GeorgeEstocolmo, SueciaCuando dije esas palabras en voz alta, me sentí tan seguro como hace mucho tiempo no me sentía, y a la vez tan emocionado de poder ser sincero conmigo mismo y con ella, de aceptar que merecemos ser felices por el tiempo que Dios nos conceda.—Oh, George, yo también te amo, nunca lo he dejado de hacer, a pesar de todo, de los secretos, la distancia, el silencio y los años…siempre te he amado. —su voz se quebró al decir estas últimas palabras, se llevó las dos manos a su rostro para cubrirse y que no la viera llorar, me levanté, rodeé la mesa para quedar su lado, me senté sobre mis talones y cuando lo hice, ella retiró sus manos y me miró con ojos llorosos.—Lo que menos quería era hacerte llorar, se supone que debes de estar sonriendo y más si es…—metí mi mano en el abrigo, tomé la caja y la abrí. —…nuestro momento. —ella jadeó al ver la sortija de compromiso en el centro, —Yo mismo lo diseñé, tiene un diamante en el centro, y entrelazados, tres de cada lado, l
Hilary WesternEstocolmo, SueciaAgité la cuchara de mi café, al mismo tiempo que miré a Johanna, ella se dio cuenta que la estaba observando.— ¿Qué pasa?—preguntó.— ¿Cuándo sabré que has logrado tu objetivo?—noté su tensión. —Necesito fecha.—Hilary, ¡Por Dios! esto lleva tiempo...—dijo sonriendo y desviando su mirada, pero aún veía sus facciones tensas. Me recargué en el respaldo de mi silla y crucé una pierna sobre la otra.—Necesito las pruebas de sangre donde me confirman que estás embarazada. —ella dio un sorbo a su bebida desviando la mirada. —Y serán los laboratorios que yo ordene. —su mirada regresó a mí de inmediato, bajó el vaso de cristal.— ¿Crees que te voy a engañar con algo tan delicado? Estamos hablando de un hijo. De tu sangre y de los Shaw. —pareció ofendida, pero lo fingió bastante bien. “Con que arpía te viniste a enredar, Hilary”—Me has sobornado con ir a la prensa a pesar de que tienes un contrato de confidencialidad conmigo. Estabas arriesgando ir a la cárce
GeorgeEstocolmo, Suecia— ¿Entonces está todo listo? —pregunté a mi abogado del otro lado de la línea.—Sí, señor. Cualquier duda que tenga, puede llamarme.—Gracias, Stevenson. —colgué la llamada y miré la pantalla, tenía un mensaje de mi padre diciendo que mi madre lo estaba vigilando y que sabía que había venido, terminé de leer el mensaje y le envié una respuesta. Al terminar el resto de pendientes, me dejé caer en el respaldo de mi silla giratoria, estaba en el despacho después de la llamada de Ronald a Victoria. Mi personal en New York ya había recogido los documentos del divorcio y los enviaron por una paquetería que suelo usar para asuntos personales, estarían llegando mañana por la tarde. La puerta se abrió y apareció Victoria, tenía en su mano una botella de agua y en la otra, asumí que era mis pastillas.—Es hora de tu medicamento. —anunció con una sonrisa a medias, sabía que estaba más preocupada ahora que no estaba tomando mi tratamiento para el que habíamos venido.—Gra
GeorgeEstocolmo, Suecia.El auto comenzó a moverse a las afueras de mis terrenos, me recargué en el respaldo, frente a mí estaba mi madre observándome en silencio y a su lado, Johanna.— ¿Cómo está Victoria? —preguntó de repente, pero en su tono de voz era malicia pura, noté las comisuras de Johanna alzarse un momento para luego borrar la sonrisa oculta.— ¿De qué es de lo que quieres hablar? —contesté empleando el mismo tono que ella.—Cuando lleguemos lo sabrás. —respondió, el resto del camino no se dijo ninguna palabra, sus ojos eran como dagas listas para acribillarme, pero Johanna, veía más a un pedazo de carne que en cualquier momento comería. Bajamos y entramos a un restaurante, nos dieron un lugar privado donde nadie nos interrumpiera o escuchara la conversación. El mesero entró y entregó las cartas, yo me negué a comer pero ellas dos se tomaron el tiempo para ordenar. Miré mi reloj y ya era casi la media hora desde que llegamos.— ¿Y bien? —Pregunté—Deberíamos de hablar ante
