No había reparado que Adam había traído consigo una cajita de regalo. Me picaba la curiosidad de qué me quería regalar.—Quería hacerlo contigo en tu apartamento —comentó—, pero cuando venía, me topé con alguien que me hizo recordar algo desagradable.Adam se había encontrado con un viejo conocido de la preparatoria y mantuvieron una conversación que terminó en recordar sus últimos años en el colegio.Y después, estar en mi habitación, tan formal, todo estrictamente organizado, le recordaba a esos momentos. A esa mañana cuando la esperaba, el momento exacto donde alzó la mirada y vio el helicóptero sobrevolando por la ciudad.—Evie, ¿recuerdas la noticia de que en un colegio hubo una masacre? —preguntó Adam de pronto.Abrí los ojos con impresión.—Sí, lo recuerdo —respondí—. ¿Por qué hablas de eso ahora?—Porque eso sucedió en mi instituto —respondió Adam.Me senté en la silla de escritorio, rodándola con los dedos de mis pies hasta llegar a la cama.—¿Cómo que estuviste ahí? —pregunt
Mientras esperábamos sentados en las bancas amarillas del Efecty que quedaba a una cuadra de mi edificio para hacer el envío del paquete, mis manos sudaban mientras se entrelazaban estresadas e impacientes.Adam veía con curiosidad cómo el viejo abanico pegado en la pared era incapaz de amortiguar el incesante calor que hacía en el pequeño local, cuestionando lo infeliz que sería si tuviera que trabajar en un lugar como aquel. Comparaba los lugares que debía visitar cuando se encontraba conmigo. Llegó a hacer varios comentarios, susurrándome al oído. Se pasaba un pañuelo blanco por la frente una y otra vez. Tenía un tic en la pierna derecha, temblaba desesperada. Sus ojos pasaban del abanico al indicador del turno.—Maldita sea, ¿cómo es posible que aquí no haya aire acondicionado? —gruñó—. Tuvimos que llamar a la oficina de correo directamente y que se llevaran el paquete.—Por aquí es mejor, cuesta menos —dije.—El dinero no es el problema, Evie —espetó—. ¿No ves lo que causa el q
Cenar con Davison fue agradable, no tocamos temas del pasado, hablamos del presente, sobre sus planes a futuro. Comenzaba a meditar en la posibilidad de cambiar de empresa y la posibilidad de mudarse del país si era necesario.—Comenzaré a aprender otro idioma y quiero sacar la visa, me interesa Canadá —llegó a decirme.Cuando volvía a casa meditaba en la posibilidad de también mudarme del país. Aunque me daba miedo, nunca antes he vivido sola en una ciudad, mucho menos en otro país.Con Davison pude hablar de todas mis inseguridades, era un buen amigo, una persona que sabía escucharme y dar consejos. De hecho, eso fue algo que nos unió en el pasado.—Tal vez el amor de tu vida se encuentre en otro país y tú desperdiciando tus mejores años en este lugar —llegué a decirle.Antes de bajarme del auto, vimos un Mercedes negro parqueado en el frente de mi casa.—¿Sabes quién es? —me preguntó.—Claro que sí, se trata de Adam —contesté.—¿Crees que está enojado?—Cuando dejamos de hablar en
De los recuerdos más hermosos que tengo grabados en mi memoria es el de esa noche, cuando Marco y Adam se hicieron amigos. Recuerdo sorprenderme porque fue la primera vez que vi a mi hermano ser sumamente feliz, comportándose como un joven de su edad, bailando y riendo al lado de todo nuestro grupo de amigos.Esa noche pude besar a Adam en frente de todos.Vi fijamente a Adam a aquellos ojos azules intensos y supe que estaba al lado de la persona correcta. Podía hablarle de lo que fuese, él siempre iba a escucharme; nos dábamos consejos en todos esos temas que no le contábamos a nadie y, ante todo, nos apoyábamos.Éramos dos jóvenes adultos disfrutando al máximo de la vida, sin importar todos los problemas que nos rodeaban.Y me encantaba la amistad que Adam y Marco habían formado desde esa noche. Marco parecía ser el hermano mayor y Adam ese hermano menor que vive metiéndose en problemas. Eran un dúo perfecto. Fue conexión a primera vista.Todo comenzó cuando salíamos del edificio ru
