Siempre hay algo de lo que nos arrepentimos toda nuestra vida de no haber hecho. En el caso de Adam era el no haber podido salvar a su mejor amiga y la que fue su primer amor. Por más que luchó por ayudarla en el antiguo Liceo del Norte, todas las personas que los rodeaban acabaron con su vida.
Adam Sanders intentó darle la mano a Leanor Doop, pero ella nunca pudo tomarla y cayó al vacío.
Fue un vidrio que poco a poco se fue fragmentando, hasta que se quebró por completo. Y algo roto jamás puede volver a como estaba antes, puede arreglarse, pero quedan grietas. Y a mí me tocó conocer la versión remendada de Adam Sanders, la que nunca pudo conocer Leanor.
Intentaba no odiarla, ¿cómo se puede odiar a una muerta? Pero en mi caso era inevitable. Las decisiones que ella tomó en vida estaban afectando mi presente.
Adam había tenido sesión con el psicó
Me había propuesto el terminar la segunda novela para enviarla antes de viajar a mi despedida de soltera, fue un poco difícil, prácticamente tuve que retorcerme los sesos para poder lograr sacar las palabras de mi interior y que fueran coherentes con lo que había establecido para el final y pudiera considerarlo decente.Después de escribir unas casi veinte mil palabras, pude llegar una madrugada a sentirme satisfecha. Revisé todo ese día lo escrito y después adjunté el archivo en un correo y lo envié a Francisco. Sostuve todo lo que quedaba de la tarde una sonrisa de alivio, me había quitado un gran peso de encima de los hombros.Fui esa noche al gimnasio y entrené con Adam, contándole emocionada que ya había escrito el final del libro y que lo había titulado Quimera, pues mencionaba mucho esa palabra en los libros, pues así habían llamado al mundo de los sueños donde las personas viajaban en la historia. Quimera era el mundo de los sueños, donde todo era posible.Adam me escuchaba co
Adam no dejaba de hablar sobre lo contento que se encontraba por haber logrado romper su propio récord en la carrera de natación, y que el entrenador le dijo que a ese paso podría aspirar a entrar al equipo profesional muy pronto. Mencionó a una compañera que tenía el mismo propósito que él, una tal Roberta y que comenzarían a practicar juntos en sus ratos libres. Entonces, me preguntó si no le veía problema a que él practicara con ella a solas.No entendía el por qué me había hecho aquella pregunta, era casi como si me pidiera permiso. Le resté importancia a su pregunta y le respondí que sí, al parecer esto le ofendió, porque me regañó, asegurando que yo no le estaba prestando atención.Me sentía sumamente agotada por el largo día cargado de emociones fuertes.Le dije a Adam que necesitaba descan
Los minutos previos a comenzar la ceremonia fueron de puro caos. Ya había asistido a bodas y sabía que todo era un alto grado de estrés antes de la boda, pero que sea tu boda hace que la experiencia sea completamente diferente.Catalina me decía que intentara estar tranquila, pero era imposible, necesitaba saber que todo estaba marchando bajo control y cuando se me decía que se había retrasado X cosa, me ponía de nervios.Agregado a ello, estábamos a la espera de la llegada de la familia materna de Adam y su vuelo se había retrasado varias horas.El plan era que llegaran la noche anterior a la boda, pero hubo cambios de planes y se nos informó que llegarían a primera hora del día siguiente, o sea, horas antes de la boda. Pero eran las ocho de la mañana y aún no hacían acto de presencia. No quería que llegaran a la mansión a la hora
—Señorita Flores —saludó Francisco cuando se acercó a mí.Estaba sentada a la mesa y Adam se había marchado para saludar a unos invitados. Había caído la noche y el cielo estaba bellamente iluminado con sus incontables estrellas.Francisco se sentó a mi lado, donde anteriormente estaba Adam, un mesero le ofreció una copa de vino y él aceptó.—Señor Francisco —saludé y sonreí.A lo lejos, en la pista de baile, muchos invitados bailaban alegremente. Me aliviaba que todo estuviera transcurriendo sin ningún contratiempo.—Es una boda muy hermosa —dijo él después de darle un trago a su vino—. La felicito, señorita Flores, se esforzó mucho y obtuvo una de las bodas más elegantes y hermosas a las que he asistido.—¿Y no le gustaría tener su propia boda? —pregunté.Recordaba que las damas de honor me habían pedido que le sacara la información de si estaba casado o soltero, el Señor Editor era todo un misterio para nosotros, hasta para Adam que comenzaba a cuestionarse qué intenciones tenía re
