Ezra Winter Alexa se había quedado dormida en su habitación una vez que desayunamos, estaba inquieto de que Jo no estaba en la casa cuando llegamos en la mañana. ¿Dónde estaría? ¿Habrá ido al hospital? Marqué de nuevo su celular y ahora es que entró el tono de llamada y no directo al buzón, pero no contestó. La puerta se abrió y apareció finalmente. —Ya están aquí. —dijo al verme. —¿Alexa está dormida? —no me dio oportunidad siquiera de hablar cuando pasó de mi lado. —¿Dónde estabas? —pregunté mientras caminé detrás de ella, pero Jo me ignoró. Entró a la habitación de nuestra hija y cerró la puerta casi en mis narices. Esperé afuera en el pasillo por más de diez minutos y cuando estaba dispuesto a abrir la puerta para asomarme, ella lo hizo primero. —¿Qué no te has ido a trabajar? —preguntó algo sorprendida, pero lo había intentado ocultar. —Iré en un rato más, ¿Dónde estabas? —pregunté de nuevo mientras la volví a seguir, se detuvo en la cocina y se giró a mí. —No somos nada ah
Elizabeth WesternEstaba inquieta, no sabía por qué. Era esa sensación de que algo no estaba bien. Miré de nuevo el muro a nada de terminar finalmente. Mi madre estaba al celular hablando con alguien, Georgy estaba concentrado pasando un pincel en unas líneas de la parte de abajo.Tal vez no era nada. Quizás era mi mente haciendo un barullo sin sentido. Pero sé qué una parte de ello, era por qué Ezra le había avisado solo a mi madre de que no podría presentarse por un asunto privado. A ella, a mí no me había llamado o mensajeado.—Estás enamorada, —dijo mi hermano, cuando miré en su dirección, sonreía. Sus ojos se iluminaron.—Ponte a pintar—le dije tirando un poco de estopa a sus pies, él sonrió.—Eres diferente desde que sientes algo por Ezra. —alcé mis cejas, pero él no miró en mi dirección—Es como ver a mamá al mirar a papá. Suspiré al recordar aquello. Los ojos de nuestro padre se iluminaban al ver a nuestra madre. Eran un par de enamorados a pesar de tanto que pasaron, ahí estab
Elizabeth WesternTres días después, Ezra finalmente se había comunicado conmigo, no sé cómo me había contenido para no llamarle, pero entendí que tenía que darle espacio, -o eso es lo que pensaba yo- me había enviado un mensaje diciendo que iría hoy al hospital y que pedía tiempo libre para poder hablar conmigo. Respondí que estaba bien. Mi madre estaba en la oficina principal del hospital, estaba en una llamada, Georgy entró y fue directo al baño a cambiarse el overol manchado de pintura, nosotras aún lo teníamos puesto. Me senté en la silla frente al gran escritorio, que sería próximamente del esposo de Marie, él empezaría a manejar el lugar una vez abierto.—Gracias, Marie. ¿Me confirmas cuando lo tengas listo? Bien, te veo mañana. —y terminó la llamada, me miró y sonrió.—Tu tía está feliz con la organización de la apertura del hospital, pegó el grito al otro lado de la línea que podría romper mi tímpano. —sonreí, se sentó en la orilla del escritorio y luego suspiró.—¿Hay algo de
Ezra WinterLos últimos tres días fueron infernales, más por qué Alexa fue expuesta ante mis padres, Jo se había encargado de meter su dedo en la llaga sin saber que aquel matrimonio no vería bien nada de mi vida y mucho menos el ver que ella era una mujer mayor que yo a comparación de la mujer que ellos querían estrictamente para mí. Creyó que provocaría lástima de parte de ellos, pero lo único que habían ocasionado… Fue desprecio.Ahora sabían el resto de la verdad, que tenía una hija con leucemia, que yo había seguido mi camino en la arquitectura, que trabajaba para los Western y que Jo, era una mujer que me había usado y mentido para obtener su propia venganza. El segundo día de su llega, nos vimos en el restaurante del hotel donde se habían hospedado, hablamos de todo lo que habían presenciado, como estaba mi vida y lo que haría con ella, noté que había Alexa provocado algo en ellos, aunque preferiría que estuvieran alejados de nosotros, ellos se preocupaban demasiado por el que
