Capítulo 7
María escupió al instante el sorbo de agua que acababa de tomar, rociando la cara de Andrés.

Mortificada, agarró servilletas y se acercó a limpiarlo. —¡Perdón, perdón! ¡No fue mi intención!

Andrés mantuvo su amabilidad habitual. Tomó las servilletas que le ofrecía María y se secó rápidamente.

—El que debe disculparse soy yo, señorita González, fui muy atrevido con mi propuesta… Y como veo que no está interesada, discúlpeme nuevamente.

Al despedirse, Andrés le dedicó una suave sonrisa que formó hoyuelos en sus mejillas, suavizando aún más su expresión.

Aunque solo se habían visto tres veces, María notaba lo increíblemente sereno que era este hombre, como si nada pudiera alterar su calma.

Mientras lo veía marcharse, María se ocupó haciendo inventario de bebidas en la trastienda, pero no podía sacarse de la cabeza sus palabras:

"¿Qué te parece si nos casamos para demostrarle que está equivocado?"

Más allá de la sorpresa inicial, la idea le resultaba emocionante.

A Daniel le convenía
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