3: Farsa de bar

— No vuelvo a creer en nadie de ese género, si incluso mi padre fue capaz de traicionarme, ¿Qué puedo esperar del infeliz de Peter?

— A decir verdad Madison, creo que te traicionó porque sabía que tu familia iba a la bancarrota.

— Ya no me importa el motivo. El resultado es que sé con qué hombre estaba yo.

— De todos modos, eres mi amiga y siempre te ayudaré, te invito a tomar un trago, hay un bar bastante exclusivo que frecuento ocasionalmente.

— Olvídalo, Lidia. Estoy de mal humor. Mi padre dijo que quiere que me case con un hijo de unos de sus socios a cambio de una  inversión que lo salvará de la quiebra, no sé si sea una buena idea ir.

Lidia simpatizo con su amiga ya que eso era algo muy común en el medio que se desenvuelve y muchas familias poderosas acudían al matrimonio para poder fortalecer los negocios.

— Vamos al bar. Estoy segura que esto es lo que necesitas para poder olvidarte de todos tus problemas, aunque sea por un momento, vamos anímate.

Madison a pesar que no se encontraba acostumbrada a frecuentar ese tipo de sitios fue que aceptó después de pensarlo mucho, su padre había educado una señorita de sociedad que no debía andar dando espectáculos como si fuera una verdulera. Se encontró con Lidia y en el momento que la miró con la ropa simple que andaba fue que lanzó un suspiro pesado.

— No puedo creer que vistas de esa forma, ven, vamos a ir al baño ya que traje ropa porque sé muy bien lo anticuada que eres.

Lidia llevó a Madison al baño y le paso un mini vestido que dejaba poco a la imaginación. La ropa que ella llevaba fue lanzada a un bote de basura sin ninguna consideración y de está manera fue que la señorita Benett tuvo que salir así ya que no tenía más opciones.

Ellas empezaron a beber cócteles suaves, luego de eso vino la botella de tequila y los shots se volvieron tragos largos. Aunque Madison no está acostumbrada a beber tanto, ella se sentía muy amargada y necesitaba probar algo para estimular su paladar y también para cubrir temporalmente su dolor.

— ¡Otra botella! Por favor.

—¡Ya basta! Madison, has bebido demasiado — Lidia tomó la botella de las manos de su amiga — es suficiente.

— Noooo, devuélveme mi botella. ¡No estoy borracha! ¡No!

— ¡Deja la botella Madison! A duras penas te mantienes en pie y de milagro no te has caído como un árbol, es cierto que te invite a este sitio pero fue para que olvidarás por un momento tus problemas y no para que cayeras en coma etílico.

— Déjame en paz — Madison le arrebató la botella de tequila de las manos — por hoy quiero dejar de ser la chica buena que papá crió y dejarme llevar por todo, ya después asumo las consecuencias de mis actos.

De repente, Madison sintió un punzón en la boca de su estómago. Un escalofrío se  apoderó de ella. Muy probablemente debía ser una reacción adversa provocada por la bebida. Al pensar en esto, se puso de pie rápidamente, pero se sintió mareada por un momento y los tacones altos en sus pies le hicieron sentir que no podía mantenerse de pie de manera estable. Sintiéndose mareada, solo susurró a Lidia.

— Voy al baño.

— Pero Madison, ¿Estás bien? ¿Iré contigo!

— No, no hay problema.

Madison resistió las ganas de vomitar, y estaba a punto de darse la vuelta para saludar a Lidia, pero no miró hacia el camino y chocó contra algo. No sé si fue el olor del perfume del hombre o el impacto lo que estimuló su estómago. Ella no podía soportarlo más.

—¡Buagh!

La chaqueta del traje negro del hombre estaba cubierta de chorros de vómito.

— ¡Maldita sea!

Madison solo escuchó la voz de un extranjero que maldecía en italiano. Rápidamente se tapó la boca pero ya era demasiado tarde. El ceño del hombre estaba fruncido, e inmediatamente retrocedió unos pasos con disgusto, pero Lidia se quedó atónita cuando vio al hombre frente a ella, pero fue una coincidencia, ¿Por qué estaba aquí?

Madison miró al hombre que tenía enfrente, su traje debía ser muy caro y realmente no podía permitírselo ahora. Tragó saliva, tratando de extender la mano para limpiar las manchas en la ropa del hombre. Pero él retrocedió unos pasos y la miró con disgusto. Todavía estaba murmurando palabras que no entendía.

Madison no supo qué decir por un rato, miró a Lidia con impotencia, pero el rostro de su amiga estaba pálido, como si viera un fantasma, se congeló en el lugar sin ninguna reacción. El hombre rápidamente se quitó la chaqueta del traje, dejando al descubierto su camisa. El contorno de su figura es claramente visible. 

El hombre se acercó a Madison.

— Lo siento señor, pero su traje…

Pero él no le hizo caso, pasó junto a ella, su vista y sus pasos se acercaron a Lidia. ¿Qué sucede? Madison miró la espalda del hombre, muy perpleja. Pero la señorita Dawson bajó la cabeza, como si el hombre frente a ella fuera su mayor y cometiera un gran error.

— ¡Tío Andrés! ¡¿Pero qué haces aquí?! — las manos de Lidia fueron a su boca.