Me desperté por el sonido del celular al recibir la llamada. Mi cabeza palpitaba del dolor y mi estómago me advertía que un simple movimiento haría que expulsara hasta mi alma.Me coloqué a medio lado, gruñendo del dolor.¿Dónde me encontraba?—¿Hola? —escuché a lo lejos—. Ah, hola, Marco, sí, ella está bien, se encuentra dormida, como todos los demás. Sí, llegamos a las cinco a la casa. ¿Rossy? Bueno, ella está con nosotros, dormida. No, no estamos en la casa de Rossy, estamos en la mía, pero no te preocupes, Evie está bien. Imagino que regresará cuando esté mejor. Bueno, no sé qué tan recomendable sería despertarla, está bastante dormida y creo que no le está sentando bien la resaca. —Una risa—. Sí… anoche se alocó mucho. Tú estabas igual, quien te ve, el que no le gustan las fiestas. —Más risas—. Sí… debemos ir, pensaba que se te había olvidado, ¿qué te parece si nos encontramos a las dos? Me parece buena idea. Pasamos la noche en la hacienda, hay suficientes cuartos para todos. T
Todas las personas deben lidiar con un pasado, en algún momento de su vida pasarán por situaciones que les marcarán un antes y un después.Ahora entendía el por qué Adam lograba conversar fácilmente de temas profundos, él sabía lo que significaba el sufrimiento, lo aprendió de la forma más desgarradora posible. Ahora entendía que aquel joven no era ni un milímetro lo que alguna vez creí que era. Lo había estigmatizado y me arrepentía de eso. —Me da miedo que la historia se repita —confesó Adam—. Tener una persona que quiero y que pase por una situación difícil y no poder ayudarla. No soporto cuando veo que a alguien le están haciendo daño porque otra persona se cree superior.—¿Por eso te metes en tantos problemas? —pregunté.—Bueno, acepto que mis amigos me llaman abogado —respondió Adam y desplegó una sonrisita—. Soy el primero que sale a defender a un amigo cuando lo veo en medio de una pelea. De hecho, cuando me encontraste peleando en la fiesta, estaba defendiendo a un amigo qu
A las siete de la noche, Davison regresaba a su casa, corriendo por la larga calle porque acababa de apretar una fuerte lluvia. Llevaba el bolso sobre su cabeza y la espalda un poco encorvada. Se detuvo en seco cuando vio una camioneta de envíos parqueada frente a su casa y un hombre cubierto con un impermeable negro tocaba a su puerta.—¿En qué puedo ayudarle? —preguntó el joven.—¿Usted es Davison? —inquirió el repartidor.—Sí, soy yo —respondió Davison.—Le ha llegado un paquete, estuvimos a punto de irnos, nadie nos abría —informó el repartidor, abriendo la puerta trasera del camión, para después sacar una caja mediana.Davison se extrañó cuando le entregaron el paquete, no estaba esperando uno, por lo cual, rectificó con el hombre que no se estuvieran equivocando de persona. Pero efectivamente era para él.Al ingresar a la vivienda y encontrarse en completa soledad, dejó la caja en su habitación, encima de la cama mientras se quitaba la ropa húmeda y se colocaba una pijama.Cuand
La hacienda era grande, de tres niveles. Tenía balcones en las habitaciones que daba vista a mar desde lo alto de una colina. Era de un concepto rústico y al mismo tiempo moderno.Al llegar en las horas de la tarde, todos los empleados nos esperaban, principalmente el capataz de la hacienda, el cual al ver los autos llegar daba órdenes para que todo estuviera perfectamente arreglado, después se dirigió a recibirlos con una gran sonrisa.El grupo, emocionado, comenzaron a instalarse, queríamos bajar a la playa porque lográbamos escuchar el mar. Al llegar, encontramos una cabaña de concepto abierto. Había un bar exclusivamente para nosotros con meseros que nos atendían con mucha amabilidad.—Entonces, toda esta playa ¿le pertenece a tu padre? —pregunté a Adam.—Es privada, hace parte de la hacienda —respondió.El agua era cristalina, la arena blanca y suave; estaba siendo rodeada por el paisaje tropical y exótico que me maravillaba.Me senté en una silla playera, Adam me untaba bloquead