FAITH"¿Pero qué estoy haciendo?"Nate me estaba volviendo loca, o quizás yo sola me estaba volviendo loca de pensar tanto en él.Conducía dándome miraditas de reojo por el camino y empecé a tener ganas de ser una completa borde a la defensiva. Mi plan para el día no era aquel, mi plan para toda la semana y posiblemente el mes no era encontrarme con él. ¿Tan difícil era seguir con su vida y dejarme en paz? En una semana tendría de nuevo la cabeza amueblada.—¿Por qué haces esto? —pregunté sin embargo. Ni siquiera soné enfadada y eso me enfadó conmigo misma.¿Pero qué me pasaba?—Ya lo sabes.—No, no lo sé y me estás volviendo loca, Nate. No puedes aparecer así de la nada...—Siempre he estado aquí —replicó.—Sabes que no. Llevamos dos años separados casi sin hablarnos.—¿Y estabas mejor así? Porque yo no.La respuesta se me cayó de la boca.—No. —Al darme cuenta de lo rápido que había sido, rectifiqué un poco—. Bueno no lo sé.Lo escuché resoplar y lo vi sacudir la cabeza. Yo lo estab
NATHANIELConocía todo de Faith, desde sus manías más sutiles hasta la contraseña que usaba para todo. Ni siquiera se había molestado en cambiarla con el paso de los años. Tecleé: contraseñafaithmarie. No recibía muchos correos electrónicos, casi todos eran de propaganda y de los miles lugares en los que me tenía su email, pero entre esos encontré el que buscaba. La dirección y el número de su hermana estaban allí.Por mucho que me Faith me hubiera dicho creo que en el fondo yo sabía que ella echaba de menos a su familia, pero nunca me importó porque para mí éramos solo ella y yo.—¡Hola! Hablas con Clara Foster.Yo nunca tuve trato con su familia, ni falta que me hacía, así que encontrarme llamando a Clara fue raro de cojones.—Hola. —¿Qué más se suponía que debía decir?—. Soy Nathaniel, no sé si te acuerdas pero soy el novio de tu hermana...—¡Nate! ¡Nate! —exclamó de repente—. ¡Claro que me acuerdo! ¡Ay! ¿Qué...? Espera... Hola —se rió—. Perdona, es que estoy flipando. Ha pasado de
FAITHCualquier rastro de seriedad en él se desvaneció para dar paso a una sonrisa tan socarrona como genuina. Algo me dijo que si no hubiéramos estado en aquel lugar, me habría saltado encima y habría sido el hombre más cursi del mundo.—Qué pena, con lo buen tío que era —soltó.—No sabes fingir.—Es que no lo he intentado. —Apretó los labios y ni eso escondió su sonrisa—. Te dije que eras mía.Resoplé, intentando mantener la compostura. Pero la forma en que me miraba, con esa mezcla de triunfo y adoración, me desarmaba. Nate siempre había tenido esa habilidad de hacerme sentir cosas que nadie más podía.—Tú dices muchas cosas.—¿Me vas negar que no es cierto?Por hacerme yo también la valiente y la creída, dije:—Pues no, no es cierto.Lo que solo sirvió para que volviera a sonreír. Me mordí el labio para no seguirle la corriente, pero fingir indiferencia con Nate era imposible porque siempre me rebuscaba. Cuando estábamos enfadados siempre buscaba sacarme los mil demonios, y cuando
NATHANIEL—Así que esa era tu mujer.¿Era? Faith nunca había dejado de ser mía. Mi chica, mi novia, mi mujer... lo que fuera.—Es mi mujer —aseveré.Levantó las manos y se rió como si fuéramos colegas de toda la vida. Él era un tío viejo casado con una jovencita por favores mutuos; ella le debía querer porque el hombre estaba forrado de inversiones y él a ella porque era la única madre de toda la fiesta con las tetas operadas a la altura del cuello.—Yo sólo preguntaba. Te he visto en algunos lugares, pero si tenéis ese tipo de relación no seré yo quién se meta. Mejor para mi, vamos a pagar compañía para este fin de semana.Conocía muy bien esas compañías.—Lo que queráis. —Tampoco iba a ponerme a discutir.Le pegué una calada al cigarro antes de tirarlo y atravesé el jardín con la mirada. Una mujer histérica me había arrancado a Faith de las manos y no había salido de la cocina desde entonces. Cada vez que miraba el reloj el tiempo pasaba más lento.Vi a Alan acercarse lento, cansado
