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4: De vuelta en el hotel

Andrés salió a grandes zancadas del bar y regresó a su coche. Ordenó al chofer que arrancara el coche y volviera a la mansión de los King.

Se notó que el olor del perfume de aquella aún permanecía en sus manos mientras agarraba la muñeca de ella. ¿Habría sido demasiado brusco? Normalmente nunca les hacía caso a las prostitutas, pero lo de hoy, cuanto más le explicaba Lidia, más se enfadaba él por no creerla.

Quizá Lidia no mentía. Fue como si volviera a ver los ojos claros de la mujer, un poco desorientada por estar borracha, pero no el tipo de mujer llena de deseo, el tipo de mujer que él conocía bien.

Un sentimiento de inquietud surgió en algún lugar de su interior. No podía dejar a una mujer así fuera a merced de muchos tipos.

—Chofer, no vamos a la mansión, regresa al bar.

—A su orden Sr.

[...]

—¡Vete! No puedo beber más.

—Hermosa, veo que puedes beber bastante bien, esta botella va por mi cuenta. ¡Venga!

Dos hombres pervertidos parecían acercarse a ella, intentando atraerla y llevársela mientras ella era impotente para resistirse. Uno de los hombres extendió la mano y pareció acariciarle los muslos desnudos, mientras el otro le rodeaba los hombros con el brazo e intentaba controlarla...

En cuanto Andrés entró en el bar vio esta escena y no pudo evitar apretar los puños. Miró a su alrededor y todas las personas que acababan de ver la diversión se habían ido.

Estaba seguro de que nadie a su alrededor le reconocería, así que gritó una frase fuerte e intimidatoria.

— ¿Rayos qué estáis haciendo a mi sobrina? — Andrés se precipitó entre los dos jóvenes y trató de espantarlos.

Cómo Lidia dijo que aquella mujer había sido la amiga de ella desde la infancia, era razonable que él pudiera tomar bajo su protección a esa mujer también como su sobrina. Los dos chicos miraron al hombre con incredulidad y luego se rieron.

— ¿Es esta tu sobrina? Debes estar mintiendo, tío. dejas que tu familia se vista así, ah? 

Otro chico comentó:

— Tio, no tendrías que usar un truco tan barato si quisieras llevártela a la cama, ella es tuya ahora, nos vamos.

Andrés se encrespó y se apresuró a sentarse junto a la chica, que había caído borracha y yacía inmóvil sobre la mesa.

Intentó sacudirla. 

— No… No puedo más.

Andres frunció el ceño.

— Despierta, mujer,— no reaccionó, así que él recordó como la llamo Lidia — Ma...Madison. 

Madison reaccionó, pero solo sacudió la cabeza sin levantarse.

—Te voy a llevar a tu casa,  vamos, dime la dirección de tu casa. —  Andres le susurró al oído con la poca paciencia que le quedaba.

Ella solo sabía lanzar murmullos inentendibles y supo que no iba a volver a hablar de forma clara así que decidió revisar en su bolso.

<Nada más que una cartera y sin condones, ¿De verdad no eres una prostituta?> Se dudó.

Andrés sacó su identificación. Cuando se fijó en el nombre y su dirección. En un instante se le ennegrecieron los ojos, las manos empezaron a temblar. Ella no sólo no mintió, sino que, ella es digna para él, el motivo de su regreso, es por ella.

Sin decir nada más, él la tomó en sus brazos, contemplando, la llevó  hacia el coche pero no se apresuró a ordenar a dónde la llevaría.

— Señor King — el chófer se hizo a un lado y abrió la puerta del coche — ¿Adónde quiere que lo lleve? 

Andres se sentó y se quedó en silencio.

—Señor, esta usted bien?— el chófer preguntó preocupado, se noto que palideció el rostro serio de su jefe.

— Vamos al hotel — él acomodó a Madison en la parte trasera del coche y miró cuando el vestido corto se le subió — necesito que me des tu saco, apresúrate.

El chófer sin replicar le dió el saco a su jefe, él acomodó la prenda sencilla en las piernas de Madison. El suyo original estaba sucio por el vómito de Madison y lo había tirado a la basura.

