AlbertEstocolmo, SueciaLa comida con los Shaw había sido un caos, Hilary y Johanna estuvieron discutiendo en el despacho a puerta cerrada. Mientras que Leonard, se vació mi botella de mi mejor whisky frente a la chimenea de la sala principal. Aun las palabras de George se repetían en el interior de mi cabeza, palabras que me habían hecho estremecer por primera vez, la mirada llena de odio hacia nosotros era palpable. Y también por primera vez me empecé a cuestionar si de verdad era un hombre manipulable por Hilary.Un par de horas después, bajé a la cocina por agua, pero cuando al llegar escuché ruido, me asomé y vi una silueta cerca de uno de los muebles. Encendí la luz y no me sorprendió ver a este hombre hurgando por ahí.—Señor Western—saludó Leonard con la botella casi vacía de mi whisky, entré a la cocina tirando con fuerza y molestia el cordón que me rodeaba de mi bata de seda.—Si está buscando el mueble de los licores déjeme decirle que está cerrado mi bar y lo mejor es que
GeorgeEstocolmo, SueciaEstoy en el hospital universitario Karolinska desde las seis de la mañana. Me habían sacado sangre en cuanto había llegado, y empecé la primera etapa del tratamiento experimental. Había leído trabajos de doctores que seguían investigando como detener el crecimiento del cáncer, pero hasta hoy, todo era experimental. Radioterapia, quimioterapia e inmunoterapia. En esta última, sería una terapia de transferencias de células T. Es un tratamiento que fortalece la capacidad de las células T para combatir el cáncer. O en su otro nombre, terapia celular adoptiva, y una de las opciones recomendadas de mi doctor era administrarse por la intravenosa, directo en la vena.— ¿Cómo se siente hoy, señor Western? —preguntó el doctor encargado de mi tratamiento.—Hoy solo con un poco dolor de cabeza. —suspiré recargando la cabeza en el asiento mientras la enfermera inyectaba.— ¿Ha leído lo último que le envié a su correo? —asentí.— ¿Si se confirma esto de las células madres a
VictoriaEstocolmo, SueciaMi corazón no dejó de latir rápido cuando Marie me puso al tanto de lo que estaba pasando, mis manos estaban sudando, ¿Cómo es que su padre ahora apoyaba a George? Estábamos sentadas Marie y yo en la barra, viendo como mi hija peleaba con la masa.— ¿Y de qué están hablando? —soné bastante inquieta, Marie suavizó su mirada.—Tranquila, deben de estar poniéndose al día, lo que rara vez hacen cuando se ven sin mi madre.— ¿Y si…?—detuve mis palabras cuando escuché la voz de Albert, me levanté de un movimiento, preparada para lo que venía, apareció un George relajado, luego detrás de él, su padre, sus ojos se abrieron al verme.—Hola, Victoria. —saludó educado.—Hola, Albert. —él sonrió al escuchar que no hice un saludo formal, miré a George.—Mi padre quisiera platicar un momento contigo, ¿Quieres hacerlo? —preguntó George en un tono tranquilo.—Sí, claro, —dije nerviosa.—Tranquila, solo quiero platicar algo breve contigo, no te quitaré mucho tiempo. —dijo A
GeorgeEstocolmo, SueciaCuando dije esas palabras en voz alta, me sentí tan seguro como hace mucho tiempo no me sentía, y a la vez tan emocionado de poder ser sincero conmigo mismo y con ella, de aceptar que merecemos ser felices por el tiempo que Dios nos conceda.—Oh, George, yo también te amo, nunca lo he dejado de hacer, a pesar de todo, de los secretos, la distancia, el silencio y los años…siempre te he amado. —su voz se quebró al decir estas últimas palabras, se llevó las dos manos a su rostro para cubrirse y que no la viera llorar, me levanté, rodeé la mesa para quedar su lado, me senté sobre mis talones y cuando lo hice, ella retiró sus manos y me miró con ojos llorosos.—Lo que menos quería era hacerte llorar, se supone que debes de estar sonriendo y más si es…—metí mi mano en el abrigo, tomé la caja y la abrí. —…nuestro momento. —ella jadeó al ver la sortija de compromiso en el centro, —Yo mismo lo diseñé, tiene un diamante en el centro, y entrelazados, tres de cada lado, l
