Maquillajes, vestidos, accesorios y sobre todo tacones se acumulaban en la habitación de una de las trillizas mientras todas se arreglaban juntas. Lirio recibía mayor atención y se limitaba a decir que sí en cada momento, ya que ellas habían elegido la ropa y todo lo que usarían esa noche.
—Es muy corto —masculló la loba al ver el vestido de lentejuelas que le habían dado. Las trillizas la miraron con el ceño fruncido y los labios apretados, ya que todas llevaban uno del mismo largo.
—No exageres como nuestro padre —pidió Kusi, poniendo los ojos en blanco.
—Olvídate de eso, cielo, eres hermosa y sexy. No debemos preocuparnos por nada esta noche, además, el club al que vamos pertenece a la familia —avisó Kazuma mientras se aplicaba más brillo labial.
Todas estaban listas, así que tomaron sus bolsas y sujetaron a
—No hay nada interesante en esta maldita fiesta —comentó el príncipe con mal humor a su lobo mientras Lorena conversaba animadamente con unos vampiros a su lado.—Igual esperaba que tuviéramos noticias, pero ha sido un fracaso total —respondió el lobo, coincidiendo con su frustración. No se hablaba nada de lo que ellos esperaban.—Lorena, ya debo irme —susurró Dantes al oído de la vampiresa.—Te acompaño. Seguimos la conversación después —dijo ella, despidiéndose de los vampiros con los que hablaban. Asintieron de inmediato, y Lorena, colgada del brazo de Dantes, lo acompañó hasta la salida de la mansión—. Estoy muy agradecida de que hayas venido por mí —susurró con una sonrisa tierna, mirándolo directamente a los ojos.—No ten&iac
Con un gruñido, Dantes palpa su mesa de noche, donde su móvil suena sin parar. Al encontrarlo, responde la llamada sin siquiera fijarse en el nombre de quien lo ha estado marcando a estas altas horas de la madrugada.—¿Qué? —gruñó, molesto.—Es Lirio —la voz preocupada de Enzo hizo que todo el sueño desapareciera de su cuerpo, y el miedo se sintiera como un cuchillo afilado—. Está desaparecida, no tenemos rastro de ella desde temprano —informó el rey, sin dar por hecho lo que estaba sucediendo bajo sus propias narices.—¡¿Qué mierda dices?! —un rugido salió desde el pecho de Dantes, olvidando por completo que su hermano es el rey y que nunca debería hablarle en ese tono. Dantes jamás había sentido tanto miedo como el que corría rápidamente por sus venas mientras se pon&iacut
Un mes despuésHalland, SueciaLirio caminaba por la costa, con los pies descalzos, vistiendo un vestido blanco que se movía con el aire fresco que llegaba desde el mar de Kattegat. No se encontraba lejos de la manada, y un guardia vigilaba a la distancia a la loba por órdenes de su hermano, el alfa Gunnar Hansson, quien había empezado a tratarla mejor después de su primera semana en Halland. Ambos hermanos querían mucho a la loba; le daban todo lo que se merecía, aunque ella solo fuera su media hermana. El padre de ambos, Hansson, fue un alfa despreciable hasta el día en que fue capturado por cazadores, y tanto Gunnar como Hansson se enteraron del secreto de que tuvo una hija con una humana.La loba aceptó la historia con tristeza, ya que su madre solo era una prostituta que la vendió a la familia de Dominick porque sabía que esta no era humana y no tenía idea de
El príncipe sintió un escalofrío recorrer su espalda, una mezcla de alivio y anticipación. —Bien —respondió, su voz resonando con un nuevo vigor—. Procedan a llevarla al calabozo. Yo me encargaré del resto. El guardia asintió y salió de la habitación, dejando al príncipe solo una vez más. Con cada segundo que pasaba, la adrenalina comenzaba a fluir en sus venas. Sabía que el encuentro con Lorena sería decisivo. Necesitaba respuestas, y estaba decidido a obtenerlas, sin importar el costo. Mientras esperaba, su mente se llenó de imágenes de Lirio, de su risa, de la luz que traía a su vida. No podía permitir que Lorena se saliera con la suya. La idea de que pudiera haberle hecho daño a su loba lo enfurecía. Recordaba el dolor que había sentido al perder a Naiko y no estaba dispuesto a experimentar una pérdida similar. (…) El aire en el calabozo era denso y frío, impregnado de humedad y el leve olor a moho. Las paredes de piedra gris parecían cerrarse sobre Lorena, quien estaba encade