Tenía que aceptar que me había casado con un hombre que no estaba del todo cuerdo. Era un hombre que, cuando menos lo pensaba, me salía con alguna sorpresa.Me sentía contrariada y al mismo tiempo una parte de mí estaba emocionada. Mientras Adam me penetraba con fuerza y hacía que soltara jadeos, apretando con fuerza las sábanas blancas, me susurraba al oído todo el placer que sentiría si hiciera un trío con Francisco. —Imagínatelo, me la chuparías con tantas ganas porque puedes sentirlo a él darte duro, haciendo que te mojes toda. Adam me agarró con fuerza del cabello y pude sentir su aliento en mi nuca.—¿Por qué finges que no quieres hacerlo? —preguntó en un gruñido—. Si eres tan sucia y pervertida, deja de fingir que eres una mujer puritana y correcta.—Oh, Adam,
He de aceptar que me gustó mucho Suiza, sus hermosas montañas y barrios medievales que me transportaban a épocas tan lejanas, además que aprender a esquiar fue una experiencia completamente diferente. Terminé disfrutando más del viaje que el propio Adam.Parecía una niña pequeña, señalando cosas, pidiéndole a Adam que me tomara fotos. Y me impresionaba por todo, por los monumentos, los paisajes, los lagos, el chocolate que tenía un sabor tan diferente al que había probado antes.El poder ir en barco y conocer las Cataratas del Rin, aprender palabras nuevas de otro idioma y conocer su historia me pareció sumamente interesante. Además, el poder caminar por las largas e inmensas montañas mientras conversaba con mi esposo, observando los maravillosos paisajes suizos, me hizo sentir como si estuviese en un mundo diferente.Observando un atardecer en las mon
Una de las cosas que siempre he hecho cuando me siento sumamente triste es escribir. Es uno de mis mayores refugios cuando siento que todo a mi alrededor está mal. Encerrarme en mi mente, donde podía crear mis propios mundos era reconfortante, como si tuviera el control de todo. Comencé a leer en la noche el libro Quimera y al llegar al punto donde todo perdía sentido, me querer corregirlo y escribir lo que inicialmente cuando decidí crear el libro deseaba que sucediera. Fui consumida por completo dentro de la novela. Se hizo de día y yo seguía frente al computador, aporreando las teclas del computador como si no existiera un mañana. Por un momento Adam entró en la habitación, pero al ver que estaba tan sumida en el libro, decidió dejarme con mi soledad y así impedir que perdiera la concentración. En ese momento él creyó que era bueno que yo hubiera vencido la crisis de hoja en blanco y se sintió emocionado, pues creyó que estaría bien. Sin embargo, con el paso de los días, notó
La larga mesa del comedor estaba perfectamente decorada y llena de mucha comida. Todos sonreían, conversando alegremente; de fondo se escuchaba una canción navideña y había un enorme árbol perfectamente decorado con luces que parpadeaban con múltiples colores.Las carcajadas de la familia se lograban escuchar por fuera del comedor y el ambiente era sumamente animado. O al menos así era como todo se mostraba, era lo que mis ojos observaban.Me sentía completamente desconectada de la realidad. Para mí era sumamente cansado el tener que estar mostrando una sonrisa y conversar con todos. Aunque me esforzaba en hacerlo, me cansaba muchísimo.Pasaba de la preocupación de saber que no había recibido respuesta de Francisco sobre el libro y qué opinaba al respecto a pensar en que era una pésima persona porque no lograba disfrutar de la última cena de año nuevo con mi familia. Se suponía que debía estar feliz, emocionada y agradecida por aquel bello momento.En esos días no había hecho otra cos