GeorgeEstocolmo, SueciaHay muy buena pesca en muchos de los lagos alrededor de Estocolmo, uno de los mejores lugares para coger pescado es en pleno centro de Estocolmo, en el Stockholm Ström, el canal que conecta el lago Mälaren con el mar Baltico a la altura del Riksdagshuset y Slottet. Mi padre había comprado un bote, de esos que solo como máximo caben tres personas, se me hizo demasiado extraño de su parte, por ser un hombre con cuyo apellido podría comprar algo más cómodo, algo como un yate solo por gusto a ir a pescar, no, estábamos sentados los dos, de hombro a hombro sosteniendo nuestras cañas de pescar, mirando pacientemente en total silencio hacia el mar.— ¿Cuánto tiempo te queda? —preguntó rompiendo el silencio, arrugué mi ceño.—No lo sé cuándo se trata de pescar, lo sabes tú más que nada y siempre lo dices. —sonreí disimuladamente.—De vida. —mis ojos se abrieron de par en par, no pude retirar la mirada al mar, el latido de mi corazón se aceleró, miles de pensamientos
VictoriaNew York, Estados UnidosUna semana pasó desde que George se había marchado a Estocolmo para comenzar su tratamiento, no habíamos mensajeado, ni hablado por teléfono desde entonces. Las palabras de Billy aun resonaron cargadas de culpabilidad dentro de mi cabeza.— ¿No has ido a trabajar? —preguntó Elizabeth asomando su cabeza por la puerta de mi habitación.—Hola pequeña, sí, he llegado hace una hora. ¿Mine se ha marchado o espera abajo?—Se ha marchado a almorzar, regresa por la tarde para llevarme a ballet. —Mine era la nueva persona de seguridad que cuidaba de mi hija, se cercioraba de que llegara sana y salva a su escuela y de regreso a casa, había dado indicaciones muy estrictas George que con la seguridad de nosotras no iba a negociar. Elizabeth entró y lanzó a la alfombra la mochila que cargaba de la escuela, brincó a la cama y se acurrucó a mi lado, rodeándome con sus pequeñas manos. —Si sigues así, será más difícil salir. —dejé un beso contra su frente y luego suspi
George Estocolmo, Suecia.Dos semanas exactas desde que había regresado a Estocolmo a retomar el tratamiento de un mes, las ojeras debajo de mis ojos estaban remarcadas, señal de que no he podido dormir lo suficiente después de cada sesión. Llevé mi tenedor con comida a mi boca, no se me apetecía absolutamente nada, era un efecto secundario, pero tenía que comer, tenía que alimentarme aunque mi cuerpo lo expulsara.—Toma un poco de fruta. —Marie a mi lado me ofreció el plato, pero negué.—Ya fue suficiente. —expresé en un tono bajo.—No te has terminado el primer plato, si no lo retienes, la fruta sí.—Dije que no. —respondí empezando a irritarme.—Y yo dije que…—la interrumpí, lancé el plato por el aire de un manotazo, el ruido al romperse contra la pared hizo que mi hermana se encogiera de hombros.—Dije que no. —repetí esa palabras bastante enfadado. —No soy un niño, Marie. Sé qué debo comer pero…— ¡HAZ LO QUE QUIERAS! —me sorprendió su grito, se levantó y se acercó al plato
HilaryNew York, Estados Unidos.— ¿Ya confirmaste si va a venir George? No haré todo esto para nada, Hilary. —comentó Johanna impaciente.—Deja de ponerme inquieta, odio estar así antes de una exposición. —me crucé de brazos y me recargué en el respaldo de mi silla, estábamos en el jardín de la casa, miré el lugar pensando en por qué George aun no subía al maldito avión, tenía un hombre de seguridad en el aeropuerto para confirmar el viaje, Marie no había tomado mis mensajes en todas estas dos semanas a excepción de uno en el que le pregunté si vendría, necesitaba su confirmación pero solo contestó: “suerte, no iré, lo siento” y desde entonces es lo único que sé, ¿Desde cuándo no viene a este evento tan importante para la empresa? ¡Ella también es parte de esto! –Me pasé la mano por mi cuello para masajear el estrés que se empezó a acumular- solté un suspiró.—Por tu cara creo que esta vez no saldrán tus planes. —le lancé una mirada de molestia.—Deja de fastidiarme, Johanna.—Necesi
