Él la alzó del suelo, apretando el agarre.
—¡Suéltame! Suéltame! —chilló ella, lo más alto que consiguió, con la esperanza de ser escuchada. Cosa que no ocurriría. El lugar en donde se encontraba, estaba por completo desolado.
—¡Déjame explicarte lo que sucedió! ¡No te quise dañar!
—¡Me estabas violando! ¡Me estabas violando cuando me desperté! —chilló, retorciéndose.
Ella intentó correr de nuevo y él la apretó con todavía más fuerza, deteniéndola. Adalia empezó a chillar por auxilio, pero Kenzo tapó su boca.
Realmente desesperada por huir, Adalia lo mordió con la poca energía que le quedaba, pese a esto, lo mordió bastante fuerte, hasta sacar de Kenzo un quejido ruidoso, él lanzó una fuerte maldición y abofeteó a Adalia en el rostro, ella lanzó otro chillido y le arañó la cara al muchacho, ganándose un golpe que la tumbó, logrando así ganar unos muy pocos segundos de ventaja y en
Sus labios se quebraron entre bruscos temblores, tragó saliva y empezó un continuo susurro de palabras que apenas ella misma conseguía entender. Sus trémulos dedos sintieron el impulso curioso de palpar la piel de Kenzo, de acercar sus manos al cuello del muchacho con el propósito de conocer si la vida todavía no se había escurrido por completo de su cuerpo, por unos segundos sintió aquel impulso más fuerte que ella, pero por milagro consiguió tranquilizarlo, no, no quería tocar a ese sujeto, sabía que eso solo causaría que la sensación de suciedad que invadía su cuerpo creciera. Pero no… no podía ignorar el nudo cosido entre su garganta y su pecho, ¿y si lo había… matado? No era como si aquello no fuese una probabilidad, tantos impactos podrían matar a cualquiera. ¿Qué había pasado? ¿En qué clase de enf
Mientras manejaba, a la mente de Adalia llegaban sin que bajo su poder estuviese la capacidad de evitarlo, palabras de Derek, ni siquiera tenían ningún sentido, eran susurros, como una avalancha de frases por completo incoherentes, en su mayoría incomprensibles, frases incompletas, pero que pese a eso tenían el poder de herirla como una daga incrustada en lo más profundo de su pecho, eran tantas que se sentía incluso mareada, mareada a causa del dolor que unos simples recuerdos podían en ella infligir.“Mía” “Te amo, más que nada y a nadie jamás” “Nadie jamás podrá amarte como yo lo he conseguido hacer” “Nadie jamás velará por ti de la manera en la que yo lo hago”, “El único que por tu ausencia enloquecería sería yo”, lagrimas bañaban las demacradas mejillas de la muchacha, en especial a causa de la última frase que su mente escupía, pues en lo más recóndito de ella, viva como llamas, permanecía la sensación de que aquellas palabras no eran del todo falsas. Palabras que traía
Por un fugaz momento fue presa de la sensación de que algo dentro de ella había reventado a causa del miedo tan profundo y repentino que se apoderó de su cuerpo, llevó las manos a su pecho, sintiendo un fuerte dolor allí, sus labios se entre abrieron y sus ojos amenazaron con escaparse despavoridos de sus concavidades, un violento mareo le invadió, convirtiendo su campo de visión en algo brumoso.Los ojos de Derek se dilataron al ver a Adalia, con tanta demencia en ellos que el mismo demonio parecía haber tomado control de su cuerpo, jamás en su vida se le había vista tan sorprendido, tan desesperado, tan enloquecido…, tan enojado; salió de su auto en el mismo segundo en el que la vio, dando un fuerte portazo y ni siquiera se aseguró de que la calle estuviera libre de tránsito, como un demente corrió a atrapar a Adalia, quien soltó el palo que sostenía su cue
