Punto de vista de Isabella:Despierto en mi cama, con mi mamá a mi lado. Me observa con una mezcla de ternura y cansancio, y me dice que mi papá fue a ver a las chicas que me ayudaron ese día. Siento una punzada de miedo en el pecho, y la miro asustada.—Mamá… hay algo más que no le pude contar a papá ni a la Tía Susana.Ella me mira con preocupación, su voz baja y cansada cuando responde:—¿Qué sucede, hija?Dudo un momento, pero necesito desahogarme.El miedo se refleja en sus ojos.—Isabella, hija… me asustas.Respiro profundo antes de continuar.—Mamá, una vez que Adán… se aburrió de tomarme, les dijo a sus amigos, ¿a quién le tocaba? Su plan en un principio fue, tomarme y dejar que sus amigos también tuvieran un turno.Los ojos de mi madre se abren, su boca queda entreabierta, sin emitir ningún sonido. Luego, simplemente me abraza con fuerza, sosteniéndome como si quisiera protegerme de todo lo que ya pasó.—Eres muy valiente, hija… —me susurra mientras me acaricia el cabello—. Gr
Punto de vista de Jason:No logro procesar del todo lo que acaba de sucederle a Isabella. Apenas escucho los detalles que me está contando mi madre, me invade una mezcla de incredulidad y rabia, junto con una necesidad irrefrenable de proteger a quienes amo.Corro hasta la casa de la manada y lo encuentro cegado por la ira, decidido a acabar con Adán. Mis padres me piden que lo apoye, que lo contenga antes de que haga algo irreparable. Lograr contenerlo en ese momento es una mezcla de suerte y destino. Detener a Max es como tratar de sujetar una tormenta desatada. Siento sus músculos tensos bajo mis manos, cada fibra de su cuerpo llena de rabia. Es casi insoportable sostenerlo, pero no puedo dejarlo ir. Me esfuerzo en susurrarle palabras de calma, aunque sé que no surtirán efecto inmediato.Finalmente, logro que recobre algo de control, aunque mi propio pecho late de furia contenida. En medio de este intento de calmarlo, llegan los guardias, informando que Lucas ha vencido a los gemel
Punto de vista de Lucas:Al llegar a casa, noto de inmediato que algo está mal. La atmósfera es densa, casi opresiva. Mis padres apenas intercambian palabras, como si temieran que cualquier comentario pudiera romper el silencio frágil que nos rodea. Rocío está encerrada en su cuarto, como tantas otras veces últimamente. Subo para verla y toco la puerta, esperando algún sonido, una señal de que está bien, pero solo me responde el silencio.Finalmente, la puerta se abre, y ahí está ella, pero no es la misma. Sus ojos carecen del brillo que solían tener, su postura está encorvada, como si cargara con el peso de algo que no puedo ver. Intento suavizar el ambiente y le ofrezco un chocolate, como solía hacer cuando éramos niños. Ella lo toma, pero sin el entusiasmo de antes, sin esa chispa que siempre iluminaba sus ojos, se acerca a su cama y yo la sigo.Miro el suelo y veo “mi polerón tirado”, lo levanto y está un poco desgarrado, pero lo que más me desconcierta es una polera hecha pedazos
Punto de vista de LucasRegreso a casa después de lo ocurrido en las mazmorras. Mi cuerpo aún tiembla de rabia, pero intento tranquilizarme. Me meto en la ducha y dejo que el agua fría intente apaciguar la furia que llevo dentro. No lo logra; cada gota parece alimentar el enojo, no calmarlo.Me da tiempo, para pensar en Rocío y en cómo la dejé sola, sin darme cuenta de lo que realmente pasaba.Al salir, encuentro a todos reunidos en la sala. Mis padres están tensos, pero es Rocío quien capta toda mi atención. Lleva puesto otro de mis polerones, como si fuera un escudo, algo para protegerse del mundo. Esa imagen me parte el corazón. Mi hermana, siempre coqueta, femenina, delicada, pero muy fuerte. Ahora se ve frágil, rota. No puedo permitir que esto siga.Me prometo a mí mismo que nadie volverá a humillarla, sin importar lo que tenga que hacer.Lanzo una mirada a mis padres, y aunque veo dolor en sus rostros, sé que no entienden por completo. Esa falta de comprensión me da la fuerza que
