GeorgeEstocolmo, SueciaEstoy en el hospital universitario Karolinska desde las seis de la mañana. Me habían sacado sangre en cuanto había llegado, y empecé la primera etapa del tratamiento experimental. Había leído trabajos de doctores que seguían investigando como detener el crecimiento del cáncer, pero hasta hoy, todo era experimental. Radioterapia, quimioterapia e inmunoterapia. En esta última, sería una terapia de transferencias de células T. Es un tratamiento que fortalece la capacidad de las células T para combatir el cáncer. O en su otro nombre, terapia celular adoptiva, y una de las opciones recomendadas de mi doctor era administrarse por la intravenosa, directo en la vena.— ¿Cómo se siente hoy, señor Western? —preguntó el doctor encargado de mi tratamiento.—Hoy solo con un poco dolor de cabeza. —suspiré recargando la cabeza en el asiento mientras la enfermera inyectaba.— ¿Ha leído lo último que le envié a su correo? —asentí.— ¿Si se confirma esto de las células madres a
VictoriaEstocolmo, SueciaMi corazón no dejó de latir rápido cuando Marie me puso al tanto de lo que estaba pasando, mis manos estaban sudando, ¿Cómo es que su padre ahora apoyaba a George? Estábamos sentadas Marie y yo en la barra, viendo como mi hija peleaba con la masa.— ¿Y de qué están hablando? —soné bastante inquieta, Marie suavizó su mirada.—Tranquila, deben de estar poniéndose al día, lo que rara vez hacen cuando se ven sin mi madre.— ¿Y si…?—detuve mis palabras cuando escuché la voz de Albert, me levanté de un movimiento, preparada para lo que venía, apareció un George relajado, luego detrás de él, su padre, sus ojos se abrieron al verme.—Hola, Victoria. —saludó educado.—Hola, Albert. —él sonrió al escuchar que no hice un saludo formal, miré a George.—Mi padre quisiera platicar un momento contigo, ¿Quieres hacerlo? —preguntó George en un tono tranquilo.—Sí, claro, —dije nerviosa.—Tranquila, solo quiero platicar algo breve contigo, no te quitaré mucho tiempo. —dijo A
GeorgeEstocolmo, SueciaCuando dije esas palabras en voz alta, me sentí tan seguro como hace mucho tiempo no me sentía, y a la vez tan emocionado de poder ser sincero conmigo mismo y con ella, de aceptar que merecemos ser felices por el tiempo que Dios nos conceda.—Oh, George, yo también te amo, nunca lo he dejado de hacer, a pesar de todo, de los secretos, la distancia, el silencio y los años…siempre te he amado. —su voz se quebró al decir estas últimas palabras, se llevó las dos manos a su rostro para cubrirse y que no la viera llorar, me levanté, rodeé la mesa para quedar su lado, me senté sobre mis talones y cuando lo hice, ella retiró sus manos y me miró con ojos llorosos.—Lo que menos quería era hacerte llorar, se supone que debes de estar sonriendo y más si es…—metí mi mano en el abrigo, tomé la caja y la abrí. —…nuestro momento. —ella jadeó al ver la sortija de compromiso en el centro, —Yo mismo lo diseñé, tiene un diamante en el centro, y entrelazados, tres de cada lado, l
Hilary WesternEstocolmo, SueciaAgité la cuchara de mi café, al mismo tiempo que miré a Johanna, ella se dio cuenta que la estaba observando.— ¿Qué pasa?—preguntó.— ¿Cuándo sabré que has logrado tu objetivo?—noté su tensión. —Necesito fecha.—Hilary, ¡Por Dios! esto lleva tiempo...—dijo sonriendo y desviando su mirada, pero aún veía sus facciones tensas. Me recargué en el respaldo de mi silla y crucé una pierna sobre la otra.—Necesito las pruebas de sangre donde me confirman que estás embarazada. —ella dio un sorbo a su bebida desviando la mirada. —Y serán los laboratorios que yo ordene. —su mirada regresó a mí de inmediato, bajó el vaso de cristal.— ¿Crees que te voy a engañar con algo tan delicado? Estamos hablando de un hijo. De tu sangre y de los Shaw. —pareció ofendida, pero lo fingió bastante bien. “Con que arpía te viniste a enredar, Hilary”—Me has sobornado con ir a la prensa a pesar de que tienes un contrato de confidencialidad conmigo. Estabas arriesgando ir a la cárce