GeorgeEstocolmo, Suecia. Después de mi desayuno, me quedé en uno de los sillones de la sala de entretenimiento a esperar a nuestro padre, me recosté un momento cuando sentí que las fuerzas se desvanecieron poco a poco entrando en un breve sueño. El sueño era hermoso, nuestra Elizabeth había crecido, se había convertido en una hermosa mujer, fuerte, decidida, paseaba por las instalaciones de Diamond Group de la mano de un adolescente, tenía el cabello castaño, ojos cafés y una sonrisa encantadora, una gran pero familiar sonrisa, todo se volvió borroso al escuchar la voz de Victoria, luego risas, olas de mar a lo lejos, el parloteo de las gaviotas al volar por encima de nosotros, sentí la arena en mis pies, el sol contra mi piel provocando una calidez. Más risas, al abrir mis ojos, ahí estábamos. Yo en una silla playera, con sombrilla, mis pies siendo enterrados por un pequeño de cabello castaño, estaba concentrado en desaparecerlos, cuando levanté la mirada, Victoria y Elizabeth reía
GeorgeEstocolmo, Suecia. — ¿Cómo te sientes? —preguntó mi padre cuando tiró del pequeño banco para sentarse a mi lado, puso su mano en mi cabello y lo revolvió, un gesto que hacía cuando era un niño. Le sonreí débilmente cargado aun de bastante sueño, las pastillas me habían tranquilizado el dolor que estaba apareciendo.—Bien, —le contesté dando un apretón en su mano que descansaba en el brazo del sillón donde estaba yo sentado. — ¿Qué tal el viaje?—Bien, dejé indicaciones en la empresa, tu madre debe de enterarse en cualquier momento que he viajado. —arrugué mi ceño.— ¿Por qué no le has dicho que venías? ¿Todo bien? —él visiblemente se tensó.—Tu madre es otra, está insoportable, he dormido desde hace días en la habitación de huéspedes. Johanna está viviendo con su padre en nuestra mansión, me irrita la presencia de ellos, algo me dice que están abusando, pero hay algo detrás que no sé aún, estoy investigando.—Pero es culpa de mamá, algo debe de querer para involucrarse con los
VictoriaEstocolmo, Suecia. Llegamos a casa de George, y todo fue felicidad. Él se veía más delgado, sus oscuras líneas debajo de sus ojos, señal de que no estaba descansando lo suficiente, me dio esa fuerza para quedarme, de alejar la culpa que me invadía y darme una oportunidad definitiva por el tiempo que sea que George me lo permitiera, y aunque insistiera alejarnos de él, me aferraría contra todo para evitarlo.— ¿Qué piensas? —preguntó pillándome por sorpresa, estábamos viendo la exposición de joyería de otoño de Diamond Group, su mano descansó en mi rodilla y la acarició, lo miré detenidamente en silencio por un momento contemplando su pálido rostro.—Qué necesito perfilarte bien esa barba. —él sonrió.—Eso no pensabas. —susurró, me acerqué quedando a unos cuantos centímetros de su rostro.— ¿Entonces qué crees que pensaba, señor adivino? —puso sus ojos en blanco y sonrió más. —Así deberías de sonreír todos los días, te ves hermoso.— ¿Aun demacrado?—Así demacrado, te amo, Ge
HilaryDiamond Group Center---Exposición de nueva línea de joyería.La exposición había terminado, aún estaba el banquete en su apogeo y los reporteros esperaban a que diera entrevistas. Caminé impaciente de un lado a otro esperando que me tuvieran la ubicación de Albert, entre tanto barullo con los preparativos de la exposición y con Johanna, no me había percatado de la ausencia de él.—Señora Western—escuché que me llamaron, me giré de inmediato en mi vestido de noche hacia la puerta, mi jefe de seguridad tenía un gesto de sorpresa en su mirada.— ¿Qué? ¿Dónde está mi esposo? —pregunté impaciente.—El señor Western está en Estocolmo, y ha informado que no regresará hasta dentro de un par de días. —me llevé una mano a mi cuello en señal de estrés.—Dime que es una maldita broma, Steve. —él negó.—Su equipo de seguridad voló esta mañana, cuando usted estaba de compras con la señorita Shaw. —maldije para mi interior, esto no me gusta absolutamente nada.—Llama, quiero hablar con él.—