HilaryNew York, Estados Unidos.— ¿Ya confirmaste si va a venir George? No haré todo esto para nada, Hilary. —comentó Johanna impaciente.—Deja de ponerme inquieta, odio estar así antes de una exposición. —me crucé de brazos y me recargué en el respaldo de mi silla, estábamos en el jardín de la casa, miré el lugar pensando en por qué George aun no subía al maldito avión, tenía un hombre de seguridad en el aeropuerto para confirmar el viaje, Marie no había tomado mis mensajes en todas estas dos semanas a excepción de uno en el que le pregunté si vendría, necesitaba su confirmación pero solo contestó: “suerte, no iré, lo siento” y desde entonces es lo único que sé, ¿Desde cuándo no viene a este evento tan importante para la empresa? ¡Ella también es parte de esto! –Me pasé la mano por mi cuello para masajear el estrés que se empezó a acumular- solté un suspiró.—Por tu cara creo que esta vez no saldrán tus planes. —le lancé una mirada de molestia.—Deja de fastidiarme, Johanna.—Necesi
GeorgeEstocolmo, Suecia. Después de mi desayuno, me quedé en uno de los sillones de la sala de entretenimiento a esperar a nuestro padre, me recosté un momento cuando sentí que las fuerzas se desvanecieron poco a poco entrando en un breve sueño. El sueño era hermoso, nuestra Elizabeth había crecido, se había convertido en una hermosa mujer, fuerte, decidida, paseaba por las instalaciones de Diamond Group de la mano de un adolescente, tenía el cabello castaño, ojos cafés y una sonrisa encantadora, una gran pero familiar sonrisa, todo se volvió borroso al escuchar la voz de Victoria, luego risas, olas de mar a lo lejos, el parloteo de las gaviotas al volar por encima de nosotros, sentí la arena en mis pies, el sol contra mi piel provocando una calidez. Más risas, al abrir mis ojos, ahí estábamos. Yo en una silla playera, con sombrilla, mis pies siendo enterrados por un pequeño de cabello castaño, estaba concentrado en desaparecerlos, cuando levanté la mirada, Victoria y Elizabeth reía
GeorgeEstocolmo, Suecia. — ¿Cómo te sientes? —preguntó mi padre cuando tiró del pequeño banco para sentarse a mi lado, puso su mano en mi cabello y lo revolvió, un gesto que hacía cuando era un niño. Le sonreí débilmente cargado aun de bastante sueño, las pastillas me habían tranquilizado el dolor que estaba apareciendo.—Bien, —le contesté dando un apretón en su mano que descansaba en el brazo del sillón donde estaba yo sentado. — ¿Qué tal el viaje?—Bien, dejé indicaciones en la empresa, tu madre debe de enterarse en cualquier momento que he viajado. —arrugué mi ceño.— ¿Por qué no le has dicho que venías? ¿Todo bien? —él visiblemente se tensó.—Tu madre es otra, está insoportable, he dormido desde hace días en la habitación de huéspedes. Johanna está viviendo con su padre en nuestra mansión, me irrita la presencia de ellos, algo me dice que están abusando, pero hay algo detrás que no sé aún, estoy investigando.—Pero es culpa de mamá, algo debe de querer para involucrarse con los
VictoriaEstocolmo, Suecia. Llegamos a casa de George, y todo fue felicidad. Él se veía más delgado, sus oscuras líneas debajo de sus ojos, señal de que no estaba descansando lo suficiente, me dio esa fuerza para quedarme, de alejar la culpa que me invadía y darme una oportunidad definitiva por el tiempo que sea que George me lo permitiera, y aunque insistiera alejarnos de él, me aferraría contra todo para evitarlo.— ¿Qué piensas? —preguntó pillándome por sorpresa, estábamos viendo la exposición de joyería de otoño de Diamond Group, su mano descansó en mi rodilla y la acarició, lo miré detenidamente en silencio por un momento contemplando su pálido rostro.—Qué necesito perfilarte bien esa barba. —él sonrió.—Eso no pensabas. —susurró, me acerqué quedando a unos cuantos centímetros de su rostro.— ¿Entonces qué crees que pensaba, señor adivino? —puso sus ojos en blanco y sonrió más. —Así deberías de sonreír todos los días, te ves hermoso.— ¿Aun demacrado?—Así demacrado, te amo, Ge
