VictoriaEstocolmo, Suecia. Llegamos a casa de George, y todo fue felicidad. Él se veía más delgado, sus oscuras líneas debajo de sus ojos, señal de que no estaba descansando lo suficiente, me dio esa fuerza para quedarme, de alejar la culpa que me invadía y darme una oportunidad definitiva por el tiempo que sea que George me lo permitiera, y aunque insistiera alejarnos de él, me aferraría contra todo para evitarlo.— ¿Qué piensas? —preguntó pillándome por sorpresa, estábamos viendo la exposición de joyería de otoño de Diamond Group, su mano descansó en mi rodilla y la acarició, lo miré detenidamente en silencio por un momento contemplando su pálido rostro.—Qué necesito perfilarte bien esa barba. —él sonrió.—Eso no pensabas. —susurró, me acerqué quedando a unos cuantos centímetros de su rostro.— ¿Entonces qué crees que pensaba, señor adivino? —puso sus ojos en blanco y sonrió más. —Así deberías de sonreír todos los días, te ves hermoso.— ¿Aun demacrado?—Así demacrado, te amo, Ge
HilaryDiamond Group Center---Exposición de nueva línea de joyería.La exposición había terminado, aún estaba el banquete en su apogeo y los reporteros esperaban a que diera entrevistas. Caminé impaciente de un lado a otro esperando que me tuvieran la ubicación de Albert, entre tanto barullo con los preparativos de la exposición y con Johanna, no me había percatado de la ausencia de él.—Señora Western—escuché que me llamaron, me giré de inmediato en mi vestido de noche hacia la puerta, mi jefe de seguridad tenía un gesto de sorpresa en su mirada.— ¿Qué? ¿Dónde está mi esposo? —pregunté impaciente.—El señor Western está en Estocolmo, y ha informado que no regresará hasta dentro de un par de días. —me llevé una mano a mi cuello en señal de estrés.—Dime que es una maldita broma, Steve. —él negó.—Su equipo de seguridad voló esta mañana, cuando usted estaba de compras con la señorita Shaw. —maldije para mi interior, esto no me gusta absolutamente nada.—Llama, quiero hablar con él.—
George Rodeé con un brazo por debajo de su cuello a Victoria, terminamos de hacer el amor por tercera vez, mi cuerpo estaba resistiendo más de lo que imaginé, o como diría mi padre “Todo está en la mente”, Victoria se removió y levantó su rostro hacia a mí. — ¿Qué piensas? —preguntó, curiosa. Su mano acarició mi pecho con sus dedos. —En que mi cuerpo ha respondido mejor de lo que creí. —Dejé un beso en la punta de su nariz, —ella sonrió. —Puede que al final, tú seas mi medicina. —ella sonrió ampliamente y se subió sobre mí a horcajadas. —Vaya, vaya, la futura señora de Western quiere más de su futuro esposo. —ella soltó una carcajada pero fue interrumpida por la voz chillante de Marie del otro lado de la puerta. — ¿George? ¿Estás? —estaba algo alterada. —Espera—Victoria se bajó de mí a toda prisa, yo como pude me vestí al igual que ella, y llegué al picaporte de manera torpe casi a punto de caerme, quité el pestillo del seguro y abrí. —Ella estaba pálida, muy pálida con el celular
AlbertNewYork-PresbyterianLa ansiedad me estaba consumiendo, dejar a mi hijo en un hospital en Estocolmo para correr a New York por Hilary.—Señor Western. —escuché que me llamaron, cuando me volví a la voz, era el doctor de mi esposa, me acerqué a toda prisa hacia a él para que me diera información de su estado. —Su esposa está estable, está fuera de peligro.— ¿Pero a que se debió este infarto? —pregunté de inmediato.—Estrés, principalmente. Además, está en una edad que tiene que cuidarse mucho más, estar más tranquila.—Oh, —me pasé la mano por mi cabello y luego suspiré, ella estaba bien. Victoria había llamado para avisarme que George había despertado, sería un doble alivio. Me llevé una mano a mi corazón que seguía latiendo algo rápido, el doctor me observó detenidamente.— ¿Se encuentra bien, señor Western? —lo miré y asentí lentamente.—Solo que he pasado mucho hoy…—el doctor no me retiró la mirada.— ¿No quiere hacerse un chequeo para ver que todo esté bien? —negué rápidam
