VictoriaEstocolmo, SueciaDurante el resto de la tarde, finalmente George se quedó dormido después de un breve almuerzo y al tomar su medicamento. Algo estaba pasando y se lo estaba guardando para sí mismo para no preocuparme, pero no podía seguir permitiendo que cargara en sus hombros más de lo que podía. Elizabeth apareció con un rostro triste, eso me alertó.— ¿Qué pasa, pequeña? —levanté mi mano para que la tomara, cuando lo hizo, la senté a mi lado, la rodeé con mi brazo para pegarla a mi costado. Estábamos sentadas en la sala de entretenimiento, lo adornaba un gran sillón en el centro de la habitación.—Sigo esperando la llamada de papá. —suspiré al escuchar sus palabras, Ron había quedado en llamar para hablar con ella del divorcio y explicarle, pero él no llamó. Retiré unos mechones pelirrojos de su rostro, acaricié con la yema de mis dedos su frente, hasta tocar las pequeñas pecas en su nariz y mejillas.—Llamará, solo…—entonces el sonido de llamada entrante me interrumpió,
GeorgeEstocolmo, SueciaLas palabras que habían salido de la boca de mi hija, habían dejado un eco en mi interior, comenzó mi mente a cuestionar todas mis decisiones y comenzaron a atormentarme. Había estado encerrado en el baño privado de mi habitación por más de media hora, las últimas palabras de Ron al colgar la llamada se repitieron de nuevo: “—Solo cuídalas, por favor y no dejes que tu familia las lastime” luego colgó. Me llevé una mano a mi pecho, una opresión creció y creció hasta que cerré los ojos y las lágrimas se deslizaron.—Las cuidaré, Ron. —susurré intentando controlar mis emociones, el toque de la puerta se escuchó interrumpiéndome. — ¿Sí? —pregunté, aunque estaba de más hacerlo, sabía que era Victoria.— ¿Puedo pasar? —preguntó, me limpié las lágrimas de inmediato y me miré en el espejo.—Sí. —la puerta se abrió y apareció ella con el rostro pálido aún, la orilla de sus ojos estaban rojizos por el mismo llanto. —Ven. —le hice una seña de que se acercara, ella asinti
VictoriaNew York, Estados UnidosEl funeral había terminado, Elizabeth se había quedado dormida a mi costado mientras la rodeé con uno de mis brazos, cuando habíamos entrado a la casa al principio, me había tensado, el dolor que sentí en mi pecho, era indescriptible. ¿Qué pasaría cuando...? no quise terminar de formular esa pregunta en mi cabeza.—Aquí tienes el café, —anunció Billy, distrayéndome de mis pensamientos—Lamento que no hayas llegado a tiempo para el entierro.—Yo lo lamento también, pero tuvimos un contratiempo con el avión, —intenté controlar mi voz—Billy, ¿Por qué todo fue tan rápido?—me atreví a preguntar cuando ya estábamos en privado, sin nadie más que nosotros. Billy dio un sorbo a su botella de cerveza y luego me miró.—Fueron los deseos de Ron. —contestó. —Imagino que no quería que lo vieras en ese estado y solo lo recordarás cuando se vieron la última vez. —el nudo creció en mi garganta.—No entiendo por qué él...—no pude decir las palabras en voz alta—Era estri
GeorgeNew York, Estados UnidosMe exalté al escuchar el toquido contra el vidrio, al encender la luz del techo de mi auto me asusté al ver a Billy con la lámpara de su celular, yo tenía encima de mi abrigo y este me había mantenido un poco cálido.— ¿Qué es lo que haces aquí, Western? ¿No sabes que en este lugar y a estas horas el frío es más intenso? —Billy no dejó que le contestara sus preguntas cuando intentó abrir la puerta de mi lado.— ¿Qué es lo que haces? —pregunté al verlo bastante molesto. —No quiero pelear. —le advertí, él dejó de intentar abrir la puerta y sonrió.— ¿Crees que lo que quiero es pelear? Por favor, no te has ido ni a revisar esa herida de la nariz, así que baja, Victoria está esperando en las escaleras y no quiero que la niña despierte. —le quité el seguro de la puerta, por un momento había olvidado la herida del golpe en mi nariz, pero me había tomado varias pastillas para el dolor de todos modos que se me había ido de la cabeza. Bajé y me puse bien el abri