FAITHSincerarme no estaba mal. Me sentí mucho más a gusto tras confesarle un poco como me había sentido con respecto a nuestra relación.Entramos en su calle, repleta de casas grandes y bien cuidadas, un buen vecindario en que el algún momento creíamos que formaríamos una familia. Nathaniel esperó a que la verja que cercaba el terreno se abriera y condujo más lento hasta el garaje, por un momento me quedé mirando la fachada . Habíamos elegido esta casa juntos, emocionados por el futuro. Ahora, parecía ser una cápsula del tiempo, llena de recuerdos y promesas rotas.Apagó el motor y tras una mirada que guardaba mil palabras nos bajamos del coche. Me giré hacia él y lo vi tan concentrado, tan determinado abriendo la puerta trasera con cuidado, levantando a Alan con una ternura que me conmovió profundamente. Verlo así, tan protector y amoroso, me recordó por qué me había enamorado de él en primer lugar.Lo seguí de cerca hasta la habitación de Alan, observando cada uno de sus movimiento
FAITHMe desperté por la alarma del móvil de Nate, la intentó apagar rápido y salió de la cama desenroscándose de mi con cuidado, temiendo despertarme. Abriendo un poco los ojos vi su cuerpo desnudo atravesar la habitación y colarse en el baño. El sonido del agua corriendo duró unos minutos, los justos para que me diera cuenta de que seguían siendo las cinco de la mañana. Para cuando salió del baño yo ya estaba medio dormida otra vez, tan cansada que no abrí los ojos y solo escuché el trajín de sus pasos.Sentí la cama hundirse ligeramente cuando se sentó a mi lado. Me pregunté si tendría el tiempo necesario para quedarse ahí sentado deslizando sus dedos por mi espalda desnuda. Supuse que mucho tiempo no tendría cuando a los segundos se inclinó y me besó el hombro. El calor de su boca cernida sobre mi piel me recorrió como una corriente eléctrica. Me estremecí, pero no abrí los ojos.Volví a despertarme horas más tarde. Me quedé pensativa sentada sobre la cama tapándome la desnudez co
FAITHDebía ser temprano todavía porque el sol entraba débil a través de las cortinas oscuras de la habitación de Nathaniel. No abrí los ojos pero sentí como la cama se hundía a mi espalda y, mucho antes de que me tocara, mi cuerpo ya estaba conectado con el suyo. El calor de su mano se coló bajo mi camiseta del pijama, deslizando sus caricias por mi piel. Iba a ser imposible conciliar el sueño. Tenía el corazón igual que todas aquellas primeras noches que me tiraba horas y horas hablando con él por teléfono, incapaz de dormirme sólo por seguir escuchando su voz.A la mínima que me moví para darle la cara, Nathaniel sacó la mano de debajo de la camiseta pero la llevó directa a mi mejilla. El calor de su piel sobre la mía siempre sería mi sofoco preferido. Y por cómo me miraba, supe que una parte de él creía que no iba encontrarnos al llegar a casa.—Hola —susurré.—Es pronto, no quería despertarte —respondió él, su voz tan suave como el roce de sus dedos en mi mejilla.La noche anteri
FAITHA mitad de semana empecé a comerme la cabeza y estuve a punto de decirle a Nathaniel que el viernes no fuera a buscarme. Inventaría cualquier excusa y al final terminaría cenando por ahí con Helen y tomando algunas copas.Estaba hecha un lio.—Te lías tú sola —me había dicho Helen—. Y te comes la cabeza cuando estás sola porque tú misma me has dicho que estando con él eres incapaz de pensar. ¿Has pensado en apuntarte a yoga o pilates, algo relajante? Porque yo sí. Podríamos ir juntas.Es que, el ser incapaz de pensar con claridad cuando estaba con él, era otro problema. No éramos adolescentes sin más, sin responsabilidades y sin tener claro dónde terminaríamos. Éramos adultos, y teníamos un hijo que no merecía más idas y venidas. Y yo no quería precipitarme, cegarme por la forma que Nate tenía de hacerme sentir y al final darme cuenta de que volvía a ser un gilipollas y que yo siempre estaría haciendo sacrificios por él.El jueves, tirada en la cama tras dejar a Alan durmiendo e