Capítulo 47

Adam tomaba muy en serio el hecho de que me fuera sin avisarle por las mañanas, así que esa segunda vez que me quedé en su apartamento tuve que despertarlo cuando me había duchado. Pareció no caerle muy en gracia el que me despertase tan temprano, gruñía y arrugaba su rostro entre las almohadas.

—Me dijiste que te despertara cuando me fuera —comenté—, así que lo hago para que después no te des de ofendido como la primera vez.

—¿Qué hora es? —preguntó Adam aún con el rostro arrugado, hablando ronco y buscando en la mesita de noche la hora en el despertador.

—Son las cinco y media —respondí con tono casual.

—¿Qué?, ¿qué haces despierta a esta hora? —Ahora me veía como si se tratara de un bicho extraño. Soltó un quejido y echó todo su cuerpo pesado entre las sábanas—. Ven a dormir, ni siquiera ha salido el sol.

Me terminaba de colocar la falda y me senté en el bordillo de la cama para colocarme los zapatos marrones.

—No, debo volver a mi casa, necesito escribir y tengo otras cosas que ha
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