Los ojos de Derek eran de un color hipnotizante y reluciente ámbar, aunque era difícil admitirlo, eran en verdad preciosos, profundos y misteriosos como el océano menos indagado: un pensamiento un tanto extraño para una muchacha que estaba siendo estrangulada.Las largas manos del Wood estaban ceñidas en el cuello de la rubia como dos cadenas furiosas, los ojos de él estaban sumergidos en un lóbrego mar de rabia y su rostro se pintarrajeaba de un rojo desquiciado, sus dientes parecían crujir de manera estrepitosa, con fuerza los apretujaba.Palabra alguna no alcanzaba ella a dar como respuesta al impetuoso diluvio de preguntas que él soltaba sin tregua sobre ella.La rubia intentaba obstaculizar de alguna forma, el ataque hacia ella, intentaba balbucear algo, intentaba darle a entender a Derek que no era posible darle respuesta si él no dejaba de estrangularla, pero aquello no era una posibili
El sufrimiento la perseguía, sin cesar ninguno, tal y como un libertino perseguía al placer desenfrenado, sin que de ninguna forma a importarle llegasen las cadenas morales que para obtener su placer debía de destrozar, justo así el sufrimiento y la miseria la perseguían, sin tregua ninguna, dispuestos a destruirla, a acabar con ella justo como el odio es capaz de destruir el corazón del más noble hombre.—¡Vamos! ¡Cuenta hasta quince antes de que sea peor para ti! —una voz áspera a los oídos de Adalia llegaba, su garganta seca, apenas tenía el vigor de formular alguna palabra, el sufrimiento la desvigorizaba cada vez más, débil su corazón, débil su esperanza, como una delicada flor de pétalos preciosos pero consumidos.—P-Por f-favor…—¡Vamos! ¡Hazlo!—¡P-Por f-favor, no! ¡Te l-l
Aquellas palabras fueron como un duro y turbulento golpe en el pecho de Derek, sintió como su corazón se desgarraba desde la raíz, sus manos empezaron a tiritar y todo a su alrededor se volvió plomizo, tan borroso como si en aquel instante hubiese perdido la capacidad de ver, sintió su corazón descender, de manera tan tumultuosa que tocó el infierno, tantas cosas para gritar se quedaron aprisionadas entre sus labios, sus ojos se perdieron, se paró de la cama, mientras se sacudía entre fuertes y violentos temblores.Las palabras de Adalia, en su mente se repetían una y otra vez, sin control ninguno, una y otra vez, una y otra vez, entre susurros que parecían los gritos agónicos de almas en pena siendo víctimas de las más déspotas infamias.La azul mirada de Adalia iba dirigida a cada movimiento por parte de Derek, pasaba saliva con angustia, con apenas la capacidad p
Cuando iba caminando por las escaleras, debido a su estado en el que no podía tranquilizar sus impulsos, resbaló y cayó por estas, pero aquella caída, fue más provocada por sí mismo que por accidente, no soportaba la molestia en su cabeza al saber que el cuerpo de Adalia había sido profanado por otro hombre.Otro hombre. Otro hombre. Otro hombre. Otro hombre. Otro hombre. Otro hombre. Otro hombre.Recordó una llamada que tuvo con su padre hace un par de días, la cual por gran medida ignoró, pero la situación desesperada en la que se encontraba, evocó aquella llamada a su mente, brindándole la dicha, o tal vez desdicha de recordar fragmentos de la conversación, en donde su padre le indicaba que si perdía el control alguna vez, que no dudara en beber las pastillas que hace un tiempo le habían sido indicadas por un psiquiatra. Derek no tenía de aquellas p
Unos diez días habían transcurrido desde el fallido intento escape de la muchacha. Diez días que habían sido, sin ninguna duda, los peores y más difíciles de su vida.Luego de ella haber confesado aquello que enloqueció los sentidos de Derek, él había decidido encerrarla en el sótano de la casa, un lugar desprovisto, casi por completo de luz alguna, de paredes mugrientas, suelo húmedo y olores fétidos, ignorando las atronadoras y frecuentes suplicas de la muchacha, la había encerrado allí por más de una semana, apenas llevándole restos de comida y liquido escaso, que no eran suficientes para darle energía ninguna, comerlos o no hacerlo, tendría el mismo final.Sus manos se envolvían en su estómago, buscando sosegar el hambre que tanto la atormentaba, solo un día de aquellos diez había sido en el que Derek le hab&iacut