para ella, necesitaba borrar las huellas de su agresor, ese hombre infame dejó sobre su cuerpo marcas evidentes de su hazaña.

—Auch, duele tanto—Samantha cayó de rodillas, tras dar unos pasos, su intimidad le dolía con cada paso que daba, pero debía continuar su camino rápidamente.

Su vestido estaba roto en la parte delantera superior, como si una bestia la hubiera atacado, por lo cual tuvo que cubrirse con una chaqueta que solía llevar cuando hacia frío, quería irse inmediatamente y nunca volver a ese lugar que ahora le parecía detestable.

—Nunca debí venir a este bosque sola—se reprochó por su descuido.==Fue mi culpa que ese hombre me tomará a la fuerza, de haber sido precavida esto no hubiera sucedido. Mi vida esta arruinada==se sentó en una roca enorme, llena de dudas y dolor.

El Alpha no se arrepintió de lo que hizo, e incluso se sintió poderoso al saber que esa noche tomó la virginidad de Sahira, después de todo le había ganado a su hermano.

—Nunca serás el primero en la vida de mi Sahira, querido hermano—vociferó Iker, rumbo a su manada. Aún recordaba la tibieza emanada por el cuerpo de su hembra.—No podrás ser mi esposa, no lo mecreces, pero nada me impedirá convertirte en mi amante, te usaré hasta cansarme y quizás nuncavme canse—maquinó Iker. Estaba ansioso por repetir su hazaña.—Eres perfecta Sahira, cada tramo de tu piel fue un manjar que deseo volver a probar en interminables ocasiones.

Al llegar a su destino se recostó victorioso sobre su catre, Sahira había sido suya de todas las formas posibles y aunque fue a la fuerza, lo disfrutó con intensidad, nunca se sintió tan complacido en la intimidad, como lo hizo en ese momento, sin mencionar el hecho de que fue el primero en su vida y eso lo hacia sentir poderoso. Aulló victorioso, creando desconcierto en la manada a la cual pertenecía.

—Sahira es mía—soltó alegremente—, solo yo la he poseído de todas las formas posibles, cada tramo de su piel lleva mi marca y he derramado mi semilla dentro y sobre ella—confirmó—. Nunca nadie podrá tocarla, es solo mía. Nunca la tendrás Acker—su sonrisa era maliciosa.

—¿Necesita ayuda, señorita?—preguntó una joven, con acento cajum. Samatha se estremeció al escuchar su voz, pensando que su agresor volvió.

—Necesito irme a casa—suspiró Samantha al darse cuenta de que estaba ante una mujer, aunque seguía mirando a la lejanía, en busca de su inocencia perdida esa noche.

—Puede sostener mi brazo, para darle equilibrio—le ofreció la joven y Samantha accedió, no tenía fuerzas para negarse—¿ No eres de por aquí?—se atrevió a preguntarle y Samantha negó con la cabeza.

—Yo crecí en Nueva Orleans—respondió la chica tratando de inspirarle confianza, sostuvo la cadera de Samantha, cuando esta titubeó—Debes denunciar a tu agresor—e hizo saber que conocía su secreto.

—No puedo—Samantha lloró destrozada—, sería una deshonra para mi familia, somos pobres y esto sería una humillación pública— La joven le limpió las lágrimas con cuidado a Samantha y ambas se alejaron de la zona boscosa, en busca del sendero de tierra que les conduciría a la aldea—=. Nunca podré olvidar esta noche—suspiró con pesar, mirando las luces de la aldea cercana por entre las ramas de los árbole— No le cuente a nadie, por favor—pidió al separarse de ella para dirigirse a su hogar. La joven suspiró y asintió, sin mediar palabra algun

Una vez en su casa se desplomó sobre su cama, llorando por su inocencia perdida, 

—No puedo continuar—lloró Samantha, abrazando sus rodillas, se sentía tan pequeña e indefensa, sentía que otros podían abusar de ella, si notaban lo que le había sucedido. Lloró toda la noche, hasta quedarse dormida del cansancio.

—Necesito aire—se despertó a mitad de la noche, abrió la ventana y la brisa helada golpeó su rostro sudoroso, tenia fiebre, fue a la mesita de noche en busca de un par de píldoras para bajar la calentura.

Su cadera empezó a arder, se llevó la mano a esa zona y notó la sangre fresca que salia, se limpió con antiséptico y volvió a la anciano

—Mañana todo saldrá bien, debo olvidar y continuar==se dijo para tranquilizarse, se cubrió con las mantas, pero rápidamente cayó en un sueño de pesadillas.

—Por favor no me toqué—rogó rememorando ese momento traumático.

—Te encantará—se burló el apuesto hombre de mirada fría.

Y entonces todo se repetía, los besos bruscos, las caricias forzadas y la invasión de su feminidad antes vulnerada. Era una tortura para ella.

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