—Creo que la persona que tiene que hacer preguntas aquí soy yo — su tono masculino y voz ronca dejaron en evidencia su enfado.— quiero que me digas en este instante qué demonios te encuentras haciendo aquí, mi única sobrina, la hija de mi hermana, lidiando con una borracha y que probablemente es una escort dadas sus fachas. ¿Acaso Lidia Dawson fue criada como una salvaje carente de domesticidad?

“¿Escort? ¿Qué escort? ¿Se refiere a mí?” —Madison frunció el ceño, empezó a mirarse a sí misma. y luego sacó el espejo de maquillaje, solo para ver la falda corta en la base de sus muslos, su estado de ebriedad y su peinado desordenado por la bebida, cualquiera que la viera diría que era una puta borracha.

Madison siguió el paso del hombre hacia Lidia, quería explicar.

— Señor, se equivoca, solo soy amiga de Lidia, por favor deje de culparla. Te devolveré el dinero de tu traje, y te lo devolveré de inmediato.

El hombre dio vuelta, la miró con hostilidad y la bloqueó, no le dejó acercarse a Lidia.

Madison levantó la cabeza para mirar al hombre que asombró a Lidia. En la penumbra, sólo entonces pude ver su aspecto. Ojos azul eléctrico con un brillo escalofriante, nariz respingada, labios sensuales y barba bien recortada. Madison quedó momentáneamente en trance al ver el atractivo rostro del hombre, hasta que empezó a hablar.

— El dinero de puta es sucio para mí. No hay necesidad. Aléjate de mi sobrina, eres una zorra. — concluyó.

— ¿Qué?

Sintió que las palabras del hombre pincharon su corazón, ¿Cómo se atrevía a tratarla de esa forma? La acusaba de ser una mujer de la calle con la vida colorida cuando ni siquiera había tenido su primera relación sexual.

— Tío Andrés, ¿De qué hablas? Eres demasiado cruel sin saber de quién se trata, Madison es mi amiga desde que era niña, no puedes decir eso de ella.— Lidia daba saltos de ansiedad no muy lejos de allí, intentando explicar.

El bar estaba tan ruidoso que el hombre pareció no reaccionar y siguió bloqueando el paso.

— Repito que le pagaré el traje, no soy ninguna prostituta y no me acuse sin conocerme.

La mujer que tenía delante, con los ojos brillantes y mirándolo fijamente sin miedo, parecía decidida a cruzar. Había honestidad en sus ojos, sus ojos esmeralda eran claros, y por un segundo el hombre pareció convencido de que ella no era esa clase de mujer sucia.

Pero cuando escudriñó de nuevo su atuendo, la falda era tan corta que estaba a punto de mostrarle la mitad de las nalgas, y le molestó inexplicablemente.¿Cuál era exactamente su propósito al acercarse a Lidia?

— Te advierto que no vuelvas a acercarte a mi sobrina, no me interesa conocer a las mujeres como tú, así seas de cuna noble no creo que te encuentres a la altura de la familia Dawson y mucho menos King, hasta en perros hay razas y tú no eres una de nosotros.

La pureza de sus iris contrastaba con la forma en que se vestía como una puta. 

— Si te haces la inocente y esta es tu forma de seducir a los hombres —  Andrés no dudó en agarrar bruscamente la muñeca de Madison y estuvo a punto de sacarla a tirones del pasillo.

— ¡Duele, suéltame! Soy cliente de este bar— ella gritó cuando Andrés la tomó del brazo, estaba con lágrimas en los ojos, Madison intentó sacudirse la mano del hombre pero fue inútil.

— Y prostituta en la cama, Lárgate de aquí.

Lidia se puso muy preocupada por Madison, les siguió hacia el pasillo e intervino. 

— No, por favor tío Andrés, te equivocas, ella es mi amiga.

Andrés King llamó a su cuñado, que se puso furioso y corrió a recoger a su hija. El viejo Dawson nunca conoció a los amigos de Lidia porque siempre estaba ocupado con los negocios, sabía bien que su cuñado no iba a apartar a su pequeña hija de alguien solo por el gusto y sus motivos tendría para haberlo hecho.

— Hablaremos cuando lleguemos a casa, Lidia, ¡Ya basta de poner el apellido Dawson en vergüenza!

El anciano no escuchó la explicación en absoluto y arrastró a la fuerza a Lidia, dejando solo a Madison en el bar con poca ropa.

— Mujer, has tenido suficiente de tus trucos.

—Secuestraste a mi amiga y me calumniaste como se te vino en gana, ¿Crees que te irás tan fácilmente? — ella lo sostuvo —  ¡Te detienes ahí, bestia santurrona!

— Perra estúpida, Debes estar tratando de llamar mi atención para luego decir que no tienes dinero para pagar mi traje y pides dormir conmigo, truco estúpido.

El hombre ignoró las palabrotas de Madison y se alejó dejándola sola en el bar.

Madison suspiró, qué otra cosa podía hacer, no podía volver a casa vestida así, si llamaba a su hermana seguramente la regañaría por su depresión y degradación, igual que había hecho Lidia. 

— Voy a seguir volviendo a la bebida, no hay nadie que me ayude, está bien, puedo divertirme aquí por un tiempo…

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