La semana transcurrió rápido. Dantes hacía todo el trabajo desde casa para vigilar a Lirio y asegurarse de que se recuperara. Ya se veía mucho mejor, y no quedaba rastro de las heridas en su piel. La señora Marcela también se ocupaba de ella con todo el cariño del mundo. —El avión estará listo en cuatro horas —murmuró el príncipe, saliendo del baño envuelto en una toalla mientras se secaba el cabello con otra—. Al llegar a Italia, mis hermanas te estarán esperando. Están muy emocionadas por tu llegada y… ¿me estás prestando atención? —preguntó, notando que ella estaba distraída, perdida en cualquier cosa menos en lo que él le decía—. No, no lo haces —su voz se tornó ronca al percibir el aroma de su excitación. —Lo siento —murmuró ella, sonrojada y tímida. Ese gesto solo lo provocaba más, y Dantes lo sabía a la perfección. —No me hagas esto, Lirio —pidió él, con una mueca de frustración. —¿Por qué? Te necesito —dijo en un susurro, lo suficientemente bajo como para que solo él la
El vuelo hasta Sicilia duró 15 horas, con una escala para repostar el combustible del jet. Lirio arribó al aeropuerto aproximadamente a la 1:00 AM. Las trillizas la recibieron con mucho entusiasmo, aunque odiaron a su hermano por hacerlas esperar a esa hora. Comentaban que bien podría haberla enviado para llegar de día.—Cariño, benvenuto (bienvenida) —la saludaron todas con besos y abrazos.—¿Cómo estuvo el viaje? —preguntó Kusi.—È stato buono (fue bueno) —respondió Lirio. Las chicas se rieron por su intento de hablar italiano.—¿Lo hice mal? —cuestionó, sonrojada.—Estuvo fantástico, cielo. Ya aprenderás más con nosotras —le guiñó Kazuma, y Lirio sonrió. —Vamos —dijo mientras subían todas a un jeep. El chofer se puso en marcha, seguido por una caravana de dos autos que acompañaban el vehículo de las princesas.El trayecto fue silencioso, algo inusual considerando lo parlanchinas que eran las trillizas. Lirio supuso que era por la hora. Sin embargo, Kusi rompió el silencio.—Quiero
Maquillajes, vestidos, accesorios y sobre todo tacones se acumulaban en la habitación de una de las trillizas mientras todas se arreglaban juntas. Lirio recibía mayor atención y se limitaba a decir que sí en cada momento, ya que ellas habían elegido la ropa y todo lo que usarían esa noche.—Es muy corto —masculló la loba al ver el vestido de lentejuelas que le habían dado. Las trillizas la miraron con el ceño fruncido y los labios apretados, ya que todas llevaban uno del mismo largo.—No exageres como nuestro padre —pidió Kusi, poniendo los ojos en blanco.—Olvídate de eso, cielo, eres hermosa y sexy. No debemos preocuparnos por nada esta noche, además, el club al que vamos pertenece a la familia —avisó Kazuma mientras se aplicaba más brillo labial.Todas estaban listas, así que tomaron sus bolsas y sujetaron a
—No hay nada interesante en esta maldita fiesta —comentó el príncipe con mal humor a su lobo mientras Lorena conversaba animadamente con unos vampiros a su lado.—Igual esperaba que tuviéramos noticias, pero ha sido un fracaso total —respondió el lobo, coincidiendo con su frustración. No se hablaba nada de lo que ellos esperaban.—Lorena, ya debo irme —susurró Dantes al oído de la vampiresa.—Te acompaño. Seguimos la conversación después —dijo ella, despidiéndose de los vampiros con los que hablaban. Asintieron de inmediato, y Lorena, colgada del brazo de Dantes, lo acompañó hasta la salida de la mansión—. Estoy muy agradecida de que hayas venido por mí —susurró con una sonrisa tierna, mirándolo directamente a los ojos.—No ten&iac
Con un gruñido, Dantes palpa su mesa de noche, donde su móvil suena sin parar. Al encontrarlo, responde la llamada sin siquiera fijarse en el nombre de quien lo ha estado marcando a estas altas horas de la madrugada.—¿Qué? —gruñó, molesto.—Es Lirio —la voz preocupada de Enzo hizo que todo el sueño desapareciera de su cuerpo, y el miedo se sintiera como un cuchillo afilado—. Está desaparecida, no tenemos rastro de ella desde temprano —informó el rey, sin dar por hecho lo que estaba sucediendo bajo sus propias narices.—¡¿Qué mierda dices?! —un rugido salió desde el pecho de Dantes, olvidando por completo que su hermano es el rey y que nunca debería hablarle en ese tono. Dantes jamás había sentido tanto miedo como el que corría rápidamente por sus venas mientras se pon&iacut
Un mes despuésHalland, SueciaLirio caminaba por la costa, con los pies descalzos, vistiendo un vestido blanco que se movía con el aire fresco que llegaba desde el mar de Kattegat. No se encontraba lejos de la manada, y un guardia vigilaba a la distancia a la loba por órdenes de su hermano, el alfa Gunnar Hansson, quien había empezado a tratarla mejor después de su primera semana en Halland. Ambos hermanos querían mucho a la loba; le daban todo lo que se merecía, aunque ella solo fuera su media hermana. El padre de ambos, Hansson, fue un alfa despreciable hasta el día en que fue capturado por cazadores, y tanto Gunnar como Hansson se enteraron del secreto de que tuvo una hija con una humana.La loba aceptó la historia con tristeza, ya que su madre solo era una prostituta que la vendió a la familia de Dominick porque sabía que esta no era humana y no tenía idea de
El príncipe sintió un escalofrío recorrer su espalda, una mezcla de alivio y anticipación. —Bien —respondió, su voz resonando con un nuevo vigor—. Procedan a llevarla al calabozo. Yo me encargaré del resto. El guardia asintió y salió de la habitación, dejando al príncipe solo una vez más. Con cada segundo que pasaba, la adrenalina comenzaba a fluir en sus venas. Sabía que el encuentro con Lorena sería decisivo. Necesitaba respuestas, y estaba decidido a obtenerlas, sin importar el costo. Mientras esperaba, su mente se llenó de imágenes de Lirio, de su risa, de la luz que traía a su vida. No podía permitir que Lorena se saliera con la suya. La idea de que pudiera haberle hecho daño a su loba lo enfurecía. Recordaba el dolor que había sentido al perder a Naiko y no estaba dispuesto a experimentar una pérdida similar. (…) El aire en el calabozo era denso y frío, impregnado de humedad y el leve olor a moho. Las paredes de piedra gris parecían cerrarse sobre Lorena, quien estaba encade
Cinco meses después —Vamos, Lirio. Puedes hacerlo —la anima la doctora, su voz firme y reconfortante resonando en la habitación, mientras Lirio se aferra a la esperanza. Ha pasado seis largos meses preparándose para este momento. Para cualquier loba, este era el tiempo normal de gestación, pero para Lirio, cada día ha sido un desafío lleno de emociones y anhelos.—Estoy cansada —balbucea, su rostro empapado de sudor, marcado por el esfuerzo y la fatiga tras horas interminables de trabajo de parto. La lucha ha sido ardua, pero el amor por su bebé le da fuerzas.—Tienes que pujar, Lirio. Ya falta poco para que tu bebé esté contigo —la doctora le sonríe con ternura, sus ojos llenos de aliento. Con un leve asentimiento, Lirio toma aire profundamente, sintiendo cómo cada contracción se convierte en un torrente de energía que la impu