Hilary WesternEstocolmo, SueciaAgité la cuchara de mi café, al mismo tiempo que miré a Johanna, ella se dio cuenta que la estaba observando.— ¿Qué pasa?—preguntó.— ¿Cuándo sabré que has logrado tu objetivo?—noté su tensión. —Necesito fecha.—Hilary, ¡Por Dios! esto lleva tiempo...—dijo sonriendo y desviando su mirada, pero aún veía sus facciones tensas. Me recargué en el respaldo de mi silla y crucé una pierna sobre la otra.—Necesito las pruebas de sangre donde me confirman que estás embarazada. —ella dio un sorbo a su bebida desviando la mirada. —Y serán los laboratorios que yo ordene. —su mirada regresó a mí de inmediato, bajó el vaso de cristal.— ¿Crees que te voy a engañar con algo tan delicado? Estamos hablando de un hijo. De tu sangre y de los Shaw. —pareció ofendida, pero lo fingió bastante bien. “Con que arpía te viniste a enredar, Hilary”—Me has sobornado con ir a la prensa a pesar de que tienes un contrato de confidencialidad conmigo. Estabas arriesgando ir a la cárce
GeorgeEstocolmo, Suecia— ¿Entonces está todo listo? —pregunté a mi abogado del otro lado de la línea.—Sí, señor. Cualquier duda que tenga, puede llamarme.—Gracias, Stevenson. —colgué la llamada y miré la pantalla, tenía un mensaje de mi padre diciendo que mi madre lo estaba vigilando y que sabía que había venido, terminé de leer el mensaje y le envié una respuesta. Al terminar el resto de pendientes, me dejé caer en el respaldo de mi silla giratoria, estaba en el despacho después de la llamada de Ronald a Victoria. Mi personal en New York ya había recogido los documentos del divorcio y los enviaron por una paquetería que suelo usar para asuntos personales, estarían llegando mañana por la tarde. La puerta se abrió y apareció Victoria, tenía en su mano una botella de agua y en la otra, asumí que era mis pastillas.—Es hora de tu medicamento. —anunció con una sonrisa a medias, sabía que estaba más preocupada ahora que no estaba tomando mi tratamiento para el que habíamos venido.—Gra
GeorgeEstocolmo, Suecia.El auto comenzó a moverse a las afueras de mis terrenos, me recargué en el respaldo, frente a mí estaba mi madre observándome en silencio y a su lado, Johanna.— ¿Cómo está Victoria? —preguntó de repente, pero en su tono de voz era malicia pura, noté las comisuras de Johanna alzarse un momento para luego borrar la sonrisa oculta.— ¿De qué es de lo que quieres hablar? —contesté empleando el mismo tono que ella.—Cuando lleguemos lo sabrás. —respondió, el resto del camino no se dijo ninguna palabra, sus ojos eran como dagas listas para acribillarme, pero Johanna, veía más a un pedazo de carne que en cualquier momento comería. Bajamos y entramos a un restaurante, nos dieron un lugar privado donde nadie nos interrumpiera o escuchara la conversación. El mesero entró y entregó las cartas, yo me negué a comer pero ellas dos se tomaron el tiempo para ordenar. Miré mi reloj y ya era casi la media hora desde que llegamos.— ¿Y bien? —Pregunté—Deberíamos de hablar ante
VictoriaEstocolmo, SueciaDurante el resto de la tarde, finalmente George se quedó dormido después de un breve almuerzo y al tomar su medicamento. Algo estaba pasando y se lo estaba guardando para sí mismo para no preocuparme, pero no podía seguir permitiendo que cargara en sus hombros más de lo que podía. Elizabeth apareció con un rostro triste, eso me alertó.— ¿Qué pasa, pequeña? —levanté mi mano para que la tomara, cuando lo hizo, la senté a mi lado, la rodeé con mi brazo para pegarla a mi costado. Estábamos sentadas en la sala de entretenimiento, lo adornaba un gran sillón en el centro de la habitación.—Sigo esperando la llamada de papá. —suspiré al escuchar sus palabras, Ron había quedado en llamar para hablar con ella del divorcio y explicarle, pero él no llamó. Retiré unos mechones pelirrojos de su rostro, acaricié con la yema de mis dedos su frente, hasta tocar las pequeñas pecas en su nariz y mejillas.—Llamará, solo…—entonces el sonido de llamada entrante me interrumpió,