GeorgeEstocolmo, Suecia— ¿Entonces está todo listo? —pregunté a mi abogado del otro lado de la línea.—Sí, señor. Cualquier duda que tenga, puede llamarme.—Gracias, Stevenson. —colgué la llamada y miré la pantalla, tenía un mensaje de mi padre diciendo que mi madre lo estaba vigilando y que sabía que había venido, terminé de leer el mensaje y le envié una respuesta. Al terminar el resto de pendientes, me dejé caer en el respaldo de mi silla giratoria, estaba en el despacho después de la llamada de Ronald a Victoria. Mi personal en New York ya había recogido los documentos del divorcio y los enviaron por una paquetería que suelo usar para asuntos personales, estarían llegando mañana por la tarde. La puerta se abrió y apareció Victoria, tenía en su mano una botella de agua y en la otra, asumí que era mis pastillas.—Es hora de tu medicamento. —anunció con una sonrisa a medias, sabía que estaba más preocupada ahora que no estaba tomando mi tratamiento para el que habíamos venido.—Gra
GeorgeEstocolmo, Suecia.El auto comenzó a moverse a las afueras de mis terrenos, me recargué en el respaldo, frente a mí estaba mi madre observándome en silencio y a su lado, Johanna.— ¿Cómo está Victoria? —preguntó de repente, pero en su tono de voz era malicia pura, noté las comisuras de Johanna alzarse un momento para luego borrar la sonrisa oculta.— ¿De qué es de lo que quieres hablar? —contesté empleando el mismo tono que ella.—Cuando lleguemos lo sabrás. —respondió, el resto del camino no se dijo ninguna palabra, sus ojos eran como dagas listas para acribillarme, pero Johanna, veía más a un pedazo de carne que en cualquier momento comería. Bajamos y entramos a un restaurante, nos dieron un lugar privado donde nadie nos interrumpiera o escuchara la conversación. El mesero entró y entregó las cartas, yo me negué a comer pero ellas dos se tomaron el tiempo para ordenar. Miré mi reloj y ya era casi la media hora desde que llegamos.— ¿Y bien? —Pregunté—Deberíamos de hablar ante
VictoriaEstocolmo, SueciaDurante el resto de la tarde, finalmente George se quedó dormido después de un breve almuerzo y al tomar su medicamento. Algo estaba pasando y se lo estaba guardando para sí mismo para no preocuparme, pero no podía seguir permitiendo que cargara en sus hombros más de lo que podía. Elizabeth apareció con un rostro triste, eso me alertó.— ¿Qué pasa, pequeña? —levanté mi mano para que la tomara, cuando lo hizo, la senté a mi lado, la rodeé con mi brazo para pegarla a mi costado. Estábamos sentadas en la sala de entretenimiento, lo adornaba un gran sillón en el centro de la habitación.—Sigo esperando la llamada de papá. —suspiré al escuchar sus palabras, Ron había quedado en llamar para hablar con ella del divorcio y explicarle, pero él no llamó. Retiré unos mechones pelirrojos de su rostro, acaricié con la yema de mis dedos su frente, hasta tocar las pequeñas pecas en su nariz y mejillas.—Llamará, solo…—entonces el sonido de llamada entrante me interrumpió,
GeorgeEstocolmo, SueciaLas palabras que habían salido de la boca de mi hija, habían dejado un eco en mi interior, comenzó mi mente a cuestionar todas mis decisiones y comenzaron a atormentarme. Había estado encerrado en el baño privado de mi habitación por más de media hora, las últimas palabras de Ron al colgar la llamada se repitieron de nuevo: “—Solo cuídalas, por favor y no dejes que tu familia las lastime” luego colgó. Me llevé una mano a mi pecho, una opresión creció y creció hasta que cerré los ojos y las lágrimas se deslizaron.—Las cuidaré, Ron. —susurré intentando controlar mis emociones, el toque de la puerta se escuchó interrumpiéndome. — ¿Sí? —pregunté, aunque estaba de más hacerlo, sabía que era Victoria.— ¿Puedo pasar? —preguntó, me limpié las lágrimas de inmediato y me miré en el espejo.—Sí. —la puerta se abrió y apareció ella con el rostro pálido aún, la orilla de sus ojos estaban rojizos por el mismo llanto. —Ven. —le hice una seña de que se acercara, ella asinti