HilaryDiamond Group Center---Exposición de nueva línea de joyería.La exposición había terminado, aún estaba el banquete en su apogeo y los reporteros esperaban a que diera entrevistas. Caminé impaciente de un lado a otro esperando que me tuvieran la ubicación de Albert, entre tanto barullo con los preparativos de la exposición y con Johanna, no me había percatado de la ausencia de él.—Señora Western—escuché que me llamaron, me giré de inmediato en mi vestido de noche hacia la puerta, mi jefe de seguridad tenía un gesto de sorpresa en su mirada.— ¿Qué? ¿Dónde está mi esposo? —pregunté impaciente.—El señor Western está en Estocolmo, y ha informado que no regresará hasta dentro de un par de días. —me llevé una mano a mi cuello en señal de estrés.—Dime que es una maldita broma, Steve. —él negó.—Su equipo de seguridad voló esta mañana, cuando usted estaba de compras con la señorita Shaw. —maldije para mi interior, esto no me gusta absolutamente nada.—Llama, quiero hablar con él.—
George Rodeé con un brazo por debajo de su cuello a Victoria, terminamos de hacer el amor por tercera vez, mi cuerpo estaba resistiendo más de lo que imaginé, o como diría mi padre “Todo está en la mente”, Victoria se removió y levantó su rostro hacia a mí. — ¿Qué piensas? —preguntó, curiosa. Su mano acarició mi pecho con sus dedos. —En que mi cuerpo ha respondido mejor de lo que creí. —Dejé un beso en la punta de su nariz, —ella sonrió. —Puede que al final, tú seas mi medicina. —ella sonrió ampliamente y se subió sobre mí a horcajadas. —Vaya, vaya, la futura señora de Western quiere más de su futuro esposo. —ella soltó una carcajada pero fue interrumpida por la voz chillante de Marie del otro lado de la puerta. — ¿George? ¿Estás? —estaba algo alterada. —Espera—Victoria se bajó de mí a toda prisa, yo como pude me vestí al igual que ella, y llegué al picaporte de manera torpe casi a punto de caerme, quité el pestillo del seguro y abrí. —Ella estaba pálida, muy pálida con el celular
AlbertNewYork-PresbyterianLa ansiedad me estaba consumiendo, dejar a mi hijo en un hospital en Estocolmo para correr a New York por Hilary.—Señor Western. —escuché que me llamaron, cuando me volví a la voz, era el doctor de mi esposa, me acerqué a toda prisa hacia a él para que me diera información de su estado. —Su esposa está estable, está fuera de peligro.— ¿Pero a que se debió este infarto? —pregunté de inmediato.—Estrés, principalmente. Además, está en una edad que tiene que cuidarse mucho más, estar más tranquila.—Oh, —me pasé la mano por mi cabello y luego suspiré, ella estaba bien. Victoria había llamado para avisarme que George había despertado, sería un doble alivio. Me llevé una mano a mi corazón que seguía latiendo algo rápido, el doctor me observó detenidamente.— ¿Se encuentra bien, señor Western? —lo miré y asentí lentamente.—Solo que he pasado mucho hoy…—el doctor no me retiró la mirada.— ¿No quiere hacerse un chequeo para ver que todo esté bien? —negué rápidam
GeorgeEstocolmo, Suecia — ¿Y está estable? —pregunté preocupado a mi padre que estaba bastante serio del otro lado de la línea.—Sí, tiene que mantenerse serena o su presión arterial subirá. No he podido entrar a verla, más que cuando me dijo acerca de tu situación y que era abuela, luego los doctores entraron y tuve que salir, pero está estable. —me pasé una mano por mi rostro, así no estaba planeado contarle a mi madre.— ¿Y quién fue el que le dijo mi situación? Solo lo sabemos tú, Marie, Billy, Victoria y yo, obvio que el doctor, pero nomás.—Fue Johanna. —mi corazón latió a toda prisa. —Ella fue quien le dio la noticia en la exposición de la joyería.— ¿Qué? —espeté con molestia, me levanté de un movimiento y miré a Victoria, ella estaba sentada en el brazo del sillón del despacho, tenía sus brazos cruzados contra su pecho y un pie lo movió de manera distraída, pero se detuvo al ver mi reacción, se puso de pie y esperó a que terminara la llamada. — ¿Cómo es que Johanna le dijo