Punto de vista de Sofía:Mi madre me mira, y no entiende nada. En ese momento, recibimos un enlace mental que nos indica que entremos al despacho. Al ingresar, veo a Isabella y Rocío en el centro, mientras los padres de Rocío se acercan a ella, la observo dar un paso atrás, poniendo las manos en defensa, y me duele ver esa imagen. Antes eran tan felices y, en dos meses, todo ha cambiado.Siento un aroma flotar en el aire: es el olor a Jason, pero hay otro que lo supera, un olor a madera y naturaleza que me gusta. Intento concentrarme en ese aroma, pero mi mente se distrae. —¿Viene de Lucas? No, no puede ser—. Rocío me saca de mis pensamientos al tomarme de la mano. Bloqueo mi olor, no quiero mirar a nadie.El Alfa me observa, parece que quiere preguntar algo, pero no sabe qué decir. Me vuelvo hacia Isabella y veo a Max sentándose en primera fila; los chicos se sienten incómodos. No entiendo qué pasa. Enlazo con Rocío, y ella me dice que les dijo que quiere irse de la manada y que Is
Punto de vista de los que quedan en la oficinaPunto de vista de los Gemelos (Jhon y James):No podemos creerlo. La “pequeña princesa”, es la hermana de Max, finalmente está aquí en la oficina. Siempre habíamos oído que era caprichosa y consentida, pero viéndola ahora, no parece en absoluto esa persona que nos describieron. Algo en ella está apagado, y no podemos ignorar que parece tan distante, tan rota. La vimos hace unos días en el instituto, pero jamás imaginamos que las cosas estaban tan mal. Es hermosa, eso es algo en lo que ambos coincidimos, aunque tratamos de no pensar en ello demasiado. Ya tenemos suficientes problemas.Luego de preguntarle a Jason, nos enteramos de lo que realmente ocurrió. La pequeña princesa ha sido destruida por todo lo que Adán hizo. Estamos indignados. Tenemos una hermana pequeña de 10 años, y no podemos evitar imaginarnos qué haríamos si alguien le hiciera lo mismo. Es imposible no comprometerse a hacer todo lo posible para mejorar la manada y asegura
Punto de vista del Alfa Antonio.“Bien, creo que ya está todo dicho”, murmuré, aunque mi voz resonó más fuerte de lo que esperaba en la sala silenciosa. Mi mirada recorrió los rostros de los chicos; Lucas, Max, incluso Jason… todos me observaban con una mezcla de furia, confusión y tristeza. Ellos también estaban sintiendo el peso de esta situación.“Esto es una mierda”, dije, y sentí cómo mis propias palabras caían sobre ellos como un golpe. Todos lo sabíamos, pero nadie se había atrevido a decirlo en voz alta. “Espero que ustedes… todos”— dirigí la mirada a Lucas, quien parecía perdido en sus pensamientos, como si intentara encontrar algo que yo ya no podía darle— “terminen sus estudios en Australia y vuelvan para tomar el control de la manada. Trabajarán para mejorarla, para evitar que vuelva a suceder algo así. No cometan los mismos errores que yo cometí”.El peso de mis palabras era insoportable. Sentía como si una montaña me estuviera aplastando el pecho. Había creído que había
Punto de vista Beta de CharlesSiempre pensé que los errores del pasado se desvanecían con el tiempo, como sombras disipándose al amanecer. Sin embargo, aquí estoy, años después, enfrentando el precio de mi cobardía. Miro a Sofía, la niña que no sabe que soy su padre, y a mi esposa, Susana, la psicóloga de la manada, quien tampoco conoce toda la verdad.Aquella noche, en el bosque, solo cumplía con mis deberes de Beta, patrullando los límites del territorio. Llevaba el peso de mis responsabilidades y el orgullo de proteger a la manada. La luna llena iluminaba el bosque, y mis sentidos estaban alerta cuando, de repente, percibí el rastro de una loba desconocida. La seguí, mis instintos de guardián en alerta, hasta que la vi detenerse cerca de un claro y transformarse en humana.Aún estaba a la distancia, observándola con cautela. Mis ojos grises no podían apartarse de ella. La luz de la luna bañaba su piel morena y delineaba la forma de sus caderas anchas y su torso delgado, sus pechos