GeorgeEstocolmo, Suecia — ¿Y está estable? —pregunté preocupado a mi padre que estaba bastante serio del otro lado de la línea.—Sí, tiene que mantenerse serena o su presión arterial subirá. No he podido entrar a verla, más que cuando me dijo acerca de tu situación y que era abuela, luego los doctores entraron y tuve que salir, pero está estable. —me pasé una mano por mi rostro, así no estaba planeado contarle a mi madre.— ¿Y quién fue el que le dijo mi situación? Solo lo sabemos tú, Marie, Billy, Victoria y yo, obvio que el doctor, pero nomás.—Fue Johanna. —mi corazón latió a toda prisa. —Ella fue quien le dio la noticia en la exposición de la joyería.— ¿Qué? —espeté con molestia, me levanté de un movimiento y miré a Victoria, ella estaba sentada en el brazo del sillón del despacho, tenía sus brazos cruzados contra su pecho y un pie lo movió de manera distraída, pero se detuvo al ver mi reacción, se puso de pie y esperó a que terminara la llamada. — ¿Cómo es que Johanna le dijo
Hilary—Quiero que me cuentes absolutamente todo. No me ocultes nada. —exigí a Albert, él soltó un gruñido acompañado de un bufido.— ¿Quieres que me veten del hospital? No puedo alterarte por nada del mundo, amor. Lamentablemente te has enterado de la peor manera. Esa Johanna pagará por ello, de eso me estoy encargando yo mismo. —él se cruzó de brazos y le lancé una mirada de “Te estoy esperando, habla” él negó de nuevo. —No puedo. Solo tienes que concentrarte en estar tranquila. —estaba ansiosa por información. —Así te den de alta para poder viajar e ir con George. —mis ojos se abrieron de par en par. —él nos espera cuando puedas viajar. —mi labio inferior tembló.—He sido una mala madre. —dije antes de volver a limpiarme las lágrimas, estaba demasiado sensible, enterarse que tu propio hijo estaba enfermo y que moriría, era como sentir que el mundo estaba cayendo sobre ti, asfixiando en cada respiro. —No merezco ir a verlo.—Has sido cruel, yo lo he sido, pero he obtenido el perdón
GeorgeMi padre repetía que sin presión, no se obtendría el éxito en la vida, hubo momentos años atrás y de muy jóvenes que Marie y yo le tomamos un odio puro por todo lo que nos exigió. Solo éramos dos niños que querían jugar en la tierra, conocer otros niños y divertirnos en las fiestas de cumpleaños. Tener una infancia normal y simple, pero en los Western, eso no estaba permitido. Ahora que tengo a Elizabeth, que me perdí toda su infancia y que en unos años más será adolescente, estaba consiente de mi nueva situación. Ahora, con los resultados del tratamiento, disfrutaría de mi familia sin preocupaciones ni tratamientos. "Vivir y disfrutar" Son las palabras que dijo mi doctor sueco. Y me las repetí mentalmente sin creer que finalmente soltaría toda esa carga que llevaba en los hombros. — ¿Qué pasa?—preguntó Victoria cruzando las puertas automáticas del hospital. Después de cuatro semanas de tratamiento, finalmente los resultados marcarían un antes y un después. — ¿Son buenas noti
Victoria Estocolmo, Suecia. Después de saber que George tendría más tiempo, mi cabeza era una revolución, quería hacer tantas cosas para poder disfrutarlas junto a él y a nuestra hija. Hoy partiríamos hacia New York, nos quedaríamos en su casa por una temporada en lo que encontrábamos una casa para nosotros. — ¿Mamá?—dijo Elizabeth subiendo a la cama a lado de nuestra maleta. —Dime, cariño. —contesté mientras doblé un conjunto de ropa. — ¿Por qué mi tía Marie estará llorando?—detuve lo que estaba haciendo y arrugué mi ceño. — ¿En dónde?—pregunté. —En el baño de su habitación, iba a tocar para preguntarle que tenía, pero estaba llorando muy fuerte. —Oh, —miré a mi hija. — ¿Y tu padre? —Lo vi en la sala de la televisión al teléfono. —asentí lentamente pensando si ir directamente hacia Marie o ir a preguntarle a George que era lo que estaba pasando. —Iré a ver a tu tía Marie, sigue doblando la ropa, toda esta parte acomódala aquí a lado. —le indiqué para entretenerla y sa