Capítulo 92.

Los minutos transcurrían con más rapidez de la habitual, el aire parecía tornarse más tupido de lo usual, y pese a la rapidez desvergonzada con la que corrían los minutos, de manera paradójica el amanecer parecía tardar más en hacer su sublime y encantadora entrada.

Kenzo se encontraba conduciendo en total silencio, las calles por donde transitaba, un tanto desérticas se encontraban, aquello auxiliaba a que el silencio hiciera todavía más presencia. De vez en cuando veía a una que otra persona, pero eran tan escasas las ocasiones que más que personas, parecían suspiros de vidas que se desvanecían en el aire. De vez en cuando, por el espejo retrovisor, Kenzo observaba a la muchacha rendida, por completo dormida, siempre hermosa como solo un ángel enviado directamente desde del cielo podría ser, estaba del todo seguro de que, podría mirarla mil veces, y

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