Punto de vista de SofíaAlgo extraño está ocurriendo en la manada. He visto a varios Deltas movilizarse, pero nadie dice nada. La atmósfera se siente tensa, como si una tormenta inminente se acercara. Nos hicieron cerrar el súper temprano, y justo cuando creía que podría relajarme, un dolor punzante se asienta en mi cabeza. De repente, siento una conexión, como si mi loba se estuviera enlazando conmigo.—Hola, Sofía —me dice una voz suave y reconfortante.—Soy tu loba. Mi nombre es Alma. Creo que ya me has visto. Forzaste la transformación; eres increíble.—¿Qué???? —respondo, asombrada por su presencia.—Veo que estás sorprendida. Estaré contigo, y a veces mis emociones pueden afectarte. Debes ser fuerte y controlar las emociones, sobre todo las mías. Además, he olfateado a nuestro mate. ¿Quieres saber quién es?—No, no quiero —respondo, con una punzada de frustración.—Es raro, generalmente los hombres lobo siempre quieren encontrar a su mate y tú no.—No quiero hablar de eso, Alma.
Punto de vista IsabellaEstoy en mi habitación, abrazada a mi madre mientras las lágrimas caen por sus mejillas. La tormenta que había desencadenado mi padre parece haber pasado, pero el dolor aún resuena en mi pecho. De repente, alguien toca la puerta, y al abrirla, veo al padre de Jason. Su mirada, llena de pena y con los ojos hinchados, me hace sentir una mezcla de tristeza y temor.—Hola, tío —le digo de cariño, intentando mantener la calma.—Hola Isabella. Tu papá… —mi corazón se acelera al escuchar su nombre—. Tu papá, Me contó lo que pasó.Mis lágrimas brotan de nuevo, y grito—: ¡Mamaaaa! —mi llanto se intensifica, desbordando todo el dolor acumulado.—Por favor, Luna, yo me haré cargo del caso de Isabella; el Alfa no puede porque tienen intereses involucrados .—Comprendo —dice mi madre, su voz temblando.—Isabella, cariño —dice el tío Charles—, necesito hacerte unas preguntas, y necesito que seas honesta y lo más detallista posible.Asiento con la cabeza, sabiendo que esto se
Punto de vista Padres de RocíoCapítulo: Lazos RotosNo puedo creer lo que acaba de decir Rocío. Mi hija… En esta casa los días se sienten cada vez más oscuros, como si una sombra nos envolviera. Desde que noté esas marcas en sus muñecas, un nudo de preocupación no me ha soltado el pecho. Estuvo encerrada tanto tiempo que temí lo peor. Cuando finalmente habló y nos contó lo que le sucedió, mi mente se negó a aceptarlo.—¿Por qué, Diosa? —me pregunto en silencio, mientras el dolor y la angustia amenazan con ahogarme—. ¿Por qué tienes que castigar así a mi hija?Mi esposo, Tomás, se sienta en silencio, cabizbajo y perdido en sus pensamientos. Entre nosotros parece haber crecido un abismo en estas últimas semanas. Ambos estamos atrapados en este torbellino de emociones, buscando una salida que parece no existir.—Tomás, ¿por qué no vas a buscar a Rocío? —le digo, tratando de sacarlo de su ensimismamiento.Él levanta la vista, sus ojos reflejando la misma confusión que siento yo. —Jocely
Punto de vista de RocíoAdán me lleva a lo profundo del bosque. Le grito que me suelte, y finalmente me deja caer de sus hombros. Mi cuerpo impacta contra el suelo, el dolor recorre mi espalda y piernas, ya que prácticamente soy humana. Trato de arrastrarme, pero es inútil. Adán comienza a desvestirse mientras yo sigo intentando escapar, mis manos arañan la tierra húmeda. Me toma del pie, tirando de mí, y me arrastra hasta que quedo debajo de él. Con una sonrisa sádica, me abre el polerón y rasga mi polera junto con mi brasier. Comienza a apretar y lamer mis pechos, su asquerosa respiración caliente sobre mi piel.—Tienes unas tetas enormes —me susurra con esa malicia en la voz.—¡Suéltame, animal! —grito, desesperada.Sus manos empiezan a bajar mi buzo mientras lloro, rogando que me deje en paz.De pronto, un destello de pelaje y fuerza irrumpe en mi visión. Un lobo. Mi corazón salta cuando me doy cuenta: es mi papá. Mi papá está aquí. El peso de Adán desaparece de mi cuerpo en un in