Cinco meses después —Vamos, Lirio. Puedes hacerlo —la anima la doctora, su voz firme y reconfortante resonando en la habitación, mientras Lirio se aferra a la esperanza. Ha pasado seis largos meses preparándose para este momento. Para cualquier loba, este era el tiempo normal de gestación, pero para Lirio, cada día ha sido un desafío lleno de emociones y anhelos.—Estoy cansada —balbucea, su rostro empapado de sudor, marcado por el esfuerzo y la fatiga tras horas interminables de trabajo de parto. La lucha ha sido ardua, pero el amor por su bebé le da fuerzas.—Tienes que pujar, Lirio. Ya falta poco para que tu bebé esté contigo —la doctora le sonríe con ternura, sus ojos llenos de aliento. Con un leve asentimiento, Lirio toma aire profundamente, sintiendo cómo cada contracción se convierte en un torrente de energía que la impu
La casa subterránea estaba decorada con una calidez que contrastaba con la fría piedra de sus paredes. A pesar de la estructura escondida bajo tierra, el lugar rebosaba de vida. Guirnaldas de flores, luces cálidas colgadas en lo alto y una mesa repleta de dulces y pasteles daban un toque festivo. El aire estaba impregnado del aroma de chocolate recién horneado y frutas frescas. Era un día especial: el cumpleaños número tres de Dafne. Lirio, con una sonrisa llena de amor y orgullo, observaba desde un rincón mientras su hija correteaba por la sala, persiguiendo a Gunnar, que jugaba con ella como si también fuera un niño. Dafne, con su vestido azul y sus rizos negros rebotando a cada paso, se veía radiante, iluminando la habitación con su energía. Sven, estaba acomodando algunos regalos en la mesa, cuidando que todo fuera perfecto para su sobrina. —No corras tanto, Dafne —dijo Lirio suavemente, mientras su hija lanzaba una carcajada que resonaba como música en la sala. —Déjala disf
La atmósfera en la pequeña cabaña que habían alquilado como refugio temporal era tensa. Afuera, los vientos de la montaña silbaban, pero dentro, las palabras se cargaban de una tormenta aún más intensa. Lirio se encontraba en una esquina de la habitación, los brazos cruzados, mientras Hakon, con su imponente figura y su ceño fruncido, la miraba fijamente desde el otro extremo. —¿Buscar a Dantes? ¿En serio? ¿Después de todo lo que te hizo? ¿Después de todo lo que le hicimos en tu vida para protegerte de él? ¿Y ahora quieres ir corriendo a su puerta como si nada hubiera pasado? —Lirio apretó los dientes, su corazón latiendo con fuerza. Había pensado en esto durante semanas, pero cada vez que lo mencionaba, Hakon reaccionaba de la misma manera. —Sé que no entiendes mis razones —respondió ella, esforzándose por mantener la calma—, pero mis hermanos están en peligro. No tenemos otra opción, Hakon. Él es la única persona que tiene el poder y los recursos para salvarlos. —¿Y a qué c
Dantes observaba a su hija. Ella era su cachorra, y no tenía duda de ello. Sin embargo, en su mente rondaban preguntas: ¿dónde estuvieron todo este tiempo? ¿Cómo pudo Lirio ocultarla durante tres años? ¿Por qué nunca lo buscó para darle la noticia? Aunque conocía la respuesta a la última pregunta, la molestia lo invadía; Lirio no había sido capaz de confiar en él.—¿Dónde estuviste? —preguntó Dantes al apartar la mirada de Dafne, quien seguía abrazándolo.—Tenemos que hablar en privado, no tengo mucho tiempo —respondió ella, lo que hizo que él la mirara furioso. Habían pasado tres años, y ahora ella le decía que no tenía tiempo.—¿Acaso crees que me importa tu preciado tiempo? ¡Maldición, Lirio! —gritó Dantes, asustando a la pequeña y llamando la atención de sus empleados—. Lo siento, pequeña —masculló, arrepentido por su arrebato, mientras se agachaba para acariciar la mejilla de Dafne.—Papi, ¿estás enojado? —preguntó la niña con un tierno puchero que removió algo dentro del osc