Albert Western Estocolmo, Suecia — ¿Cómo? ¿A qué horas ha sido eso? ¿Por qué no me lo han informado? —Pregunté a George al escuchar que se habían regresado ayer al país, había fallecido el ex esposo de Victoria en un accidente de auto, —Mi sentido pésame a Victoria y a mi nieta. No puedo imaginar cómo han de estar…cualquier cosa que necesiten, no duden en llamarme, estoy aquí para ustedes. —después de unas palabras más, terminó la llamada anunciando que desayunarían y se marcharían a su casa. Al colgar, un sabor amargo quedó en mi boca. — ¿Necesita algo más señor, Western? —mi hombre de confianza esperaba cerca de la puerta, me senté en un sillón que estaba al lado de la gran ventana de mi habitación, Hilary había ido de nuevo de compras con Johanna, miré hacia el hombre. — ¿Tienes todo lo que te he pedido? —él asintió. —El médico me entregará el informe esta misma tarde, —noté cuando arrugó su ceño de manera breve. —Dime que es lo que piensas. —presioné. — ¿Sigue creyendo que n
GeorgeNew York, Estados Unidos.El desayuno con Billy fue incomodo, silencioso y demasiado cargado de tensión. Al parecer no fue una buena propuesta el quedarme en el sillón anoche, esta mañana había despertado a Elizabeth demasiado brusco, Victoria había bajado a la primera planta solo para presenciar nuestra discusión de que la niña no debía de dormir conmigo, me había dejado helado su comentario, ¿Acaso me ve como un maldito pervertido? Fue asqueroso su comentario pero tuve que callarme para no asustar a Victoria y a mi hija, ya estaba bastante asustada de la forma en la que la despertó. Victoria estuvo discutiendo con Billy en el jardín, miró de vez en cuando hacia la casa, sabía que estaría en la sala mirando a través del ventanal. Terminé la llamada con mi padre quien se había quedado inquieto, pero era por qué estaba conteniéndome de la ira, quería tomar a Victoria y a mi hija y largarnos de aquí cuanto antes. Victoria entró a la casa, dejando a Billy de pie en medio del jardí
GeorgeEstocolmo, Suecia.Ocho horas después, el avión privado estaba aterrizando en la pista privada de la ciudad de Estocolmo, un auto blindado estaba esperando por mí. Bajé los escalones despidiéndome de la azafata y el capitán, uno de los hombres de seguridad cargó mi pequeña maleta hacia la parte trasera del auto, me detuve para hacer una llamada a mi padre.— ¿George? ¿Todo bien? —sus preguntas alertadas me hicieron arrugar mi ceño.—Sí, todo bien, ¿Estabas dormido? —pregunté al escuchar su voz ronca, miré el reloj y ya eran las siete de la mañana.—Sí, hoy no he querido salir tan temprano de la cama. ¿Estás bien? —insistió.—Sí, acabo de llegar a Estocolmo, me estaré un mes, —me aclaré la garganta—Ya sabes, los negocios nunca acaban.—Puedo imaginarlo, ¿Desayunamos juntos? Tu madre se ha marchado a New York con los Shaw esta madrugada, con eso que ha adelantado la exposición de la nueva joyería, quiere asegurarse que todo quede bien.—Me imagino, por cierto, ¿Por qué no te has
GeorgeEstocolmo, SueciaHay muy buena pesca en muchos de los lagos alrededor de Estocolmo, uno de los mejores lugares para coger pescado es en pleno centro de Estocolmo, en el Stockholm Ström, el canal que conecta el lago Mälaren con el mar Baltico a la altura del Riksdagshuset y Slottet. Mi padre había comprado un bote, de esos que solo como máximo caben tres personas, se me hizo demasiado extraño de su parte, por ser un hombre con cuyo apellido podría comprar algo más cómodo, algo como un yate solo por gusto a ir a pescar, no, estábamos sentados los dos, de hombro a hombro sosteniendo nuestras cañas de pescar, mirando pacientemente en total silencio hacia el mar.— ¿Cuánto tiempo te queda? —preguntó rompiendo el silencio, arrugué mi ceño.—No lo sé cuándo se trata de pescar, lo sabes tú más que nada y siempre lo dices. —sonreí disimuladamente.—De vida. —mis ojos se abrieron de par en par, no pude retirar la mirada al mar, el latido de mi corazón se aceleró, miles de pensamientos