María escupió al instante el sorbo de agua que acababa de tomar, rociando la cara de Andrés. Mortificada, agarró servilletas y se acercó a limpiarlo. —¡Perdón, perdón! ¡No fue mi intención!Andrés mantuvo su amabilidad habitual. Tomó las servilletas que le ofrecía María y se secó rápidamente.—El que debe disculparse soy yo, señorita González, fui muy atrevido con mi propuesta… Y como veo que no está interesada, discúlpeme nuevamente. Al despedirse, Andrés le dedicó una suave sonrisa que formó hoyuelos en sus mejillas, suavizando aún más su expresión.Aunque solo se habían visto tres veces, María notaba lo increíblemente sereno que era este hombre, como si nada pudiera alterar su calma.Mientras lo veía marcharse, María se ocupó haciendo inventario de bebidas en la trastienda, pero no podía sacarse de la cabeza sus palabras:"¿Qué te parece si nos casamos para demostrarle que está equivocado?"Más allá de la sorpresa inicial, la idea le resultaba emocionante.A Daniel le convenía
En su prisa por escapar, tropezó en las escaleras y cayó. Aunque escuchaba los pasos de Daniel acercándose, ignoró el dolor, se levantó y corrió hasta el piso 12.Frente al apartamento de Andrés, golpeó la puerta con desesperación.—¡María! ¡Detente!Daniel estaba por alcanzarla y Andrés no abría. María llorando comenzó a retroceder.Justo cuando Daniel estaba por agarrarla, la puerta detrás de ella se abrió. En lugar de golpearse al caer hacia atrás, María se encontró entre unos brazos cálidos y la mirada preocupada de Andrés. —Señorita González, ¿cómo es que vuelvo a encontrarla toda lastimada? —preguntó Andrés con un tono resignado.Antes de que María pudiera responder, se escuchó la voz furiosa de Daniel:—¿Tú, otra vez? Esto es entre ella y yo, no te metas —y gritó—: María sal de ahí!Andrés lo miró impasible mientras retrocedía con María entre sus brazos, cerrando la puerta de golpe e ignorando su rabia impotente.Después llamó a seguridad y los gritos afuera pronto cesaron.En
María tomó la camiseta, sus dedos apretándola suavemente mientras sus orejas se teñían de rosa.—Sí, siempre llevo mis documentos conmigo.Andrés sonrió y le revolvió el cabello con cariño.—Perfecto, ve a ducharte entonces.María asintió y se dirigió rápidamente al dormitorio principal, pero volvió casi de inmediato.Andrés, que estaba ordenando el sofá, la miró sorprendido.—¿Qué sucede?María, con expresión conflictuada, preguntó:—¿Podrías... subir por mi mascarilla facial? y… también mi champú, gel de baño y los productos para la piel —luego justificó—: Es que si no los pongo a tiempo mi piel se reseca. —Por supuesto —respondió Andrés amablemente—. Espera un momento.—¡La clave es 03251314! —le gritó María mientras se alejaba.Antes de cerrar la puerta, Andrés registró mentalmente los números, notando que los primeros cuatro eran el cumpleaños de ella.Subió al piso 13 en el elevador. El edificio tenía solo un apartamento por piso, todos de planta completa con ventanales y hermo
El Minnie de María era bastante grande, como de un metro diez.Su hermano lo había mandado a hacer especialmente para ella y la había acompañado por mucho tiempo.—Tengo dos peluches en mi cama, ¿cómo supiste que querría este? —preguntó María con una sonrisa radiante en su rostro limpio, sus ojos vivaces penetrando directamente en el corazón de Andrés.—Vi tu diadema de Minnie en el lavabo —respondió Andrés mientras llevaba la canasta con artículos de aseo al baño, con María siguiéndolo como una pequeña sombra—. Supuse que este sería tu favorito.—¡Qué inteligente eres, señor Vargas!—Tú también lo eres, señorita González —contestó mientras acomodaba las cosas.María arrojó el Minnie sobre la cama del dormitorio y tomando la camiseta blanca que Andrés le había dado, se metió al baño.Andrés, que ya se había duchado, se quedó en el sofá revisando su celular aunque era casi la una de la madrugada. No tenía sueño. Recientemente había contratado varios pasteleros en su restaurante, así que