Punto de vista de Isabella:Despierto en mi cama, con mi mamá a mi lado. Me observa con una mezcla de ternura y cansancio, y me dice que mi papá fue a ver a las chicas que me ayudaron ese día. Siento una punzada de miedo en el pecho, y la miro asustada.—Mamá… hay algo más que no le pude contar a papá ni a la Tía Susana.Ella me mira con preocupación, su voz baja y cansada cuando responde:—¿Qué sucede, hija?Dudo un momento, pero necesito desahogarme.El miedo se refleja en sus ojos.—Isabella, hija… me asustas.Respiro profundo antes de continuar.—Mamá, una vez que Adán… se aburrió de tomarme, les dijo a sus amigos, ¿a quién le tocaba? Su plan en un principio fue, tomarme y dejar que sus amigos también tuvieran un turno.Los ojos de mi madre se abren, su boca queda entreabierta, sin emitir ningún sonido. Luego, simplemente me abraza con fuerza, sosteniéndome como si quisiera protegerme de todo lo que ya pasó.—Eres muy valiente, hija… —me susurra mientras me acaricia el cabello—. Gr
Punto de vista de Jason:No logro procesar del todo lo que acaba de sucederle a Isabella. Apenas escucho los detalles que me está contando mi madre, me invade una mezcla de incredulidad y rabia, junto con una necesidad irrefrenable de proteger a quienes amo.Corro hasta la casa de la manada y lo encuentro cegado por la ira, decidido a acabar con Adán. Mis padres me piden que lo apoye, que lo contenga antes de que haga algo irreparable. Lograr contenerlo en ese momento es una mezcla de suerte y destino. Detener a Max es como tratar de sujetar una tormenta desatada. Siento sus músculos tensos bajo mis manos, cada fibra de su cuerpo llena de rabia. Es casi insoportable sostenerlo, pero no puedo dejarlo ir. Me esfuerzo en susurrarle palabras de calma, aunque sé que no surtirán efecto inmediato.Finalmente, logro que recobre algo de control, aunque mi propio pecho late de furia contenida. En medio de este intento de calmarlo, llegan los guardias, informando que Lucas ha vencido a los gemel
Punto de vista de Lucas:Al llegar a casa, noto de inmediato que algo está mal. La atmósfera es densa, casi opresiva. Mis padres apenas intercambian palabras, como si temieran que cualquier comentario pudiera romper el silencio frágil que nos rodea. Rocío está encerrada en su cuarto, como tantas otras veces últimamente. Subo para verla y toco la puerta, esperando algún sonido, una señal de que está bien, pero solo me responde el silencio.Finalmente, la puerta se abre, y ahí está ella, pero no es la misma. Sus ojos carecen del brillo que solían tener, su postura está encorvada, como si cargara con el peso de algo que no puedo ver. Intento suavizar el ambiente y le ofrezco un chocolate, como solía hacer cuando éramos niños. Ella lo toma, pero sin el entusiasmo de antes, sin esa chispa que siempre iluminaba sus ojos, se acerca a su cama y yo la sigo.Miro el suelo y veo “mi polerón tirado”, lo levanto y está un poco desgarrado, pero lo que más me desconcierta es una polera hecha pedazos
Punto de vista de LucasRegreso a casa después de lo ocurrido en las mazmorras. Mi cuerpo aún tiembla de rabia, pero intento tranquilizarme. Me meto en la ducha y dejo que el agua fría intente apaciguar la furia que llevo dentro. No lo logra; cada gota parece alimentar el enojo, no calmarlo.Me da tiempo, para pensar en Rocío y en cómo la dejé sola, sin darme cuenta de lo que realmente pasaba.Al salir, encuentro a todos reunidos en la sala. Mis padres están tensos, pero es Rocío quien capta toda mi atención. Lleva puesto otro de mis polerones, como si fuera un escudo, algo para protegerse del mundo. Esa imagen me parte el corazón. Mi hermana, siempre coqueta, femenina, delicada, pero muy fuerte. Ahora se ve frágil, rota. No puedo permitir que esto siga.Me prometo a mí mismo que nadie volverá a humillarla, sin importar lo que tenga que hacer.Lanzo una mirada a mis padres, y aunque veo dolor en sus rostros, sé que no entienden por completo. Esa falta de comprensión me da la fuerza que