Capítulo 31: Segundo golpe
La marca de la soga abarcaba gran parte de su cuerpo en tonos rojizos que, seguramente, en horas pasarían a ser morados; al día siguiente, no estarían allí. Lirio descansaba de su orgasmo sobre el torso de Dantes, que dejaba caricias en círculos en toda su espalda desnuda y, de vez en cuando, sus labios besaban su cabeza, extasiados por el placer y envueltos en su propia burbuja.

—Vamos a tomar una ducha para ir a cenar a un restaurante —habló de la nada el príncipe; no tenía ganas de comer en casa.

—Mmm…

—Nada de ese sonido, nena —regañó, sacándola de arriba sin esfuerzo. Lirio se recostó a su lado y se cubrió la cara con la mano—. Vamos, Lirio —la miró, pero ella ni siquiera se movió. Dantes gruñó bajo antes de fijarse en el pequeño vientre abultado de la loba—. Se ve hermoso —balbuceó. Ella se destapó la cara para verlo llevar sus labios a su abdomen.

La barba un poco larga de Dantes le cosquilleaba; ella acarició su corto cabello, que siempre llevaba perfectamente cortado, mien
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