Día de la apertura del hospital Western-WardElizabeth Western—Deberías de detenerte o harás un agujero en el suelo, Eli. —dijo mi madre una vez que acomodó la corbata a Georgy, estábamos nerviosos, bueno, era yo la única nerviosa. Mi madre y mi hermano estaban demasiado tranquilos en estos momentos y no entendía por qué, era la apertura finalmente y estaría lleno de gente importante y también aquellos que trabajarían en él. «Tranquila, respira» Es lo que hubiera dicho Ezra, pero él no está aquí… Aún.—Estoy algo nerviosa, —confesé dejándome caer en el sillón de cuero de la oficina principal, la puerta se abrió y apareció Marie, estaba radiante y sonreía ampliamente visiblemente por la emoción del día. — ¡Familia! Ya llegaron los medios de comunicación, ya tengo todo listo para cuando quieran empezar. —Falta media hora—dijo mi madre mirando a su cuñada. — ¿Segura que está todo en orden?—Claro, siempre he sido detallista así que no tienes por qué preocuparte. ¿Les falta algo a uste
Elizabeth WesternAeropuerto John F. KennedyAmal detuvo el auto en la entrada del aeropuerto, él dijo algo de buscar un lugar y que luego me alcanzaría, entré marcando el celular de Ezra, pero este no contestó.—Contesta, por favor…—susurré mientras intenté marcar de nuevo, mi mirada vagó entre toda la gente que pasaba por todos lados, Ezra finalmente contestó. — ¿Dónde estás? Estoy en el lado norte del edificio…—Voy para allá—y luego colgó. Hice una llamada al hombre que trabajaba para mi padre, era su mano derecha y el que le investigaba todo, un tono, dos tonos y contestó.—Señorita Western, tengo lo que me ha pedido. —sentí un escalofrío recorrerme de pies a cabeza.—Te escucho…—dije apenas.—Están a punto de abordar el vuelo de New York, a Berlín en…—abrí mis ojos de par en par, con razón Ezra no las ha encontrado, no van a Londres. Cuando me dio toda la información, le pedí que llamara a seguridad del aeropuerto para poder detener su huida del país con la hija de Ezra, aunque
Tiempo después… Se dice que hace años atrás, había un hombre que vivió alejado de la sociedad, de la familia, de todo aquello que le recordara que seguía existiendo. Abrumado, desconsolado, con una enfermedad frente a su puerta, entró en un tramo oscuro, donde se había refugiado en el alcohol y quizás así, adelantar su paso por esa vida. Pero, el destino tenía algo para él, le demostraría que aunque no siempre se ganaba, él lucharía para seguir teniendo más tiempo y disfrutar lo que la vida le había mostrado. Dos hijos, una mujer incondicional que se mantuvo a su lado hasta el último aliento con quien había dejado un gran legado, uno que ayudaría a muchos necesitados que así como él, necesitaban más tiempo para vivir con sus familias… Los siguientes años desde aquel primer hospital de ayuda gratuita para aquellos que no podían costear, se habían creado más en el país, luego se expandieron por lo largo del mundo. Un legado que había marcado el alma de las personas que conocían desde
George Mi padre repetía que sin presión, no se obtendría el éxito en la vida, así que vivió respirándonos la nuca a mi hermana, Marie y a mí, hasta que nos volvimos como él, solo que con nuestros negocios familiares, aun no teníamos a nuestros propios hijos para que nos odiaran como nosotros lo hicimos años atrás con él. — ¿Sigues con el diseño? —Marie entró a mi taller privado que tenía en mi casa, su largo cabello rubio montado en lo alto de su cabeza, se movió de un lado a otro conforme daba un paso hacia a mí. Me enderecé y me retiré mis lentes para mirarla sentarse del otro lado de la mesa donde estaba trabajando. — ¿Qué es lo que quieres, Marie? —ella presionó sus labios, pero no dijo nada por un momento, entrecerré mis ojos y la contemplé hasta que decidió finalmente hablar. —Bryan está en camino. —arqueé una ceja, Bryan era el novio de Marie y era de familia importante, hombre de negocios pero de los rebeldes, de los que nadie podía reclamar sobre sus pensamientos, no se c