María sintió que su ánimo mejoraba instantáneamente. Respiró suavemente y se abanicó las mejillas con las manos, intentando calmarse.—Daniel y yo crecimos juntos —María mostró repulsión de solo nombrarlo, por haberla lastimado tanto. Luego prosiguió:—Nuestras familias eran vecinas y siempre estábamos juntos, perol empezó a salir con la chica más popular de la preparatoria, Valentina, hasta que ella decidió irse a estudiar al extranjero y aunque Daniel también quería irse con ella, su madre amenazó con suicidarse si lo hacía, así que terminaron. Él estuvo deprimido mucho tiempo, hasta que finalmente se recuperó, y comenzamos nuestra noviazgo, pero anteayer, mientras limpiaba en su casa, accidentalmente rompí el matero con gardenias que ella le dejó antes de irse.—¿Te lastimó el brazo y te provocó ese golpe en la cabeza, solo por eso? —Andrés preguntó con mirada asesina.—Sí —respondió ella—, aunque empezamos a salir juntos por la presión de nuestros padres, yo siempre estuve en
María realmente le había tomado pánico a la palabra "ex". Ahora le provocaba dolor de cabeza y náuseas solo escucharla.La sonrisa de Andrés se hizo más profunda.—No tengo ex.—¿Qué? ¿Nunca has tenido pareja? —preguntó María sorprendida.—No —negó Andrés y como queriendo dejar el tema, señalo el reloj—. Ya casi es madrugada, señorita González, deberíamos descansar. mañana tenemos que ir al registro civil, pero aún tienes la noche para pensártelo mejor. —Está bien —respondió María sonriendo mientras se dirigía al dormitorio.Cuando la puerta se cerró, la mirada de Andrés se oscureció gradualmente.¿Cómo podría decirle que era alguien que nunca había sido amado?Ni siquiera por su propio padre.María, que normalmente tenía problemas para dormir en camas ajenas, durmió profundamente en la cama de Andrés.Él, en cambio, no pudo dormir en toda la noche. Temía que María cambiara de opinión al despertar.A la mañana siguiente, María despertó a las nueve. Después de asearse, salió del dormit
La casa de María estaba en una zona residencial en las afueras de Lunaris. Después de varias vueltas siguiendo el GPS y las indicaciones de María, Andrés finalmente llegó a su destino.Dentro de la mansión, Laura y Roberto no podían quedarse quietos. María los había llamado diciendo que tenía algo importante que contarles, y sus mentes ya divagaban con mil posibilidades. No tenían idea de qué podría ser tan importante.—Cariño, ¿crees que María quiera reconciliarse con ese chico de los Martínez? —preguntó Laura con el corazón en la garganta. Después de lo que Daniel había hecho, ella ya había decidido unilateralmente cortar toda relación con su madre. ¿Qué clase de educación le habían dado a ese muchacho? Aunque no amara a María, ¿cómo se atrevía a lastimarla? Todos los niños crecen siendo el tesoro de sus padres, ¡¿cómo se atrevía ese malcriado?! María nunca había sufrido una humillación tan grande en toda su vida.Roberto miró preocupado hacia la entrada.—No lo sabemos aún, esperemo
Roberto estaba furioso. No solo un extraño le había arrebatado a su tesoro de más de veinte años, sino que todo había sucedido a sus espaldas.—¡Papá! —María miró exasperada a su padre—. No me decidí a casarme con Andrés de repente, lo pensé muy bien. Además, Daniel vino ayer al bar y me humillo frente a todos diciendo que en Lunaris nadie más que él querría casarse conmigo. —¿Y por eso te casas con el primero que encuentras? —Laura temblaba de rabia—. ¡María! ¿Es que no nos tienes ningún respeto como padres?María, decidida, puso el certificado de matrimonio frente a ellos. —Bueno... ya estamos casados, no pueden obligarnos a divorciarnos, ¿o sí? Además, ¿cómo pueden saber que Andrés no es bueno para mí si ni siquiera lo conocen? ¡Yo sí lo conozco! Ustedes confiaban en Daniel, ¿y miren lo que hizo! ¡No se esperaban que me lastimara así! Y hablando de Daniel, cuando quería casarse conmigo tampoco vino formalmente a visitarlos. Aunque nos conocíamos de años, ¡hay que respetar las trad