Capítulo 40: Cara a cara
El príncipe sintió un escalofrío recorrer su espalda, una mezcla de alivio y anticipación.

—Bien —respondió, su voz resonando con un nuevo vigor—. Procedan a llevarla al calabozo. Yo me encargaré del resto.

El guardia asintió y salió de la habitación, dejando al príncipe solo una vez más. Con cada segundo que pasaba, la adrenalina comenzaba a fluir en sus venas. Sabía que el encuentro con Lorena sería decisivo. Necesitaba respuestas, y estaba decidido a obtenerlas, sin importar el costo.

Mientras esperaba, su mente se llenó de imágenes de Lirio, de su risa, de la luz que traía a su vida. No podía permitir que Lorena se saliera con la suya. La idea de que pudiera haberle hecho daño a su loba lo enfurecía. Recordaba el dolor que había sentido al perder a Naiko y no estaba dispuesto a experimentar una pérdida similar.

(…)

El aire en el calabozo era denso y frío, impregnado de humedad y el leve olor a moho. Las paredes de piedra gris parecían cerrarse sobre Lorena, quien estaba encade
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