Ella se quedó dormida profundamente en el camino, Andres miró la cara de Madison, que estaba roja y dormida por la borrachera, y no pudo calmar su mente. Al llegar al hotel intentó despertarla, pero todo esfuerzo fue inútil.

Suspirando, tuvo que sacarla con cuidado del coche sin lastimarla.

《Que linda bienvenida me da este país. Me encontré con mi futura esposa en tal ocasión》resopló.

Pronto la mujer borracha empezó a reaccionar de nuevo por la frialdad del viento,  parecía estar diciendo algo sin abrirlos ojos.

Andrés no tuvo más opción que cargar a Madison hacia el hotel. durante el camino, la mujer empezó a murmurar, pero Andres no entendió lo que estaba diciendo.

Madison, al sentir el aroma varonil del hombre creía que alguien se cuidó de ella, puso todo su peso a él, pero todavía se sentía el frío, él por su parte , se escucho la mujer no dejaba de divagar y esto era lo que lo tenía al borde de la locura.

Él llegó al lobby del hotel y muchos ojos curiosos se posaban en su persona además de su misteriosa acompañante, pensó en todo y antes de entrar fue que cubrió el rostro de Madison con el saco de su chófer.

Ella se recostó en el ancho hombro de Andrés y se sintió tranquila por completo.

Después de conseguir la tarjeta de la habitación, le mandó a la recepcionista en voz baja.

— Enviame analgésicos. 

— Si, señor King.

Andrés subió al elevador y su chófer fue la única persona que lo acompañó dado que era privado y exclusivo de la habitación en la que se estaba quedando. Llegaron al último piso y las puertas se abrieron dejando a la vista una suite de varios metros cuadrados, la escalera de mármol y cristal conducía a la planta superior en donde estaban los cuartos.

—Puedes retirarte.

—Si, Sr.— nomás el chofer dio vuelta para salir.

—Espera, quiero que mañana vengas temprano con un cambio de ropa para la señorita — él le dió el saco al chófer y algo de efectivo — ahí tienes suficiente para poder comprar algunas prendas decentes.

El chófer se fue y Andrés subió las escaleras mientras la cargaba, entró a la habitación principal que mostraba una cama con dosel de cuatro columnas forrada en sábanas de seda color roja. La depositó suavemente en este mueble tan suave.

El brazo que la sujetaba aún no había tenido tiempo de retirarse de su espalda.

La larga cabellera de la chica se extendía como la seda por las sábanas, y se retorcía inconscientemente en aquel sensual vestido como si lo estuviera seduciendo sin querer.

El hombre frunció el ceño, pero los ojos no pudieron evitar escudriñar las curvas de su futura esposa.

《Esta m*****a mujer, cómo incluso en sueños le seducía intencionada o involuntariamente》.

Mientras Madison se sintió muy aliviada, como si la hubiesen puesto en una nube, no podía dejar escapar unos gemidos cuando se estiró. El gemido le despertó el deseo de la parte inferior a Andres, aunque lo quería ignorar. 

Al mismo tiempo, los ojos de Madison se abrieron a la mitad, y su boca entreabierta por falta de oxígeno. En los ojos de Andrés, su joven esposa  reaccionó como un pez sed que deseaba agua. Sintió que su parte inferior se endureció por ella, no estaba seguro de cuánto tiempo podía resistir.

Ella miró medio borracha el rostro de Andrés y pensó que era guapo, también que a pesar de su estado de embriaguez no se había aprovechado en absoluto, así que se puso de lado, cerró los ojos y no se movió.

En cuestión de segundos, Madison parecía quedarse dormida de nuevo. Andrés trató de estirar sus brazos, e intentó alejarse de la cama.

Decidió darse la vuelta e irse al otro cuarto que está suite le ofrecía para ducharse con agua fría. No obstante sus intentos se vieron frustrados, ya que Madison lo detuvo de la manga de su camisa,  y luego un beso lleno de ternura fue depositado en los labios de este hombre.

— Quiero que vengas aquí — ella susurró en el oído de Andrés — ya no tengo nada que perder…

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