VictoriaEstocolmo, SueciaDurante el resto de la tarde, finalmente George se quedó dormido después de un breve almuerzo y al tomar su medicamento. Algo estaba pasando y se lo estaba guardando para sí mismo para no preocuparme, pero no podía seguir permitiendo que cargara en sus hombros más de lo que podía. Elizabeth apareció con un rostro triste, eso me alertó.— ¿Qué pasa, pequeña? —levanté mi mano para que la tomara, cuando lo hizo, la senté a mi lado, la rodeé con mi brazo para pegarla a mi costado. Estábamos sentadas en la sala de entretenimiento, lo adornaba un gran sillón en el centro de la habitación.—Sigo esperando la llamada de papá. —suspiré al escuchar sus palabras, Ron había quedado en llamar para hablar con ella del divorcio y explicarle, pero él no llamó. Retiré unos mechones pelirrojos de su rostro, acaricié con la yema de mis dedos su frente, hasta tocar las pequeñas pecas en su nariz y mejillas.—Llamará, solo…—entonces el sonido de llamada entrante me interrumpió,
GeorgeEstocolmo, SueciaLas palabras que habían salido de la boca de mi hija, habían dejado un eco en mi interior, comenzó mi mente a cuestionar todas mis decisiones y comenzaron a atormentarme. Había estado encerrado en el baño privado de mi habitación por más de media hora, las últimas palabras de Ron al colgar la llamada se repitieron de nuevo: “—Solo cuídalas, por favor y no dejes que tu familia las lastime” luego colgó. Me llevé una mano a mi pecho, una opresión creció y creció hasta que cerré los ojos y las lágrimas se deslizaron.—Las cuidaré, Ron. —susurré intentando controlar mis emociones, el toque de la puerta se escuchó interrumpiéndome. — ¿Sí? —pregunté, aunque estaba de más hacerlo, sabía que era Victoria.— ¿Puedo pasar? —preguntó, me limpié las lágrimas de inmediato y me miré en el espejo.—Sí. —la puerta se abrió y apareció ella con el rostro pálido aún, la orilla de sus ojos estaban rojizos por el mismo llanto. —Ven. —le hice una seña de que se acercara, ella asinti
VictoriaNew York, Estados UnidosEl funeral había terminado, Elizabeth se había quedado dormida a mi costado mientras la rodeé con uno de mis brazos, cuando habíamos entrado a la casa al principio, me había tensado, el dolor que sentí en mi pecho, era indescriptible. ¿Qué pasaría cuando...? no quise terminar de formular esa pregunta en mi cabeza.—Aquí tienes el café, —anunció Billy, distrayéndome de mis pensamientos—Lamento que no hayas llegado a tiempo para el entierro.—Yo lo lamento también, pero tuvimos un contratiempo con el avión, —intenté controlar mi voz—Billy, ¿Por qué todo fue tan rápido?—me atreví a preguntar cuando ya estábamos en privado, sin nadie más que nosotros. Billy dio un sorbo a su botella de cerveza y luego me miró.—Fueron los deseos de Ron. —contestó. —Imagino que no quería que lo vieras en ese estado y solo lo recordarás cuando se vieron la última vez. —el nudo creció en mi garganta.—No entiendo por qué él...—no pude decir las palabras en voz alta—Era estri
GeorgeNew York, Estados UnidosMe exalté al escuchar el toquido contra el vidrio, al encender la luz del techo de mi auto me asusté al ver a Billy con la lámpara de su celular, yo tenía encima de mi abrigo y este me había mantenido un poco cálido.— ¿Qué es lo que haces aquí, Western? ¿No sabes que en este lugar y a estas horas el frío es más intenso? —Billy no dejó que le contestara sus preguntas cuando intentó abrir la puerta de mi lado.— ¿Qué es lo que haces? —pregunté al verlo bastante molesto. —No quiero pelear. —le advertí, él dejó de intentar abrir la puerta y sonrió.— ¿Crees que lo que quiero es pelear? Por favor, no te has ido ni a revisar esa herida de la nariz, así que baja, Victoria está esperando en las escaleras y no quiero que la niña despierte. —le quité el seguro de la puerta, por un momento había olvidado la herida del golpe en mi nariz, pero me había tomado varias pastillas para el dolor de todos modos que se me había ido de la cabeza. Bajé y me puse bien el abri